『💧⨾⨾ 𝗖𝗮𝗽𝗶́𝘁𝘂𝗹𝗼 𝘂́𝗻𝗶𝗰𝗼. 』
Advertencia: Esta historia tiene contenido homosexual y uso de malas palabras, de paso digo que pueden haber faltas de ortografía y errores, especialmente en los diálogos los personajes, no sé muy bien como manejar el acento español.
Número de palabras: 4451. (¡Record!)
Tipo de narración: Tercera persona.
Aclaraciones: Luzu es alcalde porque no lo quiero to' sad en ese día.
Además, me gusta la idea de que Mangel y Rubius tengan la nacionalidad de sus países reales, ¿Cómo llegaron a Karmaland? Ni puta idea, obra del destino.¿?
Nota: Esto lo tengo planeado desde el día en el que Mangel le pidió matrimonio a Lolito, pero estuve con bloqueo por mucho tiempo, mi mahal hace unas semanas me dijo que debíamos comenzar con esto, que era una buena idea y al final pude lograrlo.
⛅️↺ 私は満足することはありません
□ ▧ □
¿Por qué estaba ahí?, ¿se podía haber negado?, ¿los demás lo entenderían? Eran demasiadas preguntas, pero... No, no lo harían.
Él era el cura del pueblo, por obligación tenía que asistir a la boda. Y eso dolía.
Terminaba de arreglarse para la situación que pasaría. Durante todo el día no pudo dejar de escuchar los comentarios de todos sus compañeros acerca de lo felices que serían Mangel y Lolito, de vez en cuando algunos le miraban con pena -aquellos que ya conocía desde hace ya mucho tiempo y sabían de la extraña relación que tenía con Mangel-, como si le pidieran perdón, pero él no respondía, simplemente sonreía.
Llevaba unos días preparándose.
La parte de fingir ser el cura que apoyaba con toda la emoción del mundo era fácil, pero tenía que dar un brindis, ya que, de alguna forma, se dejó convencer por su mejor amigo que le pidió un montón de veces que lo haga.
Lo había ensayado frente al espejo, frente a Juan Carlos III, frente a Nieves, ¡Hasta frente a un Creeper! -que, por cierto, por hacer esa idiotez casi termina sin casa-, pero nada servía. El papel donde tenía escrito lo que había planeado decir terminó en la basura, esa noche iba a improvisar.
Respiró profundamente para después soltar un gran suspiro al escuchar las campanas sonar. Ya era hora.
[ . . . ]
Todo el salón de la iglesia estaba lleno, varios habitantes de Karmaland estaban allí para presenciar la maravillosa unión de Miguel y Manuel.
Doblas recitaba sus palabras con desinterés, sin despegar mucho la vista de la jodida biblia que tenía en sus manos. Lo último que quería hacer era mirar los ojos enamorados de ambos chicos que estaban delante suyo.
Y así siguió hasta llegar a la parte del "Hable ahora o calle para siempre" reprimiendo el maldito impulso de él mismo decir un "Yo me opongo".
Todo el público se quedó callado.
Vamos, ¿Nadie lo haría?
Notó a Raúl removerse incómodo en su asiento, captando la mirada preocupada de Luzu.
Aunque bueno, ese era el menor de sus problemas ahora.
El noruego suspiró y siguió hablando.
[ . . . ]
Todos los presentes se habían trasladado de la iglesia a un local muy hermoso, elegido por Lolito, habían muchas mesas pero la que más resaltaba era la de los héroes, era grande y estaba bien decorada, además, los novios estaban sentados ahí también.
El sonidito del tenedor chocando con una copa de vidrio hizo a la gente callar, viendo al alcalde de Karmaland de pie y mirando a todos con una sonrisa. Era hora del brindis al parecer o simplemente él daría un anuncio, quién sabe.
«Joder, que buena suerte, macho.» pensó el rubio, rodando los ojos.
Habló Borja, puro palabrerío que Doblas decidió ignorar.
Supo que había terminado al escuchar a la lejanía unos aplausos. Estaba muy perdido en sus pensamientos como para darse cuenta y oír a Auron, que se había parado frente a todos en un escenario que había ahí.
