Capítulo 13

Dicen que el número 13 es de mala suerte... por eso este capítulo será todo lo contrario (?) mejor  juzguen ustedes mismos  ✾◕‿◕✾ ✾◕‿◕✾

En esta historia se hacen algunas referencias la ||Guía Omegaverse|| de *Letras del fanworld* y la ||Guía de Comportamiento|| de Mimmulus. Para mayor información pasar a leerlas. La imagen utilizada en la nueva portada pertenece totalmente a Miyukiko, pueden seguir su cuenta de DevianArt en el enlace: https://miyukiko.deviantart.com/, sus dibujos son preciosos.

Aclaraciones

Las palabras resaltadas son la voz de mando.

Las palabras resaltadas en cursiva son la voz de omega.

Las palabras en "cursiva con comillas" son pensamientos.

Editado por maaeaca.

Cuarto Arco: Resarcimiento.

-Un Yu diferente...


Anteriormente...

Pareces muñeco de nieve, moyashi.bufó con tono de burla para ocultar la sorpresa y la emoción detrás de sus palabras, fue cuando notó el cambio de ambiente y en sus propias acciones, estaba tanteando terreno con el chiquillo, aunque no sabía por qué lo hacía.

¡Que es Allen, Bakanda!exclamó con las manos harinosas hechas puño, intentando ignorar los nervios y la vergüenza que le carcomía, pero se quedó tieso de improvisto, recordando las reacciones comunes de los alfas agresivosque para él, eso era Yu Kanda, temiendo que su arrebato provocara un altercado entre ambos. Ya era suficiente el extraño abrazo del otro día y como su corazón latía desbocado cuando aquello pasó. Igual que ahora.

¿Cómo me llamaste enano?

Oh no, eso sí que no, con su tamaño nadie se mete.

¿Ahora eres sordo? ¿O la inteligencia se te quedó en el casillero de la universidad?

Iba a arder Troya, o la cocina más bien.

Yu miró con ojos coléricos al omega que hacía un mohín en respuesta mientras se cruzaba de brazos, sus miradas chocaban como si echaran chispas, y quien los viera seguro les echaría agua, porque en realidad las cosas se estaban calentando... en el mal sentido.

Allen tenía mucho que hacer para lidiar con el alfa a su parecer bipolar, antes lo había encontrado atractivo y hasta amable, pero eso era historia de otro libro ahora, el chico antipático frente a él debía ser la verdadera cara de la moneda, y rechistando molesto por tener que quedarse ahí por fuerza ya que estaba trabajando, se dio media vuelta para darle la espalda y sacar unas magdalenas del horno, ignorando el enojo del alfa que se podía respirar en el aire y controlando lo mejor posible sus impulsos de omega que le dictaban temer al alfa y disculparse.

Yu hizo igual, se acercó al extremo contrario pasando de Jerryque no había querido opinar por temor a las acciones de Yu, donde estaban los lavabos para empezar a bajar la torre de utensilios ya usados, deseando partirle la cara al omega y aguantándose por una razón que el mismo ignoraba, pero que no lo dejaba proceder a la violencia para con el albino. "¿Pareja destinada? ¡y una mierda!"pensó.

Ese enano revoltoso no podía ser su pareja destinada ¡No lo aceptaba! ¡Primero se volvería amable antes de caer en las redes de una relación con ese brote de habas, cabello de anciano!

Ninguno de los dos se volvió a dirigir la palabra después de eso, y con el trabajo aceptado por Allen, eso ocurriría cada día de sus vidas...

Sería una larga, larga semana libre.

Para cuando el día había terminado, Yu hace mucho no se hallaba en la cocina del local, sino en el parque del frente, sentado sobre un tapete meditando mientras las estrellas alumbraban todo a su paso y la luna acariciaba con su tenue brillo aquel cabello azabache que brillaba en un azul profundo y hermoso. Necesitaba calmar sus ideas, controlar al alfa dentro de sí... la cantidad de veces en el día que pudo notarse observando con ansias el cuello níveo del albino lo perturbaba, ¿Qué acaso no era él alguien con completo control sobre su naturaleza?

El sonido de pasos acercándose lo sacaron de su concentración, pero no abrió sus ojos, permaneció inmóvil, reconocía el suave y dulce aroma amaderado del sándalo detrás suyo.


