27.
- Los días eran un infierno para Yang JungWon.
La profesora de Física había terminado de dictar su clase segundos atrás, entregándoles la actividad a realizar en ese momento, y JungWon mordió su labio inferior porque le costaba mucho entender esa materia. Las Ciencias y Matemáticas, en general, se le hacían difícil de comprender por lo que prefería irse por las Humanidades. Aun así trataba de ponerle todo su empeño porque quería buenas notas para así no decepcionar más a sus padres.
Miró de reojo el asiento vacío a su lado, ignorando las conversaciones y risas bajas a su alrededor, sus compañeros hablando y riéndose entre ellos.
JungWon a veces se sentía como un fantasma, como si realmente no existiera, como si fuera invisible. Cuando todos te ignoraban, ¿significaba que no eras real?
Que deprimente pensamiento para un chiquillo de catorce años.
—Bien, chicos y chicas —dijo la profesora Kim poniéndose de pie, llamando la atención de todo el mundo—, ¿van avanzando bien?
Se escuchó una afirmación colectiva. JungWon permaneció en silencio con la vista baja.
—Recuerden entregarme sus cuadernos a medida que vayan terminando —añadió—, pero ahora, antes de que continúen, no haremos un examen para esta unidad —se oyeron gritos felices—, pero sí un trabajo grupal.
Más gritos felices. JungWon dejó la tarea, apretando sus manos en puños por la repentina ansiedad. Ya sabía lo que vendría a continuación y lo odiaba.
—Debe ser de a tres, ni más, ni menos —continuó la profesora—, y para que vean que soy buena, dejaré que se organicen ustedes. Deben entregarme un papel con los integrantes y les asignaré el proyecto.
Todos sus compañeros comenzaron a moverse para organizar sus grupos, el salón llenándose de risas, pero JungWon permaneció sentado, observando su cuaderno, fingiendo ignorar lo ocurrido, fingiendo estar concentrado en su tarea.
Una parte suya tenía la esperanza de que alguien se acercaría y le preguntaría si deseaba formar grupo con ellos. Sin embargo, no ocurrió, y eso no era una decepción porque todos los trabajos en grupo eran así desde que tuvo diez años y el mundo entero supo que era gay.
Pasaron varios minutos hasta que tomó aire, poniéndose de pie, sin levantar la vista aunque sabía que ahora varios chicos del salón le estaban mirando. Podía sentir la burla sobre él.
Caminó hacia donde estaba la profesora, llevando su cuaderno, y se lo entregó. La mujer comenzó a corregirle la tarea, devolviéndosela pocos minutos después, pero no se retiró.
—¿Ocurre algo, Yang? —preguntó la mayor con poco interés.
Mordió su labio inferior antes de hablar.
—Quiero hacer el trabajo solo, profesora —contestó en voz baja, porque no quería llamar la atención de nadie más.
—¿Otra vez? —la mujer chistó—. Llevo haciéndote clases dos años y siempre es lo mismo, Yang —añadió con un suspiro, y JungWon escuchó las risitas detrás de él porque la profesora no bajó su tono de voz.
Sintió sus mejillas calientes y sus ojos empezaron a picar, así que parpadeó con fuerza.
—No tengo un grupo —se excusó con vergüenza—. Por favor...
La mayor frotó su frente con irritación, exasperada.
—Siempre complicando todo —murmuró—, RyuJin jamás me ha dado un problema así. Bien, puedes hacerlo solo, este será tu tema...
JungWon lo escuchó en silencio, retirándose poco después, volviendo a su asiento aunque los ojos seguían puestos en él.
—Que tonto...
—¿Lo viste? Parecía que iba a llorar...
—¿Y quién querría ser con él? Es un maricón...
Lo ignoró todo, como si esos comentarios le rebotaran por completo aunque no fuera así.
Quince minutos después el timbre tocó, anunciando la hora de almuerzo, todos corriendo hacia la salida para ir al comedor. JungWon permaneció sentado hasta que quedó solo, agarrando su mochila, jugueteando con la correa mientras caminaba para ir a comer también.
Esa era la hora más difícil de todo el día, la que más le costaba enfrentar. En los recreos, por último, podía ir a la biblioteca o al baño para esconderse unos minutos, pero acá estaba a la vista de todo el colegio.
Entró a la enorme habitación, la fila avanzando poco a poco, ya varias mesas ocupadas por los estudiantes. En una vio a su hermana mayor, RyuJin, sentada junto a SungHoon y HeeSeung, conversando sobre algo junto a otras amigas. A ella le gustaba SungHoon, decía que era guapo y muy inteligente, un buen partido, pero por ahora sólo eran buenos amigos. Lo poco que sabía de él es que era el primero de su clase.
Agarró su bandeja con comida, buscando una mesa vacía, y cuando encontró una fue hacia ella tratando de tomar una ruta rápida antes de que más personas se fijaran en él. Pero MinHee apareció, empujándolo con su hombro, haciendo que tropezara. Salvó su comida aunque el jugo se derramó en su camisa.
Hubo risas burlonas a su alrededor, sus labios temblando, levantando la vista un poco. RyuJin, a varias mesas de él, le miró con vergüenza ajena mientras algunas de sus amigas se reían también. SungHoon frunció el ceño pero le ignoró cuando HeeSeung le dijo algo.
Caminó con mayor rapidez hacia la mesa vacía, sentándose allí. Al menos ahora era capaz de estar en ese lugar, porque las primeras veces se encerraba en el baño a llorar y comer.
Él lo intentó, de verdad, cuando entró a la secundaria quiso hacer amigos. Los primeros días incluso estaba en un pequeño grupito de personas, pero entonces se enteraron de que era gay y empezaron a ignorarlo, la noticia llegando al colegio completo, y ya había sido marginado por todos.
Una vez terminó de comer decidió ir al baño para limpiar su camisa un poco, todavía le quedaban varios minutos antes de que comenzara el último bloque.
Entró a uno de los cubículos y sintió ganas de llorar cuando leyó uno de los muchos mensajes que algunos estudiantes dejaban anotados en las paredes.
Yang JungWon es la zorra de todos los profesores.
Humedeció unos trozos de papel higiénico y trató de borrarlo, pero apenas logró algo por lo que buscó en su estuche sus lápices, sacando uno de tinta para cubrir, por último, su nombre.
El timbre tocó pocos minutos después.
