Trentacinque.
NI-KI estaba aburrido de encerrar palabras en la zona de trabajos del periódico, había preguntado en todos lados, todos respondían con un "Lo llamaremos luego."
Esperaba encontrar un trabajo pronto.
Se levantó con pesadez y caminó a la habitación, tomó algunas prendas limpias y una toalla, dirigiéndose al baño. Aún estaba con pijama.
Llenó la bañera con agua, esperando que ésta estuviera lo suficientemente tibia.
Pero al momento de quitarse la parte de arriba de su pijama, se quedó viendo el espejo de cuerpo completo que tenía.
No gustaba de su cuerpo.
Según él, estaba pasado en algunos kilos. Y se sentía feo.
Se puso en distintas direcciones para admirar su abdomen. Puso sus manos en el, quizá Sunoo algún día dejaría de gustar de él porque era poco atractivo.
No se dio cuenta de que Sunoo había abierto la puerta, y lo miraba parado en ella.
El más bajito rodeó su cuerpo con sus brazos y
NI-KI dio un pequeño saltito.
—¿Qué ocurre?
—Soy feo. Luzco mal..
—NI-KI, mira al frente. — NI-KI levantó su mirada y observó a Sunoo detrás de él.—Eres todo lo que yo quiero, eres perfecto, precioso.
Las mejillas de NI-KI ardían y le incomodaban un poco. Pero sentía un calorcito, el mismo que siempre había provocado Sunoo en él. La sensación era tan maravillosa como cuando pruebas chocolate por primera vez.
—Ahora, termina de darte una ducha.
Saldremos a dar una vuelta por ahí.
—¿P-Por qué no me acompañas?— Sunoo sonrió a la par que se quitaba su abrigo.
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