― ¿Qué haces aquí? ―preguntó abriendo sus ojos con mirada firme y tensa, la sonrisa del contrario era tan reluciente como siempre, y estaba empeñada en mejorar su mal humor.

―Pero que malos modales Yu-chan, ¿Acaso no te enseñe a saludar a tus mayores con respeto? ―preguntó con sorna, sabía que al alfa le molestaba en sobremanera ser llamado así.

―Tsk, lo preguntaré una sola vez más ¿Qué mierda quieres Alma? No estoy de humor... ―el omega hizo un mohín, inflando sus mejillas lo más que estás lo permitían, sentándose en el suelo frente a Yu con sus brazos cruzados, haciendo una clara rabieta. El alfa nunca ha sido tan agresivo en sus respuestas como en estos momentos... como si rechazara su simple presencia... como si no fuera al omega que quería cerca...


Al frente, en el local, Allen salía por la puerta frontal con Lenalee, ésta la cerraba para acompañar a su amigo a tomar un taxi para volver a casa, por insistencia de ella y Tiedoll; era preferible que llegara directo a casa a que se fuera solo, de noche caminando con un pésimo o nulo sentido de la orientación. Permanecían en silencio, un silencio cómodo, pero que les permitió escuchar a lo lejos una conversación de una voz reconocida para ambos. Lenalee conocía a perfección la segunda voz, y tomando del brazo a Allen, corrió hasta el parque arrastrando al pobre albino con ella para esconderse detrás de un arbusto a espiar la conversación ajena.


―Lenalee, esto no me parece correcto... ―susurró Allen lo más bajo posible, mientras Lenalee cubría con su dedo sus labios y señalaba al frente, en claro signo de guardar silencio y observar. Algo se traía entre manos.

― ¿Te haces llamar a ti mismo adulto cuando haces rabietas como un crio? No me hagas reír ―Yu continuaba intentando librarse del chico frente a él, liberando sutilmente feromonas para ahuyentarlo, pero que no funcionaban por el antiguo vínculo con el omega; ambos ignorando completamente las presencias detrás de los arbustos, gracias a que Alma cubrió también el ambiente con sus feromonas buscando calmar el genio del alfa sin éxito―. No hagas eso.

― ¿Qué? No estoy haciendo nada... ―siguió sonriendo, sabía muy bien a que se refería el nipón―, sabes Yu, te conozco lo suficiente para saber que algo te inquieta, ¿quieres contármelo?

―Eso no es asunto tuyo, además no estoy seguro de saber que me pasa con él... "mierda" ―pensó.

¿En serio? ¿ahora se le escapaban detalles frente al chismoso de Alma?

Se golpeó mentalmente por haber dicho eso, sus instintos lo traicionaban mucho últimamente, y ahora su mente también, sus pensamientos salían de su garganta sin su permiso y cuando no debían. Pronto lo meterían en problemas.

―Confía en mí Yu, no se lo contaré a nadie, en serio. No podría, aunque quisiera. ―dijo algo adolorido por escuchar la mención de alguien más por el azabache, pero estaba dispuesto a escuchar lo que sea, si eso alivianaba el peso ajeno, dispuesto a ser "un amigo".

―Cállate, ya te dije que no es tu asunto. ―Alma se estaba por rendir, pero un olor desconocido le llegó a las fosas nasales, un aroma muy dulce y llamativo, uno que le causó celos a su omega interno, miró hacia atrás y con dificultad por la oscuridad, reconoció dos figuras menudas ahí, escondidas tras el espeso arbusto, lo notó antes que Yu en consecuencia de que este estuviera meditando a ojos cerrados, alterado y con sus sentidos confundidos y nublados por las dudas.


No quiso hacerlo, no quería ni debía hacerlo, pero sus instintos fueron más fuertes que él al notar a un omega tan cerca de "su Yu", y sin pensar en las consecuencias, giró el rostro hacía Yu y lo besó. Fue un roce apenas, uno que hizo a Yu reaccionar de apartarlo lentamente sin lastimarlo, pero mirándolo molesto, desaprobando su acción. Claro que, al estar justo al frente suyo, no parecía que lo había apartado, sino que seguían juntos y eso derrumbó al albino.

