Twenty nine
Dos días después; Felix se encontraba en el hospital, frente a él yacía el cuerpo dormido de su padre.
Aún no podía creerlo. El hombre mayor poseía rasgos fuertes, pero no podía negar su indudable parecido con él, en esos momentos donde su rostro se notaba relajado.
Felix sintió sus ojos arder al tomar con suavidad la mano grande y con cicatrices de su padre.
Estaba tan feliz, y Minho que se encontraba en una esquina, dándoles su espacio, sintió aquella euforia en su pecho proveniente de su esposo.
Él también estaba muy feliz.
Felix se inclinó y besó la frente de su padre con sumo cariño. Su Lobo ronroneaba internamente, muy emocionado por sentir el calor de su Alfa.
Dicho sentimiento, hizo que los ojos violetas del mayor poco a poco se abrieran.
Felix pudo verse reflejado en esa intensa mirada, la mano libre de su padre acunó suavemente su mejilla tersa y colorada.
Sus ojos brillaban, lo observaban con tanto detenimiento, que Felix inmediatamente se sintió amado, aceptado.
-Mi niño... -Susurró con voz rasposa.
Felix no pudo evitar derramar lágrimas, lanzarse sobre el amplio pecho de su padre y sollozar con sentimiento, siendo envuelto al instante en un dulce calor, tan reconfortante.
Lix se sentía protegido, era una protección diferente a la que sentía con Minho, esta se sentía armoniosa, cálida y necesaria. Hasta el momento nunca imaginó cuanta falta le había hecho.
Taeyong olfateó a su cachorro, podía sentir el aroma a rosas de su esposa y muy levemente el aroma a canela suyo, él sabía que su hijo era un Omega, y el tenerlo entre sus brazos, llorando a
moco tendido sólo podía resultarle adorable.
Cuántos años había soñado con sostener a su hijo, protegerlo, amarlo y educarlo...
Pero había pasado tanto tiempo que más de una vez pensó que no lo lograría, pero ahora estaban ahí, compartiendo ese calor tan anhelado...
Aunque al profundizar su nariz en el cabello de su principito, un leve gruñido nació en su pecho cuando descubrió que su bebé, su angelito tenía unos cuantos aromas más...
Su pesada mirada cayó sobre el Alfa que se encontraba en la esquina, Minho sudó frío al ser el receptor de aquella amenazante aura.
No podía creer que su Pequitas, ya estaba emparejado y esperando cachorros...
¿Cuánto se había perdido?
-Perdóname, mi amor. -Susurró con dificultad. No quería llorar pero se sentía inmerecedor del amor de su hijo.
Felix ya se había calmado y se había entregado a las caricias de su padre, pero al escucharlo tan roto, alzó su mirada y notó los ojos llorosos de su papá.
Él sabía que no tenía ninguna culpa, prácticamente había arriesgado su vida por él.
-No diga eso, papá... -Felix acarició las mejillas del mayor, que se humedecieron al escuchar que lo llamaba así. -Usted, al igual que mamá, sólo intentaron protegerme... -Felix sonrió feliz. -Estoy contento porque al fin puedo estar con usted... Porque al fin lo conozco...
Felix volvió a estar preso entre los fuertes brazos de su progenitor, podía sentir su camisa siendo humedecida pero él se sentía pleno, no podía reclamarle nada cuando este había sufrido tanto por
desear cuidarlo.
-Gracias... -Susurró el Alfa y besó con amor la frente de su bebé. -Te amo hijo, mucho.
El Lobo de Felix agitó la cola contento, él había sentido la sinceridad en labios de su Alfa.
-Tendremos mucho tiempo para estar juntos, papá. No se sienta culpable, recuerde que mamá espera por nosotros. -Le dijo mostrando una dulce sonrisa.
Taeyong asintió con un suspiro que salió de lo más profundo de su ser... Roseanne, cuanto la extrañaba... Pero no podía hablar con ella a través del vínculo debido a aquel maldito collar que le habían puesto desde que lo capturaron... Hablarle en esos momentos sería demasiado
impactante, por lo que esperaría a verla en persona.
-Eres identico a ella. -Dijo suavemente, una pequeña sonrisa adornaba sus labios.
-También me parezco a usted. -Contradijo con un pequeño puchero.
-Háblame de tú, soy tu padre no tu maestro. -Bromeó, haciendo su sonrisa más pronunciada, provocando que dos pequeñas medialunas se dibujaran en sus ojos.
Felix se sonrojó y luego aceptó hablarle con más confianza a su papá.
"Te quiero, papá." -Dijo el Omega sin despegar la vista del Alfa.
El mayor abrió sus ojos con sorpresa, había escuchado perfectamente la voz de su hijo en su cabeza, su corazón latió desenfrenado al saberse querido por su bebé.
Un par de lágrimas se escaparon de sus ojos cansados y con cariño respondió:
"Y yo te amo." -Felix asintió feliz y el Alfa agradecía no haber perdido esa habilidad.
-Ahora dime. -Habló con fuerza el mayor, cambiando su rostro amable por uno severo al observar a Minho hundirse en la esquina. - ¿Quién es ese?
-Tío está con vida y bien. -Susurró Seungmin sin creerse lo vivido.
El amanecer había recibido al trío con los cálidos rayos del Sol, después de la bruma que los había cegado la noche anterior, todo lo acontecido parecía caerles de golpe.
-Sinceramente había perdido las esperanzas... -Murmuró Hyunjin que acariciaba los pelinegros cabellos del Omega en la cama.
Seungmin asintió en comprensión, sin darse cuenta, un peso se había ido de su espalda al ver a su tío de nuevo.
-Estoy feliz por Lix, y por la tía Rosé. -Siguió, esta vez también admirando el bello rostro del mayor.
-Tía Rosé se va a desmayar, créeme. Debemos cuidarla. -Declaró el rubio mayor.
Seungmin rió suavemente y el movimiento hizo que Changbin aterrizara en el mundo de los vivos lentamente.
- ¿Nuestro bello durmiente está de regreso? -Susurró Hyunjin llevando sus labios al hombro desnudo de Changbin, donde dejó un pequeño beso.
Changbin, como buen CerdoConejito, se arrimó al más alto en busca de mimos. Cosa que por supuesto le fue concedida de inmediato.
Tanto Seungmin como Hyunjin llenaron a su Omega de pequeños besitos y caricias suaves.
Agradecían con el corazón a la Luna por haber logrado que Changbin destruyera esos muros y los dejara entrar a su vida.
Tenían mucho por recorrer juntos, pero con lo poco iban empezando.
Aún recordaban la noche en la que casi se lanzaron sobre el mayor.
Pero este había huído cuando se sintió acorralado, toda la excitación había sido reemplazada por el temor, y ellos tuvieron la oportunidad de demostrar que su interés no era únicamente de índole sexual, si no, que ellos querían realmente unir su vida al mayor de todas las formas posibles.
Changbin les pidió sinceridad, y ellos fueron honestos con sus sentimientos.
Changbin les pidió paciencia, y ellos fueron pacientes.
Changbin les pidió que le ayudaran a sanar esas heridas, y ellos estaban más que dispuestos a ser su cura.
El mayor les había hablado de sus temores, de sus decepciones y ellos se juraron protegerlo y amarlo con todo su ser.
-Gracias... -Susurraron los mellizos sobre el oído del mayor.
Changbin sonrió al entender aquellas palabras, y les respondió con un sutil beso en los labios a cada uno.
-Poco a poco... -Les dijo con sus mejillas rojas.
-Poco a poco. -Concedieron.
Por fin sus corazones estaban en sintonía.
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