Ventisette.

Sunoo era el novio perfecto, según NI-KI.

Siempre le daba regalos bonitos, hechos a mano, porque a NI-KI no le gustaba que él gastara dinero en obsequios.

Amaba todas las características de NI-KI, aunque el menor las consideraba como defectos.

No le importaba que su relación fuera algo a distancia, porque había días en los que no podían verse, pero siempre estaban allí los mensajes y llamadas de teléfono.

Aceptaba a NI-KI con todo y su complicada vida.

Y aunque el mayor enfadad a NI-KI algunas veces, lo pusiera nervioso o lo avergonzara con sus palabras de afecto, NI-KI lo amaba.

A NI-KI le gustaba Sunoo.

Y quería que eso se quedara así siempre.

Porque era feliz, muy feliz.

Le gustaba molestar a Sunoo por su estatura, o darle besos cuando este estaba ocupado sólo para ver su ceño fruncido, abrazarlo por la espalda y darle cariños cuando este se sentía decaído.

Sin importar cuantas fotos le tomara Sunoo con su cámara, sin importar cuantas veces le hiciera cosquillas hasta que llorara de la risa, sin importar que el mayor fuera un chico demasiado celoso.

Esperaba estar con él siempre.

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