Dos horas después estaba frente a una casa, respirando con más alivio porque ese día había acabado. Todo terminó por ahora, así que tocó el timbre, balanceándose mientras esperaba que le abrieran, y cuando ocurrió...
Se rió con fuerza al sentir el abrazo que Ni-Ki, su mejor amigo, le dio.
—Oye, oye...
Ni-Ki se alejó, sonriendo por la felicidad.
—¡Viniste! ¡Viniste! —le dijo como un niño pequeño en lenguaje de señas, casi rebotando gracias a la emoción, y tiró de él para entrarlo a su casa—. ¡Te extrañé, JungWonnie!
Apenas logró saludar a la madre de Riki junto a su abuela porque su mejor amigo lo llevó al patio trasero para jugar con él. Su mejor amigo estaba todo el día en casa, estudiando con profesores privados, hasta que JungWon llegaba en la tarde a verlo. Iba casi siempre, sólo llegaba a faltar si tenía exámenes importantes, pero trataba de no hacerlo porque estar con Ni-Ki le hacía muy feliz.
Los días eran más felices que cuando tenía once años y no tenía amigo alguno, sin embargo, ahora con Riki allí, las cosas resultaban un poco más fácil.
Se pusieron a jugar un ratito, Ni-Ki preguntándole cómo le había ido y JungWon contándoselo superficialmente porque no quería preocuparlo. Aunque Riki no era tonto; por el contrario, era muy inteligente y sabía leerlo con facilidad.
—¿Son muy malos? —le preguntó cuándo estaban merendando.
JungWon se encogió de hombros.
—Ya estoy acostumbrado —respondió bajando la vista.
Pero Riki le levantó la vista.
—¡Eso no lo hace mejor! —le dijo con seriedad—. ¡Que estés acostumbrado significa que es muy malo, JungWonnie!
Desvió la vista porque sintió que iba a llorar en cualquier momento al escucharlo hablar así. Ni-Ki, al notarlo, suavizó su expresión y le dio un abrazo.
Permanecieron así un instante hasta que JungWon logró calmarse. Entonces–
—Eres mi mejor amigo.
Se quedó quieto cuando escuchó el susurro de Ni-Ki contra su oído, ronco, grave, apenas un jadeo. Sintió las manos de su amigo apretadas contra su camisa, aferrado a él con desespero, y JungWon sólo lo sostuvo con mayor fuerza.
No dijo algo al alejarse, sorprendido todavía, Ni-Ki escribiendo algo desesperadamente en su cuaderno, sus piernas temblando.
No le digas a nadie, por favor, no le digas a nadie.
JungWon lo leyó, levantando la vista, observando los ojos llenos de lágrimas de su amigo. Su mejor amigo.
Será nuestro secreto. Te lo prometo. No se lo diré a nadie. Para eso estamos los mejores amigos.
Ni-Ki lo leyó antes de volver a abrazarlo con fuerza, contento, y JungWon sonrió. Unos meses antes los padres del chico habían hablado con él, explicándole todo lo que le ocurrió a su hijo. JungWon recordaba llorar mucho en ese momento, destrozado por completo, y se prometió cuidar siempre a Riki.
—¿Seremos mejores amigos por siempre? —preguntó el muchacho al alejarse otra vez con señas, su mirada llena de esperanza.
JungWon le revolvió el cabello.
—¡Por siempre! —aseguró.
No sabía de dónde salían tantas lágrimas, pero una vez comenzó, no pudo parar.
Frotó sus ojos, sorbiendo por su nariz, temblando por el frío de la noche aunque no se movió tampoco porque no sabía a dónde ir. SuNoo fue quién lo trajo, no iba a devolverse con él ya que no quería verlo nunca más; era más de medianoche y los buses dejaron de pasar hace mucho, además de que ni siquiera sabía dónde había un paradero; ni siquiera sabía en dónde estaba y temía que lo asaltaran, eso terminaría por rematar todo.
Soltó una risa derrotada.
Riki y SungHoon. ¿Qué tan estúpido sonaba eso? Juntos desde hace meses, ocultándole su relación porque temían que se enojara con ellos, porque Ni-Ki decía que era mal amigo y no confiaba en él.
Qué fracaso como mejor amigo, entonces. Qué fracaso pues había dicho, además, cosas horribles para herir a Riki, cosas de las que se arrepentía en ese momento. Pensó brevemente en enviarle un mensaje a Riki, pero eso significaba encender su móvil y no quería eso porque SuNoo le había estado marcando. SuNoo y SungHoon.
Todos se lo habían ocultado, todos se habían puesto de acuerdo para cubrir la relación de Riki y SungHoon, haciéndolo parecer como un idiota, riéndose de seguro por su estupidez. Tuvo que haber sido muy divertido todo eso, burlándose por no saber qué ocurría, por...
Su cabeza empezó a doler gracias al llanto y de pronto recordó el día en el parque de diversiones. La cita triple. Jesús santo, ¿cómo no lo vio? Poniéndose de acuerdo para ir en parejas y él arruinándolo al llevar a RyuJin. La forma en la que Ni-Ki se comportó en todo ese día, con rabia hacia él, como lo empujó cuando todo se fue a la mierda, las cosas que le dijo.
¿Era su culpa entonces? Haber sido mal amigo, ¿era su culpa? JungWon no lo comprendía del todo.
Pero ellos le mintieron tanto tiempo, desde el inicio. Quizás cuantos meses...
Otro pensamiento lo golpeó: ¿qué estaban haciendo ellos dos en ese club? ¿Cómo era que lo conocían? Si iban seguido los sábados por la noche... ¿cuántos planes había cancelado Riki con él para ir allí con su novio? ¿Cuántas veces le hizo el quite a él para estar con SungHoon?
¿Desde cuándo Ni-Ki decidió que mentirle a su mejor amigo era lo correcto?
—Hey, niño bonito.
Levantó la cabeza con brusquedad al escuchar la voz grave cerca de él. Luego de salir del club había caminado por las calles de ese lugar de la ciudad que apenas conocía, perdiéndose poco después, entrando a un callejón para poder llorar en paz. No sabía cuánto pasó desde entonces, sólo tenía claro que estaba cansado y sus ojos hinchados y quería llorar con más fuerza porque todo estaba mal.
