Trentaquattro.
Sobre la mesita de noche, había un pasaje de avión sin utilizar que ya no servía, también había un vaso que anteriormente tenía leche de sabor chocolate y un cenicero improvisado con una colilla de cigarrillo.
Un poco más allá, dos jóvenes se encontraban durmiendo mientras la mañana llegaba lentamente aclarando los cielos.
NI-KI estaba de lado mientras Sunoo descansaba en su hombro.
Estaban abrazados, intentando distraer el frío que se colaba por la habitación.
NI-KI fue el primero en despertar, pensando muchas cosas mientras Sunoo seguía en un
profundo sueño.
El más alto podía asegurar que Sunoo amaba dormir más de lo que le amaba a él.
Era como un gatito.
De hecho, hasta sus rasgos eran gatunos.
NI-KI rió ante el pensamiento y producto de ello, Sunoo despertó y frunció el ceño al ver al menor sonriendole.
—¿Qué haces allí?
—Te veía dormir, eres tan guapo.
—Agh, cállate.
Sunoo quería seguir durmiendo, pero NI-KI le picó con un dedo el costado del cuerpo, haciéndole cosquillas repetidas veces.
Le gustaba cuando Sunoo reía, sus ojos desaparecían y mostraba sus hoyuelos. Era simplemente encantador.
Al final, NI-KI consiguió que un mal humorado Sunoo se levantara de la cama y le ayudara a preparar el desayuno, que irían a comprar un rato más tarde al darse cuenta de que por supuesto no tenían comida disponible.
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