Capítulo 5: "Abusador".

Uraraka caminaba con el ceño fruncido, vaya que esa cara daba miedo, parecía tener el diablo dentro a punto de salir. Sentía que su colera estallaria en cualquier momento, pero se contendría, quería que Bakugo la sintiese toda.

Susurraba insultos, millones de maldiciones y todas dirigidas al cenizo, y es que no podía entrarle en la cabeza como podría golpear de tal manera a Izuku para causarle ese nivel de daño, ese niño era la persona más dulce y bondadosa del planeta Tierra.

Se sentía aún peor sabiendo que a su pecoso le gustara alguien como Katsuki, alguien que lo daño, y probablemente por su culpa ahora esté muriendo poco a poco, y él, ese maldito mal nacido no sintiera ni pizca de culpa.

Sin pensarlo y siquiera golpear la puerta entró a la casa del cenizo, y ahí estaba, tirado contra la pared de la sala con la cabeza hundida entre sus piernas, no se sorprendió por la acción de la chica ni un poco.

—eres un gran pedazo de mierda, ¿Sabes lo que has hecho?—pregunto la fémina de cabellos castaños cerrando la puerta de un golpe.

Katsuki no respondió, sólo se movió, un poco, suficiente para ver su rojiza y fría mirada cubierta por lagrimas brillantes.

<¿Uh?, ¿por qué lloras?... >

Se limpio las gotas cristalinas restantes de sus ojos colorados, y extrañamente inmensas ojeras.

—no me interesa, ahora. Vete.—susurró levantándose del suelo tomando la mochila amarilla bastante grande. —llevale esto al nerd.

<aunque lo niegue, todavia quiero volver a verte, o quizás, quiero verte volver, Deku.>

La mirada café de la chica se oscureció como si el fuego de su corazón se hubiese apagado de la nada ante aquel chico que actuaba como si nada pasara, dejó a un lado la pertenencia de Izuki y se acercó lentamente a Bakugo, quien aún miraba el objeto estado de transe.

—Malnacido...—pronunciaron sus labios vagamente tratando de contener un sollozo al recordar a su amigo en aquella camilla, entubado, vendado en el peor estado. —estas allí, actuando como si nada, como si todo siguiese su curso normal, como si todo estuviese bien, como si no hubieses roto nada, como si no hubieses roto a nadie. Siempre con esa sonrisa que grita que eres mejor que nadie, cuando en realidad aquí, tienes el peor alma de todas. Le dueles, y a ti no te importa en lo absoluto, idiota.

Katsuki sintió todas esas palabras clavandose en su pecho sin cuidado alguno, había tanta verdad en esas simples frases que dolia exageradamente. La miró con sus orbes cristalinos, apuntó de quebrarse.

—no se de que hablas... —dijo en un intento en vano de defenderse. —¿Deku te envío a que me digas todas esas mierdas?

La chica soltó una carcajada, estaba perdiendo el control. —¿como me mandaría Izuku?, ¿aún no lo sabes?

—¿qué mierda tengo que saber de esa basura?, ha quedado clarisimo que no lo quiero en mi vida. Lo he plasmado en su cuerpo, en su rostro.—sonrió ante sus palabras, verdaderamente no sentía placer al decirlo, pero su orgullo hablaba por él.

—Eres.... Eres un...—no podía encontrar la palabra correcta para describirlo—abusador..—dijo por fin logrando que Bakugo levantase una ceja.—Izuku esta...—un sollozo se escapó se su boca. —Midoriya Izuki esta en coma, y ¡Tu eres su maldito culpable! —no se dio cuenta de sus actos, un bofetazo chocó contra la cara de Katsuki repentinamente. —Deku, aquel chico a quien tu llamas inútil, al pobre chico que tu golpeas y del cual te burlas solo por perseguir un sueño que es imposible... Ahora está postrado en una camilla, y lo peor es que posiblemente ¡jamás despertará! Su cuerpo está presente pero no su alma, no su sonrisa, sus palabras, sus sentimientos, sus reacciones, ya no hay nada de él en este mundo...y todo por tu culpa, por tu egoísmo y ego.

<¿Deku ya no está?....>

—¿¡Y sabes que es lo que mas me cabrea de toda esta maldita realidad?!—se agachó a la altura del cenizo. —que Izu te ama...te ama tanto que oculto todos sus dolores y golpes por tu futuro. Por mas que tu lo miraras desde arriba con tus aires de futuro mejor heroe, en sus hermosas esmeraldas aún quedaba amor hacia ti. —Ochako se levantó, abriendo la puerta tomo la mochila de su amigo. —Bakugo Katsuki, cargaras con la culpa de haber hecho pasar el peor de los infiernos a la persona que más te amaba. Felicidades, es lo que querías, ¿no? Ya no podrás verlo sonreír.

La castaña finalmente salió de la casa dando un portazo.

<¿de verdad te gustó Deku?, ¿¡de verdad me amas?!>

Un inmenso chillido cayo de sus labios, sus ojos se rebasaron de lágrimas, su garganta ardía. ¿Así se sentía el amor?

Shoto recorría con el dorso de su mano la mejilla del pecoso, su piel era como la de un bebé, extremadamente suave. Tocaba con su índice los puntitos alojados en su mofletes, y los unía creando miles de constelaciones.

<Izuku no mereces esto...>

Se oyó el chirrido de la puerta, una señora bastante desarreglada entró a la sala agitada. Era muy parecida a su amigo, su cabello era del mismo color, y sus ojos igual.

—Bueno días... —espetó el bicolor con una amable sonrisa. —Usted debe ser su madre, ¿verdad?

La señora asintió.

—Dime Inko cariño. Gracias por cuidar a Izuku. —la mujer tenia los ojos rojos, claro signo de que estuvo llorando durante ratos.

—Todoroki. –hizo una leve inclinación.

—¿qué ha dicho el Doctor? —se arrimo a la camilla de su descendiente, sus orbes se cristalizaron aún más. No podía explicar cómo le Dolía ver a su hijo en tal estado, era simplemente hiriente.

—No saben...cuando podría despertar, es muy incierto. Según el medíco, hay que hacerle compañía, hablarle, cuidarlo. Como si nos entendiera.

Inko lloraba en el pecho de su hijo, Shoto calló al notarlo.

—lo siento mucho. Izu, no lo merecía.

<Izuku Midoriya, tu me enseñaste a querer bonito, a querer sin conocer, a soñar despierto por más ilogico que sea, me tocaste sin ponerme un dedo encima, me dijiste “te quiero” sin hablar, esa voz que tanto amo y me duele saber que jamás podré volver a escucharla. Esos ojos que tanto me miran, y saber que jamás podré volver a verlos. Te extraño. >

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