Capituló 20: Beautiful.

Sorpresivamente fue Félix quien despertó primero ese día. A las siete de la mañana ya estaba llenando de besitos el rostro de su novio y susurrándole que por favor se levantara.

—Channie... Se nos hará tarde— el nombrado se quejó e intentó alejar al menor de su rostro —
¡Tenemos vuelo a las 8:30 Channie!

—Cinco minutos más...— murmuró.

Félix bufó, pero de inmediato una sonrisa apareció en su rostro. Se subió a horcajadas sobre el azabache y comenzó a picar sus costillas. Como si de un animal salvaje se tratara Christopher se levantó de su nido tirando al menor al suelo.

—Buenos días, Channie —habló desde abajo.

—¡Bebé! —rápidamente ayudó al rubio a ponerse de pie. Este solo reía.

Después de vestirse y arreglar algunas cosas ambos bajaron a desayunar. No tuvieron tiempo de prepararse algo muy elaborado, por lo que solo comieron un par de huevos revueltos y bebieron café.

Esperaban fuera de la casa con sus maletas al lado hasta que el taxi por fin llegó.

Félix no podía ocultar toda su emoción y nervios mientras llegaban al aeropuerto. Le preguntaba al mayor miles de cosas, pero este no podía dar mucha información o se arruinaría la sorpresa.

Llegaron diez minutos antes, pero aún así tuvieron que correr al avión.

El viaje era de un día y tres horas, por lo que prepararon cuidadosamente todo lo que necesitarían para el viaje.

—Estoy nervioso —soltó el menor apoyando su cabeza sobre el hombro del azabache.

—¿Por qué?

—Nunca había hecho un viaje tan largo. Pero también estoy emocionado porque vamos juntos —Christopher sonrió y posteriormente besó la frente de su novio —. Nunca había subido a un avión tampoco.

—No es la gran cosa —la azafata habló por el altavoz anunciando que ya estaban por despegar — ¿Tienes sueño? Despertaste muy temprano y sé que no acostumbras a hacerlo.

—Un poquito. Dormiré sobre tu hombro.

—Todo tuyo.

Félix se acomodó cerrando sus ojos y de inmediato cayó rendido en los brazos de Morfeo. Christopher soltó una risita y se apoyó contra Félix, cayendo dormido también.

Ambos despertaron simultáneamente a las una
de la tarde. Christopher miró por la ventana las nubes que chocaban contra el avión y luego al menor a su lado, quien sonreía ampliamente.

—¿Tienes frío? —negó — ¿Hambre?

—Tengo una bolsa de papitas.

—Compré churros.

—¡Ah! Quiero uno.

—Te daré uno, pero si me besas — ni siquiera lo pensó. Juntó de inmediato sus labios con los del mayor y tomó su churro.

—Gracias.

Algunas personas en el avión dormían, otras solo escuchaban música mientras llegaban a su destino, y luego estaban ellos, teniendo una animada conversación y soltando enormes carcajadas.

Christopher siempre disfrutaba las conversaciones con su novio. De hecho, el rubio podía pasar 10 horas hablando, pero a Christopher no le molestaría escucharlo por 10 horas más.

Las diez de la noche llegaron y ambos ya estaban muy cansados.

—Hay que dormir, Channie.

—Claro, bebé —Christopher pasó su brazo por detrás de la espalda de Félix, atrayéndolo a su cuerpo. El menor abrazó el torso del azabache y cerró sus ojos para dormir.

Christopher observó a su novio luciendo tan precioso como siempre. No pudo aguantar las ganas de depositar un pequeño beso sobre su cabeza al verlo ahí luciendo tan lindo, tan hermoso. Se dispuso a dormir también, después de haber observado al menor por un buen rato.

Los murmullos de la gente comenzaron a hacerse más fuertes, Christopher despertó poco a poco sintiendo los rayos de sol chocar contra sus ojos y a Félix mirando fascinado por la ventana del avión.

—¡Channie! ¡Estamos aterrizando! — el nombrado frotó sus ojos y esbozó una sonrisa al notar la emoción desbordante de su novio.

—Es hermoso...

—¿Eh? Pero aún no es posible ver algo.

—Me refiero a tí —Félix bajo la vista con una pequeña sonrisa en el rostro al sentir sus mejillas calentándose.

El avión finalmente aterrizó y ambos bajaron algo mareados.

—Este aeropuerto no luce tan diferente del nuestro —miró a su alrededor y frunció el ceño
—. Pero está en... ¿Francés?