- ¡Okay, okay! ¡Justamente de eso hablaba! -Gritó Raúl con alegría-. Gracias a nuestro bondadoso alcalde por dar ese discurso, realmente los novios merecían algo así de bonito. -Rió-. Tengo por entendido que el que también debe dar un brindis es el mejor amigo de uno de los novios. -Dirigió una mirada a Rubén, que para ese momento ya se había dado cuenta que era su turno de pasar adelante -fue gracias a Vegetta, porque sino, no se daba cuenta-, por lo que se levantó y caminó al escenario-. ¡Ahora todos vosotros, aplaudid a Rubén Doblas!
- Gracias, calvo. -Dijo con gracia, despidiéndose del moreno que bajaba del escenario para volver a su puesto junto a Luzu. Rubius sintió un vacío en su estómago y miró al público con nervios-. ¡Un aplauso al marido! -Dijo alzando la copa de champán que había permanecido en su mano apenas se paró de la mesa y escuchó a los invitados repetir lo que dijo-. ¡Al novio! -Volvió a gritar, esta vez mirando al pelinaranja que sonreía radiantemente. Se lo veía hermoso. Nuevamente, el público repitió sus palabras-. ¡Por parte de tu mejor amigo! Que siempre a tu lado estará. -Un molesto nudo comenzó a formarse en su garganta, se estaba conteniendo a no llorar, no quería hacerlo-. ¡Por vuestra unión!
- ¡Por vuestra unión y las aventuras! -Gritaron los karmalienses, mirando la mesa de los héroes.
- ¡Y lo que vais a proveer! -Sin poder evitarlo más, pequeñas lágrimas salieron de sus ojos, cayendo por sus mejillas hasta unirse en su mentón donde caían-. ¡Y que siempre satisfechos estéis!
De pronto se sintió mareado, su cerebro le jugó una mala pasada pues había sentido que el suelo bajo sus pies tembló.
Fue como si su mundo hubiera dado la vuelta y todas las cosas que habían pasado entre Miguel y él, todos los momentos que vivieron juntos, pasaron por su mente, escuchaba murmuros, voces por todas partes.
Se tropezó un poco, sin llegar a caer. Por un momento se desorientó, miró a su alrededor con angustia y bajó del escenario, todos parecían aplaudirle pero el rubio los pasó de largo, yéndose al balcón. Necesitaba aire fresco y por suerte a nadie le pareció importar lo que acababa de pasar.
Exceptuando a una persona.
Una vez afuera, dejó la copa en el suelo y se apoyó en el barandal, observando el atardecer y respirando hondo, queriendo eliminar cualquier rastro de tristeza de su rostro para volver lo más rápido posible adentro y fingir que nada había pasado, a la par queriendo liberar su mente de aquel momento que había tenido frente a todos en el escenario.
Su tranquilidad se cortó al sentir la presencia de aquel chico de ojos morados con el que solía coquetear un poco, obviamente de coña, sabía que su amigo ya amaba a otra persona.
- ¿Qué quieres? -Preguntó secamente al voltearse-. No tengo tiempo para tus tonterías. Si vienes a joderme, mejor andate. -Dijo con algo de enojo, pero el pelinegro no se fue.
- Cálmate un poco, tío. Solo vengo a ver cómo estás. -Dijo Vegetta con inquietud.
- ¿Tú cómo crees que he de estar? Mi mejor amigo, el chico al que amo, y una de las pocas personas a las que en realidad aprecio, se va a casar con un tipo cualquiera. -Gritó con enojo-. Que además tiene problemas mentales y lo alejará de mí. ¡Joder! ¿Cómo crees que me siento? -Preguntó apretando los puños.
- Rubén--, Dioses... Tienes que hablar con alguien acerca de esto. Alguien que te pueda entender, no puedes seguir escondiéndolo. -Habló luego de un rato en silencio.
Rubius quería gritarle, sacar su espada y darle un solo tajo, pero no lo hizo. Samuel se dió cuenta de aquello, así que solo suspiró, iba a hablar pero fue interrumpido por el cura.
