› O1.

Breathplay.━━
JayWon/WonJay
Jay. Top ! JungWon. bottom !

—¿Qué ha pedido? —recostándose en la pequeña mesa de madera para contar los billetes arrugados, suspiró cansado.

— Todo menos lo convencional; tendrás que aguantar bien —el falso castaño le echó una mirada fugaz al recepcionista con el que no era muy cercano, esperaba que Hee se recuperara pronto de su resfriado.

— Lo puedo tomar —enderezándose de nuevo, guardó los billetes de grandes cantidades en su pequeño morral, lo dejó resguardado con el muchacho enfrente suyo y caminó hacia los "camerinos" para retocarse.

— Solo trece mil más, solo eso... —susurraba para sí mismo mientras se sentaba en su lugar y tomaba una toalla húmeda desechable para desmaquillar el poco de sombras en sus ojos, luego retiró las piedras de adorno en sus pómulos y hasta el último peinó sus cabellos de forma que su flequillo cayera despreocupado sobre su frente.

Se levantó y de un cajón escondido sacó un sobre de lubricante mínimo, se lo guardó en sus pantalones junto con un solo condón y cerró su área para poder caminar hacia la habitación designada que le habían dicho mucho antes.

Yang JungWon siquiera se preocupaba por tener satisfacción dentro de ese espeluznante trabajo nocturno; al principio le calentaba el hecho de sentir poder al ver que su pareja de esa noche era tan sumisa, pero luego le fue perdiendo el gusto.

Rampoco estaba tan metido en el mundo del bdsm, como sus demás colegas, así que tampoco es que experimentaba mucho.

De hecho, pocas veces tenía clientela tan solicitada por su cuerpo gracias a sus preferencias sexuales, pero cuando las tenía, la propina parecía que llovía del cielo.

Se había acostumbrado a no tardar más de media hora, le parecía gratificante de algún modo el que no se llevara horas con un mismo hombre que no especialmente fuera su tipo y más aparte que la mayoría le doblegara la edad. Pero soportaba.

Al llegar a su destino, tocó vaga la madera de la puerta y fue inmediatamente abierta por un gran asombro enfrente.

— Me llamo... —lo que parecía un muchacho puberto enfrente de sus ojos le extendió su gran mano blanca, en espera de ¿un apretón de manos formal?

— No hay necesidad de formalidades, pero sí tengo que saber si eres mayor de edad, porque si no... —antes de poner un pie dentro de la habitación o tan siquiera tocarlo, tenía que asegurarse que ese ángel fuera legal, se había jurado nunca tocar la cárcel.

Y no es que no confiara en que los recepcionistas le hayan hecho mil preguntas acerca de su edad y demás, pero tenía que asegurarse.

—¡oh, claro que lo soy! digo... tengo veinte —jesucristo, veinte, fácilmente podría ser su hermano mayor. le saco nueve años...

Claro, claro, claro... si este muchacho había pagado tanto, es porque tenía algo muy malo dentro de sí que necesita saciar o experimentar.

Ahora, el muchacho de cabello negro se hizo a un lado para dejar a JungWon pasar y este mismo pasó con timidez. Cerrando la puerta detrás de sí, JungWon fue directamente a la cama limpia y se sentó en ella, esperando indicaciones.

—¿empezamos ahora? —se atrevió a hablar el castaño, observando el lenguaje corporal de ajeno, un poco dudoso.

—sé que eres versátil y lo más probable que seas mayor que yo, ofrecerás ser el dominante, pero hoy no quiero eso —se acercó más el pelinegro hacia el cuerpo del mayor, mirándolo atentamente.

—tú eres mi cliente, obviamente haré todo lo que tú me pidas, amenos que sobrepase mis límites...

—no juego con cuchillos, armas o que atente a tu seguridad integral, lo sé; sin embargo... — JungWon encarnó una ceja—. quisiera probar algo.

—claro, eh —el menor no le dejó terminar cuando optó por sentarse sobre su regazo, la comparación de cuerpos no era mucha, de hecho tenían cuerpos parecidos en tamaño, pero la masa muscular del chico era mucho más que la suya. JungWon podía jurar que todo el peso venía de sus fuertes piernas.

—¿puedo besarte? —preguntó el ajeno, algo recorrió todo el cuerpo del castaño, un escalofrío que le dejó mal sabor de boca.

—claro que puedes, pagaste para que fuera tuyo el tiempo suficiente —habló con tranquilidad, aunque eso era lo que menos sentía ahora, una pregunta picaba la punta de su lengua con temor a ser malinterpretada—. ¿acaso eres virgen?

Sin duda esa pregunta sí desconcentró a su cliente—. claro que no, hace tiempo no lo soy, solo que... quiero probar sobre algo, si me excita algo.

Experimento.

Se sintió por primera vez en todo el tiempo que llevaba trabajando allí usado, luego no lo demostró.

» pero si me gusta, querré volver a intentarlo contigo —como si estuviera dando por hecho que JungWon aceptaría una segunda visita, el pelinegro besó sus labios de forma casual.

JungWon se olvidó de acomodar mejor al chico encima de él y ahora sus brazos dolían un poco por estarlos apoyando detrás sí como soporte. por eso, tomó el culo del pelinegro y lo acercó hacia su entrepierna por inercia, sin esperarse que el muchacho en el beso lo tomaría como un indicio para recostarse en la cama.