—Es español, bebé.

—¿D-dónde estamos?

—¿Recuerdas que hace un tiempo mencionaste que te gustaría visitar el país más largo del mundo? — asintió, aún sorprendido —Pues...
Aquí estamos.

—¡¿Q-qué?! ¿Estamos en Chile? N-no puede ser... ¡Channie, esto es increíble! Es broma...
¿Verdad? —Christopher negó, sonriendo ampliamente por la emoción del menor —. Dios mío... ¿Esta es la sorpresa? Porque te has pasado de increíble...

—No lo es, tengo algo mejor. Pero primero vamos a dejar nuestras cosas al hospedaje.

Consiguieron un taxi que los trasladó hasta el lugar en el que se hospedarían y, luego de pagarle al hombre, comenzaron a bajar sus maletas.
Félix seguía mirando a sus alrededores completamente asombrado. Para él, el hecho de estar en Chile ya era algo impactante, no se imaginaba que sorpresa podría tener el mayor para él.

Christopher no dejó siquiera que Félix ordenara sus cosas cuando lo tomó por la cintura y lo atrajo hacia su cuerpo, atrapando sus labios inmediatamente en un beso lento y dulce. Félix por supuesto no intentó alejarse, de hecho pasó sus brazos por la nuca del azabache y profundizó el beso. Era increíble como cada vez que se besaban se sentía igual a la primera vez, la misma suavidad de sus labios, el mismo calorcito en su pecho, las mismas mariposas en su estómago.

—Llegaremos tarde... — murmuró Christopher separándose un poco del rubio.

—Bien... Luego continuamos.

—No se atreva a coquetearme, Lee Félix.

—Nunca fue mi intención, Christopher Bang. Solo soy un chico inocente esperando por una sesión de besos con su precioso novio.

—¿Ah sí? —alzó una ceia mientras una sonrisa ladina aparecía en su rostro. Félix asintió
— Aprecio su sinceridad. Será recompensado más tarde.

Al final detuvieron su coqueteo y procedieron a salir de su habitación. Christopher se las arregló para conseguir un taxi y al igual que las veces anteriores entregó un papel con el lugar de destino. El hombre sonrió.

—Ese lugar terriblemente lindo chiquillos — probablemente deberían haber estudiado algo de español antes de viajar, porque ninguno de los dos había entendido siquiera una palabra.
Ambos se miraron sin saber que decir, hasta que a Félix se le ocurrió hablar.

—¿B-bonjour? —el hombre soltó una carcajada y asintió.

—Oui oui —Félix le regaló una sonrisa.
Luego de un par de minutos de viaje llegaron a su destino. Hacía bastante calor, pero lucía agradable a la vista.

Bajaron del taxi y entregaron el dinero para pagar.

—¡Good luck! —logró pronunciar el hombre y ambos sonrieron.

—Thank you.

Christopher tomó la mano de su novio y lo condujo hasta más allá del cartel que indicaba el nombre del lugar. Un guía turístico que manejaba el coreano a la perfección se ofreció a ayudarlos.

—Bebé —susurró el mayor—. Necesito que cierres los ojos.

—¿Por qué?

—Solo hazlo, por favor.

—Está bien —Félix cerró sus ojos confiando plenamente en su novio.

El guía turístico los abandonó luego de llegar al lugar justo. Félix aún tenía sus ojos cerrados y esperaba la indicación del azabache para poder abrirlos.

—¿Ya llegamos?

—Estamos frente al lugar. Puedes abrir tus ojos, bebé —Félix obedeció y lentamente abrió sus ojos, queriendo llorar al encontrarse con semejante escena —. Te gustan las flores, ¿no? Entonces no habrá nada mejor que un lugar lleno de ellas.

Sí Félix recuperó su vista, merecía reemplazar sus días oscuros por los más coloridos que alguien podría tener, y gracias a Christopher se estaba cumpliendo más rápido de lo que esperaban.

—C-Channie... —Félix estaba a nada de llorar, por lo que Christopher lo rodeó con sus brazos y besó suavemente su frente — M-muchas gracias... Esto es lo segundo más hermoso que he visto en mi vida.

—¿Lo segundo?

—Lo primero fuiste tú.

Y no lo soportó. Sin siquiera pensarlo dos veces tomó las mejillas del menor y atacó sus labios con suma delicadeza y amor, tomando su emoción e inevitables ganas de llorar para desvanecerlas en medio de aquella única acción.

¡Espero y les haya gustado!
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