- Dime tú quién cojones me va a entender, ¡Dime! -Exigió-. Ninguno de vosotros sabéis lo que siento porque no habéis pasado por lo mismo. Antes solo lo tenía a él, él sabía lo que yo sentía y aún así decidió ignorarlo; no necesito tu ayuda y no necesito tu puta comprensión, Samuel.
- ¿No crees que yo pasé lo mismo cuando Willy me dejó por Fargan? -Preguntó y entre ambos hubo un silencio incómodo-. Sé lo que sientes porque Willy me dejó por ese búho, ¿Acaso crees que no me dolió...? Pero sabía que Willy sería feliz, así que no me interpuse. Me dolió, él y yo éramos inseparables y luego llegó Fargan, no podía hacer nada, simplemente observar.
Doblas odiaba a De Luque por saber como manejarlo en este tipo de situaciones.
- Cuéntame como comenzó todo, te ayudará. -Sonrió con amabilidad.
- ¿A ti te ayudó? -Preguntó aún con algo de desconfianza.
- Le conté a Luzu y me ayudó bastante, por eso pude seguir con mi vida.
Rubén suspiró y miró a Samuel con cautela.
Asintió y guió al chico a una de las bancas que se encontraban fuera.
- ¿Te acuerdas cuando llegué a Karmaland? -Preguntó a lo que su acompañante asintió. Eso pasó hace años-. Recuerdo haber llegado junto a Mangel, pero no nos hablamos hasta que... -Tragó saliva-. Yo estaba peleando en la noche y los monstruos me rodearon. Luché como pude, pero me superaron. -Admitió con vergüenza al percibir la mirada de desaprobación de su amigo ya que este le había comentado apenas llegar al pueblo que era peligroso salir por las noches-. Pensé que moriría y después apareció él. Luchó como ningún otro, y me rescató. -Sus ojos brillaron con cierta añoranza y admiración-. Recuerdo esa noche, puede que me arrepienta de ella el resto de mis días, estuve tirado en el piso con un dolor tremendamente asqueroso por todo el cuerpo, con el miedo de morir en cualquier instante, pero... Vi la luz de una antorcha acercarse, para ese entonces ya decía yo que esa era la luz que siempre dicen ver cuando mueren. -Comentó con gracia-. Y luego... Lo ví a Miguel... - Mencionó con una sonrisa, de esas típicas que tienen las colegialas al ver o hablar del chico que les gusta-. No volví a ser el mismo. Aquel aventurero incontenible con pasión al luchar, pero con una carita que es tan... -Soltó un pequeño chillido por la emoción, seguido de una risita que fue contagiada hacia Vegetta-. ¿Puedes creer que me dijo "Hola, ¿Cuál es tu nombre?" y yo le contesté "Soy gay"? ¡Que puta vergüenza, tío! Me quedó mirando como un bicho raro y después comenzó a reír con fuerza, hubiera salido corriendo si no fuera porque estaba herido de pies a cabeza. -Murmuró, tapándose la cara con las manos al recordar el bochornoso momento-. Todo mi interior pareció estar en llamas y mi corazón estaba acelerado, en ese momento supe que lo que sentiría no iba a ser un juego... -Susurró, destapándose la cara para mirar las estrellas que comenzaban a aparecer hermosas en manto azul que era el cielo.
❝ - Jode', eres gracioso. -Sonrió de manera tierna y Rubén hizo lo mismo por el acento que tenía-. Hola "Gay", soy Miguel. -Bromeó a lo que Rubius rodó los ojos con incomodidad, esperando que el rubor en sus mejillas desaparezca pronto.
- No seas gilipollas, soy Rubén. -Habló con fingida molestia y el de lentes se acercó a él.
- Ya, ya, perdón. -Rió-. Debería ayudarte con eso. -Señaló las heridas.
Dicho y hecho, el pelinegro sacó de su inventario algunas cosas que podían ayudar a su nuevo amigo para curarle.
De alguna manera, ambos lograron sacar un tema de conversación, dándose cuenta que tenían un montón de cosas en común, de seguro se llevarían bien.
Tal vez, demasiado.
[ . . . ]
Miguel con toda la amabilidad del mundo acompañó al noruego a su hogar.
