•Dieciséis•
—Y por todo esto que os acabo de comentar, Christopher debería quedarse una pequeña temporada aquí. —finalicé de explicarle todo a mis padres.
Al final Christopher no había venido para hablar con ellos porque le había surgido unos imprevistos, pero por la noche iba a venir para quedarse a vivir aquí. Claro, si mis padres aceptaban.
—Felix, yo le puedo dar trabajo en mi empresa a Christopher, pero... ¿No crees que vivir aquí es demasiado? —habló primero mi padre.
—Para mí no es demasiado. —me crucé de brazos.
—Vosotros pasáis poco tiempo en casa, y cuando tenéis días libres casi siempre os vais por ahí a disfrutar. La mayoría de las veces estoy aquí solo, me vendría bien algo de compañía. El es un gran amigo y me haría feliz que se quede aquí hasta que pueda irse a un nuevo apartamento.
—Bueno... intervino mi madre. —Felix en eso tiene razón. Casi siempre está solo menos cuando JiSung o MinHo vienen a verle o él va a verlos. Quizá le vendría bien que ese chico se quede aquí. —opinó.
Sonreí ante su respuesta y me entraron ganas de levantarme para abrazarla, pero me contuve.
—Aparte, vivimos en una mansión, hay sitio de sobra para que Christopher también viva aquí. —añadí.
Mi padre se quedó callado, pensando en si decir que sí o si mandarme a tomar viento fresco.
Esperaba que su respuesta fuese afirmativa, porque a él no le costaba nada que mi amigo se quedase aquí. Ni que Christopher fuese un niño pequeño del que hay que estar pendiente todo el rato. El no iba a dar problemas ni molestias, así que no entendía el...
—De acuerdo, se puede quedar.
Salí de mi burbuja de pensamientos y le miré con los ojos muy abiertos.
—Pero como máximo puede estar aquí un mes.
Nada de más tiempo. —me señaló con advertencia.
—¿Esa es tu única condición? —alcé una ceja.
Normalmente, él siempre ponía más de una condición para cualquier cosa que le pedía que estaba fuera de lo común.
—Sí, y también usa condón cuando tengas relaciones con él. No quiero que te contagie algo.—se levantó de la silla y mi madre imitó su acción.
—¡Papá! —chillé escandalizado. —¡Christopher no tiene ninguna enfermedad o virus!
—Oh, ¿entonces sí vas a tener relaciones con él? —me miró atento.
Me quedé un poco pillado con su respuesta, pero me levanté y le miré indignado.
—¡Claro que no! —grité. —iSolo somos buenos amigos!
—Eso no tiene nada que ver para que después ese amigo acabe convirtiéndose en algo más. —dijo mi madre con una sonrisa pícara.
—¿Qué clase de padres tengo? Por favor...
Empecé a caminar para salir de la sala en la que estábamos, totalmente avergonzado e indignado.
—Por cierto, Felix. —habló mi padre de nuevo, haciéndome parar. —Tu amante puede quedarse a partir de esta noche. Dile que traiga todas sus cosas y que no olvide su currículum. —avisó.
—Muy bien, ahora se lo diré. —asentí. —iY no es mi amante!
Me dirigí hacia las escaleras para subir a mi habitación. Mis padres no tenían remedio, siempre me molestaban cuando podían.
—¡No es bueno mentir a tus padres! —escuché decir a mi madre, y simplemente la ignoré.
—Bienvenido a la mansión de los Lee. —solté con un tono formal pero a la vez divertido.
Christopher acababa de llegar y estaba pasando al interior de mi hogar junto con sus maletas y cajas. Traía absolutamente todo porque ya no iba a vivir más en el otro apartamento. Después de estar aquí un mes y tener el suficiente dinero, se iría a vivir a otro apartamento más espacioso y cómodo.
—Sabes, van a derribar el edificio en donde vivo.
—comentó. —Bueno, vivía.
—¿Qué? —le miré sorprendido. —¿Y eso por qué?
—Porque está hecho polvo y casi nadie quiere vivir ahí. Por lo que van a renovarlo o simplemente construir otra cosa ahí. —soltó la última caja. —Así que me habéis salvado de una buena, porque seguramente ahora tendría que estar pidiéndole a mis amigos que me dejen quedarme a vivir un tiempo con ellos, y no habría sido lo más cómodo.
Me sentí bien al saber que habíamos hecho las cosas a tiempo y no se había complicado todo más. También estaba muy agradecido con mis padres por haber accedido a dejar que mi amigo se quedase conmigo. Para mí significaba mucho.
—Vamos a subir tus cosas a tu habitación. —dije mientras cogía un par de maletas.
Me hizo caso y agarró varias cajas. Subimos las largas escaleras y llegamos al pasillo que daba para muchas distintas habitaciones. Entré en una que estaba justo al lado de la mía y dejé las cosas en un lado de la habitación. Él soltó las cajas en el mismo sitio que yo y observó la habitación. Estaba bastante sorprendido por lo espaciosa que era y todo lo que tenía para él solo.
—¿Te gusta? —pregunté dudoso.
—Sí, pero... ¿No crees que es demasiado grande para mí? —me miró un poco incómodo.
