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Estaría diciendo la peor mentira del mundo si no hubiese pensado en él todo segundo después de ese encuentro de miradas.

El viento invernal golpeteaba la ventana de su habitación ferozmente, siendo capaz de percibir como la nieve caía con más intensidad ese específico día. No era buena idea salir al exterior después de presenciar esa escena.

Sentado en el borde su cómoda, su atención aterrizaba en el suelo, viéndolo como lo más interesante del mundo, sumido en sus más profundos pensamientos. Era una fría mañana, por ende nisiquiera se había deshecho de su pijama de uvas calentita.

Aquella tarde y noche anterior después del encuentro con el tipo anaranjado del que desconoce completamente su nombre y paradero, no pudo sacarlo de su cabeza el resto del día, como si fuese un parásito incrustado en su cerebro.

Se encontraba confundido ¿Qué carajo tiene ese tipo del que apenas vio una sola y posiblemente última vez como para tenerlo así de distraído? Nisiquiera sus piernas son capaces de levantarse a desayunar y empezar el día correctamente.

Su habitación no era la gran cosa, una ventana al lado de su cama que le permitía ver el paisaje nevado y muchas flores más de lo normal que reposaban por toda la alcoba. Se levantaba todos los días y lo primero que olía era el aroma de esas lindas plantas. Diría que esa es una de las ventajas.

Pero ni eso era capaz de sacarle de ese nido de pensamientos.

Todo esto era nuevo para él, jamás en su vida pensó tanto en alguien hasta ese suceso. En parte se sentía muy avergonzando, ni le dirigió la palabra y solo se dedicaba a mirarlo de forma extraña si lo piensas de esa manera. Se moría de vergüenza de que haya pensado que es un rarito.

Cargaba unas grandes ojeras de coloración morado negruzco, no pudo dormir absolutamente nada. Fue como si aquel ente desconocido se tragó todo su sueño y mente, hasta podría decir apetito.

Suspiró algo cansado de su situación, dirigiéndose al baño, por lo que salió de su habitación cerrando la puerta atrás suyo. El segundo piso estaba compuesto por todas las habitaciones de los chicos, separadas unos cuantos centímetros la una a la otra. Era como un pasillo, donde al fondo se encontraba el baño, al uso de todos. Tuvo la suerte de no encontrarse con ninguno de los chicos en su corto recorrido, supuso que todos seguían en sus habitaciones. No quería que lo vieran en ese deprimente estado.

Al entrar al baño cerró con seguro y se posicionó enfrente del espejo, estudiando cada facción de su rostro. Ahora podía notar con más intensidad el rostro de muerto viviente que se traía. Por poco y le hacía competencia al Yellow.

Activó el grifo para atrapar un bulto de agua entre sus manos, acto seguido llevándolo a su cara, empapando su rostro con aquel gélido líquido. No bastó para despertar sus sentidos, por lo que se dio unas cuántas cachetadas a si mismo, buscando la razón en su mente.

—¿Qué carajo me pasa? —se detuvo bruscamente posicionando sus manos en ambos costados del lavabo, mirando su persona en el espejo como si fuese su mayor enemigo.

Comenzaba a odiar este sentimiento que en parte era molesto, siendo incapaz de tener su mente despejada. Quería desaparecer.

Pronto pensó en Red... quizá él le ayude.  Hace tiempo había considerado la idea de hablar sobre lo que sentía con uno de los chicos, pero creyó que no era necesario o simplemente era estúpido. No obstante llegó a un punto donde no aguantaba más quedarse este tema para él solo y necesitaba urgentemente desahogarse al menos con uno de los pájaros del rojizo.

Abandonó el baño y se encaminó a la habitación del rojo, sería estúpido creer que estaría dormido, pues el maldito era muy hiperactivo. Titubeando, decidió dar unos cuántos toques débiles a la puerta. Su habitación era una de las últimas, una de las que estaban más cerca del baño. También pudo notar garabatos y dibujos infantiles sobre la puerta, y alguno que otro insulto mal escrito. Le pareció gracioso ese detalle.

Escuchó unos cuántos ruidos de pájaro y uno que otro quejido del otro lado, para después la puerta se abriera, dejando ver al rojizo un tanto despeinado y con una pijama de cerdito. Sintió que estaba viendo un niño pequeño.

—¡Oh dios, Purple! Te ves fatal —abrió los ojos algo sorprendido, sosteniendo el marco de la puerta mientras veía al morado como un muerto salido de la tumba.

—¿Puedo pasar? Necesito hablar contigo —fue directo, pasando su vista disimuladamente al fondo de la habitación ajena, donde pudo ver dos pájaros haciendo desastre.

—¿Chisme? —forzó su agarre del marco, parpadeando repetidas veces—. Necesito buscar la tetera  urgentemente —salió del cuarto pasando a su lado cuando vio que Purple asintió.

