11. AMOR Y TERRITORIO
╔════•| ༒︎ |•════╗
CAPÍTULO 11
Amor y territorio
✰•☾︎• 𝙎𝙚𝙣̃𝙤𝙧𝙖 𝙙𝙚 𝘾𝙪𝙚𝙧𝙫𝙤𝙨 ℘⁖✭
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—Hola, amor —llegó a decir Shade al instante. Tocó en breve el hombro de Eris, sonriendo a la mujer bronceada frente a ella.
Eris se giró a ella, notando ese nuevo gesto en su hombro. Sí, quizá Shade se veía como un animal salvaje intentando marcar territorio frente a un enemigo, pero sospechaba algo extraño de está mujer.
—Kerianne, ella es Yesserith —anunció él—Yesserith, conocé a mi prometida, Kerianne Shade.
Eris le tomó la mano a su izquierda, mirando con detenimiento a la mujer frente a ellos, cómo sí esperase provocar un efecto a Yesserith. Y maldita sea, eso le hizo enojar muy dentro de ella. Que Eris la utilizará para ese denigrante fin.
Kerianne no reaccionó, para mantener la cordura ante la situación.
Yesserith era simplemente bonita, su piel caramelo era tan radiante como su cabello ondulado, pecas morenas le besaban las mejillas y usaba un vestido blanco que cubría su pecho, pero exaltaba sus atributos muy bien dejando a la vista sus piernas largas y esbeltas. Era una fae menor, de orejas puntiagudas y, aunque su mirada pareciese amable y abierta, Shade sospechaba que había algo detrás de todo ese encanto.
—He escuchado mucho sobre tí —dijo Yesserith, sonriendo con los ojos encojidos mostrando una sonrisa honesta.
«Que seguramente sería una farsa, porqué ¿Por qué razón serías amable con la nueva prometida de tu antiguo amor?»
—Usualmente las personas escuchan de mí —respondió Shade sonando un poco grosera. Pero simplemente está chica le daba mucha desconfianza.
—Pareces alguien muy determinada —habló Yesserith, mirando con detenimiento como se sostenían la mano entre ellos. Por supuesto, sin mostrar alguna emoción de molestia.
—Siempre suelo serlo —le contestó Shade. —¿Y qué hace usted por aquí? ¿No fue antes una gran espía?
«¿Será que ella se veía justo como la propia Selice, cuando está se aferraba a su loca obsesión por Eris?»
—Bueno, he venido a retomar mi lugar aquí en la corte —confesó Yesserith, y está vez una emoción oscura a travesó sus ojos cafés, los cuales se dirigieron brevemente a Eris. —Si me disculpan, debo dejarlos solos. Tengo que preséntame ante el lord. Y Eris, gracias por traerme hasta la corte —se le aproximó para darle un apretón en el brazo que tenía libre— fue un viaje largo que duró toda la mañana, por suerte me acompañaste en todo el transcurso.
Ella se retiró, dejando esa información suspendida en el ambiente. A propósito, claro estaba.
Así que por eso, no había encontrado a Eris esta mañana al despertar. Él había pasado toda su mañana con esa... desconfiada mujer.
Y Eris siguió la mirada a dónde se fue Yesserith, y ella sabía muy bien lo que significa aquel gesto. Sintió revolcarse entre sus entrañas una emoción extrañamente vil, retiró con ferocidad su mano fuera del alcancé de la de él finalmente.
Solo así, Eris regresó su atención a ella. Shade quería estrangularlo allí mismo.
—¿Qué te sucede? —preguntó Eris.
—Para tu suerte, nada —Shade avanzó el camino, dejando a su acompañante atrás.
Caminó para adentrarse al jardín de la lady, ¿Y qué seguía ahora? ¿Ir por sus cosas para retirarse de esta jugada malévola entre los Vanserra?
Eris le siguió al jardín, cruzaron los arbustos recién podados, para llegar a aquel sauce de flores naranjas, cuyo ambiente de la sombra había dejado un ambiente fresco.
—¿Porque estás tan molesta? —le exigió una respuesta él.
Al haberse alejado un tanto de la entrada del castillo, justo para que Aideen no metiera su nariz en ésto, ella lo enfrentó. —Eres un maldito descarado. Este trato entre tú y yo, se acaba ahora.
—¿A qué te refieres? —preguntó él, mirándole con atención y calma.