Una vez ahí, se despidieron ya que el de lentes al parecer tenía algo más importante que hacer. Rubius miró como la silueta poco a poco desaparecía entre los montes y cuando finalmente ya no estaba en su vista, cerró la puerta y se apoyó en esta, soltando un gritito.
¿Así es como se siente llevarse bien con alguien con tu mismo nivel de estupidez?, ¿dónde carajos está la trampa? Se sintió tan libre de poder hablar cualquier gilipollez que pase por su cabeza con la tranquilidad que el contrario la seguiría.
La conversación había durado mínimo 5 o 6 minutos cuando comenzó a sentirse a gusto, todo lo que decían estaban de acuerdo, es como si en un sueño estuviese, el escenario, su postura ante el combate, las risas... Simplemente perfecto.
Pudo sentir y escuchar un poco el coqueteo por parte del andaluz, obviamente Rubén le daría una oportunidad.
Luego al preguntar por su familia pareció incomodarse, ¿Sus manos estuvieron temblando?, ¿acaso miró de reojo?
De seguro no tiene tanto dinero y su familia ni le presta atención, capaz actúa por instinto, sin guías o experiencia alguna.
Es tierno y él lo sabe. Tiene barba, es muy poca, pero igualmente eso no quita que se vea menos adorable. ❞
Ruben miraba el cielo con mucha nostalgia, se parecía a aquel día.
A su lado Samuel solo sonreía al oír el relato y ver el sonrojo del chico, muchas cosas pasaban por su cabeza en ese momento, pero ninguna que pudiera ayudar su acompañante. No negaría que tenía ganas de abrazarlo y decirle que todo estaría bien, pero no era así. No podía mentirle así como si nada.
- Luego de un largo tiempo viviendo en Karmaland. -Samuel volvió a la realidad al escuchar la voz de su amigo-. Decidiste hacer una fiesta con ayuda de Luzu. Nunca lo olvidaré, anunciaste que alguien se uniría a nosotros, además, Luzu quería celebrar nuestra victoria en la misión de ese día. Había pasado a recoger a Miguel para llegar juntos y en el camino coqueteábamos como de costumbre. -Los ojos del cura se posaron en los de Vegetta-. No te mentiría si te digo que mi corazón palpitaba a mil. Vaya mierda... -Se lamentó.
Samuel sintió su corazón encogerse.
Era triste saber que era una simple farsa montada sólo con la intención de mofarse y hacer el ridículo un rato, y para variar, Mangel no siente lo mismo por Rubén, el "No homo" es lo que se escucha siempre después de alguna jotería que ellos realizan. Samuel lo sabía.
- ¿Qué pasó luego?
- Él y yo conversábamos tranquilamente, no me di cuenta que sus ojos miraban como gilipollas al maldito psicópata ese. Esa sonrisa... ¿Sabes cuántas veces quise que me sonriera así? En ese momento supe tres cosas, nunca vi a Miguel enamorado, pero lo estaba. Sus ojos mostraban corazones, no juego. Parecía que había visto a un mismísimo ángel. -Su voz se llenó de rabia-. No sabía lo que hacía, sentía el enojo en mi garganta, quería llorar, gritarle, sacarlo de ese lugar y-... -Suspiró-. Tomé el coraje para ayudarlo en eso y me acerqué al chico. Fue lo peor que he hecho.
❝ - Y luego Vege me dijo "¡Hey, no puedes llevarte eso, es ilegalísimo!" -Relató entre risas el oji-verde, para luego pararlas al no oír al pelinegro-. ¿Me estás escuchando...? -Preguntó con algo de dolor al sentirse ignorado, aunque igualmente no hubo respuesta por lo que siguió con la mirada aquello que tenía embobado a su mejor amigo.
Era el nuevo chico, un pelinaranja con pecas y ojos verdes.
Rubén hizo una mueca, volviendo a mirar a Miguel Ángel.
- Hey, no es por nada, pero ese chico es mío. -Le susurró el de lentes, sin despegar su vista del pobre chico perdido, y no era para menos, al ser nuevo no conocía a nadie y no tenía con quien hablar.
Rubius le siguió mirando, podía afirmar que Mangel, su Mahe, estaba indefenso, en sus ojos se le veía indefenso.
