Capítulo 14
En esta historia se hacen algunas referencias la ||Guía Omegaverse|| de *Letras del fanworld* y la ||Guía de Comportamiento|| de Mimmulus. Para mayor información pasar a leerlas. La imagen utilizada en la nueva portada pertenece totalmente a Miyukiko y tengo su autorización para usarla, pueden seguir su cuenta de DevianArt en el enlace: https://miyukiko.deviantart.com/, sus dibujos son preciosos.
Aclaraciones
Las palabras resaltadas son la voz de mando.
Las palabras resaltadas en cursiva son la voz de omega.
Las palabras en "cursiva con comillas" son pensamientos.
Editado por maaeaca.
Capítulo 14
-Cambio de planes
Anteriormente…
― ¡Tim! Disculpa Tyki, debe ser porque aún no te conoce… aunque fue muy amable conmigo, Lenalee y Yu cuando veníamos de camino. ―susurró para sí mismo pensativo, a la vez que sujetaba al perro para quitárselo de encima al portugués.
―Te dejo de ver por tres días y ¿ya tienes perro? ―preguntó sacudiendo su atuendo, quitando el más mínimo pelo del can―. ¿Y quién es ese tal Yu? ―su mirada se afiló, el solo hecho de mezclar a la china y otro hombre en la misma frase le crispó los nervios. Además, podía percibir a su alrededor el “hedor” de las feromonas de un alfa que no era su tío Nea. Un alfa que convivía demasiado cerca del albino.
―Oh, bueno, Yu es el hermano menor de Lenalee, trabaja en una veterinaria según tengo entendido, él me obsequió al perro, lo llame Timcampy ―Allen se sentó en uno de los individuales de la sala, mientras acariciaba la cabeza de Tim para calmarlo y que dejara de gruñir por lo bajo hacia Tyki―. ¿No es lindo?
― ¿Él o el perro? ―farfulló con tono molesto, disfrazado detrás de una sonrisa para ocultar su molestia.
―Los dos… ¡digo! ¡No! ¡El perro, hablaba del perro…! ―se corrigió alarmado, aunque muy en el fondo, tal vez fue su corazón siendo sincero a través de sus labios, y ahora mantenía todas las variedades de tonalidades rosa en sus mejillas, había hablado sin pensar como era su nueva costumbre, ¿acaso a él le gustaba el malhumorado nipón?
No, no podía ser posible.
¿O sí?
Allen se disculpó tantas veces que ni las contó, ni siquiera prestó atención a las palabras de su primo; su pregunta venía con dobles intenciones y había dado justo en el clavo, para Tyki ese tal Yu debía ser una amenaza más en su plan, tenía que encontrar la forma de matar dos pájaros de un tiro, pero antes debía conocer al nuevo enemigo…
―Dime Allen, ¿puedo conocer a tu nuevo “amigo”? ―enfatizó en lo último, conocía la respuesta de antemano, ahora debía idear un nuevo plan―. Los amigos de mi primo favorito deben ser mis amigos…
Claro que Allen aceptó, ignorando la punzada que sintió en el pecho por la forma en que Tyki decía aquellas palabras o el extraño remover inquieto de su omega interior; le estaba advirtiendo que algo no estaba bien, pero no lo captó.
Lastimosamente desde su accidente, Allen no tenía una conexión fuerte con su lado omega y lo ignoraba más de la cuenta.
Tyki sonrió triunfal, satisfecho. Sabía que con una sonrisa suya y un par de palabras podía manejar al albino a su antojo, y en el peor de los casos, usaría su voz con él de forma sutil para que ni lo notara. Estaba decidido a que Allen debía caer a sus pies tarde o temprano… mejor temprano que tarde.
Ese tipo no debía estar cerca de Allen.
Porque era “su Allen”.
Los nervios carcomían al albino ¿Por qué? Ni él mismo lo entendía, pero presentar a su primo con el malhumorado nipón le ponía tenso, si a Lenalee, la dulce y amable Lenalee le había caído mal su primo y ella se había resistido de demostrarlo ―hasta donde él sabe―, no quería imaginar cómo resultaría la cosa con dos alfas… en especial si uno de ellos es grosero y explosivo.