Shade tomó una respiración para decir lo siguiente con toda la calma que pudiese recuperar. Recargó su espalda en aquel tronco del sauce, sintió la aspereza de la madera en su espalda descubierta, pero no sé preocupo de eso.
—Sé sobre tú y Yesserith, Aideen se ha encargado de contarme. ¿Es esto un juego para ti? ¿Te gusta coleccionar las espías de tu padre para hacerlo enojar? —dijo con todo, menos calma. Cruzó sus brazos, como una defensa.
—Tu no sabes nada —dijo Eris, fríamente. Como si su mente se hubiera remontado a un viejo recuerdo del pasado, le miró con dureza. —Y respecto a todo lo que tenga que ver con Yesserith, mantente alejada de eso. Es mi asunto, y solo mío.
Pero esas no eran las palabras que había esperado escuchar, y menos con un tono de voz tan cretino.
—Soy tu prometida —dijo ella cómo una suficiente excusa para que le dijera la verdad.
—Prometida falsa —reiteró él.
—Sí —ella entrecerró los ojos, conteniendo el enojo—, pues tu prometida falsa se te acaba ahora.
Se alejó del sauce para irse de allí, después de todo, ahora que Eris tenía a su antiguo amor de vuelta, que ella le ayudará en sus estúpidos planes arriesgados y tramposos. Pues Kerianne, no se quedaría más.
Eris le retuvo del brazo, con poca gentileza. —Hiciste un trato conmigo, no puedes romperlo —le recordó él.
—Busca a la otra, tu novia espía, quizá ella pueda tomar mi lugar, así pueden huir juntos, cómo planearon antes —ella se soltó de su agarre.
No sabía exactamente porque decía eso, por qué le reclamaba algo que no tenía nada de sentido en el trato que habían hecho previamente, no sabía porque le armaba un pleito a Eris sobre esto. La noche anterior todo había sido... correcto. Eris se había portado amable y encantador, pero ahora era de nuevo ese ser frío y discordante.
—Kerianne, por favor no te vayas —Eris se opuso en su camino, deteniéndole el paso. Y está vez, su mirada se desarmó inesperadamente, así como su arrogancia para decir —¿No comprendes lo que están tramando? Buscan separarnos. —sus ojos se habían iluminado con leve gentileza.
Él intentó alcanzar sus manos, pero por simpleza Shade las colocó a sus costados para evitar que se las tomará.
—Traman darte un buen regalo, eso es seguro —dijo ella. Porque era obvio, Yesserith volvía porque el lord Beron planeaba entregársela a Eris, para evitar que siguiera este compromiso nada favorable para el otoño.
¿Pero no era eso justamente lo que quería? Deshacerse de Eris. ¿No era eso lo que había buscado tantos años viviendo en esta miserable corte? Alejarse de la maldita familia otoño, alejarse de ese petulante y astuto ser, que cambiaba a cada segundo ante ella.
Eris le miró con los ojos entrecerrados y pensativos—¿Estás... celosa? —, esta vez, una sonrisa se asomó en los labios de él.
Sintió el calor subirle al cuerpo y el enojo también. —No soy un animal salvaje que debe encelarce.
—Sin embargo —habló Eris, ahora impidiendo más su huida— marcaste tu territorio allá, frente a Yesserith, justo como un animal primitivo y salvaje lo haría —dijo Eris, la hizo retroceder de nuevo hasta el tronco del sauce.
—No me cambies el tema. Si esto es una rebelión personal contra tu padre, no me importa, déjame a mí fuera de esto.
—Ahora eres tú la que cambia de tema, ¿Es porque te incómoda? ¿O porqué es verdad? —inquirió él. Y está vez estaba atrapada, entre él y ese sauce, una ferviente sensación se ataba a su cuerpo cuando dijo —Tú no deseas compartir mi atención con nadie, ¿No es así?. Eres egoísta, reconrosa y celosa, siempre ha sido así —su tono de voz se había vuelto más susceptible, sintió su estómago escrudiñarse, como si tuviera nervios, casi como si se hubiera emocionado a él hablarle tan cerca.
—Intentas distraerme —le reclamó Shade—, tu y tu maldito encanto... solo provocan en mi unas irremediables ganas de matarte —amenazó ella, deteniéndole el jueguito de seducción a ese petulante.
