8. UN BESO DE FUEGO Y SOMBRAS


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CAPÍTULO 8

Un beso de fuego y sombras

✰•☾︎• 𝙎𝙚𝙣̃𝙤𝙧𝙖 𝙙𝙚 𝘾𝙪𝙚𝙧𝙫𝙤𝙨 ℘⁖✭

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      Kerianne había pensado suficiente, mientras escuchaba a la gran lady otoño hablar de las costumbres nupciales de la corte.

La noche anterior, cuando quisieron matarla, notó que había estado muy debilitada. Lo suficiente para no poder defenderse como debía, y si ella era una asesina, tenía la habilidad de pelear. De hecho, si fuese honesta admitiría que se sentía fatigada, cómo si hubiese realizado un viaje arduo y trabajoso.

Llegó a su mente cuando el lord anunció el heredar su corte, recordó que hizo un brindis y lo vió levantar su copa de vino, la llevó a sus labios, pero nunca bebió de ella. En cambio, sus hijos si lo hicieron.

Y si su intuición era asertiva, sabía que el lord ponía algo en las bebidas de sus herederos. «Pero ¿por qué razón harían algo así? ¿Por control o poder?» Eso la inquietaba, pues ayer antes de irse a dormir, había bebido del vino de Eris.

Todo parecía concordar, su falta de fuerza, el control obsesivo de Beron.

—Todo estará bien a excepción de la cacería —escuchó decir a la señora otoño.

Eso atrajo su atención, —¿Qué cacería?

—Una costumbre ortodoxa de la corte —contó ella—. La noche antes de que sea el día de la boda, el hombre persigue a la mujer por el bosque durante toda la madrugada. La mujer debe esconderse y el hombre debe buscarla y encontrarla hasta el amanecer.

—¿Y qué pasa si no se encuentran al amanecer? —preguntó Kerianne.

—La pareja deberá romper el compromiso, ya que si no pueden encontrarse, no tienen un vinculo y por lo tanto, no pueden casarse.

Kerianne no creía que esto se alargaría hasta tal punto en que organizarían una boda falsa.

—Le pedí a la madre que él no me encontrará en la cacería —confesó la dama otoño—. Por desgracia, no todas las peticiones son escuchadas.

Ella no sabía cómo responder a eso.

—Se que no amas a mi hijo —la enfrentó finalmente la gran señora. —Y él tampoco te ama. Creo ver en tus ojos lo que planeas.

—¿A qué se refiere, señora?

—Eres espía y asesina de mi esposo, y si él te ha enviado para controlar a mi heredero, dile que no voy a permitirselo.

Debía admirar el ferviente valor de la gran señora otoño para querer a sus hijos.

—Si conociera a Eris, sabría que nadie podría influenciarlo —respondió Kerianne. —Si me considera su enemiga, tendrá que unirse al bando de su esposo, pues él desea verme muerta desde que se enteró  de nuestro compromiso. —Kerianne hizo una gesto de respetuosa reverencia. —No tiene que cuidarme más mí lady. Afortunadamente soy una espía asesina, cómo ya ha reiterado antes, y puedo cuidarme yo misma.

La señora no se opuso a su retirada, entonces Kerianne pudo irse. De momento había tomado una decisión súbita. Se iría en el primer barco a las tierras mortales. Lo que había pensado siempre sí lograba escaparse. Viajaría al otro lado del mundo dónde jamás supiera nada sobre la corte doble cara del otoño.

No debía permanecer ahí si el lord la quería muerta, porque era quién tenía el poder de hacerla desaparecer y matarla.

Eso era un motivo irrefutable para partir y alejarse de la familia Vanserra. Era una señal, debía irse en aquel instante, donde nadie sopechara, mientras nadie la esperara, dónde nadie la veía...

Kerianne se acalló el dolor que le recorrió desde el tobillo, su pie adolorido se había adentrado en una zanja poco profunda.

Repentinamente el lord apareció frente a ella, a su espalda venían dos guardias armados.

—Señorita Shade —dijo el lord Beron.

—Señor —escondió muy bien el malestar en su tobillo.

