•Final: Cásate conmigo•

Tres toques en la puerta de la casa de los Choi, y su hermosa madre se acercó a recibirlos, sí, a sus siete amigos.

Con una gran y brillante sonrisa abrazó primero a su hijo, quién al verla luego de tanto tiempo, se sentía a punto de llorar.

El resto se les unió al abrazo, como una familia, si sintiéndose cálido, sintiéndose feliz.

—Mi bebé, te extrañé tanto— al separarse de él y el resto un poco, tomó las mejillas de YoungJae, estirándolas un poco.

—Yo también te extrañé mamá— dijo quitándose las manos de su madre de las mejillas, y frotándose un poco por las reciente acción.

—¡Markie!— se exaltó, yendo hacia el castaño para abrazarlo fuertemente también.

—Hola tía— sonrió, aceptando el abrazo.

Cuando se despegó, los invitó a pasar a todos.

—Tus hermanos fueron a comprar unas cosas, volverán en unos minutos— sonrió la señora, viendo a todos ponerse cómodos en los asientos de su sala de estar—. ¿Tienen hambre? ¿Quieren algo de com-?

—Mamá— YoungJae la frenó antes de que siguiera hablando.

Se había preparado mentalmente el tiempo que tuvieron de sobra en la casa de playa de Jessi para decirle a su madre que tenía novio.

Es que, no era sólo el hecho de que tenía pareja, sino que era un chico. Aunque contaba con las palabras de si madre se que iba a juzgarle de cualquier modo.

Pero aún así, la pena le invadía.

JaeBeom por su lado estaba sudando apenas visiblemente, pero sus manos sí temblaban.

Por supuesto que el pelinegro no dijo que no, pero debía prepararse para ello.

La señora Choi estaba atenta luego de que su hijo le detuviera a media pregunta.

Y fue entonces, que todo lo que había practicado en el cuarto, se le había olvidado.

Parpadeó varias veces, tratando de recordar aquellos, y fue cuando vió pasar a su lado al alto cuerpo, dirigiéndose a su madre.

JaeBeom hizo una reverencia ante la señora, y al levantar la cabeza, le sonrió.

—Hola, mucho gusto— dijo del mismo modo, con esa deslumbrante sonrisa—. Soy JaeBeom.

YoungJae estaba insólito, y quiso acercarse.

Todos los presentes estaban expectantes, esperando los siguientes actos.

—Mamá, JaeBeom es mi novio— dijo tomándolo de la mano, entrelazando sus dedos, y con su brazo libre, abrazando el brazo del pelinegro, mostrando una hermosa sonrisa.

—Oh— sólo pudo decir la señora, parpadeando rápidamente.

Ni siquiera sabía si era por lo apuesto que era su yerno, o por la noticia o porque el rostro le era familiar, pero tampoco se dió cuenta que su sonrisa se había desvanecido debido a sus pensamientos.

Llegó a asustar a YoungJae y a JaeBeom ya que no había dicho nada más.

Pero más fue la sorpresa de aquella pareja, cuando la señora los rodeó a los dos con los brazos, en un abrazo cálido y sereno, lleno de cariño.

Daba gritos como si fuera una quinceañera con su primer novio, y ni siquiera ella era la que formaba parte de la pareja, pero estaba feliz, muy feliz por su hijo.

—¡Felicidades, felicidades, felicidades, Jae!— se separó de los dos, viendo sus caritas felices—. Y bienvenido a la familia, hijo— se dirigió a JaeBeom.

—Gracias, señora Choi— sonrió, desapareciendo sus ojitos.

—Shh, no me digas "señora"' me hace sentir vieja— hizo una mueca—. Por favor, Omma Choi suena más bonito.

Detrás de ellos, Mark un poco indignado por el trato hacia al alto, se hacia presente, pero en silencio, mientras recibía caricias de su novio.

—Oh, Jae, arriba en tu habitación hay algo para ti— dijo de la misma forma.

El de mechas le dedicó una mirada a JaeBeom, pidiéndole que le acompañara. Sea lo que sea que le hayan obsequiado, quería compartirlo con él.

El pelinegro asintió levemente, esperanzado a ser guiado por YoungJae hasta su habitación, tomado aún de la mano.

Por su momento, JaeBeom se perdía en las diferentes decoraciones de las habitaciones.

Pero al instante supo que la de YoungJae era aquella del final del pasillo, que tenía su puerta blanca, sin ningún tipo de acomode.

Cuando giró la perilla y entraron a su cuarto, observó una caja en su cómoda.

Era bonita, de color rojo, así que se acercó a ella. Por su lado, JaeBeom se perdía en las decoraciones interiores del cuarto.

Habían fotos mayoritariamente con Mark, con sus hermanos, sus padres. Y la mayoría en diferentes actividades.

—¿Tú tomaste estas fotos?— preguntó, ojeándolas—. Son preciosas.

—Oh, creo haber tomado algunas, el resto no lo sé— formó una sonrisa en una línea.

—Entiendo.

JaeBeom se acercó a YoungJae, quién estaba viendo lo que había dentro de la caja.

Tenía más fotos, y con ello, una cámara nueva, para que pudiera seguir capturando bellos momentos.

La cámara volvió a caer en la cama cuando sintió los labios de JaeBeom encima de los suyos, en un beso que podía transmitirle el sentimiento que corría por su corazón en ese momento; felicidad, mucha felicidad.

—Te amo, YoungJae— dijo cuando se separó.

El de mechas sonrió ampliamente en medio de ese beso—. Yo también te amo, JaeBeom.