Se adentró en la habitación que sorprendentemente desprendía un olor agradable, y fue recibido por un pájaro anaranjado que se posicionó en su hombro. Le recordó ligeramente al dueño de sus pensamientos en ese momento.

—¡Toma asiento en la cama mientras tanto! —exclamó Red en la lejanía.

Tal y como dijo, tomo asiento en el borde de su cómoda. La habitación se encontraba algo desordenada, pero no lo juzgaba, estaba mejor que su propia alcoba.

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—¿De verdad crees que esto es necesario? —cuestionó inseguro observando como el de mechones rojizos servía té recién hecho en una tácita encima de una pequeña mesa.

El más bajo había traído azúcar y panecillos secos; más conocidos como sushka. El té se mantenía caliente, pero a pesar de este desayuno provocador su apetito seguía sin dar señales de vida.

—Confía en mí, esto es demasiado necesario —afirmó con un aire serio, sentado encima de una alfombra estampada delante de la mesita.

Ambos habían tomado asiento delante de aquella pequeña mesa, enfrente del contrario. Imitando una situación de viejas chismosas que poseían aires engreídos y kilos de maquillaje. Solo que la mayoría de eso no podían imitarlo aparte del té.

—Ahora dime —suspiró Red, acomodándose en su puesto para verlo fijamente—, ¿qué es lo que te molesta? Debe ser tema serio porque esas ojeras hacen competencia con las de Yelly.

Definitivamente su peor insulto o mayor logro fue que comparen sus ojeras con la de aquel adolescente sin horario de sueño definido. Aunque no lo culpa, si fuera alguien inteligente que construye cosas a toda hora tampoco dormiría.

Mientras Purple ordenaba sus palabras mirando a cualquier lado evitando el contacto visual, uno de los pájaros se posó en su hombro; esta vez fue el de color violeta, como si también quisiese escuchar.

—No puedo sacarme a alguien de la cabeza —dijo cabizbajo de la forma más directa posible jugando con su té.

A pesar de no verlo a sus ojos, pudo sentir esa mirada rubí clavada en él con suma curiosidad.

—Vaya... —le dio un mordisco a un sushki que reposaba en un pequeño platito al lado del té—. Cuéntame más de “él” o “ella”.

Era obvio que Red se moría por saber quién era el dueño de esa incógnita del cuál desconocía su pronombre. Más en específico, quería un nombre urgentemente.

—Nisiquiera sé su nombre, Red —soltó por fin en un largo suspiro—. Apenas y lo vi ayer.

Con dedos temblorosos, agarró uno de los sushki que el rojizo le ofreció y lo empapó con el té, para acto seguido llevárselo a la boca en busca de calma.

—¡Lo que si sé, esque tiene unos ojos jodidamente hermosos que llevan persiguiendo mis pensamientos toda la mañana! —siguió honesto con frustración en su voz, tirándose de espaldas al suelo.

—Apenas lo conoces, eh... —musitó desviando la mirada algo pensativo, no se esperaba una nueva persona en la conversación—. Es fácil, amigo.

Soltó con ademanes restándole importancia, haciendo que Purple le mirará con curiosidad aún recostado.

—Es simple atracción —dejó caer sus párpados para tomar un sorbo de su té caliente—. Te recomendaría que lo conocieses mejor, así no te quedas sufriendo con la duda posiblemente toda tu vida.

—¿Cómo carajo haré eso? No tengo idea de su paradero —dijo con cierta lástima, evadiendo esa mirada rubí.

—Fácil, ve al lugar donde lo viste por primera vez—sugirió ofreciéndole uno de los panes secos a uno de los pájaros—. Las posibilidades de que esté ahí de nuevo son considerablemente altas.

Ambos pájaros colorines se posaron encima del morado; uno picando su cabellera y otro en su estómago mirándolo fijamente, formando contacto visual como si lo juzgase. Aveces quisiese ser un simple animal como ellos y no preocuparse por tantas cosas de la vida.

Aún puede recordar con claridad esa mirada ámbar tan llamativa, brillantes como una llama de fuego. Sin darse cuenta aquella imágen le hizo sonreir con una leve coloración rosa en sus mejillas; un poco avergonzando de sus pensamientos.

—¿Sabes que puedo verte, no? —alzó una ceja sonriendo con curiosidad, viendo al morado que poseía una sonrisa estúpida.

Este rápidamente se levantó con torpeza, casi cayéndose de frente por la falta de equilibrio.

—¡Gracias Red! —dijo nervioso con una dulce sonrisa, agradeciéndole por su tiempo—. Tus palabras me animaron.

—¡Recuerda no ser raro y guardar espacio personal!

Se despidió del rojizo para después abandonar aquella habitación. Sin embargo, este mismo no pudo contenerse y dejo ver su extrañeza en su ausencia, algo pensativo en el tema.

—Siento males aires a pesar de no conocer esa persona—confesó a uno de los pájaros que se había posicionado en su dedo índice, atento a sus palabras.