Se levantó, acercándose al pelinaranja, con intención de llevarlo hacia su mejor amigo para ayudarle.
- Buenas. -Saludó el castaño -en aquel tiempo- al estar frente al nuevo habitante de Karmaland-. Mi nombre es Rubén, quieres... No sé, ¿Venir conmigo?
- Oh, bueno... -Respondió con duda a lo que Rubén lo tomó del brazo y se dirigió a la mesa en la cual Mangel miraba con preocupación a su mejor amigo por aquella repentina acción-. ¿A dónde me llevas? -Preguntó, encontrándose la mirada del ojigris y quedando perdido en ella.
- Voy a cambiar tu vida. -Respondió con burla.
Esperaba no cambiarla, que sea cosa de una sola noche, que sólo hablen, que no se atraigan, que al final no se lleven bien, ¡Lo que sea! Sólo que no termine nada bien entre ellos.
- Me parece bien, sigo tus pasos. ❞
De Luque estaba demasiado atento a la 'historia', tanto que podía decirse que era capaz de ver el momento frente a sus ojos, mientras que Rubén tenía los ojos rojos y cristalizados.
- Rubius, me dijiste que en ese momento supiste tres cosas, ¿Cuáles eran?
El de máscara de oso lo miró y pasó su mano por sus ojos, restregándolos para que no salieran las lágrimas.
- Bueno... -Se tomó un pequeño rato para ordenar sus pensamientos y poder explicarse-. La primera; dije que no me enamoraría de nadie de aquí, combatimos con muchos monstruos, no soportaría perder a alguien así. Siempre estuve solo y, quiero creer, que nunca fui bueno para convivir con alguien. Tal vez por eso no pude conquistar a Mangel.
Samuel asintió y le pidió a Rubén que siguiera con su relato, a lo que el nombrado siguió hablando.
❝ - Soy Miguel Rogel, un gusto conocerte.
- ¿Miguel...? -Preguntó, tomando su mano.
- Mi mejor amigo. -Respondió Rubén, quien sonreía mirando a ambos, pero por dentro estaba a punto de salir corriendo y llevarse a Mangel consigo. ❞
- La número dos; tras los rumores de que yo tenía sentimientos hacia Mangel, él comenzó a sentirse algo incómodo. Era raro, los dos siempre actuábamos como pareja, me ilusionaba yo solo, él actuaba con total libertad conmigo, pero luego... Ya no era como antes, que luchábamos y estábamos a riesgo de morir, pero reíamos como si nada. Tal vez por eso le presenté a Lolito, para que tenga a alguien más con quien actuar de esa manera, para que no tenga esa parte de él aprisionada, que sin duda es la mejor.
❝ - Supongo que participarás en misiones, serás un héroe también, por eso tanta celebración. -Murmuró Mangel, notablemente nervioso.
- Supones bien y si se requiere luchar para que nos conozcamos más, soy capaz de decir que habrá valido la pena. -Antes de que Doblas se diera cuenta, el chico a su lado le había dejado un beso en la mano de Miguel.
- Os dejaré solos. -Dicho esto, se había retirado, con una sonrisa fingida y con las ganas de echarse a llorar ahí presentes. ❞
- ¿Y la última? -Preguntó Samuel.
Por su parte, Rubén parecía con menos entusiasmo en terminar con sus razones. Estaba tenso y cualquiera podía adivinar que quería irse muy lejos.
- La tercera es que... Conozco a Miguel como a mí mismo, si no es más. Nunca nadie encontrará a alguien más amable o leal como lo es él. Si le pido que se quede a mi lado, él se resignaría en silencio. -Su tono de voz comenzó a elevarse-. Él sería mío, pero no estaría feliz, estaría mintiendo. -Prácticamente gritó las dos últimas palabras, agarrándose de la cabeza por las voces que estaba escuchando dentro de esta, como si le siguieran con la historia, susurrándole y diciéndole cosas.
Se tranquilizó luego de unos largos segundos y volteó a ver las estrellas, soltando un suspiro y estiró su mano a estas, como si pudiera alcanzarlas para agarrarlas, con una sonrisa triste plasmada en el rostro.