Esperó a que llegara su día libre para cumplir su promesa con Tyki, a quien llamaría por la tarde para ponerse de acuerdo sobre qué hacer, Allen tenía la esperanza de encontrarse a Kanda y de paso presentarlos a ambos, de ser posible, en la Patisserie de Tiedoll por estar lleno de personas ―por si las cosas no funcionaban entre esos dos―.
Pero cuando la hora de llamar a su primo se acercaba, noto que había pasado por alto un pequeño detalle, Yu trabajaba hasta la noche después de la universidad y no tenía modo de hablarle para quedar con él, no estaría en el café. Acudió entonces a Lenalee, abrió el chat de su teléfono celular para escribir a la china, aun titubeante. Con dedos temblorosos por los nervios que le asechaban, saludo a la beta, y en pocos minutos recibió una cálida respuesta de su parte; para disfrazar sus motivos comenzó preguntando como iban las cosas en el negocio, si estaba muy lleno o si no le afectaba su ausencia en la cocina y la barra, la china muy cordial respondió negativamente, agradeciendo la preocupación y pidiéndole no poner cuidado en aquello, obviamente sin negar que le hacía falta su amena compañía.
Luego de unos quince minutos hablando, la pregunta fue tecleada y enviada rápidamente, antes de que su cerebro lo analizara mejor y se fuera a arrepentir. La sorpresa en el rostro de Lenalee era palpable al otro lado del chat, y una sonrisa pícara escapó de sus labios al saber que su amigo necesitaba el número de su hermano menor, lo cual la llevó a preguntar ―acompañado de varios emoticonos―, cuál era el motivo de querer comunicarse directamente con el nipón. No pudo luchar mucho contra la corriente, por lo cual la excusa más rápida era agradecer por su ahora perro, Timcampy.
Luego de eso, el contacto le llegó de inmediato; el nombre con el que la china lo tenía guardado le produjo un cosquilleo en la lengua por querer pronunciarlo tal cual… Yu-chan; estuvo por morir de la pena por pedir su número a la china, pero al final se había animado y había conseguido su objetivo, ahora lo que en verdad sería difícil sería escribirle al azabache. Agregó el contacto justo como se lo había enviado Lenalee, ya lo cambiaría después. Respiró hondo antes de animarse a hablar al nipón, aún tenía tiempo de sobra para coordinar reunirse con Tyki o cancelar en caso de que no tuviera éxito.
Si al escribirle a Lenalee le había temblado la mano, ahora casi deja caer el inocente teléfono con los temblores de sus dedos, era como si hubiera un sismo en su interior. Sudaba, tanto como lo haría una quinceañera en su primera cita con el chico que le gusta…
¿Por qué ese ejemplo?
Cielos.
Debía admitir que, lo que le provocaba el nipón no era ni por asomo algo normal. Tecleó nuevamente al aparato con un simple “hola” y observó bastante absorto que la última conexión del alfa había sido ni más ni menos que hacía un mes… y contando. Se estaba arrepintiendo de haber escrito luego de pasados cinco minutos sin una respuesta, pero, como por arte de magia cuando estaba por guardar el celular en su bolsillo, un mensaje comenzó a sonar mientras vibraba enérgicamente. Era Kanda. Había respondido ―bueno, si una grosería de por medio contaba como saludo, eso había hecho―, y Allen tuvo que morderse la lengua para no reprenderlo en un mensaje de voz, pero en lugar de eso se limitó a pedirle que cuidara su lenguaje y se identificó. Del otro lado del chat, se podía considerar que la cara de Yu era un verdadero poema, no pudo evitar preguntar cómo había conseguido ese brote de habas su número, aunque no le sorprendió nada que hubiera sido su hermana la responsable, acción que confirmó el albino, aunque la pregunta que le hizo Allen a raíz de su promesa de hacer a la china pagar, lo sacó de su balance: “¿te molesta que te haya escrito…?”