—¿Mi encantó? ¿Eso te distrae, amor? —Eris sonrió como un felino acechando a su débil presa, se le acercó soltando aliento en su cuello para mencionar —¿Te distrae ésto? —deslizó su mano a su cintura, tocandola con levedad.
Quizá fue su tono de voz, o sus ojos irradiando con un nuevo juego de provocación, pero ella sintió a toda su piel erizarse, evidenciandola ante lo que le provocaba con aquellas palabras, con aquellas acciones. Estaba muy cerca, su piel estremecida por el tacto él, ardiendo allí donde se depositaban sus dedos, en su espalda baja.
Shade subió las manos para tomarle los brazos, tomó un respiración intensa mirándole a los ojos, los cuales chispeaban con fuego. Incluso una parte de Shade se sintió tentada a sumir sus dedos en la piel de él, sentir sus músculos o cualquier sensación que tuviera que ver con él.
La distancia que compartían sus alientos, era escasa, inmundamente escasa. Su cuerpo simplemente se estremeció sin ningún aviso, una emoción prohibida le recorrió de pies a cabeza, y él notó eso, pues sonrió, aproximandose de a poco a ella.
Y sus intenciones eran claras, las veía irradiar en sus ojos dorados.
—Si te atreves a besarme, voy a moderte muy fuerte —dijo ella, intentando safarse de su agarré.
Pero está vez Eris fue insistente, y no se dejó vencer, le tomó ambas manos evitando que se defendiera. —No me importa —volvió a decir en un susurro.
Él hizo a sus labios juntarse, él le soltó las manos, para tomarla de la cadera y aproximarla, el gesto la hizo sentirse expuesta, pero no se apartó, besó sus labios con leve presión y un movimiento tranquilo.
No había cuervos rondando en el lugar, ellos estaban protegidos bajo ese sauce, rodeados de flores naranjas que cubrían la intimidad de ese beso.
Eris le besó con suavidad y calma el labio superior, luego el inferior, pero sus ojos se iluminaron en llamas cuando comprendió que necesitaba más que suavidad y calma, él le inclinó la cabeza para besarle con más profundidad, uniendo sus bocas con más presión. Ella sentía el sabor de él en la punta de su lengua, sus labios simplemente se doblegaron ante los de él, siguiéndole aquel juego llamado beso. Era inevitable, una emoción revoloteaba en su pecho y estómago, se retorcía en su cuerpo.
Está vez la lengua descarada de él salió a asomarse, palpandole los labios, proponiendole ingresar. Un éxtasis etereo le recorrió el cuerpo, ella le tomó el rostro con las manos, pretendiendo cordinar el movimiento de sus bocas. No había dado muchos besos en su vida, pero sabía lo suficiente el como usar su lengua, la dejó tocarse tímidamente con la de él, evitando un desesperado enredo. Eso hizo que Eris la atrajera más, uniendo sus cuerpos juntos, recargandola contra ese maldito sauce. Y ella juraría que sintió cosquillas muy abajo, dónde no debía. Que incluso su cuerpo se retorció bajo el de él, buscando más proximidad, más intimidad. Eris se sorprendió al principio, lo que le hizo enterrar más los dedos sobre la piel de su cadera, sintiendo la profundidad del beso.
Esto era inaudito, era como perder el juego ante su enemigo, era cómo rendirse a las garras llameantes de su rival.
Pero es que simplemente no le importaba en ese momento, si eran rivales o amantes, si eran prometidos falsos o viejos enemigos. Ella simplemente no detendría ese beso, no hasta obtener lo que quería de él, subió las manos en el cabello de él, todo ésto se estaba saliendo de control, la situación estaba fuera de sus propias reglas. Le tomó entre los dientes el labio inferior, sabiendo con totalidad que el heredero otoño estaba desprevenido, completamente desarmado ante ella. Y así hizo lo que prometió, le tironeó con fuerza el labio.
Eris abrió los ojos y respiró, soltando aliendo cálido contra su boca, y ella juraría que está vez sintió sus pechos sentirse extrañamente pesados, como si necesitaran ser ahuecados por las manos de él. Eris jadeó levemente, pero nada sorprendído, estaba esperando eso. Detuvo el beso, mirándole, y los ojos dorados de él, brillaban con su propio fuego interno.
Él sonrió, su labio evidentemente hinchado —Tú lo provocaste primero —dijo, se lanzó a su cuello, como un animal salvaje.
