ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 28: ᴄᴜʟᴘᴀʙʟᴇ.

-¿Uh?...-quedo perpleja ante las palabras. Sintió un revoltijo en el estómago.

Recordó aquella noche en el callejón, aquel accidente que le dolía cuando lo recordaba, había entendido que no fue su culpa, pero ahora, ¿por que sucedia eso?, el mundo está gobernado por la inmunda injusticia.

-Shigaraki...-escupió interrumpida, recibiendo un golpe en el estómago, soltó todo su aire por el imprevisto.

Tosió dando bocanadas de oxígeno, realmente el muchacho tenía una fuerza exagerada y no se contendría con ella.

-Así es. -sonrió el de ojos amabarinos. -He de decir, que los Midoriya no merecen esta gran oportunidad, o como ustedes suelen decir: don. -la fría mirada amarillenta la asustó aún mas. -No están a la altura.

Izuki retrocedió chocando con la helada puerta de madera, otra vez el miedo estaba invadiendo sin permiso su cuerpo, haciéndola sentir la criatura más débil del mundo, cosa que Izuki odiaba con todo su corazón, sentirse débil eso era con Monoma y su locura que la aprisionaba con la duda de ser su mitad.

Pero había decidido no volver a sentirse de tal manera, era horrible, aunque el destino es incierto y cruel, la estaba golpeando constantemente.

Izuki creía que jamás podría ser feliz, que el sólo hecho de portar aquel odioso don se lo impedía, y aquella maldición, ¿por que no podía ser como todos y tener al amor de su vida a su lado?, claro y preciso, sin tener que pasar por el dolor que ella conocía a la perfección.

Miró al chico con sus orbes color aceituna complemente cristalizados.

-¿Tienes miedo? -preguntó. -El consejo les advirtió que no seríamos tolerante con este tipo de comportamiento, Izuki Midoriya. -se agachó a su altura. -¿o es que no lo sabes? -cogió los Rizos de la muchacha quitandolos de su cara.

Aquel tacto repugnaba a la pecosa. En su vida había escuchado aquello que Chisaki llamaba consejo. Su madre nunca lo nombró, y mucho menos hablaba del hilo negro. Estaba totalmente comfundida, frente aquel monstruo que tenía todas las malditas intenciones de acabar con su vida por un simple error que cometió, y creyó haberlo superado gracias a la ayuda de su rubio amigo, pero no, no podía fingir que no había sucedido cuando -a pesar de ignorarlo- acechaba en su mente de vez en cuando.

-no se de que mierda hablas... -Corrió su cara de las manos del joven asqueada, sin entender siquiera sus propias palabras.

Oyó un gruñido seguido de un agudo dolor en su cabellera, Kai la había levantado del suelo sólo sosteniendola con sus Rizos verdosos.

-no juegues conmigo. -la mirada helada la petrificaba.

<Mirada del color del sol, lastima que congela. Del color de la miel, lastima tan amarga. >

-Corte el hilo de Tomura accidentalmente, ¿no lo entiendes?-se aferró de las muñecas del chico para disminuir el dolor. -Fue en un arrebato de desesperación.

-A nosotros no nos interesan las excusas. Yo, Kai Shigaraki, me he ofrecido para acabar con la tiranía de los Midoriya, ¡te mataré!, acabare con su linaje, y deberán asignar a otros guardianes, capaces de realizar esta tarea dignamente. -acabo su monólogo propiciandole un nuevo golpe a la pecosa.

-¿tiranía? En mis acciones jamás se han reflejado tales cosas, son sólo invenciones del consejo, o la minucia mierda de donde eres mandado. -susurro.

-No podemos permitir que esto vuelva a pasar. Toshinori, el cobarde que cometió el peor acto de todos para conocer a extremo, fue el primero en cortar un hilo, ¿Sabes acaso el dolor y desequilibrio que provocaron tu inmundas acciones y la de él?, sabes claramente que los hilos rojos están mucho antes que tu vida. Ustedes, más bien, tus antepasados lo juraron por su apellido. Los perdonamos una vez, dos veces no...

-Cierra la puta boca. -exclamó poniéndose de pie con dificultad. -No me compares con él. Yo no estoy tan desesperada como para arruinar el destino de otras personas, con tal de buscar mi felicidad. -se apoyo en la puerta, había un pequeño hilo de sangre saliendo de su boca, lo limpio con la manga de su blusa mirando fijamente al chico. Aquella mirada dulce ahora era tan imponente, que incluso llegaba a comparase con la del oji-rubí.

-Todos los humanos son codiciosos, buscan el bienestar de ellos sin importar a quien aplasten en el camino. ¿Que te hace diferente Izuki?

-No tengo un extremo de hilo.

-Eso solo te asimila más a Toshinori.-sonrió ladinamente, pero fue interrumpido por la oji-verde.

-Y...a pesar de eso, estoy enamorada de alguien. -miró al suelo, había comenzando a llorar, apretó sus puños hasta que sus nudillos quedaron blancos. -Pero yo sería capaz de luchar por la felicidad de él, aunque eso signifique que no pueda estar a su lado, que no sea a mi a quien bese, que no sea mi a quien le mande flores, ¡aun así lo apoyo!, soy totalmente incapaz de propiciar a alguien un destino como el mio, ¡Por qué se como se siente la soledad!, aquel miedo que te come viva. Lo viví yo. No quiero que otro lo haga, a pesar de que por mi culpa Shigaraki lo está haciendo, tu me estas inculpado de haberlo hecho con las intenciones equivocadas. Y creeme, no soy lo suficientemente cobarde como para realizarlo. ¡Podría pasar mi vida entera sola, con tal de que él no esté triste!

<solo las palabras que cargan sentimientos son capaces de cambiar a alguien, palabras con magia, que provienen de alguien con corazón puro>

-Maldito arbusto parlante, si quiere calentarse que me mire, ¡Pero ya no tolero esta mierda! -grito el cenizo tirando toda la leña que Cargaba en su espalda.

El viaje al bosque había sido una maldita pesadilla por la cantidad de nieve en el suelo, y por sobre todo, en los árboles que le caían en la cabeza que lo hacían congelarse.

-Tengo congelado hasta mis huevos, ¿si tanto le agrada el cara de pajaro, por que no fue él? -murmuraba juntando nuevamente los trozos de madera recordando que el también tendría frío si no los llevaba.-Claro. Soy el único imbecil que hace esto por ella. -una pequeña, diminuta sonrisa se alojó en sus labios. -Estoy tan malditamente enamorado de ella. Ahg, el amor es una mierda, pero mierda de la buena, que puto asco.

<admito, que una de las cosas que más me gustan son sus malditos ojos, tienen tanta paz, que mi caos se ordena con su mirada>

-¿Uh?... -oyó un grito muy característicos de cierta persona. -¿Deku?... -susurro dándose cuenta al instante de que alguien más estaba con ella. -Mierda... -dejó la madera abandonada hechandose a correr.

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