No podía decir que le molestaba. A decir verdad, le regocijaba saber de él.
― “Demonios” ―pensó―, “me estoy volviendo un sentimental a cada paso que estoy más cerca de él…”
Se golpeó literalmente la frente al notar que había divagado en sus pensamientos, dejando en visto al chico por al menos cinco minutos en los que Allen había vuelto a escribirle y había tomado al toro por los cuernos, al cuestionarle si podían encontrarse para presentarle a alguien. No fue Yu sino su sarcasmo el que contestó a la pregunta ― ¿Qué soy ahora? ¿Tu puto novio? ―.
Se quiso reventar la cabeza contra el muro más cercano por semejante insinuación que había dejado mudo ―o sin manos―, al albino, lo suficiente como para dejarlo en visto y seguir en línea. Para no arrepentirse luego, y no meter más a fondo las patas, lo citó para la tarde en el parque del frente a la pastelería, donde noches atrás se había originado el mal entendido con Alma. Era mediodía, así que lo acordó para las cinco en punto. Allen no volvió a responder, pero si vio el chat y por lo poco que conoce al puntual, recatado y respetuoso Allen que lo saca de sus casillas ―entre otras cosas―, sabía que no lo dejaría plantado.
Allen desde su casa, sentado en un sofá individual donde se mantenía con las piernas dobladas en flor de loto con Tim lamiendo sus pies de vez en cuando, seguía con el rostro rojo de la vergüenza, le daba gracias a todo ser divino porque Kanda no estuviese frente a él al hacer esas preguntas, se habría mofado de su cara apenada, la sola idea de lo que esas palabras conllevaban lo estremecían…
¿Por qué se ponía así por una simple pregunta en son de chiste?
Ni que deseara que fuera así en verdad, ¿cierto?
No podía responder a esa pregunta sin sorprenderse a sí mismo, se sentía ilusionado de verlo más tarde como no lo había sentido por nadie; ni siquiera recordaba haberse emocionado tanto por su primera cita con Lavi. Un ardor agradable le recorrió la nuca, donde alguna vez estuvo la marca del susodicho y donde ahora solo quedaba como una mínima cicatriz la casi imperceptible huella de sus colmillos.
Lavi. ¿Qué opinaría Lavi si él saliera con otra persona? ¿Se molestaría?
No, no podía ser, hablaba de su Lavi, seguro él querría su felicidad…
Aún miraba la pantalla de su celular, ahora con desconfianza, ¿A quién le quería presentar el brote de habas? Más importante, ¿Por qué? Cuando preguntó con sarcasmo si ahora eran una especie de novios o algo así, en el fondo, muy en el fondo deseó que la respuesta fuera afirmativa.
Sonrió al aparato electrónico antes de echárselo al bolsillo, único testigo de la algarabía interna que su alfa le propinaba de golpe provocando que no pudiera negarse a la petición del omega como lo haría normalmente con cualquiera.
“Pero Allen no es cualquiera” ―le dijo su alfa interior. Lo ignoró deliberadamente.
Fue una suerte que el omega le escribiera justo cuando salía de su última clase. Ahora, caminando a su trabajo con un semblante más animado de lo normal, calculó los escasos cinco minutos que lo separaban de la universidad al trabajo y apresuró el paso, llegando al lugar en apenas tres.
La verdad no salía temprano, no sabía que lo había instado a comprometerse a esa hora sin haber avisado aún a Miranda, solo respondió lo primero que le pasó por la cabeza al calcular en cuanto tiempo podía culminar todas sus responsabilidades si se concentraba solo en eso. Noise Marie le recibió con una sonrisa tan pronto cruzó el umbral de la entrada.
―Yu, buenas tardes ¿Cómo te fue? ―Marie se levantó para poner unos papeles en su respectivo archivo mientras hablaba, pero no dejando pasar los buenos ánimos de su amigo―. Pareces muy animado.
―Como sea. ¿Dónde está ella?
― ¿Miranda? está atrás tomando una siesta, no tiene pacientes citados para la tarde ―respondió relajado, no así cuando notó que el alfa menor se dirigía hacia su omega―. ¿Qué haces?
