𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 7: 𝐀𝐫𝐫𝐞𝐩𝐞𝐧𝐭𝐢𝐝𝐨.
Finalmente había llegado a aquel inmenso edificio blanco, antes de siquiera darse cuenta, se había movido hacia el hospital por un acto de inercia, estaba totalmente seguro de que pronto se arrepentiría, después de todo, no tenía el derecho de siquiera estar parado frente a Izuku.
Estaba en la entrada, la gente entraba y salía apresuradamente, algunos chocaban entre sí, otros simplemente salían con la cabeza gacha sin una pizca de energía en su cuerpo. Dudaba si entrar o no, y además, ¿que mierda haría en cuanto esté con él?, no le hablaría, se vería estúpido, después de todo... Izuku no escucharia ni una sola palabra de lo que dijera, tanto en coma, como consiente.
—Vamos, Katsuki, no seas un puto marica y enfrenta las consecuencias de tus malditas acciones, joder—se dio unas palmadas en sus mejillas, animandose a sí mismo, finalmente entrando al lugar.
Instantáneamente respiro el edor a alcohol y fármacos con aroma dulce, asqueandolo al instante, estaba sobre poblado de personas que caminaban apresuradamente al compás de las manecillas del reloj.
Se acercó a la recepcionista, y de mala gana preguntó por aquel pecoso torpemente, aún en público fingía que no le importaba.
—Se encuentra en la habitación nueve, en el tercer piso—respondió la señorita dedicándole una sonrisa, para luego mirar su computadora nuevamente.
El cenizo asintió suspirando, coloco su frente con el escritorio, debería detenerse a pensar claramente las cosas, todo estaba pasando tan rápido que no lograba entenderlo.
Se volteó decido a ir hacia el cuarto de Izuku. Sin embargo, chocó contra un cuerpo robusto, cayendo al suelo al instante ambos individuos.
Se levantó rápidamente maldiciendo por lo bajo, en tanto sacudía su ropa, estaba a punto de insultar a aquella mujer que lo había hecho caer, o al menos antes de verla y reconocer el regordete rostro de la la señora Midoriya, la pobre señora estaba totalmente demacrada, tenía grandes bolsas debajo de sus ojos, estos mismo estaba hinchados, si cabello era un lío, y su ropa era un desastre.
—lo siento mucho, en verdad es un pena. Iba apresurada, que torpe—se disculpo recogiendo las cosas de su bolso que se habian esparcido por todo el suelo.
—Inko...—susurro, e instantáneamente se puso de cuclillas ayudando a la mujer a ordenar los papeles que tenía anteriormente.
La mujer al ver su cara sintió alegría. ¿Bakugo e Izuku seguían siendo amigos aún después de todo ese tiempo?, ¡era increíble!. Ya no se veía con Mitsuki, por lo que creyó que los Bakugo se habían ido de la ciudad o algo por el estilo. Al menos, eso era lo que pensaba.
—¡Katsuki, cariño, cuanto tiempo! —exclamó la mayor riendo, tomando la cara del cenizo, indagando cada uno de los detalles de esta. —Dios mio, estas hecho todo un hombre, mira que guapo te has puesto. —dejó al menor para finalmente levantarse del suelo. —¿has venido a ver a Izuku? —preguntó recibiendo los documentos de las manos del cenizo.
En aquel momento, Katsuki solo quería que la tierra lo tragase, no quería mentirle a Inko, y mucho menos quería que la mujer se enterara de que él era el causante del que su hijo estuviera allí. Por que sí, se había roto la cabeza pensando en cómo lo había hecho, debió de haber sido la paliza que le había dado en el baño, aquella patada en la nuca del pecoso tenía algo que ver. Pero Katsuki era demasiada cobarde como para decirlo.
—S—si...—se limitó a decir agachando la cabeza. Mierda, que mal se sentía, de verdad es que era un maldito mal nacido, Ochako no se había equivocado en ningún insulto que le había gritado.
Sintió los brazos de la menor rodeandolo repentinamente, y su hombro humedecerse de la nada. ¿Acaso Inko estaba llorando?, joder, esto ya era demasiado, hasta un bastardo como él se sentiría basura.