—Hola —saludó con voz sacudida por las lágrimas, un pensamiento estúpido apareciendo—. ¿Me vas a asaltar? No tengo dinero...
Se escuchó una risa divertida y entonces la persona frente a él caminó más. JungWon reconoció al chico que los hizo entrar a D-Town, ¿se llamaba Iron?
—Pero tienes un celular —dijo Iron, señalando el aparato en el suelo.
JungWon lo miró y se encogió de miedo. Iron era un poco más alto con él, con cabello negro desordenado junto a algunos tatuajes que podía ver en sus brazos.
—Ahora, ¿necesitas un aventón, niño bonito? —preguntó Iron, inclinándose—. La verdad es que no te ves muy bien y hace mucho frío. No haría esto por cualquier persona, pero tienes un culo realmente lindo.
JungWon mordió su labio inferior un momento.
—¿Quieres follarme? —le preguntó, su tono plano, casi indiferente mientras se ponía de pie—. ¿Me llevarás a mi casa si te dejo follarme? No tengo problema con eso.
Iron soltó un silbido de diversión al verlo frente a él, sin embargo, terminó sacudiendo su cabeza.
—Vamos —le dijo—, eres menor de edad. La policía me llevaría preso si supiera que metí mi polla a tu culo.
El menor lo observó un instante cuando se volteó.
—¿Realmente me ayudarás? —preguntó en voz baja.
Iron giró su cabeza y permanecieron así un instante.
—Eres más bonito cuando no estás llorando —dijo Iron con una sonrisa torcida, caminando con JungWon siguiéndolo casi tímidamente, mirando para ambos lados de la calle al ver a Iron subiéndose a un auto viejo—. Anda, sé que luce como si fuera a desarmarse pero es realmente duro.
JungWon obedeció, sentándose en el asiento del copiloto, viendo a Iron subirse a su lado para luego decirle su dirección. Sabía que su actuar fue algo descabellado, ¿cómo se le ocurría seguir a un desconocido hacia su vehículo? Más conociendo el historial de Ni-Ki...
Pero JungWon no estaba pensando bien. Sus ideas eran como gelatina, sacudiéndose con cualquier movimiento, recordando a Ni-Ki frente a él, a SungHoon abrazándolo, a SeonWoo sosteniéndolo a él.
Toda la verdad que mantuvieron oculta porque lo veían a él como una persona en la que no se podía confiar, y eso era lo que más dolía de todo.
JungWon creía que eran amigos, todos ellos, que ahora tenía una familia que le querría aunque no compartieran sangre, pero le hicieron a un lado también como hizo su padre junto a su esposa.
—Hay papel higiénico en la guantera —dijo Iron cuando JungWon comenzó a llorar otra vez.
El menor sentía demasiada vergüenza por estar llorando frente a un desconocido pero bajo esas circunstancias poco podía hacer porque la pena era muy grande, inundándolo por completo, y las lágrimas salían por sí solas, sin poder controlarlas.
¿A quién tenía ahora? Sólo a su mamá, por supuesto, hasta que ella se aburriera también y decidiera dejarlo. A JungWon no le extrañaría si lo llegaba a hacer pronto, después de todo, si lo hizo SuNoo, si lo hizo Ni-Ki, ¿por qué ella no lo haría?
—Supongo que peleaste con tu novio —comentó Iron cuando se calmó un poco.
JungWon hizo sonar su nariz, sus ojos hinchados, su rostro húmedo por completo.
—Ya no somos novios —le dijo, y ese pensamiento dolió mucho porque era su Sunnie.
SuNoo, su bonito SuNoo, que le perseguía para todos lados queriendo llenarle el rostro de besos, que le hacía sentir muy especial cada día, que le volvía todo torpe y tonto.
Su SuNoo, que le engañó también.
—¿Sí? —Iron hizo un gesto—. Mejor para mí, supongo...
—Eres un pedófilo —le soltó JungWon.
Iron sólo le sonrió, sin dejar de conducir.
Se detuvo minutos después fuera de la casa de su mamá, las luces ya apagadas, y su estómago se apretó ante la perspectiva de bajar, tocar la puerta y que nadie abriera. O que su mamá lo mandara donde su padre.
JungWon, a esas alturas, sólo quería un abrazo.
—¿Vas a querer que te chupe la polla por haberme traído? —preguntó entonces sin filtro alguno, porque él sabía que gran parte de las personas no hacía favores sin otra cosa a cambio.
Iron tarareó.
—Nah, en otro momento —le dijo con expresión comprensiva—, cuando seas mayor de edad te lo cobraré.
JungWon asintió.
—Gracias —murmuró abriendo la puerta, sin embargo, antes de salir, Iron llamó su atención otra vez.
—Cuídate —se despidió—, no dejes que los malos pensamientos te ganen, niño bonito.
Asintió apenas, bajándose y viéndolo partir. Una vez solo caminó hacia la puerta de entrada, tocando la puerta con un suspiro tembloroso, esperando varios segundos hasta que fue abierta.
Cuando vio a su mamá, volvió a derrumbarse.
♡❜
Ni-Ki tampoco dejaba de llorar.
Sentado en el auto, al lado de SungHoon, que miraba al frente, se deshacía en lágrimas porque lo había arruinado todo. Porque dijo cosas horribles gracias a la rabia, porque JungWon se enteró de la verdad de una forma que no debía, y ahora él ya no iba a hablarle más. JungWon jamás le perdonaría lo que había hecho.
— Riki...
Se volteó para mirar a SungHoon, que lucía cansado y agotado por todo, y sorbió su nariz antes de moverse para abrazarlo. Su novio le devolvió el abrazo, tirando de él, dejando que el menor enterrara su rostro en su hombro para que siguiera llorando.
SuNoo, una vez JungWon desapareció, se volteó a verlos con una mirada de desolación, de enojo, de tristeza y decepción.
—Sabía que esto iba a pasar —les dijo, sacudiendo su cabeza—. Ahora si lo hemos arruinado en grande. JungWon jamás va a perdonarnos esto.
Antes de que Ni-Ki o SungHoon pudieran responderle se marchó de allí en busca de JungWon, y fue SungHoon quien tuvo que sacar a Ni-Ki del club porque el muchacho apenas podía moverse cuando todo lo ocurrido cayó sobre sus hombros como un balde de agua fría.