Sintió el pinchazo de sus colmillos en el cuello, ella soltó una respiración, que sonó a como si fuera algo excitante lo que había hecho Eris. Se maldecia a si misma por mostrar eso, lo empujó lejos de ella, pero él era más fuerte, por lo que mantuvo la proximidad.
—¿Qué me hiciste?
—Me provocaste primero —dijo él.
Se sintió el cuello, sus dedos se mancharon con gotitas de sangre, de allí dónde le había mordido.—Me acabas... de marcar, maldito bruto territorial —le reclamó ella.
—Tú también me marcaste primero, amor. Así que estamos justamente a mano.
—¿Con que a mano, eh? —inquirió Shade. —Bien —ella lo acercó del cuello, pretendiendo que quería darle otro beso apasionado. Se abalanzó a él para enterrar sus propio dientes en la piel de su cuello, no tenía colmillos de fae, y apenas sus dientes se marcaron en la piel de él.
Eris le sonrió juguetonamente, —¿Segura de que deseas trazar este juego? Porque está vez no me detendré, amor.
—¡Ya basta los dos par de tortolitos! —la voz de la señora Vanserra les hizo separarse al instante.
Eris se giró a su madre, acalorado por el momento que habían compartido. —Buenos días a ti también madre —dijo.
—Buenos días querido, pero ya tendrán mucho tiempo para besarse y mimarse cuando estén casados. Shade debe prepararse para ver a la diseñadora de su vestido de bodas.
—Ya me encaminaba para allá señora Vanserra —se excusó ella.
—Y yo la acompañaba a verte —añadió Eris.
—Ciertamente no me encontraba bajo este sauce, queridos —dijo la señora con una cálida sonrisa. —Me da gusto que su unión sea por amor y no por farsa.
Eris y Shade se miraron entre ellos, preguntándose si la lady otoño sospechaba.
—Eris, tu padre quiere verte —dijo la señora Vanserra para cambiar de tema.
—Iré enseguida —mencionó él—, pero primero prométeme que no te alejaras de mí —dijo solo para ella, y la señora Vanserra lo sabía.
—No me iré. Aún me debes algunas cosas —le sonrió ella.
Eris aceptó aquello y se encaminó para adentrarse al castillo, la lady otoño comenzó a guiarla hasta su lugar de pilares en el jardín, dónde habían desayunado al conocerse formalmente. Allí les esperaba una mujer de avanzada edad, había esparcido en la mesa de piedra, múltiples pedazos de telas de distintos contrastes de dorado. Cómo era usual en el otoño, las bodas eran simbolizadas por el color dorado.
—Aquí, señorita —le indicó la señora que se parará dónde un intenso halo de luz matizaba su piel. —Primero veremos qué tipos de texturas van con su tipo de piel.
Esto era innecesario, que el hicieran un vestido de bodas el cual se le mancharia con la sangre del lord otoño cuando su trato acabase.
—Te enviaré a hacer una tiara digna de la prometida de mi hijo —dijo un tanto emocionada la lady. —Mañana que lleguemos a la casa del bosque, iremos a escoger las piedras para tus joyas. Será emocionante todo —y por un breve momento, la lady otoño se sintió avergonzada por la cercanía, puso su rostro serio y le miró.
—¿Qué dice de este tono, mi lady? A la chica le queda más los cálidos, una tela color bronce le favorecerá —dijo la anciana diseñadora.
—Ella debe decidir, después de todo será su boda —dijo la lady.
—El bronce me asienta más —estuvo de acuerdo Shade.
«¿Era que Eris había aprendido los cambios bruscos de humor de su madre? ¿Había aprendido a colocarse una máscara igual que ella?»
No lo sabía, pero así se fue toda su tarde, le probaron casi treinta tipos de telas bronce para encontrar el adecuado, después de eso, lady otoño la liberó y ella se encaminó al castillo para verse con Eris, no lo veía desde hace bastante horas.
Dentro del castillo, los sirvientes habían empacado las cosas vitales de los Vanserra, todo indicaba que pronto se irían pues los carruajes se formaban en la entrada, contenidos de baúles y otras cosas.
Encontró a Aideen asediando a una joven e indefensa sirvienta, de nuevo, buscaba ponerle las manos sobre el escote sin ningún aviso.