Ninguno de los dos se separó del beso tranquilo, incluso cuando ahora podía sentir levemente las caderas del menor moverse por encima para sentir la erección de JungWon; jamás pensó el poder excitarse de nuevo por unos simples besos mojados, creyó el tener suficiente aguante.

Estaba tan sumido ahora amasando ambas nalgas grandes del menor que JungWon no notó cuando el adverso bajó su diestra hacia ambas entrepiernas y empezó a desabrochar primero el botón de su pantalón sencillo, sin embargo, su cuerpo mismo reaccionó al sentir más contacto directo con esas suaves manos.

El muchacho levantó sus caderas para tener más accesibilidad a su pantalón propio, poder bajar la cremallera y al final volver a frotar ambas partes. El beso tranquilo se convirtió en uno lo suficientemente húmedo que fácil JungWon podría tomar la saliva que escurría de ambas comisuras para poder lubricar su entrada y olvidarse del sintético.

Lo intentó hacer, pero una tibia mano se posó alrededor de su cuello y masajeó este mismo, después el menor habló sobre sus labios—: esto es lo que quiero.

JungWon no entendía muy bien y no sabía si era por la lujuria o se habría perdido de algo—. ¿quieres mi cuello, tomarlo? —habló como pudo con la calentura a borde de la piel sensible suya.

Entreabrió sus ojos para mirar al adverso morderse los labios, notó su torso más enderezado, pero no lo suficiente como para estar sentado de nuevo; en ningún momento los roces en sus ingles pararon, de hecho, aumentaron.

Gimiendo suave, JungWon tomó por inercia el brazo del pelinegro, quien poco a poco empezó a cerrar sus dedos alrededor de su cuello—. ahorcarte.

Un gemido nuevo salió grave de JungWon cuando escuchó esa palabra, levantó sus caderas contra las ajenas y se desesperó por más toque.

El castaño nunca pensó que el sentirse privado del aire fuera una sensación tan extraña y a la vez, delirante al punto de sentir placer.

Pudo sentir la palma del menor aplanar su garganta con más ímpetu, mientras que su miembro era constantemente aplastado y torturado, el pelinegro nunca paró de simular embestidas falsas contra su cuerpo.

Sus ojos empezaron a picar y pronto su visión se nubló por lágrimas, podía sentir el aire pasar pero al mismo tiempo ser denegado de inhalar más de la necesaria; los grandes dedos se clavaron ahora en su mandíbula y al mismo tiempo parecían perforar su piel del cuello para llegar aún más adentro, juraría que mañana tendría moretones por alrededor.

Abrió su boca en un intento vagamente desesperado por buscar aire, eso solo incentivó al pelinegro inclinarse a él y besar sus labios inflamados por el anterior chupeteo que tuvieron.

La respiración errática del muchacho que chocaba contra su nariz lo volvía loco, abrió más sus piernas de forma automática para que el menor tuviera comodidad en moverse como un exasperado encima suyo y encontrar el clímax de ambos.

Cuando arqueó su espalda al sentir una corriente atravesar su espina dorsal y terminar con palpitaciones en su miembro, exponiendo aún más su cuello para el pelinegro, él apretó lo suficiente como para de un segundo a otro los gemidos alterados de JungWon se convirtieran en un manojo de intentos fallidos en busca de aire nuevo y pudieran ser la única cosa escuchada en la habitación.

Eso y su propio gemido de satisfacción al liberarse en su ropa interior mientras que mojaba la del castaño con sus fluidos; luego, no tardó JungWon en unirse al éxtasis.

Fue de a poco soltando el cuello maltratado y dejando leves masajes en él, todavía su respiración errática era más fuerte que la del cansado JungWon debajo suyo.

—¿no me he...?

—¿dónde carajos... aprendiste hacerlo? —habló de golpe el mayor, algo que luego el muchacho se encargó negar, como parte de las cosas que no debe de hacer después de haber practicado el breathplay y le dictó unos pequeños cuidados para su abusada garganta.

—lo aprendí con... otras personas, ellos me asfixiaban y sentía excitación pero no la suficiente, por eso me eduqué bien para ponerlo en práctica en... futuras parejas; me da pena admitirlo pero quería probar con alguien ajeno si de verdad me daría placer y yo... wow; no creo volver a sentir esto con alguien más — JungWon no supo si sentía caliente su rostro por las palabras del muchacho o porque tenía pocos segundos de haberse liberado de un ahorcamiento constante de quince minutos.

Los mejores quince minutos de su vida.

—sin duda alguna tendremos una segunda sesión, yo... de verdad me devolviste la chispa —miró hacia abajo aun acostado, mirando su cuerpo y apretando por inercia sus piernas—. y siquiera follamos, en serio... me llamo JungWon.

Mordiendo su labio inferior, el castaño metió sus manos dentro de sus piernas apretadas en forma de timidez, nunca jamás pensó en que un juego sadomasoquista sería lo suyo.

—¿ahora sí? —el muchacho sonrió abiertamente y JungWon juró por sí mismo que su sonrisa era espectacular—. me llamo Jay.

Bien, definitivamente volvería a ver a Jay de nuevo.

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