JungWon se había enterado de todo. JungWon ya sabía que su novio era SungHoon, se enteró de la verdad, y ya no iba a ser más su amigo por la forma en la que le dijeron lo ocurrido. Por haberle mentido tan descaradamente, dejándolo fuera de su grupo, dejando que sus miedos y temores se alimentaran más y más.
Ellos ya no serían más mejores amigos y ese sólo pensamiento estaba provocando que sus lágrimas salieran sin control.
—Ya, ya, Riki... —le susurró SungHoon, besando su mejilla—, las cosas estarán bien, lo prometo...
Mentira. Ni-Ki sabía que no sería así porque él y JungWon no eran amigos, no luego de lo que había hecho.
—JungWon lo entenderá —agregó SungHoon, como si pudiera leer sus pensamientos—, sólo hay que darle un tiempo...
No. No sería así. Ellos habían roto la confianza de JungWon, y sin confianza, ¿en base a qué se construía una amistad?
—Te iré a dejar a casa —terminó de decir SungHoon—, ya es tarde y necesitas dormir un poco.
SungHoon sintió su corazón doler por la visión de su novio deshecho en llanto, sin saber bien qué hacer para poder hacerlo sentir un poco mejor. Tenía claro que las cosas se estaban arruinando entre ellos lentamente porque JungWon era muy importante para Ni-Ki, y no tenerlo a su lado...
Las cosas no tuvieron que acabar así, ¿cómo lo arruinaron de esa forma?
Le tomó la mano a Ni-Ki, dándole un apretón suave pero no hubo respuesta alguna así que sólo condujo para llevarlo a casa. Se supone que esa noche le iba a mostrar su canción, se la iba a presentar, y ahora todo se derrumbó de golpe. Geonu, JungWon, sus miedos, todo parecía haber llegado de golpe.
A los pocos minutos dejó a Ni-Ki fuera de su casa, dándole un beso en la mejilla.
—Cualquier cosa —le dijo en voz baja, sosteniéndolo de la barbilla, obligándolo a mirarlo a los ojos—, me envías un mensaje, ¿está bien, bebé?
Riki sorbió por su nariz una vez más, tembloroso, y entró a su casa, volviendo a llorar cuando, al llegar al living, vio a su mamá sentada en el sofá.
No sólo a JungWon le mintió, sino también a sus papás. A sus padres, a su familia, quienes le habían convertido en Riki cuando sólo era un Muñeco roto y destrozado.
YuNa se volteó a mirarlo al escuchar el ruido, la sonrisa desapareciendo de su rostro al ver a su hijo, su príncipe, llorando a lágrima viva bajo el umbral de la entrada, sus ojos rotos, sus labios temblando.
—¿Mi amor? —dijo con evidente preocupación, poniéndose de pie y dando un paso—. Bebé, ¿qué ocurre...?
Soltó un jadeo cuando Ni-Ki la abrazó de golpe, sin dejar de llorar, más alto que ella pero luciendo como ese niñito de diez años que permanecía acostado en la camilla del hospital.
— Riki, mi amor...
Su hijo no dejaba de llorar contra ella, acurrucado en sus brazos, aferrándose con una desesperación que le causaba dolor a su mamá de una forma inexplicable. ¿Qué era lo que había ocurrido para que estuviera así?
Pasaron los minutos, más de quince minutos para que Ni-Ki pudiera, por fin, calmarse un poco, dejando de llorar con dolor. YuNa lo llevó al sofá, sentándolo, limpiando las lágrimas secas de su rostro.
—Cariño, ¿qué ocurrió? —le preguntó con dulzura.
Riki la miró sintiendo nuevas ganas de llorar, pero se forzó a no hacerlo.
Solamente tomó aire para mirarla a los ojos.
—Mamá, te mentí.
YuNa permaneció en atónito silencio mientras Ni-Ki comenzó a explicarle todo lo que había ocurrido esos últimos meses, todo lo que les estuvo ocultando, todas las mentiras que le dijo. Absolutamente todo, incluso lo que había pasado hace pocos instantes, soltándoselo entre lágrimas otra vez ya que la pena lo estaba inundando sin descanso alguno.
Cuando acabó, YuNa volvió a limpiar su carita hinchada por el llanto con triste cariño, sonriendo aunque había dolor también allí.
—Ah, Nishi... —le dijo en voz baja—, tomaste unas decisiones que no fueron las correctas y sé que vas a martirizarte por eso durante mucho tiempo, pero está bien —peinó su cabello, abrazándolo otra vez—. Somos humanos y nuestra esencia es equivocarnos, cariño...
Ni-Ki no lo entendía, ¿por qué las cosas tenían que ser tan complicadas? ¿Por qué el mundo era tan difícil de comprender? Él creía haber tomado las mejores decisiones, pensando en que JungWon no la estaba pasando bien. Pensando en que sus padres le iban a sobreproteger. Pero no fue así, se equivocó, y ahora estaba pagando por ello.
—Estoy muy triste de que nos hayas mentido, mi amor —continuó YuNa, llamando su atención otra vez—, y vas a ser castigado por ello. Mentir está muy mal, no sólo a nosotros, sino a las personas que quieres también. Además, hiciste mentir también al resto de personas y eso lo hace peor —asintió con la cabeza, destrozado—, pero eres capaz de reconocer tus errores aun así, y eso es bueno. A pesar de todo, Kiki, tu papá y yo te seguiremos queriendo, ¿está claro?
Eso lo rompió más. ¿Cómo podían quererlo luego de todo el daño que les hizo? No sólo sus mentiras, sino el haber estado desaparecido, todos los tratamientos, todo lo que gastaron en él, ¿cómo podían amarlo cuando sólo era un gasto innecesario?
—Lo siento —les dijo apenas, sus labios temblando—, lo siento, mamá...
—Lo sé, cariño — YuNa lo abrazó otra vez—, lo sé...
¿Cómo podían amarlo cuando era un Muñeco malo?
♡❜
El lunes llegó más rápido de lo que lo hubiera querido.
JungWon observó su desayuno, oyendo a la señora yang parlotear con RyuJin incansablemente, y apenas tragó algo. Su mamá le había ofrecido quedarse con ella el domingo también, pero JungWon lo rechazó ya que necesitaba su uniforme para ir al colegio además de que su papá le estuvo llamando de manera incansable, diciéndole que su hogar era esa casa, no estar con su mamá.