—Katsuki, nos informaron que probablemente no despierte...él, esta un estado crítico, por una supuesta contusión cerebral, dicen que según los moretones que hayaron en su cuerpo, junto a los rasguños y todos vendados que tenía oculto... Que él podría haber sido atacado por alguien—sollozo la mujer separándose del más alto. —gracias...gracias por no abandonar a mi Izu. Él no tiene muchos amigos, ¿Sabes?—se limpio las lágrimas con el dorso de su mano.
Sentía que él sería el que llorase en aquel momento, maldición, se sentía terrible, ¿su amigo?, ¡Ja, por favor!, si tan solo supiera las veces en las que Izuku rogaba que dejase de golpearlo, si tan solo supiera cuantas veces la cabeza de hijo quedaba dentro del escusado del baño. En verdad, era una maldita mierda.
—si...—tan solo respondió mirando el suelo.
—¡Bien!, te dejo. Debo ir a trabajar—apretó la mejilla del menor, dedicándole una sonrisa finalmente se retiro del lugar.
—perdóneme... Inko—apretó sus puños hasta que sus nudillos quedaron blancos, la ira hacia sí mismo lo estaba carcomiendo, era un completo imbécil, merecían estar en el lugar de Izuku con toda seguridad.
Abrió la puerta lentamente, tal vez había alguien más visitándolo, y sinceramente, quería estar solo con Deku, sin la presencia de un segundo allí.
—aunque no puedas verlo, logré controlar más de un objeto, Izuku. Esto es gracias a ti, muchas gracias.—susurro la castaña haciendo flotar otra grulla de papel en tanto emulaba una sonrisa.
—te lo mostraré cuando despiertes, se que te encantará. —tomó la mano del pecoso entre las suyas.—¿recuerdas, cuando dijiste que mi quirk era genial?, yo me sentí muy bien aquel día, me sentí notada por primera vez, y tu me admiraba, y... Cuando dijiste que algún día sería una gran heroína, yo... ¡Realmente me sentí muy feliz!—gritó llorando a cántaros—tu fuiste, la primer persona que creyó en mi...—limpio sus lágrimas con la manga de su chaqueta—l—lo siento. Ya no puedo sonreír más—entre sollozos, adjunto su cara con la camilla, empapando las sábanas con su llanto, el dolor que se aglomeraba en su pecho le dejaba un nudo en la garganta demasiado grande, ya no podía soportar lo.
Bakugo quedó atónito ante aquella escena. No podía ver bien al paciente, sin embargo, sintió una rara sensación en su pecho, aquella que nuevamente le hacía tener ganas incontrolables de llorar también, intentó cerrar la puerta sin hacer un mínimo ruido, sin embargo, esta emitió un chillido.
—joder...
—¿Todoroki?—la castaña se levantó de su asiento, dirigiéndose hacia la entrada de la habitación, pero en cuanto abrió la puerta no había nadie allí. —¿Uh?—quedo extrañada, sin embargo, pensó que podría haber sido el viento, después de todo estaban frente a un ventanal.
Uraraka se había ido hacia ya unos minutos, por lo que aprovecho esa oportunidad para entrar, antes de que otro viniese a verlo, ya que era obvio que no lo dejarían solo por la noche.
Cuando se acercó a la camilla, sentía que su pecho iba a mil por hora, no quería ver el estado del pecoso, pero tampoco podía ignorar la realidad que él mismo había causado.
—j—joder... —al verlo, simplemente se quebró, no pudo contener sus ganas de llorar. Vaya que Deku estaba delicado. ¿Acaso él le había hecho eso?, era irreal, mierda.
Tomó asiento en el banco que estaba junto a la camilla, admirando la cara del peli—verde. —yo te hice todo esto, Deku—susurro—perdoname...—pidio tomando su mano. —estoy arrepentido de toda la mierda que te hice pasar todos estos años... —repentinamente comenzó a reír—pero que caso tiene, es demasiado estúpido pedir perdón ahora, es tarde, ¿no?, tu ya me odias. Ya no me quieres ver, quieres insultarme, maldecirme...merezco todavía más que eso. Nunca lo admití, pero me gustaba que estuvieras en mi vida, Jodiendo mi existencia, admirando me, cuando me llamabas Kacchan... —lloraba, le dolía como un demonio.
—por favor despierta, maldita sea. Quiero ver tus ojos una vez más, quiero verte sonreír una vez más, no me importa si cuando lo haces me odies, solo quiero verte ser feliz, Deku...
Bakugo Katsuki, has quebrado las alas de un ángel, felicitaciones, pedazo basura.
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