―Debo… pedirle algo ―sinceró, podía notar la tensión y el aroma ácido proveniente de Marie― no la iba a tocar, no tienes que gruñir.
―Lo siento ―se disculpó apenado, ya que usualmente es amable con todo el mundo, incluso con los alfas―. Es que se aproxima esa fecha… ya sabes, y me cuesta un poco controlar mis impulsos cuando se le acercan otros alfas, algún día me entenderás ― “ojalá sea pronto” pensó ―. Ahora dime ¿Quién es él o la afortunada?
― ¿Qué? No tengo idea de que mierda hablas. ―desvió la mirada, incómodo, aún no comprendía como aquel alfa lo leía con tal facilidad, podía asegurar que lo entendía más que él a sí mismo.
―Claro que sí, hueles a emoción desde antes de pisar el local, y tú no te emocionas fácilmente, debe haber alguien detrás de eso, estoy seguro. Puedes hablar conmigo si quieres, yo lo arreglo con Miranda luego.
―Tch, no te daré explicaciones, pero… necesito irme temprano hoy, luego de adelantar mis obligaciones ―Kanda se cruzó de brazos con la mirada perdida en un punto muerto entre el área de mascotas y los accesorios para gatos para no enfrentar a Marie.
―Bien, bien, no insistiré por ahora, pero sabes que puedes contar conmigo. Y vete ya, yo me las puedo apañar con tus tareas, deberías arreglarte para tu cita…
― ¡Yo no dije que era una cita! ―bramó, intentando esconder el ligero calor que agobiaba sus mejillas y las puntas de sus orejas en esos momentos.
―Tampoco lo negaste.
―… ―se calló, no era conveniente para Yu continuar la discusión, y antes de que Marie siguiera aquel incómodo interrogatorio dio media vuelta y se retiró. Noise Marie sonrió complacido antes de hablar al aire para sí mismo.
―Al fin parece que nuestro Yu encontró a ese alguien especial para él…
Allen se encontraba ahora de pie frente al enorme edificio hotelero donde sus primos se hospedaban en lo que duraba su visita en tierras inglesas. Había contactado a Tyki una hora antes y en ese momento le pasaba a recoger después de negarse rotundamente a que su primo le fuera a buscar, ya que ahora él es el anfitrión ―uno muy malo, por cierto―. La esbelta y fornida silueta de Tyki se divisó a la distancia saliendo de un elevador en la recepción del Hotel, y pronto sus orbes conectaron con los de Allen que estaba afuera de las puertas principales. Con paso seguro y apresurado llegó a su lado. Hoy no portaba uno de esos trajes de etiqueta que tanto gusta vestir, sino una ropa a simple vista más sencilla, pero de las mejores marcas; una polera blanca de cuello U ancho y mangas largas, un pantalón de lino beige y unos zapatos estilo náutico en color azul marino.
― ¿Por qué tan arreglado?
―Quiero dar una buena impresión a tu amigo. ¿Y dónde está mi “hola Tyki”? Empiezo a creer que ese amigo tuyo es una mala influencia para tus modales.
Y lo era, pero eso no lo admitiría él.
―Lo siento, hola Tyki-pon ―bromeó, sabiendo que el apelativo incomodaría al mayor.
―No me llames así también, tengo suficiente con el Conde y Wisely fastidiándome cada tanto ―de pronto la melodía algo llamativa de su celular empezó a antojarse molesta en sus bolsillos. Tyki sacó el aparato ruidoso y contestó, no sin antes excusarse con Allen―. Disculpa chico, es Wisely. ¿Hola?
― << ¡Tyki! Ayúdame, ¡creo que mate a Road…! >> ―era la voz de su hermano, escandalosa y alarmada a la vez.
― ¿Qué? ¿De qué hablas? ¿Qué hiciste? ―sonó severo y en su rostro se expresaba la molestia mezclada con preocupación, estaban arruinando sus planes.