JungWon estaba cansado de todo. Quería que llegara pronto fin de año para poder mudarse con su mamá, había decidido, y necesitaba decirle eso a su familia, sabiendo que cuando eso ocurriera, quizás le quitarían el apellido y fingirían que no lo conocían.
Dejó el café a medio tomar, su estómago apretado.
— RyuJin, ¿cuándo invitarás a SungHoon a cenar? —preguntó Jennie con el ceño fruncido. A su lado, su hermana se tensó—. Ya ha pasado su tiempo, ¿está todo bien con él?
—Mamá, SungHoon ha estado ocupado estudiando, sabes que necesita buenas notas para entrar a Medicina — RyuJin se encogió de hombros—, pero él también los extraña, no–
La chica se interrumpió cuando JungWon soltó una risa baja, agotado, derrotado, casi histérico por la situación.
Ah, RyuJin, RyuJin, ¿realmente...?
SungHoon tuvo que haberse reído tanto cuando ella insistía en estar con él, ¿qué diría su hermana si supiera que a su ex le iban más los penes?
Qué ironía.
—¿Ocurre algo, JungWon? —preguntó RyuJin.
—¿Qué es tan gracioso? —dijo Jennie, irritada.
JungWon miró a su media hermana: había súplica en los ojos de RyuJin para que permaneciera callado, aunque JungWon no se sentía empático con ella ahora. Ni-Ki lo había acusado de preferirla por sobre el mundo, pero eso no era así. Si JungWon hubiera tenido que elegir, habría escogido siempre a Ni-Ki. A SuNoo. A Jay. Incluso a HeeSeung y SungHoon.
Sin embargo, ellos eran igual que RyuJin: manipuladores, mentirosos, siempre dejándolo de lado.
—Nada —dijo en respuesta, poniéndose de pie. RyuJin bufó cuando JungWon agarró su mochila—, pero ya deberías decirle a la señora Yang que SungHoon terminó contigo hace meses, hermanita.
—¡JungWon!
—¿Qué?
No se quedó para ver el desastre porque se apresuró en salir de casa; para su propia fortuna, su papá se había marchado minutos atrás al trabajo. Corrió para agarrar el bus, suspirando apenas, recordando el abrazo de su mamá cuando llegó a casa el sábado por la noche.
Ella le había asegurado que él no tenía la culpa de nada, que cometió errores antes pero ya los reparó, que las mentiras no eran de su responsabilidad, pero eso no le hizo sentir mejor. Sólo le hizo sentir más triste porque ¿si era una buena persona, por qué todos le mintieron? Tal vez no era un buen amigo, como decía Ni-Ki. Tal vez siempre sería la mierda, no sólo de papá y mamá, sino también de sus amigos.
Frotó sus ojos para alejar las lágrimas.
Llegó a los pocos minutos al colegio, quedándose quieto un momento en la reja del patio, observando hacia la entrada. Jay estaba de pie allí, jugueteando con sus manos por los nervios. En un minuto serían las ocho de la mañana, hora a la que se juntaban los tres para entrar al salón.
Dio unos pasos, comenzando a caminar hasta que alguien lo empujó. Se volteó, viendo la sonrisa creída de MinHee frente a él, y retrocedió.
—¿Qué quieres? —le preguntó hoscamente.
—Fue un accidente —se excusó MinHee sin borrar esa sonrisa.
JungWon frunció el ceño.
—Deja de joderme, imbécil —le escupió con rabia, molesto con todo el mundo, hasta consigo mismo.
La sonrisa de superioridad de MinHee desapareció al notar a JungWon tan hosco porque el chico frente a él no solía comportarse así. No cuando estaba solo.
—Quién te crees...
—Márchate si no quieres que te rompa la nariz, MinHee.
JungWon hizo un mohín al escuchar la grave voz de SungHoon a su lado, MinHee soltando un bufido de molestia para marcharse de allí a paso enojado. El menor miró a SungHoon de reojo, sintiendo la ira burbujeante en su estómago.
—Déjame en paz tu igual —le soltó—, mejor ve con Riki, no te quiero ver.
SungHoon lo agarró del brazo.
—JungWon —suspiró el mayor—, lo siento...
—Ahora todos lo sienten —se alejó de su agarre—, pero en el momento tuvo que ser muy divertido reírse de mí.
—No malinterpretes las cosas, JungWon —regañó SungHoon.
JungWon lo observó unos segundos.
—Vete a la mierda —le respondió, volteándose para entrar al edificio.
Jay lo miró, abriendo su boca para decir algo, aliviado de verlo llegar pero JungWon sólo sacudió su cabeza, apresurándose en entrar. El rostro de Jay se desencajó, atónito, sin entender qué había ocurrido, luciendo más perdido ahora por la extraña situación.
SungHoon decidió acercársele al ver lo desorientado que lucía Jay, llamando su atención cuando lo vio mover su pie de forma errática.
— Jay —le dijo con amabilidad, llamando su atención—, ¿estás esperando a HeeSeung?
—No, yo... —lo miró de reojo—, JungWon... ¿dónde está Ni-Ki, Park SungHoon hyung?
Rascó su nuca, sin saber exactamente qué decir aunque de pronto apareció HeeSeung, que le dirigió una severa mirada antes de suavizar su expresión para mirar a Jay. El día anterior le había contado lo ocurrido por teléfono, ganándose varios regaños por parte de su mejor amigo, diciéndole que le advirtió lo que ocurriría si seguía mintiendo.
—Hola, bebé —le dijo HeeSeung a Jay, agarrándolo de las mejillas para darle un pequeño beso fugaz—, ¿qué ocurre?
—JungWon no me saludó —dijo en voz baja JongSeong, confundido—, no entiendo por qué, él sólo pasó de largo...
—Quizás tiene algo qué hacer —explicó HeeSeung—, no lo presiones, ¿está bien? A veces las personas necesitamos un tiempo a solas del resto.
Jay asintió, bajando la vista.
—¿Tú vas a necesitar un tiempo de mí, entonces? —le preguntó apenas.
—Jamás —aseguró HeeSeung.
SungHoon suspiró, viendo llegar a Ni-Ki, pálido y ojeroso, una mirada triste en su rostro. El timbre tocó en ese instante.
—Hola, Jay-shi —saludó Riki apenas.
Jay frunció el ceño, sintiendo el ambiente tenso pero sin comprenderlo. ¿Por qué las cosas parecían tan raras ese día? ¡En definitiva, eso no le gustaba para nada!
