NI-KI había asistido a clases al día siguiente.

El maestro les había pedido, como clase de reflexión, dibujar un sueño lejano, algo que quisieran que sucediera pronto, algo que amaran.

NI-KI dibujó una figura humana, bailando en medio de un fondo estrellado, obra que coloreó con acuarelas.

No tenía seguridad de que aquella persona fuera él, pero representaba uno de sus más grandes sueños. Pararse confiado en un gran escenario y bailar frente a miles de personas.

Sabía que jamás lo lograría.

Siempre le salían las cosas mal.

Él bailaba horrible.

Sacudió su cabeza como si aquellos pensamientos se fueran a desprender de él con esa acción.

Miró el dibujo de Sunoo.

En el, había un prado oscuro con mariposas.

En medio, una pareja abrazada a la luz de la luna.

Sunoo le sonrió a NI-KI.

El más alto le devolvió la sonrisa.

Pareció leerle el pensamiento, porque ambos terminaron su trabajo y lo entregaron para luego correr fuera del aula tomados de la mano.

Estando sentados en el patio trasero del instituto, aquel al que nadie iba, Sunoo llenó de pequeños besitos todo el rostro de NI-KI.

—Ya llenaste toda mi cara de besos.

—Tendré que empezar otra vez.

Estuvieron varios minutos así, sin que nadie los viera.

—Quiero que vayamos al bosque de las mariposas algún día— el mayor recordaba haber ido con sus padres allí hace mucho tiempo, cuando aún estaban con él—. Amaría verte persiguiendo pequeñas mariposas.

Espero les guste el capituló
¡Besos!
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