― <<Es que… es que… le di una paleta que compré en un sex shop el otro día y luego de un rato empezó a retorcerse de dolor, entonces se desmayó y… ahora no despierta>>
― ¿Qué demonios? ¿Qué hacías tú en un sex shop? Sabes qué, no importa por ahora, seguramente era algún tipo de adelantador de celo, será mejor que Road no despierte antes de que llegue o te las verás tu solo con tu problema, ¿Dónde están?
La cara de Allen se deformó con las palabras sex shop y adelantador de celo en la misma frase; tuvo un recuerdo flash de su primer día de regreso en tierras inglesas, uno de cierto momento donde Road, Wisely y él se perdían de la vista del alfa mayor y recorrían todo tipo de tiendas que jamás mencionaron a Tyki; el sex shop entre ellas…
Quiso gritar de pánico, pero no mencionó palabra del tema.
― <<En la mansión de verano de la familia de Road… Nii-san, creo que se mueve, tengo miedo ¡ayúdame! >>
―Bien, busca un lugar seguro para esconderte, voy para allá… ―colgó―. Rayos, Allen tendré que ir por el idiota de Wisely ¿Podemos dejarlo para luego?
―Claro, mejor ve rápido, parece urgente ―él también estaba preocupado, pero por el momento prefirió dejar que Wisely se las arreglara con su hermano, al fin y al cabo entrar a esa tienda fue su idea.
―Lo siento Allen, en verdad lamento el inconveniente.
―No te preocupes, vete ya, avísame si necesitas algo.
El portugués tomó un taxi velozmente todo enfurruñado, Allen creía que se debía a la preocupación por Wisely y el dudoso estado de Road, pero en realidad estaba molesto con ambos por arruinar su casi cita con Allen, además de no poder conocer a su mayor enemigo y trazar un plan para apartarlo del albino antes de que pudiera surgir algo, lo que sea, entre esos dos.
Allen miró dubitativo su celular, el chat de Kanda abierto; la última vez de conexión se refleja por eso del mediodía, cuando habían hablado de encontrarse, ahora era poco más de las cuatro y cincuenta, estaba con las justas de llegar al punto de encuentro acordado por Yu.
¿Cómo hacía para decirle que cancelaba porque su primo no pudo asistir?
¿Le creería al menos?
Lo mejor que le quedaba era decírselo en persona, para que viera que no le mentía, además de ser muy tarde para cancelar. Pero se arrepintió en el momento en que puso un pie en el parque frente a la Patisserie.
Había un pequeño grupo de niños remoloneando a su alrededor muy divertidos, parejas en algunas bancas compartiendo un momento ameno… y saliva. Sentía el estómago lleno de mariposas producto del nerviosismo. No supo de dónde salió o en qué momento, pero unas palabras dichas en susurros ―con el aliento caliente y mentolado chocando contra su oído―, lo estremecieron de pies a cabeza.
―Mo-ya-shi…
― ¡Ah! ―brincó asustado, percatándose entonces que no podía ser otro más que Kanda, además, ¿Quién más se refería a él de esa manera?
― ¿Asustado? ¿No que venías a presentarme a alguien? Porque parece que estás solo… ―Yu caminada a su alrededor, como un tigre acechando a su presa, y se mofaba divertido de las reacciones involuntarias del más joven.
―No estoy asustado, me sorprendiste, y sobre lo otro, bueno, él tuvo una emergencia que atender y tuvo que cancelar hace un rato, no me pareció correcto decirlo por teléfono faltando pocos minutos para vernos…
Él…
Su alfa interno rugió embravecido.
― ¿Quién es “él”? ―hizo énfasis en lo último, lucia molesto.
― ¿Eh? ¡Ah! Te refieres a quien te iba a presentar… es mi primo, Tyki, él quería conocerte. ―Yu entrecerró sus ojos, ¿Para qué el albino necesitaba presentarlo con su primo? ¿Sería que él…?
―Enano, ¿Acaso yo también te gusto?
Tyki subió las escaleras a gran velocidad, los molestos escalones se le hicieron más largos por la desesperación ¿Para qué necesitaban tantos escalones para llegar a la entrada de una mansión? Ni él mismo lo entendía. O al menos no ahora que los peldaños le estorbaban.