Los guardias a su espalda la miraron con desagrado, uno de ellos tenía las mejillas razgadas por pequeños zarpazos de las pequeñas garras de sus cuervos. El otro, por su gesto horroroso, era quién había intentado apuntarle con la ballesta.

—¿Y como fue su primera noche siendo la prometida de mi hijo? —se burló el lord.

—Como ya sabe, mi noche fue entretenida gracias a usted.

—Señorita Shade, debe saber que su traición no la dejaré pasar. La haré pagar, y lamentara no haberme traicionado.

No podía desafiarlo, era el gran señor de estás tierras. Y ella era una esclava, como había mencionado antes Zeren.

—Como usted diga —fue lo único que respondió.

Eso le irritó al lord, esperaba que fuese altanera para dar la orden de que la acabaran.

—Shade, no tiene ni idea que acaba de ingresar al tablero de mí juego, y yo no tengo misericordia con mis ponentes. ¿Esta segura que quiere permanecer en la jugada?  

Los guardias mantenían su mano cerca de sus armas, preparados para cualquier orden del lord.

—Mi intención no fue traicionarlo, lord —dijo ella. No porque le temiera, eso no importaba. No iba a mostrarle sus emociones.

El lord avanzó hasta a ella, la escencia del fuego en su poder. Le puso la mano en la mejilla y con su pulgar le acarició los labios. Kerianne sentía asco del toque del lord, le daba repulsión. No entendía como la lady había soportado tantos siglos.

—Habrias ganado mucho a mi lado, Shade —dijo alejando su mano, miraba tras ella.  —Descansa bien está noche, nunca se sabe cuando puede encontrarse a un asesino bajo su cama. O incluso podrias compartir cama con el mismo.

Kerianne se giró a dónde apuntaba la mirada del lord, Eris venía en camino por el sendero, evidentemente molesto por la proximidad del lord.

En sus pensamientos brotó la imagen perturbadora de Eris rebanadole la garganta mientras dormía, una completa traición.

—¿Estás bien? —preguntó Eris cuando llegó a su lado— ¿Qué te hizo?

Kerianne negó con la cabeza esperando no decir más del lord.

—¿Dónde está mí madre? —cuestionó él.

Kerianne sacó un suspiró para aclarar su mente, —No le agradó tanto como pense —fue lo único que pudo decir.

Eris sacó desde su bolsillo trasero un cuadrado de pergamino, se lo ofreció con los dedos.

—¿Y esto? —preguntó ella tomándolo.

—Lo que prometí. No me gusta romper mis promesas —dijo él—. Tu carta de cuatro o cinco palabras.

Kerianne desdobló el pergamino, sus dedos estaban un poco temblorosos después de haberse enfrentado al gran lord.

Eris le tomó las manos para calmarla. —¿Qué sucede? —volvió a insistir.

Ella apartó las manos lejos del alcance de él, un gesto que resultó bastante grosero a ojos del heredero. Se giró, dandole la espalda.

Vio venir a Zeren, sonriendo mientras se aproximaba a ellos, seguramente con intenciones de molestar. Kerianne no tenía el humor para ese idiota.

—Dame un momento a solas —le dijo a Eris—. Te buscaré en un rato.

Se alejó de él antes de que le reclamará, o pidiese una explicación. Su mente llegó a la conclusión de que ahora estaba segura con lo que debía hacer. Lo último que escuchó fue a Zeren decir —¿Problemas de pareja tan pronto?

Y a Eris responder —Cierra la boca, idiota.

Llegó a su habitación de espía para encontrarse con que todo estaba desordenado, revolvieron y buscaron en sus cosas. Sangre del guardía que le encajó el cuchillo, aún permanecía en su suelo. Se lo habían llevado, y su armario estaba abierto. Kerianne celló su puerta y revisó cada rincón de su habitación, asegurándose de que no hubieran más sorpresas del lord esperándole.