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Al dejar aquella habitación de los pájaros característicos, nisiquiera sabía a donde se dirigía. No obstante esas palabras de “conocerlo mejor” rebotaron en su mente. Nunca fue gran fanático de las relaciones románticas, pero en esta ocasión, le generaba cierta ilusión pensarlo.

Ahora que se sentía mucho más confiado se decidió ¿Por qué no hablarlo con todos los demás? Incluso con el cerdo si era necesario.

Esas pequeñas sesiones le daban diferentes perspectivas, obviamente de acuerdo al pensamiento de cada uno.

—¿Amor? Eso es una palabra muy fuerte —comentó Second pensativo, balanceando su cuerpo sobre un columpio solitario con suma emoción—. Diría que es atracción, como cuando veo un jugoso parque de diversiones.

—¿Qué carajo haces afuera? —alzó una ceja refiriéndose al clima salvaje.

—Quería acompañar este columpio, nadie merece estar solo.

Rodó los ojos. Le parecía adorable lo infantil que podía ser Second, sin embargo no fue lo mismo con Yellow.

—Sabes, te estaría mintiendo si te dijera que una relación es una pérdida de tiempo —decía el amarillento consumido en su portátil, quién tecleaba con velocidad—. Porque soy la persona menos indicada para ello, pero diría que lo intentes, no perderás nada... a parte de dignidad, tiempo y posiblemente salud mental si fallas.

Sí... aunque ahora mismo Yellow lucía algo desinteresado, el nunca se pierde los detalles. La opinión de Blue fue todo lo contrario, siendo un tanto cursi a diferencia de su gusto.

—¡Todo eso suena tan lindo! —exclamó entrelazando sus manos—. ¿Qué tal si lo invitas a comer? Dale flores, eso nunca falla ¿Oh, cierto, cuánta edad tiene? ¿Su nombre? Me gustaría saber a que se dedica.

Toda ese disparate de preguntas buscando información que ni el poseía le hacían vueltas su mente, casi dejándole atónito. Aveces se preguntaba como Yellow era compatible con Blue. Sin embargo lo de regalos le parecía algo apresurado.

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—¿Estás interesado en alguien...en... aquel tipo de aquella vez? —titubeó Green más que confundido, mirándole a esos ojos amatistas sin tener idea de como reaccionar.

El morado solo asintió, extrañado por el curioso tono del adverso.

—¿Él que me intentó robar la billetera? —hizo hincapié, ladeando la cabeza con cierta indignación.

—Te la devolvió.

—Solo por tí, Purple —escupió con un tono obvio, frunciendo levemente el ceño. Pero pronto recapacitó, tomándose unos segundos para pensar, evitando aquella mirada amatista—. Bien...supongo que si de verdad te interesa, ve por él ¿No?

Trato de forzar una sonrisa en su última oración. El morado se la devolvió de igual manera y se retiró sin más rodeos.

En cuánto Purple abandonó la habitación, un gran suspiro se liberó de los labios del mayor, manteniéndose cabizbajo.

—Aveces me sorprende tu inteligencia emocional —comentó Second apoyado en la pared atrás de él.

Aquel bajito anaranjado era el único que poseía el conocimiento de los sentimientos de Green hacía Purple. Él realmente se mantenía al margen, pero dándole atención y apoyo más de lo normal, una sutil indirecta. Pero hasta la fecha, alguien ya le había superado.

—No jodas, Sec —se quejó volteando a mirarlo despectivo.

—Creo que te tardaste un poco, amigo —suavizó su tono y rostro—, pero no todo está perdido, aún no conocemos aquel tipo ni tampoco sabemos si es realmente un buena partida.

Aquel enano tenía un punto. No obstante no evitó que se sintiera genuinamente mal por el tema. Purple era alguien difícil debido a que desde que lo conoció el nunca se mostró tan fanático del afecto, a pesar de eso lo entendía, el sabía del pasado de Purple y sus desgracias, siendo la razón de su incomodidad a estos temas. Pero ahora de la nada todo cambió de forma abrupta.

¿Qué habrá visto Purple en aquel tipo que el no tenga?

No quitaba que se preocupaba por el mencionado, es fácil ilusionarse rápido. Crecer alas y volar tan alto para que después un amor no correspondido te las destruya, nadie en la vida avisando sobre cuánto dolerá el golpe.

—No te preocupes, Green —dijo como si estuviese leyendo su mente, posando su mano en el hombro ajeno en busca de consolarlo—. Todo estará bien.

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OLAAAA nome maten por desaparecer sin dejar rastro les juro por mi bida q se me olvidó por completo k esto existia
olvidarme y una semana dsp acordarme por las notis y cuando veo borradores veo k este capitulo esta hecho hace caleta de tiempo XDDDD
JJAJAJJA no sé que me pasó
los kiero 😇👋👋

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