Para su suerte una de las pocas criadas de la mansión que lo conocía fue quien atendió la puerta y le permitió pasar, era una beta de piel un poco morena y cabellos castaños a juego con sus ojos, más baja de estatura que él. Pasó de largo a la chica que desconocía la situación ―por su falta de percepción a las feromonas―, y guiándose por el fuerte aroma de alfa en el ambiente caminó hasta estar de pie frente a una puerta doble de color blanco en el segundo piso; la recámara de Road.
Entró con sigilo, con los sentidos en alerta y buscando a su hermano entre el tumulto de cosas desperdigadas por el suelo; el lugar parecía un campo de batalla. Un rugido sonoro y apenas ronco se oyó del lado derecho a su posición; en el suelo, frente a lo que debía ser la puerta del baño, estaba Road rasgando con sus delicadas uñas la inocente madera, con sus incisivos sobresaliendo de sus finos labios.
―Maldición, voy a matar al enano…
Obviamente Wisely estaba detrás de esa puerta, escondiéndose de las consecuencias de sus actos, Tyki al menos agradecía haber llegado a tiempo y que su hermano no fuera tan tarado ―más de lo que ya parecía―, como para quedarse en la misma habitación con Road. También comprendía a la chica, él mismo ha tenido que pasar por su celo infinidad de veces soportando el dolor muscular por el esfuerzo de no destrozar todo a su paso para llegar hasta el omega que su lado alfa ha seleccionado para calmar sus ansias, eso sin contar que un celo inducido es más fuerte e incontrolable que el celo natural, casi se podría comparar al celo de una pareja en ciclo ascendente* estando lejos el uno del otro.
Se había preparado en el camino, traía consigo sogas entre otros accesorios con el fin de usarlos si Road estaba fuera de sí.
Y si no lo estaba aprovecharía para matar a ambos…
―T-Tyki… duele… ―su voz se escuchaba quebrada, Road sufría con creces el resultado de la estúpida broma de Wisely, o al menos de su falta de conocimiento.
―Tranquila, necesito que me digas exactamente que tanto duele, prometo no acercarme ―Tyki se sentó en el filo de la cama, justo frente a Road, pero guardando su espacio personal; una pelea entre alfas no era muy oportuna justo en esos momentos y la chica estaba instintivamente a la defensiva de “su” omega.
―Duele menos que antes… c-creo que pronto se me pasará.
Sus manos, pequeñas en comparación a las de Tyki ―no así a las del rubio cenizo dentro del baño ya que eran de tamaños parecidos―, se encontraban ahora cerradas, haciendo puños que blanqueaban la piel en sus nudillos por la fuerza ejercida.
―Bien, ha pasado media hora desde que Wisely me llamó, al menos debe de estar pasando el efecto. ¡Y tú, estúpido cabeza de alcachofa! ¡Pagarás por arruinar mis planes con Allen!
― ¡Gomenasai mashita, Nii-san! [Lo siento mucho, hermano] ―exclamó en japonés un asustado Wisely, que desde su auto-encierro se había sentado con la espalda contra la puerta y sus rodillas pegadas al pecho; justo en la parte de afuera, los rasguños que había dejado Road coincidían con la altura de su cuello, pero ninguno de los tres lo sabía.
Excepto el instinto de Road, receloso por clavar sus colmillos en ese omega.
―Ya me las cobraré… por ahora hay que arreglar este asunto y luego me vas a explicar ―carraspeó un poco, conteniéndose de soltar un improperio―, ¿Qué hacías tú en un sex shop?
Wisely tragó grueso hasta ser audible para él dentro de aquellas cuatro paredes; nadie, ni Road ni Allen, lo podrían salvar de las garras de su hermano y la suerte que le esperaba…
De vuelta en el parque, ubicados casi en el centro de la armoniosa escena llena de infantes correteándose en medio de sus juegos y una que otra pareja demostrándose su afecto de la forma más melosa y cursi posible, estaban un par de jóvenes de pie uno frente al otro cual par de estatuas, inertes.