Se agachó en el piso y empujó la cama con esfuerzo para descubrír el compartimento dónde guardaba sus secretos y lo más valioso que poseía. Guardaba bolsas de oro por todos los trabajos que había hecho al gran señor, y algunas joyas que compró. Se encontró con una daga de fresno, que había comprado pensando en que quería vengarse de Beron. Recolectó su oro en una bolsa de viaje, mientras se cambiaba el vestido a una ropa más cómoda para enfrentarse a todo tipo de peligro en su travesía. Revisó que nada le faltará, para cuando fue a buscar su capa oscura al armario y regresó, su bolsa de viaje no estaba donde la dejó.

Kerianne la buscó bajo la cama, revolvió las sábanas con desesperación para encontrarla.

—¿Se te perdió algo, cariño?

Eris sostenía su bolsa de oro como si fuera lo más sucio hubiese tocado sus manos.

—Te escogí porque eras intrépida y astuta —Eris avanzó a pasos lentos que desbordaban poder, contenía una fría irá, eso mostraba su magia. —Nunca te rompiste, sin importar cuantas veces te tirará mi padre, siempre te mantuviste en pie. —Levantó su oro frente a ella como una burla. —Ahora planeas huir como una rata cobarde. No esperé jamás eso de tí, Kerianne.

—¿Cobarde? —ella bufó una risa—Tú jamás has sabido lo que es revolcarse en la miseria que me ha puesto tu padre. Hice cosas innombrables por él, no lo hice porque lo quisiera, lo hice porque no tenía opción. ¿No lo entiendes Eris? —inquirió ella. —No tienes el poder para protegerme de él.

Eris retrocedió, su máscara fría se perdió por unos instantes. En su rostro, mostraba que las palabras le habían llegado como una ofensa.

Él tomó el cuchillo de fresno, no podía dañarlo pues la epuñadura era de hueso. —Entonces vete —su rostro volvió a la máscara gélida. —Huye y sé una cobarde. Trataré de retrasar a quién te persiga. Pero este será mí ultimo favor a tí. Terminarás huyendo de aquí, siendo una esclava que traicionó a su señor —Le ofreció su bolsa de oro. —O puedes quedarte a luchar, tomar lo que te quitaron e irte de aquí siendo temida y respetada  —le aproximó el cuchillo de fresno. —Solo tú puedes decidir.

Sabía que Eris quería que se quedara, lo veía en su rostro. Y algo en su interior, dolió cuando vio la expresión que puso él, cuándo se decidió y su mano se fue por el oro. Eris mantuvo su rostro frío y decepcionado, entonces le entregó sus cosas y se encaminó hasta la puerta.

—Pensé que nunca te rendirias, que equivocado estaba —le dió la espalda, saliendo de la habitación.

Shade tomó sus cosas y saltó por la ventana, esta vez preparada, pese al malestar en su tobillo que dolió con la caída. Fue a los establos, dispuesta a tomar uno de los caballos. Necesitaba uno para llegar hasta la bahía del otoño y partir a cualquier otro lugar del mundo. Tuvo suerte, ya que quien estaba en los establos era el sujeto de la ballesta. Lo sabía, pues cojeaba como la noche anterior cuando la persiguió fuera de su ventana. El idiota acosaba a una moza de los establos, seguramente mencionaba palabras lacivas mientras la chica intimidada trataba de hacer su trabajo, tenía miedo de que el la golpeara si le reclamaba. Justo cuando él perdió el respeto a la chica y le palmeó el trasero sin consentimiento, su mano se calló en un silencioso y fino movimiento. La sangre manchó la falda de la moza y el guardia gritó cuando se dió cuenta que le habían amputado la mano. La chica se quedó estática en su lugar viendo cómo le chorreaba la muñeca en sangre al guardia.

—¡Perra! —carraspeó él, desvaino su espada con su mano débil, la izquierda.

Shade le encajó el cuchillo de fresno en la frente, antes de que guardia moviera su espada. Se inclinó ante ella, perdiendo la vida.

La moza se desmayó y los caballos se cabrearon.

—La señora de cuervos siempre se venga, bastardo —le dijo Shade al cuerpo muerto del guardía. Lo utilizó como escalón para subirse al caballo y galopó a toda velocidad para alejarse de esa corte.