—Lo siento, hyung. Pero prácticamente todas las habitaciones son de este tamaño. —hice una mueca. —No puedo darte una más pequeña.
—Bueno, no importa, solo preguntaba. —sonrió.
—Vas a estar aquí durante un mes, creo que vas a poder acostumbrarte un poco a los lujos. —dije mientras salía de la habitación. —Vamos a por las cosas que quedan abajo.
Una vez todo metido en su cuarto, decidimos bajar a la cocina para cenar algo. Tenía pensado en hacer de cenar yo, pero los que trabajaban para nosotros en nuestra mansión, ya se habían encargado de eso.
La puerta de la entrada fue abierta y detrás de ella aparecieron mis padres. Miré a Christopher y él me miró de vuelta, un poco nervioso por ello. Le regalé una sonrisa y una mirada llena de tranquilidad para que no se pusiese así. Mis padres eran todo lo contrario a personas duras y demasiado serias. Obviamente, sí eran maduros y serios cuando debían serlo, pero sino eran unos padres muy divertidos y bromistas.
—Oh, ¿eres Christopher? —se acercó mi madre primero a mi amigo.
—Sí. —se levantó con rapidez para saludar a mis
padres con una reverencia y apretón de manos.
—Encantado.
—Yo soy Somin y él es mi esposo Jungsoo.
Estamos encantados de tenerte aquí. —sonrió cálidamente.
—Muchas gracias, de verdad. Significa mucho que me hayan dejado quedarme aquí un tiempo.
Al final, Christopher y mis padres congeniaron muy bien y estuvieron durante toda la cena hablando sobre muchas cosas. Incluso Christopher enseñó su currículum y contó todo lo que se había esforzado para poder ser diseñador. Mi padre le aseguró que le encontraría un buen puesto de trabajo y le pidió que mañana estuviese arreglado a las ocho para poder irse con él.
Ahora mi hyung y yo estábamos en mi habitación echados en mi cama sin decir ni una palabra. Yo mirando al techo y él a su móvil.
—Lix... —dijo después del largo silencio que tuvimos.
—Dime. —respondí sin mirarle.
—¿Puedo dormir contigo? —preguntó algo dudoso.
—¿Por qué? Tienes una cama enorme para ti solo, vas a dormir muy a gusto ahí.
—No quiero dormir solo. —murmuró, pero le escuché.
Giré mi cuerpo y me encontré con que me estaba mirando, ya había dejado su teléfono a un lado.
—¿Vas a estar durante todo este mes pidiéndome que durmamos juntos? —solté incrédulo.
—Sí. —asintió. —Y yo sé que en realidad la idea te gusta, pero te haces el difícil.
Se acercó a mi cuerpo y pasó su mano por mi pecho. Nos miramos a los ojos, su rostro ahora estaba mucho más cerca del mío y ya estaba empezando a sentir el calor que desprendía su cuerpo. Me regaló una sonrisa tan cargada de amor que no pude evitar devolvérsela.
—Tienes razón. —reconocí. —Me gusta la idea, pero no me hago el difícil.
—Entonces, ¿puedo dormir contigo todas las noches? —sus ojitos brillaron.
—Sí. —acepté.
—iBien! —me abrazó con fuerza. —Hoy ha sido un día increíble.
—¿Y eso? —dije curioso.
—Tus padres han aceptado que me quede aquí todo el mes, tu padre va a intentar conseguirme un trabajo y también le caigo bien a ambos. Mis suegros me aceptan y eso me pone demasiado feliz. —contestó con una sonrisa enorme en su rostro.
—¿Tus suegros? —fruncí el ceño.
—Sí, ¿he dicho algo mal?
—Por supuesto, porque no lo son. —dije con obviedad.
—Pero dentro de poco lo serán.
—¿Cómo es que estás tan seguro?
Christopher dejó de abrazarme y se reincorporó un poco para poder subirse encima de mí y mirarme desde arriba. Bajo muy lentamente su cuerpo hasta tocar su cuerpo con el mío y rozar nuestros labios.
—Porque sé que vas a corresponder mis sentimientos.
Como era de esperarse, no negué nada en ningún momento. Porque aunque me costase aceptarlo, sabía que era verdad lo que decía.
Y es que teniendo a semejante belleza encima,
¿quién podría resistirse? Seguro que con todas las personas que Christopher intentó tener algo, con cada una de ellas se salió con la suya. Porque él era un chico que desprendía cosas buenas con solo hablarte o sonreírte. El tenía un encanto especial que podía conquistar hasta a la persona
menos enamoradiza.
Y ahora que le tenía para mí, me daba miedo pensar que algún día podía dejar de tenerle.
Que algún día podía llegar a dejar de sentir cosas por mí e irse con otra persona mejor que
yo.
Y no, yo no quería que él mirase a otra persona como me miraba en estos momentos a mí. No quería que sintiese por otra persona lo que sentía por mí. Y no quería que se alejase en ningún momento.
Coloqué mi mano en su nuca y esta vez acorté la distancia yo. Tenía que demostrarle que le quería en mi vida y con su corazón latiendo fuerte por mí.
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