Pero no eran estatuas, eran Yu y Allen, el primero miraba con firmeza y determinación al omega, sin tratar de intimidarlo o asustarle; el segundo era otra historia, estaba atónito, sentía que le ardía todo el rostro hasta las orejas y se había quedado mudo, no sabía si era el asombro por la pregunta o solo el miedo a su propia respuesta…
“Enano, ¿Acaso yo también te gusto…?”
La pregunta retumbó en sus oídos nuevamente aunque no había sido repetida, en su cabeza la oía una y otra vez como un mantra, y comenzaba a sentir pánico de lo que el alfa podía pensar de él y su silencio. Yu se cansó de esperar una respuesta, así que se animó a decir algo para romper el hielo que se acababa de formar.
―Allen ¿Me temes? ―nuevamente el albino ensanchó sus ojos, y rápidamente respondió, quería evitar un mal entendido, pero le sorprendía cada vez que era llamado por su nombre cuando se trataba de Yu.
― ¡No! Para nada, es solo… es solo que… yo… ¡diablos! ¡Me haces sentir extraño ¿De acuerdo?!
¿Había oído bien? Oh sí. Y el albino acababa de maldecir.
―No sabía que de esa boquita tuya pudiera salir algo más que buenos deseos… Así que tú también sientes cosas extrañas por mi… yo no tengo control de mi alfa cuando tú estás cerca.
La conversación se tornó extraña, no tanto por los sentimientos encontrados o por las confesiones escondidas entre líneas, sino por lo expuestos que se sentían ambos frente al otro, como no tener filtro entre sí, como sentirse liberado al decir lo que llevaban en sus corazones atormentados.
Era como asumir otra personalidad totalmente nueva pero exclusiva para su acompañante.
―Es tu culpa, yo jamás digo palabrotas. ―Allen quiso eludir su confesión por un momento excusándose, tal vez así lograría calmar el alocado martillar de su corazón contra sus costillas.
―Bien, cargaré con esa culpa.
―Un momento… ¿Hace un minuto dijiste “yo también”? ―al fin su lado despistado parecía haberse tomado unas cortas vacaciones tardías y recién notaba lo que la pregunta del azabache escondía.
―Hablemos en otro lugar ―no esperó una respuesta, prácticamente se llevó a rastras al pobre albino al notar que los curiosos posaban sus ojos y oídos en ellos y el nerviosismo lo consumía, además de que no quería arriesgarse a que Lenalee estuviera otra vez por ahí espiando tras los arbustos; la china tenía una especie de radar para esos temas y gustaba de hacer de cupido.
Pero muy en el fondo, estaba disfrazando su momento de estupidez al decir ese “yo también” en su pregunta, todo guiado por sus traicioneros instintos de alfa queriendo cortejar al omega.
Estúpidos instintos.
Estúpido él.
Allen le siguió en silencio, ya tenía de experiencia que cuando Yu echaba a andar encerrado en sus pensamientos no escuchaba las protestas de nadie ―además que no le nacía quejarse por el agarre―. No fue sino hasta que llevaban varios minutos caminando que al pasar frente a una feria ―celebrada tradicionalmente por el próximo fin del verano―, que Allen mostró resistencia al agarre del nipón.
Yu notó de inmediato lo que el albino quería, lo podía ver a través de las brillantes irises ajenas, ligeramente iluminadas por las destellantes luces de la feria que empezaban a encenderse para alumbrar todo a su alcance una vez que el atardecer le diera paso a la noche para cernirse sobre Inglaterra. Yu no preguntó siquiera, cuando ya se encontraba caminando él solo a la entrada del lugar a comprar boletos para ambos, dejando ahí parado al albino.
Como si el instinto le hubiera dictado qué hacer.
Regresó rápido al lado del omega y de nuevo apresó su mano sin cruzar palabras ni dirigirle la mirada; él buscaba un lugar tranquilo para poder hablar sin nadie acechando su conversación a la vez que intentaba relajarse, pero Allen solo podía pensar en el cosquilleo en su mano, las mariposas en su estómago y los cuchicheos de las personas que los miraban como una adorable pareja de alfa y omega ―otros los criticaban, pero esos no importaban tanto―.
