Sunoo no le había contado a NI-KI el porqué había faltado a clases aquel día. Y preferiría jamás contarle.

Aquel día en que NI-KI había acompañado a Sunoo hasta su casa, su hermano mayor había visto su beso de despedida.

El más bajo se había llevado el regaño de su vida.

Incluso algunos golpes se hicieron presentes en la pelea.

El hermano mayor de Sunoo era homofóbico y no podía creer que su única familia gustara de un chico.

Aquel día, el de cabellos oscuros se había encerrado en su habitación y había puesto música que le gustaba con el máximo de volumen. No quería llorar.

En cambio, descargó su rabia y tristeza en las hojas blancas de su cuaderno de dibujo. Dibujo múltiples cosas, todo lo que se le vamos a la mente, y era gracioso porque todos sus dibujos trataban de NI-KI porque sólo podía pensar en él.

No notó en qué momento sus lágrimas habían comenzado a caer.

La noche fría se le pasó volando y cuando abrió la cortina, la luz del sol atravesó la ventana casi quemando sus ojos. No había dormido nada por el sólo hecho de estar triste y dolorido, tenían un moretón en una parte del torso.

No pudo ir a la escuela.

No pudo ver a NI-KI.

Espero les guste el capituló
¡Besos!
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