Allen sintió un nudo instalarse en su garganta, sus rodillas se debilitaron y sus ojos se llenaron de lágrimas que no dejó salir, le dolía, le dolía ver ese beso, le dolía que Yu no lo rechazara, y estaba confundido porque ¿qué le importaba a él lo que hacía ese Bakanda? Pero seguía doliendo y no lo podía explicar. Su omega interno se removió inquieto y desesperado por replicar. Se levantó de golpe sorprendiendo a Lenalee, quien notó el estado que adquirió su amigo de pronto y se arrepintió de estar de curiosa.

Al estar ahí de pie, con la vista en el suelo y los nudillos más pálidos por la fuerza ejercida en estos al resistir romper en llanto, fue notoria su presencia para el nipón, quien sorprendido por no notar su aroma antes, se levantó de su posición y pasó por delante de Alma a pasos lentos caminando en su dirección. Lenalee también se levantó preocupada, notando lo pálido de su amigo y saberse descubiertos por el par de azabaches.

Sin dejar que el nipón llegara a su lado, echó a correr, haciendo de oídos sordos a las voces que lo llamaban desde atrás. Sintió como los sentimientos lo rebasaban y mojaban sus mejillas con un camino de lágrimas, no lo comprendía, ¿por qué lloraba? ¿por qué dolía? ¿por qué no entendía nada?

Había corrido hasta que sus pies comenzaron a doler y su respiración se hizo errática, no reconocía los lugares a su alrededor, pero le valía un rábano. Podía tragárselo la tierra si quería y él no haría nada para detenerla. Estaba cerca de una carretera que impedía que pudiera correr más lejos, a sus espaldas lo que quedaban eran edificios de apartamentos y un parque al aire libre, el más grande del área. Caminó hacía este y tomó asiento en una de las bancas, dejando fluir todo lo que llevaba dentro, se encogió como pudo en el asiento, pegando sus rodillas a su pecho y escondiendo su rostro allí.

Metido en su propia burbuja, jamás notó la figura de pie frente a él, que respiraba con fuerza a causa de la carrera y que le miraba con reproche.


―Mierda, ¿por qué demonios corriste así? ―alzó la vista con sorpresa y miedo reflejado en sus ojos, Yu estaba de pie frente a él controlando su respiración con mirada retadora.

― ¿Q-qué haces aquí...? ―su rostro se calentó, podía sentir como el sonrojo se apoderaba de él, a pesar de cómo se sentía hace unos segundos, el saber que Yu había ido por él regocijaba a su omega interior con fuerza y lo hacía emocionarse, deseando estar entre sus fuertes brazos...

¿Pero qué...? ¿En serio? Él ¿emocionado por el grosero Yu Kanda?

―Tsk, ¿acaso no es obvio? Lenalee dijo que te pierdes con facilidad, algo de que si te pasaba algo sería mi culpa y no sé cuántas idioteces más...

―Oh... ya veo... ―masculló en voz baja, entristecido, debió saber que no lo buscaría por cuenta propia, aunque, pensándolo bien, ¿Por qué quería que lo buscara?

―Aún espero saber por qué corriste como desquiciado, además ¿qué hacían ustedes dos espiándome? Baka moyashi [tonto brote de habas] ―tomó asiento a su lado, mirando en otra dirección, debía admitir que ver las lágrimas del albino le provocaban un mal sabor de boca, sentía deseos de consolarlo y calmar su llanto, protegerlo...

¡Pero qué demonios! ¡Él no es un sentimental ni mucho menos!

Pensó seriamente en visitar a un psiquiatra, se estaba volviendo loco.

―Me molestó, no sé porque, ni puedo explicarlo, solo me molestó... ―Yu lo miró confundido ¿molestarle? ¿qué le había molestado?

― ¿De qué hablas? Explícate bien enano...

― ¡Me molestó que lo besarás! ¡Y no soy ningún enano! Para tu información soy bastante alto para ser omega y... ―cubrió sus labios con ambas manos, avergonzado por haber soltado sus pensamientos en un arrebato, lo que acababa de decir no tenía pies ni cabeza ―según él―, seguro el alfa debía pensar que estaba loco.

