Trentadue.
Jake y Jay habían ido a ver a NI-KI mientras el mayor no estaba para cuidarlo.
Habían preparado pizza, bastante en realidad. E hicieron karaoke por una hora. Los tres estaban felices porque NI-KI había decidido quedarse, habían acordado que Jay y Jake se harían cargo de los gastos de la casa por un tiempo mientras NI-KI encontraba un trabajo de medio tiempo, aunque el de mechas se había negado al principio.
No podía creer que tuviera unos amigos tan maravillosos.
Ahora NI-KI estaba escuchando música tirado en su cama. Miraba el techo blanco y sentía una especie de remordimiento porque, vamos, había dejado a dos personas que lo habían cuidado todo el tiempo y por muy mala que fuera su convivencia, eran sus padres después de todo.
Pero al menos ahora estaría con Sunoo.
Y podría terminar sus estudios en Seúl.
—What's the worst that I can say?
Things are better if I stay. —Tarareó.
Sumergido en sus pensamientos y en la letra de la canción, no notó que alguien había entrado en su habitación hasta que sintió el peso de otra persona sobre su pecho, haciéndose bolita y abrazándolo un poco fuerte.
Miró hacía abajo y se encontró con las mechas de Sunoo, su cabeza restregándose en su camisa.
—NI-KI, creo que tendremos que vivir juntos.
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