—Asediando muchachas inocentes en los pasillos es tu especialidad —dijo Shade para llamar su atención.
Aideen se giró a ella y le sonrió con veneno, se apartó de la muchacha para enfrentarse. La chica aprovechó la oportunidad para irse corriendo de allí.
—Ciertamente a mí me gustan las inocentes, aunque no puedo decir lo mismo de mi hermano mayor, a él le encantan las más zorras espías —saboreó las palabras en sus sucios labios. —¿Has visto a mi hermano? ¿O es que se perdió para tener un momento a solas con su primer amor? Después de todo, yo creo que ya se han puesto al corriente con todo lo que tenían que decirse y mostrarse, porque ¿sabes qué, linda Shade? La última vez que los ví, Eris era quien asediaba a Yesserith en el bosque. Después de eso, no volví a verlos el resto del día y ellos aún no han vuelto del bosque. Sabes... y el bosque puede ser un lugar muy íntimo dónde los amantes pueden esconderse y hacer todo tipo de cosas que no se atreven frente a sus... prometidas.
A Shade le martillo el corazón pesadamente, en su pecho se acomulaba una bola extraña de sentimientos. Miró a Aideen a los ojos, aguantando con todas sus fuerzas no golpearlo. Sin embargo, está vez no tenía palabras para responderle.
—¿Estar con Yesserith, dices? —habló la voz gélida de Eris a su espalda. Avanzó un paso con precisión, sin dejar de mirar a Aideen a los ojos. —¿Buscas molestar a Shade porque aún la deseas? ¿O son solo celos de que nunca será tuya?
Eris le dió un vistazo, molesto porque se había tomado las palabras de Aideen en serio.
—Porque no admites que todos fuimos al bosque a cazar con el lord y nuestro padre te hecho porque no sabías posicionar bien una flecha.
Aideen se avergonzó brevemente, admitiendo la verdad, pero la venganza cruzó por su rostro solo para decir frente a todos.
—Aún así, no me perdí dos horas en el bosque junto a la atractiva Yesserith —y con esto, Aideen tomó su venganza y se fue recorriendo el pasillo.
Shade avanzó a las escaleras, ignorando la opresión en su pecho y corazón.
—Kerianne... —le llamó Eris.
Ella se detuvo, girando levemente su cabeza a él, pero sin verlo.
—No es lo qué piensas —mencionó.
Podia irse de ahí sin decir nada, podría haber fingido que no le importaba nada que involucrara a Yesserith y a él, juntos.
En su lugar pregunto. —¿Sabías que Yesserith volvería? ¿Por eso planeaste esto, conmigo? ¿El compromiso falso solo era solo... para atraerla a ella?
—Por supuesto que no Shade, esto no tienen nada que ver con ella —dijo Eris. —¿No puedes darte cuenta, que todo lo que he planeado ha sido solo para estar contigo?
—¿Conmigo? —inquirió Shade. —¿Porque?
Eris lucía debatir entre si mismo para revelar la verdad en ese momento. —Porque yo me di cuenta de que tú eres mí...
—¡Eris! —gritó la áspera voz del lord, viniendo desde el inicio del pasillo. Se les acercó, no sin antes darle una mirada banal a ella. —Iras en mi carruaje hasta la casa del bosque junto a mi espía.
Eris se giró hacía ella, esperando que no perdiera de nuevo el control al saber de esto.
—No, yo iré con mi prometida. La llevaré a la casa del bosque —dijo decididamente él, sin dejar de verla.
—Tú me acompañaras, es una orden —dijo el lord. —En cuanto a tu nada educada prometida, ella irá en el carruaje de las mujeres, junto a tu madre —dicho esto, les dió la espalda tomando otro rumbo del castillo.
Eris le miraba sin saber que decir, esperando la reacción de saber que iría junto a Yesserith todo el camino. Pero en su lugar ella solo pregunto de nuevo —¿Yo era tú...? No acabas de decir lo que ibas a decir.
Y de nuevo esa chispa de frialdad cruzó sus ojos. —Nada. Eres libre de creer lo que quieras, así como desconfiar de quién desees. —Eris le dió la espalda para encaminarse a las órdenes que había recibido. —Y no te preocupes por tus cosas, ya han sido enviadas. El carruaje de mi madre te espera en la entrada.