—Vamos a clase —barboteó, tan perdido que habló en voz alta, y Ni-Ki sólo asintió.
SungHoon le hizo un gesto rápido.
—Nos vemos después —le dijo con rapidez. Riki volvió a asentir dejándose llevar por Jay.
Al entrar al salón pudo sentir ganas de llorar cuando vio a JungWon sentado al otro lado de dónde solían estar ellos, solo y sin compañía, rayando su cuaderno.
Quiso acercarse a él para llamar su atención. Incluso Jay parecía desorientado de todo, sin saber qué hacer, porque ahí no se sentaba JungWon. Sin embargo, la profesora entró en ese momento.
Después lo haría, entonces, cuando el timbre tocara para el primer receso.
Aunque, contrario a lo que esperaba, el primero en acercarse fue JungWon con una expresión de piedra, ojos apenados reflejando su estado de ánimo pero sin querer lucir como un niño llorón. JungWon ya no quería ser ese niño llorón del que todos se burlaban.
— Ni-Ki —le dijo en voz alta una vez el salón quedó sin nadie—, quería pedirte perdón.
El chico frente a él parpadeó. Jay no sabía qué hacer o decir. JungWon esperó unos segundos antes de continuar.
—Lo que dije el sábado en D-Town no fue lo correcto —continuó, ahora luciendo avergonzado—, no lo dije en serio. Lo dije por la ira del momento. Tú... no te mereces lo que ocurrió.
Riki tragó saliva, su mano temblando.
— JungWonnie —dijo apenas—, por favor, perdóname. Deja que te explique...
—No —JungWon retrocedió—, no hay nada qué explicar. Tú... ya dejaste todo claro. Nunca fui tu amigo —se volteó—. Quizás al inicio me habría molestado si me lo hubieras contado, pero... pero tarde o temprano lo aceptaría sin problema. Ahora ya no. Pueden estar juntos como lo deseen, pero... Pero no sé si tú y yo podamos volver a ser amigos, al menos... al menos no con la confianza de antes —suspiró, derrotado—. Los dos... necesitamos un tiempo, ¿está bien?
—No, no — Riki se puso de pie bruscamente, sobresaltando a Jay, que seguía sin entender algo—. JungWon, por favor, sé que podemos hablarlo bien, puedo arreglarlo, te lo prometo, esto no volverá a ocurrir otra vez...
Pero lo que Ni-Ki estaba diciendo fue ignorado porque JungWon se marchó a paso rápido, sin querer verlo porque sabía que rompería a llorar otra vez.
Ni-Ki fue su mejor amigo. Su primer y mejor amigo, y ahora las cosas ya no serían nunca como meses atrás, lo tenía claro. Ese sólo pensamiento lo estremecía por completo, porque se dio cuenta de que otra vez estaba sin nadie a su lado, como a los doce años.
Sin amigos. Sin novio. Casi sin familia, a la única persona que tenía era a su mamá.
¿Cómo todo se había torcido tan de pronto?
♡❜
Por lo normal, SungHoon siempre veía a Ni-Ki cuando las clases acababan, pero ahora su novio le había preguntado si podían juntarse a la hora de almuerzo porque necesitaba un abrazo.
SungHoon jamás le diría que no, menos a su chico.
Le dio un beso suave en la frente, limpiando el borde de sus ojos para alejar las lágrimas que parecían salir en cualquier momento.
—Le expliqué a Jay lo que pasó —dijo Riki apenas—, pero no lo entiende bien. HeeSeung tuvo que entrar a decírselo...
Había sido extraño porque el chico de cabello rosa estaba muy confundido con todo. Incluso HeeSeung se veía complicado con ello.
—No lo entiendo —decía cuando Ni-Ki acabó—, JungWon ya lo sabe, pero ¿por qué está comiendo solo y no con nosotros? Esto no me gusta...
—Bebé, JungWon está molesto porque le mentimos —dijo HeeSeung, pero Jay frunció los labios.
—Pero no le mentimos —replicó Jay—, sólo le ocultamos la verdad. Eso no es mentir —sacudió su cabeza, desconcertado—. ¿Y no puede comer con nosotros sí está molesto? No me gusta verlo allí, sin nosotros.
—Por ahora necesita su espacio para poder calmarse solo —dijo HeeSeung.
—Pero es nuestro amigo —insistió Jay—, los amigos siempre se apoyan y están en todo, ¿acaso ya no somos amigos? Aun así podría sentarse con nosotros aunque no lo fuéramos...
HeeSeung no supo responder a ello.
Ni-Ki lo abrazó con más fuerza.
— Riki... —murmuró SungHoon—, sólo hay que darle su tiempo —le dijo—, debemos respetar eso, bebé.
El menor no lo miró, frotando su brazo contra su hombro, apenas asintiendo por sus palabras. SungHoon quería decirle más cosas pero el timbre en ese momento sonó, anunciando el inicio del último bloque. Riki no quería alejarse de él.
—Hay que ir a clases, cariño —le dijo, haciendo que levantara la vista, y le dio un beso suave—. ¿Te parece si salimos juntos a pasear a Jjangu el sábado? Tal vez así te relajes un poco...
Ni-Ki asintió con la cabeza, recibiendo otro beso, saliendo del salón de música a paso apresurado para correr a clases. SungHoon se quedó un momento más, arreglando su ropa para salir a los pocos segundos, caminando también a la clase que le tocaba. La cabeza le estaba doliendo por todo lo ocurrido los últimos días además de que HeeSeung también estaba algo hosco gracias a la situación. Ni hablar de SuNoo, que los evitaba a toda costa.
Su pequeño círculo de amigos estaba cayéndose a pedazos poco a poco.
Su irritación aumentó cuando de pronto apareció RyuJin en su campo de visión. La chica le estuvo buscando toda la mañana y él la evitaba como fuera, sin embargo, ahora parecía que no podría librarse.
— SungHoon oppa —saludó plantándose frente a él, ojos desesperados y una mirada urgida en su rostro—, oppa, por favor, ¿podemos conversar?
—Hay que ir a clases, RyuJin —le contestó queriendo lucir amable pero sin conseguirlo muy bien.
RyuJin parecía a punto de llorar.
