Capítulo 1: "Falsa Apariencia"

“La diferencia entre lo que eres, y lo quieres ser, es lo que haces y por lo que luchas...”

Kacchan, una vez me dijo que no tenía nada particular...nada especial...nada que me califique en esta anarquía de sociedad...

Lamentablemente, crecí con esa idea carcomiendo me día y noche.



- Wao!, Kacchan!, Tu quirck es genial!, Tu eres genial! - gritaba un pequeño de pecas, al ver la gran demostración de kosei que su mejor amigo estaba realizando.

- ¿Lo ves, Deku?...soy alucinante. - sonrió de lado con orgullo característico del crío Bakugou.

- Ya quiero manifestar mí poder!, ¿Te lo imaginas?!, Seremos héroes!, Lo mejores! - el niño estaba a Punto de continuar con su monólogo soñado, eso a no ser que el rubio lo golpeó dejándolo en el suelo anonadado.

- Corrigo. - carraspeo un poco tronando se los nudillos. - Seré. Es obvio que no tendrás un quirck, ya tienes 7 años, Deku. ¿Cuanto más piensas esperar?...rindete. -.

- E-eh...pero, Kacchan!, Lo prometiste!. ¿Recuerdas?...i-ibamos a ser el mejor dúo de héroes...- susurro Izuku en llanto.

Ver cómo era tratado por su único amigo, su mayor inspiración, y la persona hacía quien le tenía una gran estima y admiración era devastador.

Simplemente insoportable.

- Lo hice. Antes de saber que serías un bicho raro, un QUIRKLESS...-.



QUIRCKLESS, esa maldita palabra me califico durante toda mí vida.

Era excluido por todos, tachado de inútil. Sobre todo por Kacchan. No me mal entiendan. Jamás lo odie.

Hasta el día de hoy no puedo hacerlo. Por más mierda que halla sido conmigo, por cuan dolorosas sean sus golpizas e insultos... simplemente no puedo, lo amo.

Tanto que llegó a ser...un idiota por él.

Ese amor me arruina todo el tiempo, quiero demostrárselo, pero temo que JAMAS, NUNCA me corresponderá.

Le produzco asco. Asco...¿por ser diferente?,tal vez. Siempre es por eso.



- Izuku!, Hora de la escuela!! - grito la señora Inko, la anciana amable del vecindario.

El llamado lo saco de sus pensamientos. Siempre se pierde en ellos.

Lo mismo de todos los días, se despierta, por más que sea la madrugada no vuelve a dormir, simplemente mira el techo y se enreda en su mente. Hasta que su madre lo llama a gritos y baja para comenzar, lo que es incorregible, un horrible día.

Lo calma, lo prepara mentalmente para la basura que va a vivir hoy.

Por que si, por más horrible que suene, todos absolutamente todos los días de la vida de Izuku Midoriya son un asco.

Es casi una rutina:

Llega atrasado: los chicos del vecindario otra vez robaron su dinero para pagar el metro, y tuvo que llegar corriendo.

Saca malas calificaciones: arrojaron sus notas y apuntes al agua.

Es acosado, golpeado e insultado en el receso: Katsuki lo acosa, primero, tira todo el contenido de su mochila amarilla en el suelo del baño -que por cierto, es el lugar favorito del cenizo para golpear al pecoso-. Luego lo golpea hasta que sus gritos piden por piedad que lo suelte. Seguido de su rizada cabeza en el retrete. Y por ultimo, destruye las pocas ganas de vivir con insultos.

Llega a casa -a pie, claro- lleno de magullones, heridas, y moretones:  que preocupan más y más a la pobre señora Inko. Por más que ella le pregunté, el solo dice que se tropezó.

Se duerme inundado en sus propias lágrimas.

Un deja vù infinito.

Con cada paso que da, se auto-aconseja para evitar todo eso.

- Ahorrar para comprar una bicicleta me haría evitar los golpes y la quita de dinero antes de llegar a la escuela...claro que tendré que trabajar, y vender algunas de mis figuras de All Might...eso no. Tal vez deba ir a pie y dejar el dinero de metro en casa, ahorraría de paso...- susurro tras susurro la gente a su alrededor se molestaba.

Llegó a la puerta de la escuela, dio unos suspiros antes de entrar.

- Bien, Izuku...hoy será un buen día...- apretó las orejas de su mochila y se introdujo en el establecimiento.



Se oyó el fuerte estruendo de la espalda del pobre joven Midoriya chocar contra los azulejos del baño.

No recordaba que las golpizas del mismísimo Bakugou Katsuki fuesen tan dolorosas.

Era como si esta vez tuviese una fuerza sobrehumana.

¿Que le sucede a Kacchan?...

- D-detente...Kacchan. - intento ponerse de pie. - Los héroes...no hacen esto...-.

- No te preocupes. Nadie se lo contará a mí público. No le harán caso a un idiota. - el cenizo pateo el estómago del ojiverde. - Tu, Deku. - tomo sus cabellos y los levantó del suelo. - Deberias aprender a callarte. Me gusta golpearte cuando no haces ningún ruido....-.

Un asqueroso sentimiento de impotencia lo invadió.

Desvío su mirada hacia  las personas tras su abusador, Kirishima Eijirō y Denki Kaminari: Sus secuaces.

Con esa esmeralda mirada gritaba ayuda. Pero los otros...solo desviaron la mirada incómodos.

Sintió el rechazo de ser salvado por futuros héroes.

¿Irónico verdad?...

- Bakubro...vamos, está vez..te estás excediendo...- El pelirrojo tocó el hombro de su amigo dicho.

- Cierra la puta boca. - tiro al pecoso.

- Es esa droga...no debiste inhalar la...-  susurro Denki.

- mira, Pikachu barato. Ese idiota dijo que haría crecer mí poder. Y es cierto!, Me siento fenómenal. Ahora deja que pateé el trasero de inútil de este hijo de perra, y nos vamos. - Los dos segundones se miraron mutuamente.

Ese no era el Bakugou que conocían. Era más bruto y violento que antes.

- Kacchan...basta..p-por favor..-.

Generalmente, tras esas palabras el cenizo chasquea la lengua, lo insultado, y se marcha, pero está vez, era diferente.

El ojirubí por alguna razón se enfureció y aumento la intensidad de los golpes.

- Oye!, Bakugou es suficiente vamos!, Hombre!, No es nada varonil lo que haces!..- Eiji intento apartarlo pero lo único que recibió fue un puñetazo en la nariz.

- Dije que se callen! -.

- No!, No me cállare!, Midoriya solo se tropezó contigo en el almuerzo!, Esto es demasiado, ¿No crees?! - respondió el pelirrojo limpiando con la manga de su uniforme el resto de sangre de su nariz.

- No. No lo creo. - se volteo hacia un Izuku magullado en el suelo empapado de lágrimas. Y allí, con una patada llena de fuerzas le golpeó en la cabeza.

Katsuki estaba lleno de adrenalina. No dejaba de ver colores y esa sensación de poder lo había cegado.

- Oye, Viejo. ¿Que hiciste?...- preguntó Kaminari poniéndose a la altura del magullado. - Midoriya no se mueve...-.



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