Después de eso, Shade volvió a regresar a su habitación para tomar su tesoro de escapé, mismo que aún escondía en el compartimento bajo la cama. Y volvió a la entrada, buscando el carruaje de la señora otoño, también buscando con la vista si se encontraba a Eris.
Lady otoño le reconoció, pues hizo una señal para que se aproximara.
—Estamos esperándote, sube —indicó.
Ella se montó, descubriendo que en ese mismo carruaje se encontraban Zeren y Aideen. Pero, si ellos dos estaban aquí en este carruaje, solo significaba que Eris y Yesserith estaban solos en otro. Se sentó junto a Zeren.
El maldito lord lo había planeado todo. Aideen sonrió al darse cuenta de las conclusiones a las que había llegado. Las puertas del carruaje se cerraron, y avanzaron sin perder más tiempo.
—¿Se te olvidó tú prometido, Shade? —se burló.
—¡Aideen! —le regañó su madre.
Eso pareció contenerlo, pues se cruzó de brazos y fijo su mirada en la ventanilla, mirando el recorrido del exterior.
Kerianne trató de ignorar lo que le decía su mente, ¿Porque de repente empezaba a sentir una molestia que le revolvía el estomago cuando pensaba en Yesserith y Eris juntos? No es que estuviera enamorada de él, ¿O sí?
No, no podía enamorarse de él. Era una confusión, pues Eris siempre la había tratado con frialdad y ahora que estaba siendo amable, eso no significaba que había cambiado.
Pero ¿Porque quería con tantas ansías tenerlo cerca de ella, tocarlo, besar...?
El carruaje se detuvo y se escuchó el galopar de un caballo, solo para oír la puerta del carruaje ser tocada. La familia Vanserra se miró extrañada, pues lo siguiente no había sido planeado. Zeren sacó a relucir su cuchillo y Aideen mostró una daga preparándose para un ataque, si eso era lo que significaba. Fue entonces que lady otoño abrió la puerta precavida, revelando que quién estaba afuera era Eris, a lomos de un semental oscuro, el caballo relincho y Eris les sonrió a todos con desafío.
—He venido por mí prometida —dijo con audacia.
Shade le sonrió y se bajó del carruaje en un movimiento rápido, tomando firmeza y equilibrio le miró hacía arriba montado en su caballo.
Eris había estropeado el plan de Beron para unirlo con Yesserith, eso era obvio. Y había venido aquí por ella.
—Por ahora, esto ya se ha resuelto —dijo la lady para que sus hijos guardarán las armas. —Tengan cuidado —les advirtió antes de cerrar la puerta de su carruaje y decirle al conductor que continuará.
—¿Subirás a la montura o esperas que yo te suba en brazos? —bromeó él.
—Por supuesto que espero a qué me subas en brazos, ¿No es eso lo que deberías hacer por tu prometida?
—Amor, cuando te tenga en brazos, no será porque te suba en un caballo —dijo Eris, lanzando una indirecta bastante obvia. Shade sintió calor solo de pensar en lo que se le vino a la mente.
Se sostuvo del lazo de la montura, subiendo el estrabillo y montándose en el caballo tras Eris. Se aproximó a él abrazándolo, y oliendo ese maderoso aroma a cedro y sándalo. Simplemente le aturdía los sentidos.
—Sostente fuerte —le advirtió Eris.
Y ella se pegó más a él, rodeándolo con los brazos y poniendo su cabeza sobre su hombro. Eris sonrió satisfecho con aquello, e hizo a su caballo avanzar. Pero extrañamente no siguió la ruta en la que iban todos los carruajes, no él se fue al lado contrario, tomando un camino por la derecha. Galopó avanzando.
—¿No vamos a seguirlos? —preguntó Shade mirando atrás.
—No. Nosotros iremos a nuestra propia casa —respondió él.
—¿A qué te refieres?
—Lo verás pronto, amor.
Pero esa última palabra, hizo a su corazón emocionarse. Abrazo más a Eris, confiando ciegamente en él está vez.
Hola a todos y feliz día de San Valentín ♥️, les escribí este capítulo para que se la pasaran leyendo lo hermoso que es Eris con Shade, hoy en el día de los enamorados.
¿Comenten sí quieren especial día de San Valentín, porque me gustaría publicar más sobre estos dos bellos tortolitos?
Les envía muchos besos, su crush Eris😍. Pasensela divino😘.
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