—Oppa, ¿podemos ser novios otra vez? —sollozó la chica—, por favor, SungHoon... Mamá quiere que cenes con nosotros y JungWon le ha dicho...
—¿Qué? — SungHoon parpadeó, el pánico en su estómago. ¿Acaso JungWon le dijo a todo el mundo que estaba saliendo con un chico? ¿Qué era gay?—. ¿De qué estás hablando, RyuJin?
—¡Ha dicho que ya no somos novios y mamá le está creyendo! —lloró RyuJin. El alivio llenó a SungHoon por sus palabras—. Oppa...
JungWon no dijo cosa alguna, permaneció en silencio respecto a su relación con Riki. Se sintió un poco culpable, entonces, porque JungWon estaba enojado y furioso con ellos, pero se mantuvo callado respecto a su noviazgo con su amigo, porque...
Porque JungWon entendía mejor que nadie lo que era el rechazo, el miedo, el abandono.
La culpabilidad se mezcló con la tristeza.
—Tenemos clases —le dijo a RyuJin con voz grave—, y tú, RyuJin, deberías dejar esto. Ya no somos novios y no lo seremos nunca más —hizo una pausa, sabiendo que sería muy hipócrita decir eso, pero aun así lo hizo—. Las mentiras no son buenas, así que deja de decir que somos novios porque ya no estamos juntos.
RyuJin soltó balbuceos desesperados para llamar su atención pero SungHoon la ignoró simplemente, agotado, queriendo que esos días pasaran rápido porque, en definitiva, todo se estaba complicando mucho.
♡❜
El resto de la semana pasó lentamente para todo el mundo.
JungWon se dedicaba a huir de Ni-Ki y SuNoo, el primero buscándolo en los recreos para insistirle en hablar mientras que el segundo solía seguirle a la salida, también queriendo conversar con el menor porque había bloqueado su número.
Jay seguía sin entender bien las cosas, hablándole a JungWon aun cuando HeeSeung quiso explicarle que era mejor que no lo hiciera. JungWon, por supuesto, no lo ignoraba ni le trataba mal, sólo le respondía entrecortadamente y le insistía que eso era lo mejor por ahora.
—¿Ya no somos amigos? —había preguntado Jay cuando le dijo eso.
JungWon suavizó su voz y expresión.
—Lo que hicieron... no estuvo bien, Jong, y estoy triste por eso —le explicó—, necesito un tiempo para poder digerirlo.
—¿Digerir qué? — Jay parpadeó, confundido—. Pero Ni-Ki dijo que fue por tu bien, porque tú habías terminado con SeonWoo y no quería hacerte sentir mal...
Eso enfureció más a JungWon, aunque no lo demostró, negando con la cabeza.
—Cuando todo esté mejor —aseguró, aunque no sabía si eso llegaría en algún momento—, volveremos a ser amigos, Jong.
—Pero... ¿ya no haremos los trabajos juntos? ¿Los tres?
JungWon lo observó unos segundos, una sensación desoladora invadiéndolo porque él reconocía a la soledad casi como una amiga. Y por mucho que estuviera enojado con todo el mundo, no les deseaba el mal. El enojo había pasado, ahora sólo quedaba la pena.
—No, pero puedes hacerlos con Riki —le aseguró con una sonrisa débil—, y si necesitan a alguien más, le pueden preguntar a WonYoung. Yo me las arreglaré solo.
Su voz se quebró en la parte final así que decidió irse antes de ponerse a llorar.
Ni-Ki, en tanto, se sentía más y más miserable con el pasar de los días porque la culpabilidad no hacía más que aumentar, más cuando veía a JungWon sin compañía alguna mientras él seguía integrado a un grupo.
Se supone que todo había sido para que JungWon no la pasara mal, ¿cómo pudo haberse equivocado tanto? ¿Cómo una decisión arruinó completamente su amistad con su mejor amigo? Riki no entendía bien cómo funcionaban las cosas.
Entonces, el día viernes, mientras SungHoon se despedía de él dándole un beso en la frente, fue que se le ocurrió una idea fugaz.
Más tarde tomó en brazos a Bisco, que se dedicó a lamerle la carita con alegría, y bajó a ver a sus papás. Su mamá había conversado con su papá para explicarle todo lo que ocurrido, y aunque JeongIn se sentía triste por la situación entera, no quería que Ni-Ki se sintiera más mal de lo que ya estaba.
—¿Mamá? ¿Papá? —preguntó llamando su atención.
Los adultos lo miraron, viendo a su hijo dejando al cachorrito en el suelo, una expresión tímida en su rostro.
—¿Qué ocurre, Riki? —preguntó JeongIn.
Ni-Ki se balanceó en su lugar.
—Sé que estoy castigado —dijo con vergüenza— y no tengo permiso para salir por un mes, pero... ¿puedo salir a pasear a Bisco mañana con SungHoon hyung? Será sólo un ratito, es que... quiero conversar algo con él —puso ojos apenas—, por favor.
YuNa miró a su esposo.
—Estás castigado —le dijo la mujer.
Asintió, bajando la vista, y los adultos suspiraron ahora porque nunca podían decirle que no a Ni-Ki.
—Puedes salir a las cuatro y debes volver a las seis —dijo JeongIn luego de intercambiar una mirada con su esposa.
Ni-Ki les sonrió, feliz por primera vez en días, y corrió a darles un abrazo fuerte, besando sus mejillas gracias a la emoción para luego agradecerles por ello aunque luego se ruborizó cuando YuNa le dijo que la próxima semana debía invitar a SungHoon a cenar con ellos.
Se los prometió, subiendo a su cuarto para mensajearse con SungHoon, sin poder esperar a que llegara el próximo día.
Había quedado en juntarse con SungHoon a dos cuadras de su casa para así no llamar la atención de todo el mundo, saliendo con Bisco atado a una correa, el perrito emocionado por el paseo. Una vez vio a su novio, corrió a tomarle la mano, SungHoon algo más animado al verlo sonriéndole con timidez.
—Te ves bonito —le dijo SungHoon mientras caminaban hacia el parque central de la ciudad.
Ni-Ki le dio un apretón en su mano, los nervios carcomiendo su estómago pero buscando la valentía para poder decírselo.
Llegaron al enorme parque varios minutos después, el lugar lleno de gente porque era un sábado por la tarde y ese día, extrañamente, había amanecido con un cálido sol de invierno. Los niños corrían por todas partes, jugando y riéndose entre ellos, los padres sin perderlos de vista, carros de comida en las calzadas atrayendo a las personas que tuvieran hambre.