- Pero hay veces que fantaseo en las noches con los ojos de Mangel, son grises. -Recordó-. ¡Un color muy raro en ojos, pero le quedan perfectos! -Añadió con emoción, cambiando rápidamente su semblante a uno tristón como antes-. Suelo imaginarme una vida junto a él y a idealizarme lo que hubiéramos podido ser si le hubiera confesado mis sentimientos o si nunca hubiese conocido a Lolito... -Dirigió su mirada al interior del establecimiento, su vista enfocándose en la pareja recién casada abrazados-. Al menos mi amado Mangel tiene un esposo y será feliz... Al menos aún mantendré mi amistad con él... -Susurró, queriendo alentarse a la par que se abrazaba.
Samuel se acercó y sin dudar le abrazó, dándole palmaditas en la cabeza, tratando de apoyarle.
- Sus palabras, que ahora resuenan en mi cabeza, cortan peor que cuchillos, joder. - Rubius no se apartaba de Vegetta. Lo sentía como un apoyo, sino, se vendría abajo-. Mi interior lo pide a gritos, le pide que venga a rescatarme. En mi mente estoy de rodillas solo para suplicarle que pueda regalarme una sonrisa más. -Las lágrimas comenzaron a bajar nuevamente.
- Rubén... -Iba a seguir hablando pero una voz le interrumpió.
- ¡Chicos! ¿Qué hacéis aquí? Debéis estar junto a los novios. -Dijo Alexby, sin su casco puesto pues para este tipo de eventos importantes no se lo ponía. Luego de unos segundos se fijó que sus amigos se estaban abrazando por lo que los miró con picardía-. ¿Estáis teniendo un momento? ¿Acaso queréis opacar a la pareja de hoy? -Preguntó esta vez con sorna en su voz, sin darse cuenta de las lágrimas del rubio ya que este tenía su rostro escondido en el pecho del pelinegro.
- Pues sí, pequeñín, has interrumpido nuestro momento. -Contestó el oji-morado con burla, alejándose del oji-verde y levantándose, tomando de la mano a su compañero desolado para levantarlo también a él. Rubén volteó su cabeza para poder limpiarse las lágrimas con discreción y cuidado para que el menor de los tres no los vea.
Se dirigieron nuevamente a la mesa de los héroes, menos Doblas, quien se detuvo a mitad de camino para devolverse al pequeño escenario.
- Okay, buenas, me disculparéis pero la vez pasada no pude decir lo que tenía que. -Habló una vez enfrente todos, captando su atención, especialmente la de Samuel que tenía algo de temor de lo que probablemente Rubén diría, esperaba que no fuera nada que pudiera destruir el matrimonio o algo parecido-. Yo-... Uhm... Sinceramente quería agradecer la presencia de todos en este... Maravilloso día. -Comenzó a hablar, dudando en las últimas palabras, sintiéndose un poco hipócrita-. Sé que no soy ninguno de los novios para agradecer esto. -«Aunque quisiera serlo» pensó decir-. Pero es bonito que los acompañen en su día, que vean su felicidad hoy, aunque yo quiero decir unas palabras dedicadas a Miguel Ángel... -Miró al nombrado con una sonrisita y un pequeño rubor apoderándose de sus mejillas-. Mahe, eres... Alguien muy importante para mí, llevamos años juntos y... Siempre has estado ahí, en mis aventuras, en mis tristezas y en mis momentos felices, eres lo mejor que me ha pasado, tío, adoro todo de ti, siempre me haces reír aunque hemos tenido nuestros deslices, eres el que mejor me entiende y soy capaz de confesar que-... -Miró ahora a Vegetta, que estaba expectante, con curiosidad en saber que sería lo siguiente.
Rubius se arrepintió.
Miró ahora a la pareja, se encontraban abrazados, Lolito apoyando su cabeza en el hombro de Mangel y este con una mano en la cintura de su ahora esposo, ambos desprendían amor, corazones y cursilerías, era como ver un aura rosadito entre ellos...
Ahora miró al público, todos curiosos, a la vez alegres por la unión, queriendo ver el siguiente paso en aquella pareja. Y... Rubén tomó su decisión, no lo haría, no podría arruinar la relación de los dos, todo el mundo los quería juntos, una confesión ahora era lo peor.