―Yo no lo besé, lo hizo él y lo aparté, además no te debo explicaciones o es que acaso tú... ¿estás celoso? ―una sonrisa perfecta y burlona surcó los labios ajenos, miró con suficiencia a Allen, apreciando lo arrebolado de sus mejillas y la sorpresa en su rostro. Su alfa se dio golpes de pecho ante la simple idea del omega interesándose en él.

― ¡Yo no estoy celoso! ―exclamó cerrando sus amatistas con fuerza, sus mejillas continuaban encandiladas ante la pena, pero una sonora risa ajena y desconocida lo sacó de su congoja.


Era Yu, se reía, jamás lo creería si no lo estuviera viendo con sus propios ojos, y era hermoso, escucharlo reír y ver su blanca dentadura asomarse, aunque fuera para burlarse de él. Estuvo a punto de ceder a sus instintos que lo apuntaban a arrojarse sobre el alfa y entregarse a sus más bajos instintos, pero su voz lo interrumpió al verlo ponerse de pie.


―Ok, ok, volvamos de una vez, enano celoso, antes de que Lenalee monte un show y le avise a la policía que desaparecimos ―estiró su mano hacía Allen para ayudarlo a levantarse, este la aceptó, sintiendo un hormigueo al tacto y nuevamente esa sensación de vació inundarlo al soltar la mano ajena. Jamás lo había visto ser tan expresivo en los pocos días juntos, y le gustaba ese nuevo lado de él.


Caminaron en silencio largo rato, Allen miraba en todas direcciones sin recordar haber corrido por aquellos lares, ¿Tan afectado estaba que no lo notó? Al parecer había pasado por una zona hotelera, de esas que se pagan por horas, donde las parejas acuden a saciar sus más bajos instintos. Se sintió desfallecer al caminar por ahí ¿Qué pensarían de él si alguien conocido lo hubiera visto pasar por ahí corriendo como lo hizo?

Metido en sus ideas como estaba, no notó en qué momento se alejó de la espalda del nipón y chocó contra el pecho de un alfa, el hombre era alto en comparación a él, de aspecto mucho más maduro, usaba saco y corbata, como si viniera de alguna oficina, tenía un estúpido bigote estilo nazi y su cara le acompañaba al estilo, su aliento a alcohol y tabaco le causaron repugnancia a Allen de inmediato. El hombre era simplemente desagradable.


― ¿Qué hace una cosita tan mona como tú solo en estos lugares? ¿acaso buscas compañía, omega? ―la voz confiada y petulante del hombre le dio pavor sumado a su aspecto de Hitler; su aliento chocaba contra su rostro, dándole asco, mismo que se reflejó en sus muecas, el hombre lo tomó de la muñeca con demasiada fuerza, lo cual le provocó miedo, el alfa era muy fuerte a simple vista―. ¿Cuánto cobras por tus servicios?


Un gemido lastimero y asustado, casi inaudible, escapó de su garganta mientras intentaba quitarse de encima las manos de aquel alfa, forcejeó, pero ninguno de los espectadores intentó ayudarle, haciendo caso omiso de la escena frente a sus ojos. Cerró sus ojos, tenía miedo de ser tomado a la fuerza. Estaba a punto de gritar cuando su mano fue soltada abruptamente, abrió sus ojos y vio al hombre tirado en el suelo que con gesto adolorido pasaba su mano por su mandíbula, como si estuviera desencajada. Alzó la vista y otra silueta frente a él destilaba un fuerte y penetrante aroma amenazante en dirección al borracho. Yu gruñía, con sus colmillos asomados y el puño con el que había golpeado al hombre estaba rojizo por la fuerza utilizada, se mantenía a la defensiva. Miró a Allen furioso, lo alzó y se lo echó al hombro como si fuera un costal de patatas, como si no pesara nada, y empezó a caminar, maldiciendo en voz alta en su idioma natal y en inglés. No se detuvo hasta estar a tres cuadras de Froi's Patisserie.


― ¡Por favor, bájame Kanda! ―imploró por enésima vez el albino, logrando esta vez que sus palabras llegaran a los oídos ajenos.