Se miraron un momento más, sonriendo, con sus corazones felices, latiendo a una manera tranquila, que era el sentimiento que se transmitían cuando estaban juntos.

Se sentaron en la cama, o bien, JaeBeom, y YoungJae en su regazo, recibiendo las caricias—ahora que estaban solos— melosas de JaeBeom sin ninguna queja.

—Seguro no lo recuerdas, pero la primera vez que tuvimos una cita-

—¿En la feria?— le interrumpió.

—Antes— negó sonriendo, YoungJae frunció el ceño—. Te regalé girasoles y te dije que buscaras el significado, pero apuesto que no lo hiciste, y si lo hiciste, lo olvidaste— río suave.

>>No importa de todos modos— dejó un suave beso en sus labios—. Entre tantos significados, viene el amor profundo, y eso... eso es lo que siento por ti, un muy, muy profundo amor.

>>Puede ser apresurado, pero de verdad te amo, YoungJae.

El otro sonrió, expresando un leve sonrojo e sus mejillas, que también fueron besadas por el mismo pelinegro.

—Con esa cámara vamos a capturar muchos momentos juntos, con los chicos, tú familia... vamos a crear una historia, YoungJae.

Ni siquiera sabía qué responder, así que sólo pudo besarlo, esperando que JaeBeom entendiera que con él y por él, estaba dispuesto a todo.

—¡Estamos aquí!— escucharon las voces abajo.

Ahora el nervioso era JaeBeom, ya que sería presentado ante el hermano mayor y menor de su novio. Estaba asustado y YoungJae lo notó.

—No te asustes, él no te hará nada— rió, levantándose del regazo de su chico.

Salieron de su cuarto, YoungJae bajando rápido las escaleras, abalanzándose sobre sus hermanos, en un cálido abrazo.

Los hermanos Choi estaban reunidos después de mucho tiempo.

Aunque con un rostro nada familiar para YoungJae, y otro nada reconocible para sus hermanos.

Pero totalmente reconocido por JaeBeom.

—Jae— dijo su madre—. Ella es-

—HyunA— finalizó la frase de la señora Choi, JaeBeom, totalmente horrorizado, confundido y con el ceño fruncido.

—¿JaeBeom?— ella estaba de la misma forma completamente.

—¿Se conocen?— el hermano mayor de Jae frunció el ceño.

¿Qué demonios estaba sucediendo?

—Jae, ¿recuerdas que te había hablado de mi hermana?— el otro asintió, un par de veces lo había hecho—. Te la presento ella es mí hermana, Im HyunA.

Todo cayó en silencio.

—HyoJong— llamó la chica a su prometido—. Te presento a mí hermano menor, Im JaeBeom— dijo señalándolo—. JaeBeom, él es mi prometido, HyoJong.

—¿Tú qué?— dijeron al unísono JaeBeom y YoungJae.

—Sí... Tú hermano se comprometió, Jae— sonrió la señora Choi—. Ya decía yo que de algún lado te me hacías conocido, hijo.

Lentamente, YoungJae se acercó a HyoJong, y lo abrazó, en señal de felicitación. JaeBeom hizo lo mismo con HyunA.

El resto de los chicos estaban viendo aquella escena enredada, tratando de explicarse entre ellos.

Mark se levantó, saludó a sus primos, y los felicitó por la noticia, también sin creer que JaeBeom y HyunA eran hermanos.

—Vamos a comer— dijo la señora Choi, tratando de romper aquel incómodo silencio.

YoungJae y JaeBeom esperaron a que todos pararan, para quedar sólo ellos dos un momento en la sala.

JaeBeom comenzó a caminar primero, seguido de YoungJae, pero con metros de distancia.

El de mechas se detuvo en la puerta, observando como su familia estaba con sus amigos, pero que eran como su segundo hogar.

Lo habían acogido, a pesar de las pequeñas adversidades, le habían aceptado tal y como era.

Siempre se los iba a agradecer.

Sabía que tenía miles de aventuras por delante, con ellos, y principalmente, una nueva etapa de su vida con JaeBeom.

Se vió la pulsera que llevaba puesta, y sonrió, sintiéndose una vez más, cálido, lleno, feliz. Su alma comenzaba a sentirse llena, contenta.

Sintió ganas de llorar, volvía a estar en casa, volvía a ver a quienes quería, estará junto a ellos, al igual que sabía que alguien lo cuidaba desde arriba.

Su padre siempre cuidaba de él, y lo sabía.

JaeBeom se acercó a él de nuevo, tomándolo de las manos.

—¿Qué pasa? ¿Estás bien?— preguntó sacando una mano, para acomodar un poco el cabello de su novio.

—Es sólo que estoy feliz, muy feliz, JB.

JaeBeom dejó un fugaz beso en su mejilla, haciéndolo sonreír.

—Yo también estoy feliz— sonrió—. Te tengo a ti, y a un hermoso grupo de amigos, y ahora, tengo una segunda familia.

Los dos rieron, sabían que era cierto.

—HyunA se me adelantó al matrimonio con un chico, pero algún día me casaré contigo— susurró en su oído cuando lo atrajo con sus brazos en un tierno abrazo.

—No hemos ni terminado el instituto y tú ya quieres casarte.

—Yo sólo aviso— dijo sonriendo—. Algún día me casaré contigo.

Y dicho eso, se dirigieron a la mesa, a compartir en esa hermosa noche.

Ahora si me largo a llorar TT~TT

Hablamos en los agradecimientos.

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