¿Cómo pudo ser tan iluso en siquiera pensar por unos segundos en declararse allí mismo?, ¿por qué por unos minutos tuvo la idea de querer estar satisfecho con su vida y traer a Miguel con él, sabiendo que no está bien ni sería feliz?, ¿por qué por un momento sintió que estaría bien ser egoísta? Debía seguir con la idea de estar insatisfecho solo para ver feliz a su amado-. Debo confesar que deseo que vuestro matrimonio dure hasta el fin de los tiempos, que vuestro lazo sea tan fuerte que nada ni nadie lo podrá romper. -Retomó la palabra, acercándose a un mesero para agarrar otra copa y alzarla-. ¡Por el marido! -Gritó eufórico, mirándolo-. ¡Por el novio! De parte de vuestro mejor amigo, quien siempre os apoyará. -Se tomó el líquido de la copa, sintiendo su garganta arder y le devolvió la copa ya vacía al mesero, acercándose a los novios y abrazándolos-. ¡Por vuestra unión y de lo que vais a proveer! -Y ahí estaban de nuevo sus lágrimas saliendo sin control alguno, por suerte cualquiera confundiría eso con felicidad-. ¡Y que siempre estéis satisfechos! -Tomó a Miguel de los hombros y le sonrió-. Felicitaciones...
- Gracias, Rubiu'. -Sonrió con sinceridad Mangel, abrazándolo para luego separarse y besar a su pareja, escuchando el escándalo que se formó en todo el salón por los aplausos y viroteos.
Rubén sintió su pecho doler, por lo que se alejó de la escena, volviendo al balcón, sentándose en un rincón de este mientras sostenía en su mano una carta que había sacado de uno de los bolsillos internos que tenía su saco -porque si, se había cambiado su traje de cura a otro más formal-, para ser específico, una carta que le había escrito hace bastante tiempo ya al andaluz en la cual confesaba sus sentimientos. Nunca se la dio.
Pero igualmente su secreto se vio perjudicado al haberle contado sin querer a alguien su enamoramiento hacia Mangel, así que eso se divulgó y llegó a los oídos de su mejor amigo.
La abrazó contra su pecho, soltando pequeños sollozos.
¿Has sentido ese dolor que no puedes explicar en tu pecho? Rubén sabía lo que era el dolor, en serio lo sabía. Había bastado ese "Gracias" para volver a herirlo. La voz del chico eran cuchillos que se introducían en su piel. Su parte menos racional quería ir a pedirle que lo ayudara, solo necesitaba estar a su lado, solo eso.
¿Era ilusion suya? Se estaba viendo sangrar. Estaba viendo como todo su ser pedía a gritos que Mangel estuviera a su lado, que lo besara tal y como estaba haciendo con Lolito. No podía respirar, pero a Miguel no le importaba.
Rubén sabía que se recuperaría solo si lo dejaba ir. Dejar de llamarlo, dejar de pedir su presencia. Debía renunciar a su amado. Pero... ¿Cómo?, suena tan fácil, decirlo es tan fácil, pero hacerlo... Mierda, ahí ves el problema.
Seguía viendo como su cuerpo pedía por Mangel, pero no hacia caso. El ruido seco de algo golpear contra un objeto de metal se coló en sus oídos. No escucharía esas voces. No necesitaba más de Mangel. No lo necesitaba para sanar.
Desde el primer momento que vió a Miguel, supo que iba a caer. Necesitaba puntadas para sus heridas.
Miró la carta y la leyó por última vez, dejando sus lágrimas caer sobre esta, dañando la tinta con la que lo había escrito. Necesitaba dejar eso de lado.
Rompió la carta en pedazos y se estiró un poco para tirar los papelitos por un agujero de la barandilla, viendo como se iban volando, viendo como se separaban y caían por diferentes partes. Ahí iban todos sus sentimientos.
- Y yo sé que él será feliz siendo su esposo... -Habló para si mismo, con la voz entrecortada-. Pero también sé que nunca estará satisfecho, yo nunca estaré satisfecho... -Balbuceó, abrazando sus piernas y escondiendo su rostro en ellas.
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