―Se puede saber ¡¿Por qué mierda te apartaste de mí?! ¡Era un lugar peligroso para estar tú solo, maldita sea! ―gritaba encolerizado, Allen se encogió en su posición, sumiso y asustado, nunca nadie lo había tratado así antes, pero sabía que Yu tenía razón en sus palabras y acciones, por poco y lo violan hace minutos. Además, su omega se sentía emocionado de que el alfa lo protegiera.

―Lo siento, me distraje...

―Demonios... ―maldijo―. Parece que tendré que llevarte hasta tu casa... ―Yu se sonrojó apenas, pero lo suficiente para que Allen lo notara―, lo digo porque eres un moyashi sin remedio que no tiene sentido de la orientación. No me malinterpretes.

―No lo hacía, Bakanda. Y gracias, en serio, si no fuera por ti yo...

―Cállate ―interrumpió―, si no estuvieran espiando y sacando conclusiones apresuradas nada de esto habría pasado en primer lugar... No ando por ahí cuidando críos.


Luego de aquello reinó el silencio, Yu acompañó al albino hasta su casa de mala gana, lo dejó en la entrada y antes de que Allen pudiera despedirse de cualquier forma, se marchó, dejándolo confundido pero con un muy agradable y reconfortante calor en el pecho.

Al día siguiente...

En la veterinaria, Miranda se encontraba concentrada en sus labores cuando el aroma ansioso de alguien conocido inundó el lugar, giró en dirección a su esposo, quien sonrió de lado al notar a Yu entrando algo inquieto con su maletín de la universidad.


― ¿Kanda? ¿qué haces aquí? Apenas ha pasado un día de tu semana libre ―inquirió con sorpresa, Yu la había pasado de largo para guardar sus cosas y ponerse su uniforme de trabajo, que no era más que una sudadera azul con el logo de la clínica ―y la tienda de mascotas con el mismo nombre―, y su nombre a un costado, acompañado de sus pantalones de mezclilla.

―Tsk, no soporto estar haciendo el vago... ―mintió, no podía admitir que su alfa se removía ansioso por ver de nuevo a Allen, eso jamás. Era más fácil estar en el trabajo que en la pastelería con el albino revoloteando a su alrededor entre risas y polvo de hornear.

―Ajá... ―respondió con duda la castaña, Noise Marie la miró haciendo señas de olvidar el asunto, él podía notar que algo le pasaba al nipón, pero por su forma de actuar dedujo que no sería algo malo.


Lo primero que hizo tan pronto comenzó su labor, fue ir a mirar a los caninos. Algunas razas pequeñas y otras más grandes se hallaban en diversidad, pero una jaula a nivel del piso con un perro adulto llamó su atención.


― ¿Qué hace este perro aquí? ―soltó al aire, prontamente recibió respuesta de Marie.

―Es un perro guía, o lo era, su antiguo dueño falleció de un ataque al corazón, los del hospital no sabían qué hacer con él y lo enviaron esta mañana ―dijo encogiéndose de hombros mientras se preparaba para dar otro sorbo a su café―. Dijeron que podíamos darlo en adopción, es una lástima, con sus dotes podría ser de utilidad a alguien ciego con problemas para orientarse...

Y ahí iban sus ideas, haciendo clic.

― ¿Puedo quedármelo? ―Noise escupió la bebida caliente que bebía con parsimonia segundos atrás, sorprendido ¿Yu cuidando de una mascota propia? ¿se estaba acabando el mundo?

― ¿Es... es en serio? ―consultó al tiempo que recobraba la compostura, la mirada seria de Yu le confirmó que iba muy en serio ¿cuándo bromeaba él? ―. Claro, puedes llevártelo si gustas...

― ¿Tiene nombre? ―inquirió revisando al animal, notando que en su placa no había más que información de ser un perro guía... pero ningún nombre, ni siquiera un monosílabo al que el animal respondiera.

―No al parecer, desconocemos como lo llamaba el antiguo dueño, supongo que por eso nos lo confiaron para darlo en adopción como perro mascota, los Golden son una raza inteligente y cariñosa, se adaptará con facilidad... Kanda ¿te lo piensas quedar? ―reafirmó la pregunta, Yu no tenía mucha pinta de cuidar una mascota en casa, ya tenía muchas que cuidar en el trabajo y salía tarde en ocasiones, ¿Quién atendería al pobre animalillo?