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CAPÍTULO 8

Un beso de fuego y sombras

༺🍁𝙃𝙚𝙧𝙚𝙙𝙚𝙧𝙤 𝙙𝙚 𝙁𝙪𝙚𝙜𝙤🍂࿔ྀ𓆪

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Había sido un idiota, un completo idiota por haber confiado en ella. Por haberlo arriesgado todo. Fue estúpidamente ingenuo el creerle a una espía.

Se vistió y se arregló para la cena de aquella noche. Su padre deseaba contarle a sus oficiales de gran mando sobre su decisión por el trono y quizá también mencionar su estúpido y apresurado compromiso con la espía de la corte.

Evidentemente Eris tenía que poner la cara, por qué había sido su idea. Fue todo su idea de creer en ella.

—¿Y dónde está mi cuñada? —llegó a preguntarle Zeren para molestar.

Seguramente el sabía sobre la situación.

El lord había hecho una pequeña reunión, con las familias de sus oficiales y algunos otros cortesanos influyentes. Sus oídos fae capturaban los cotilleos de la gente, hablaban sobre el lord, sobre él y su prometida, la cual ya no existía más.

Eris se aproximó a la mesa de bebidas pensando como podía alejar la atención de él y su compromiso, ahora casi nulo.

—Te dije que no se confía en las espias —siguió molestando Zeren.

Y para agregar más desfortunio a la ocasión, su acosadora número uno, Selice venía en camino.

—Siempre luce apuesto, mi lord —dijo Selice en breve reverencia.

—Mientras una viene a ti, la otra se aleja —se burló Zeren.

—Me preguntaba si podría sentarme a su lado, sería un gran honor para mí —insistió Selice.

Eris se bebió de un largo trago el vino de su copa, planeaba rechazarla amablemente.

—¿No es esa tú prometida, hermano? —dijo Zeren.

Eris se dió la vuelta, siguiendo la mirada de su hermano. De las escaleras del salón, descendía ella, su prometida, la qué horas antes lo había abandonado.

Todos los presentes guardaron silencio, observando a la dama.

Eris por primera vez en su vida, se quedó sin aliento. En sus oídos retumbaba el latido de su pulso.

Kerianne portaba una tiara dorada de gemas escarlatas, su vestido era fuego líquido, hipnotizante ante los ojos de cualquier mortal. Su mirada era la de una majestuosa y despiadada reina, con una vibra altanera que solo habría esperado de la mujer con la que se casaría.

Ella era todo fuego y sombras, nacida para gobernar a su lado.

Eris se aproximó de inmediato a las escaleras, para esperar su descenso. Estaba aturdido con su belleza, su instinto varonil había sido cautivado en todos los aspectos por ella.

Y entonces, cuando el extendió su mano para descendiera el último escalón, cuando ella se la tomó, todas sus células chispearon, sus huesos se llenaron de calor y energía. Ella era el fuego que lo había despertado, como si hubiera estado durmiendo durante siglos y su mera presencia lo regresará a la vida de un chispazo.

—¿Creíste que te desharías de mí tan fácil? —dijo Kerianne, le colocó los dedos en el mentón con audacia.

No importaba si todos creían que ella lo lideraba. Era cierto.

Ella era el fuego que siempre había merecido.

La sostuvo con fuerza de la cadera, aproximandola a él, el aroma de ella aturdió sus sentidos, toda su cordura. Sus neuronas estaban enloquecidas por ella y solo ella.

—Que suerte que no eres fácil de reemplazar —mencionó Eris.

Y aunque aquello no estaba en el límite de su trato, la tomó en sus brazos, inclinandola. Todo él y su magia no podían contenerse para besarla.

Que importaba si era su perdición o su salvación, solo importaba que ahora ella era lo único que anhelaba en este y en todos los mundos.

𝙵𝙰𝙽𝙵𝙸𝙲 𝙰𝙲𝙾𝚃𝙰𝚁

[ 𝙒𝙍𝙄𝙏𝙏𝙀𝙉 𝘽𝙔 / 𝓐𝓷𝓷𝓪 𝓡. 𝓞. 𝓙. ]

08/07/22

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