Venti.

NI-KI le prometió al hermano de Sunoo que se iría temprano en la mañana.

Así que mientras su novio desayunaba, NI-KI tomó sus cosas y se despidió de él.

Estuvo toda la mañana ocupada, quería remodelar su pequeño cuarto de dibujo que tenía en casa, movió carpetas, cajas llenas de pinceles, pinturas, marcadores y muchas hojas, hasta que un dibujo se cayó de entre sus libros del instituto.

NI-KI levantó la hoja, curioso y sus mejillas se tintaron de rojo.

Atrás había una pequeña nota.

"No qué me ves en mi, pero no dejes de mirarme".
—Sunoo.

NI-KI no sabia en que momento el mayor había hecho aquello, pero ¡Qué importa! Lo guardaría como un pequeño tesoro, él se había dado el tiempo de hacerle un pequeño presente.

Lo dejó en una cajita de recuerdos muy pequeña que guardaba bajo su cama.

Y el día le pasó volando hasta que la noche llegó con la oscuridad.

NI-KI notó que su celular se encendía sobre su cama, y al tomarlo notó que tenía videollamada de Sunoo. Corrió al baño y se arregló un poco el cabello, no quería verse indecente en aquel momento. Aunque, vamos, Sunoo ya lo había visto dormir.

Aceptó la llamada y hablaron hasta muy tarde en la madrugada.

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