Lejos de sentirse incómodo, Allen sentía un calor reconfortante en el interior de su pecho, y por un momento quiso olvidarse de todo lo que lo rodeaba, del olor a palomitas de maíz frescas para concentrarse en el aroma achocolatado de Yu que chocaba sin tapujos contra su rostro gracias al viento; quiso olvidarse de las risas de las personas a su alrededor y los lejanos gritos emocionados de los jóvenes en los juegos mecánicos para concentrarse en la respiración alfa aunque no la podía escuchar… ¿Sería lenta y pausada como la imaginaba o agitada y veloz como la suya en ese momento?
Quiso olvidarse de que estaban rodeados de personas y pensar que eran los únicos sobre la faz terrestre…
Pero Yu no estaba igual de cómodo.
Su corazón bombeaba sangre por todo su cuerpo con más ímpetu de lo normal, tanto que creía que sus mejillas debían estar tiñéndose de un fuerte rojo carmín que lo obligaban a evitar la mirada de Allen ―aunque apenas y sus orejas estaban algo coloradas―; se sentía soso y cursi, como un alfa enloquecido por algún omega al grado de complacerlo en lo más mínimo; se sentía diferente. Quería estar a solas con él, hablar de ese extraño sentir que evocaba emociones desconocidas para él.
A solas…
Él quería estar a solas con Allen.
Contempló todos los juegos de la feria a su alrededor sin dejar de caminar para evitar la mirada de Allen ―ya era suficiente sentir el ligero temblor de su mano y no saber si era miedo o si sentía los mismos nervios que él―, hasta que dio con uno que le daba la sensación que buscaba como trasfondo.
Paz y silencio.
Una Noria.
*Ciclo ascendente: cuando una pareja alfa y omega tienen su celo al mismo tiempo; ocurre dos veces al año. Pasar está etapa del celo lejos de su pareja (más si son destinados) es lo más doloroso para ambos. [Para mayor información, leer la Guía de Comportamiento de Mimmulus].
Uff... ¿Hace calor o solo soy yo?
Holis holis mis queridos lectores, aquí yo haciendo acto de presencia como es costumbre dentro del horario.
Entramos a un nuevo arco, de mis favoritos cabe destacar, y las cosas fluiran un poco más rápido de ahora en adelante, ojo, solo dije que fluiran, no quieran correr antes de andar... Pero todo será muy lindo, excepto por ciertos temas pendientes que aún tenemos que tocar.
En fin, deje muchas pistas entre este y el capítulo anterior de cosas que están por venir, a ver quien las descubre. Tengo un premio por entregar a cierta personita que adivinó primero quién era el alfa que chocaba con Allen en el área de moteles en el capítulo anterior, pues Eleven [Yuukeito_Tyrell] lindura, tu premio será un capítulo extra dónde veremos como Road, Wisely y Allen se adentran en el mencionado sex shop...
Dejaré mi lado Lemonade salir sin rienda suelta en ese extra, será cortito [define cortito Marlene, porqué si largo son 15 páginas no me imagino lo que voy a tener que editar para el extra, creo que no trabajaré...] (Calma Maca, serán como vacaciones para ti... Mi promedio de corto son como... ¿1500 a 2000 palabras? No sé, veré que pasa, dejame fluir ┐( ̄ヮ ̄)┌ ).
En otras noticias, me introduje al mundo de Amino ayer... Descubrí que me conocen de aquí un mundo de personas del foro D.Gray Man, hice nuevas amistades (para mi ya son mis amigos :3) y haye otro huequito donde sentirme cómoda aparte del Team Lemonade, Wattpad y mi cama.
Aparezco en Amino como Marlene-shan, igual que aquí, aunque no he publicado nada y aún no aprendo a usar la plataforma 😅, en fin, esto es todo por hoy, nos vemos en dos fines de semana.
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