―Tsk, no preguntes lo que es obvio... ―zanjó con aquella respuesta la conversación, luego vería que hacer si se arrepentía de su decisión.

Comenzaba a sopesar la idea, ¿Al menos había razonado lo que tenía en mente? No, de eso estuvo seguro cuando estuvo de pie frente a la Patisserie de su padrino con el animal de pelaje casi dorado a su lado, sentado sobre sus patas traseras y resoplando por la sed que debía tener luego de una buena caminata. Tomó la correa y la afianzó cerca de la puerta antes de entrar, cielos... No pensó en que el perro no podía pasar por el piso de venta, por el pelo entre otras cosas; ya luego tendría que dar la vuelta a la cuadra para entrar con él.

La campanilla de la entrada resonó, Lenalee se giró algo sorprendida, era hora del cierre y creyó haber puesto el seguro, pero suspiró aliviada al notar que era su hermano, con cara de pocos amigos como de costumbre.


―Yu, no viniste hoy a la tarde ¿Pasó algo con el trabajo? ―preguntó risueña, algo tenía la beta que lograba excavar las respuestas en quien sea, hasta en el amargado nipón.

―Volví antes, punto. ―tomó asiento en la barra, la cual era corta, exactamente cabían tres personas, no la usaban muchos clientes, más que aquellos que buscaban sorber su café tan pronto estuviera servido y marcharse de inmediato a lo suyo.

― ¿Te apetece un café? Lo haré como te gusta ―dijo sosteniendo una taza, dispuesta a proceder, ya conocía la respuesta, se podía decir que eso era lo único que el azabache consumía del local en sí.

―Hmm. ¿Estás... sola? ―preguntó con un hilo de voz, de alguna manera esperaba no ser escuchado, se golpeó mentalmente por su acción, parecía un crío con problemas hormonales fuera de control.

― ¿Eh? ¡Ah! No, Jerry salió temprano hoy, pero Allen sigue atrás terminando de limpiar la co... ―no terminó su monólogo, el mencionado salió de la cocina muy alegre, saltando... y con las mejillas llenas de chocolate.

― ¡Lenalee! ¡Tienes que probar el pudín que hice! ¡Quedó de maravilla y...! ―si antes sentía que había hecho el ridículo el día anterior, hoy se llevaba el trofeo al bufón del año―. ¡Lo siento! Pensé que estábamos solos.

―No importa, Yu acaba de llegar.

―Y ya me voy. ―dijo al ponerse de pie.

―Espéranos, es más ¿Por qué no me acompañas a dejar a Allen en su casa? así hablamos un rato en el camino, no confió en los taxistas a estas horas ―y tenía razón, eran pasadas las nueve de la noche. Un omega y una beta en la calle a esas horas... no, peor, su hermana regresando sola de la casa del brote de habas, ¡Eso ni pensarlo!

Mierda. Se estaba convirtiendo en Komui.

―Tsk, dense prisa o me iré.


La china sonrió en respuesta, y como alma que lleva el diablo arregló todo para partir, hasta alcanzaron a guardar el pudin en la nevera en menos de un minuto. A la salida del local, estando por comenzar su andar el albino llamó la atención de los otros dos.


―Hey, creo que alguien olvido un perro afuera de la tienda ―dijo caminando en dirección al canino, que meneando la cola en respuesta esperaba ansioso ser acariciado por alguien, quien fuera, en este caso Allen.

―Mierda... lo había olvidado. ―masculló en voz baja, la china a su lado le vio de soslayo con algo de asombro.

―Es... ¿tuyo? ―dejó salir la pregunta al aire, hasta Allen, quien estaba de rodillas frente al animal rascando sus orejas se giró en su dirección.

―Tsk, es temporal, necesita un dueño... y un nombre.

―Es muy bonito, me encantan los perros, aunque nunca tuve uno de pequeño...


