Ambos estaban sentados en la escuela cuando una de las practicantes anunció que la clase se suspendería por hoy porque faltaban materiales para continuar la lección.

Sunoo suspiró algo enfadado, había mantenido la misma expresión seria desde que había llegado y NI-KI no entendía porqué se encontraba tan molesto. O quizá no estaba molesto, pero estaba más callado que de costumbre.

El mayor hizo un mohín con sus labios y arrugó la nariz antes de tomar sus cosas, ponerlas en su bolso y dar marcha.

NI-KI se apresuró y corrió hasta situarse a un costado de él con cuidado. Y caminaron juntos, en silencio, hasta la salida.

—¿Quieres que te acompañe hasta tu casa?— Sunoo asintió. NI-KI quería cuestionarle muchas cosas, inconscientemente se estaba inventado excusas para escuchar la voz del mayor. Pero eso no sucedió en todo el camino en el autobús, puesto que Sunoo se había puesto los audífonos con la música a todo volumen. NI-KI miraba la ventana cuando sintió como Sunoo apoyaba la cabeza en su hombro.

Por suerte no había mucha gente para apreciar la sonrisa de NI-KI.

Se demoraron algo en llegar a la casa del mayor y NI-KI pensó que era necesario irse a casa antes de que se hiciera más tarde.

—Debes ir a casa, Nikie.

Sunoo nunca lo había llamado así.

—Lo sé. Adiós, hyung— dijo un sonriente NI-KI. Pero el más bajo lo tomó del cuello y lo acercó a su altura, juntando sus labios en un pequeño beso justo antes de que el menor diera marcha por la calle.

—Adiós, NI-KI.

Espero les guste el capituló
¡Besos!
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