Su memoria se desconectó de la realidad, recordando su infancia y a Lavi; la primera vez que estuvo en su casa notó al cachorrito que corría a recibirlo con su llegada, del mismo color y la misma raza, adoraba al animalillo, pero desgraciadamente un día simplemente desapareció, se escapó de la mansión, coincidiendo con el fallecimiento de la madre del pelirrojo, razón por la cual nadie se preocupó por encontrar al canino, y él tampoco regresó, seguramente era más feliz donde estaba ahora, o tal vez desde hacía un tiempo la falta de atención hacia él por su dueño al tener un nuevo amigo le había afectado al animal.


―Timcampy... ―susurró. El perro ladró en respuesta, moviendo el rabo con energía visible y lamiendo el rostro del albino a su alcance, como aceptando el nombre recibido del cariñoso omega frente a él. La oportunidad que el nipón necesitaba se presentó.

―Quédatelo. ―afirmó, mirando al de níveos cabellos―. A ver si así ya no te pierdes de camino a casa y viceversa, está entrenado.


Pudo haber reclamado, chistado por el vergonzoso comentario alusivo a su falta de orientación natural, incluso por el simple hecho de estarle cediendo la propiedad del canino sin su consentimiento. Pero no lo hizo, de alguna forma sonaba más a un regalo que a una obligación. Aunque era mejor cerciorarse.


― ¿Es para mí? ¿Me lo regalas? ―la sonrisa que escapó de sus labios rosáceos perturbó a Kanda, era suave, tierna y alojaba esperanza de obtener una respuesta afirmativa, hasta sus feromonas llegaron a olerse cargadas de emoción.

"Demonios, lo quiero morder" ―resonó una voz dentro de su cabeza, una que lo alarmó.

―Tsk. No seas tonto, necesita un dueño, si lo quieres tómalo y ya está, no me va eso de las mascotas, igual lo dejaría en la calle si no aparecía alguien en una semana, ni siquiera tiene nombre. ―mintió deliberadamente, jamás admitiría que traía al perro consigo precisamente pensando en el albino y que este no se perdiera otra vez.

―Igual gracias. Siempre quise tener una mascota ―aclarado el asunto del perro, los cuatro caminaron rumbo a la casa del albino, uno que tendría que ver que les dirá a sus padres sobre su nueva mascota.

Allen agitó su mano en despedida, una sonrisa nítida surcaba sus labios y el ambiente estaba bañado con su dulce aroma cargado de alegría, Kanda no imaginó que el simple hecho de darle una mascota que cuidar ―o más bien para que lo cuide a él―, le iba a alegrar lo que quedaba de la noche.

El albino vio a sus amigos marcharse ―y amigos, porque ahora sentía que Yu era su amigo, con carácter difícil, pero amigo―, y entró a su hogar. Las luces aún estaban encendidas en la sala, y cuando se asomó por el espacio buscando a sus padres, se llevó una sorpresa.


― ¡Tyki! ―exclamó sorprendido, corriendo a su lado dejando libre al can.

―Vaya, pero si es mi primo favorito, el que se olvida que sus primos siguen en el país solo por él ―respondió irónico, desde que llegaron de Japón no logra toparse ni por asomo con el omega.

―Lo siento, conseguí empleo el mismo día que me dejaste en el café, así que no he tenido tiempo para reunirme con ustedes. ¿Y Wisely?

―Está en la casa de verano de Road, hoy me abandonaron a mi suerte ¿Puedes creerlo? He sido reemplazado por una enana obsesionada con los dulces y por un nuevo empleo, estoy triste... ―exageró dramático. Allen como siempre se sintió mal por sus comentarios y en seguida quiso redimirse.

―De verdad lo lamento, ¿Qué te parece si en compensación te preparo unos dangos? Así de paso los compartimos...

―Está bien, sé que de todas formas solo tocaré uno o dos, tu boca es un peligro para el azúcar.

― ¡Oye!

―Es broma ―se levantó de su asiento dispuesto a rodear con sus brazos al inglés, su alfa interno anhelaba el contacto con su piel.


Pero el abrazo nunca se dio, el asalto del canino de pelaje dorado lo sacó de balance regresándolo al sofá donde estaba antes, Timcampy gruñía embravecido, protegiendo a su nuevo dueño.


― ¡Tim! Disculpa Tyki, debe ser porque aún no te conoce... aunque fue muy amable conmigo, Lenalee y Yu cuando veníamos de camino. ―susurró para sí mismo pensativo, a la vez que sujetaba al perro para quitárselo de encima al portugués.

―Te dejo de ver por tres días y ¿ya tienes perro? ―preguntó sacudiendo su atuendo, quitando el más mínimo pelo del can―. ¿Y quién es ese tal Yu? ―su mirada se afiló, el solo hecho de mezclar a la china y otro hombre en la misma frase le crispó los nervios. Además, podía percibir a su alrededor el "hedor" de las feromonas de un alfa que no era su tío Nea. Un alfa que convivía demasiado cerca del albino.

―Oh, bueno, Yu es el hermano menor de Lenalee, trabaja en una veterinaria según tengo entendido, él me obsequió al perro, lo llame Timcampy ―Allen se sentó en uno de los individuales de la sala, mientras acariciaba la cabeza de Tim para calmarlo y que dejara de gruñir por lo bajo hacia Tyki―. ¿No es lindo?

― ¿Él o el perro? ―farfulló con tono molesto, disfrazado detrás de una sonrisa para ocultar su molestia.

―Los dos... ¡Digo! ¡No! ¡El perro, hablaba del perro...! ―se corrigió alarmado, aunque muy en el fondo tal vez fue su corazón siendo sincero a través de sus labios, y ahora mantenía todas las variedades de tonalidades rosa en sus mejillas, había hablado sin pensar como era su nueva costumbre, ¿Acaso a él le gustaba el malhumorado nipón?


No, no podía ser posible.

¿O sí?

Allen se disculpó tantas veces que ni las contó, ni siquiera prestó atención a las palabras de su primo; su pregunta venía con dobles intenciones y había dado justo en el clavo, para Tyki ese tal Yu debía ser una amenaza más en su plan, tenía que encontrar la forma de matar dos pájaros de un tiro, pero antes, debía conocer al nuevo enemigo...


―Dime Allen, ¿Puedo conocer a tu nuevo "amigo"? ―enfatizó en lo último, conocía la respuesta de antemano, ahora debía idear un nuevo plan―. Los amigos de mi primo favorito deben ser mis amigos...


Claro que Allen aceptó, ignorando la punzada que sintió en el pecho por la forma en que Tyki decía aquellas palabras o el extraño remover inquieto de su omega interior; le estaba advirtiendo de que algo no estaba bien, pero no lo captó. Lastimosamente desde su accidente Allen no tenía una conexión fuerte con su lado omega y lo ignoraba más de la cuenta.

Tyki sonrió triunfal, satisfecho consigo mismo. Sabía que con una sonrisa suya y un par de palabras podía manejar al albino a su antojo, y en el peor de los casos, usaría su voz con él de forma sutil para que ni lo notara. Estaba decidido a que Allen debía caer a sus pies tarde o temprano... mejor temprano que tarde.

Ese tipo no debía estar cerca de Allen.

Porque era "su Allen".

Solo suyo.

Holis holis mis queridísimos lectores, los extrañé, espero que ustedes también. Capítulo largo, uno de los más largos hasta ahora, abarcó 19 páginas y más de 5,000 palabras traerles esta bella transición y con esto cerramos el cuarto arco de la historia. Se vienen cosas grandes en los próximos capítulos, presten mucha atención a las reacciones de Allen con cada alfa con el que convive, será algo clave para un escenario cercano. Ahora una de mis clásicas preguntas cada vez que hay intriga...

¿Creen que Tyki logre su objetivo? ¿podrá idear un plan en su encuentro con Kanda? -->

¿Tienen idea de cuándo volverán a sus páginas Road y Wisely? porque aún tienen un papel en la historia... -->

¿Alguien sabe qué personaje era el borracho que chocó con Allen? Daré un premio sorpresa al que lo diga primero, está fácil -->

¿El Yullen está tan cerca como creen? -->

Reclamos, amenazas y teorías (?) -->

Es todo por hoy, espero que lo hayan disfrutado, leeré cada comentario como siempre lo hago, estaré pendiente a ver quien gana. Nos vemos el próximo 10 de febrero si Dios quiere. ¡Los quiero de gratis por qué no pagan por querer! Nah, simplemente los quiero.

PD. ¿Han notado mi nueva firma? me encanta el fondo...

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