Ni-Ki le quitó la correa al cachorro, que comenzó a correr por todas partes, ladrando con fuerza mientras SungHoon le daba ahora un beso en la mejilla.
—¿Quieres comer algo? —le preguntó—. ¿Qué tal brochetas de cordero?
El menor asintió, viendo a SungHoon alejarse hacia un carro de comida, y Ni-Ki agarró un palito para jugar con Bisco, haciéndole cosquillas e incluso molestándolo hasta el punto en que el cachorro se lanzó a morderle la mano juguetonamente.
SungHoon llegó y ellos comieron, sin dejar de molestar a Bisco, disfrutando del día aun cuando hiciera algo de frío. Una vez acabaron de merendar, SungHoon sugirió seguir caminando pero Ni-Ki lo detuvo, agarrándole la mano.
Su novio lo miró.
—¿Ocurre algo? —le preguntó al notar la expresión seria de Riki.
—Ya no quiero que sigamos así —le dijo Nishimura, ganándose una expresión confundida de SungHoon —. A escondidas, hyung. JungWon ya lo sabe y mis papás también, ¿para qué vamos a seguir de esta forma?
El mayor parpadeó, aturdido, sus ojos llenándose de pánico al entender las palabras de Riki. ¿Qué? ¿Riki acaso quería que...?
—¿De qué hablas? —dijo apenas—. Bebé, ¿por qué dices eso de pronto? Estamos bien así...
—¡No! — Ni-Ki fue enfático con su gesto—. Ya no quiero ser tu secreto, ¡quiero tomarte la mano en todas partes, incluso en el colegio! Ya es momento de decir la verdad, no quiero más mentiras.
Puede que no lo hayamos demostrado, SungHoon, pero esas acciones duelen, y mucho. A nadie le gusta ser el vil secreto de la persona que quiere.
Se estremeció porque casi podía escuchar y ver a Geonu frente a él, hablando mientras sus palabras daban justo en el clavo. SungHoon bcreía que podía esperar, que podía mantener todo eso en secreto hasta irse a la universidad, cuando estuviera rodeado de nuevas personas y no dependiera tanto de sus padres, pero ahora...
—No —dijo, sacudiendo la cabeza—, no, Riki, estás diciendo tonteras. Sí, ahora más gente lo sabe, pero eso no significa que debamos comportarnos como novios frente a otros.
La expresión de Ni-Ki mostraba que no habían sido las mejores palabras para decir, su rostro desencajado, sus ojos abiertos de par en par.
Pero la sorpresa se transformó rápidamente en molestia, en enojo.
—¿Qué estás diciendo? ¿Te doy vergüenza? — Ni-Ki dio un paso—. ¡Somos novios y tengo todo el derecho de exigirte esto, SungHoon! ¡Si te lo pedí antes fue por JungWon, pero eso ya no corre más!
—Bueno, ¿y qué van a decir mis padres? —preguntó SungHoon—. ¡Las cosas no son sencillas, Riki!
—¡Sí lo son! —replicó Ni-Ki, el enojo aumentando más, más y más, sus emociones comenzando a desbordarse—. ¡Tú lo complicas todo, SungHoon, la opinión de tus padres debe valer una mierda porque tú me quieres!
SungHoon frotó su frente, tomando aire, sintiendo como se estaba descontrolando de a poco. ¿Cómo Riki le pedía eso? Él ya había pasado el rechazo y el desprecio de sus padres por haber salido con Geonu, ¿cómo se lo pedía otra vez?
—¡No quiero mentir más! ¡Estoy harto de mentir! — Ni-Ki soltó unas lágrimas, destrozado—. ¡Yo seré bueno, seré un buen chico!
— Riki, hablémoslo en otro momento.
—¡Eres tan terco, tan malo, SungHoon! —siguió acusando Ni-Ki, y Bisco comenzó a ladrar como desquiciado—. ¡Decir la verdad solucionará todo!
—¡Decir la verdad complicará todo, no le diré a mis padres que eres mi novio!
Ni-Ki chasqueó su lengua, sus labios temblando, el llanto aumentando.
—Nunca defendiste a JungWon, escondiste a Geonu y ahora pretendes que yo sea tu secreto —acusó Ni-Ki —, ¡todo por tus padres y tu tonto orgullo!
— Riki, no es el momento, de verdad...
—¡No! ¡No! ¡No!
—Podemos hablarlo después, ahora...
—¡No! ¡No quiero!
SungHoon se quedó quieto. Ni-Ki tomó y botó aire, el llanto deteniéndose, su boca entreabierta. Bisco dejó de ladrar.
La gente a su alrededor siguió caminando, riéndose y jugando, pero Riki sintió como su mundo se detuvo.
SungHoon, frente a él, estaba pálido.
Llevó sus manos a sus labios abiertos, cubriéndolos.
Tengo una muñeca vestida de azul...
—¿Ni-Ki? —murmuró SungHoon, su voz ahogada—. ¿Tú...?
—No —susurró Ni-Ki, haciendo gestos negativos también, su tono siendo un graznido roto. Bisco ladró con más fuerza—. No.
SungHoon sintió su mundo desestabilizarse mientras Ni-Ki retrocedía un paso, sus ojos dilatados por el terror. La voz de Ni-Ki era grave, baja, ronca, apenas un jadeo, pero la escuchó. La escuchó fuerte y clara.
Riki. Su voz.
— Riki —masculló SungHoon, conmocionado, dando un paso también para alcanzarlo.
Con su camisita y su canesú...
Riki se movió más rápido: agarró a Bisco, que ladraba hacia los árboles que los rodeaban, apretándolo contra su pecho.
—No —repitió apenas, sintiendo la bilis subiendo por su garganta, todo dando vueltas—. ¡No!
—¡Riki!
SungHoon no alcanzó a agarrarlo cuando se giró, corriendo con Bisco en sus brazos, las lágrimas cayendo con más fuerza, esquivando a la gente, queriendo huir. Necesitando huir porque se había equivocado.
La saqué a paseo, se constipó...
Cometió el peor error de la vida. El peor error que le habían enseñado que no podía hacer. Hablar merecía un castigo gigante, castigo que habían recibido los otros Muñecos: cortarle las cuerdas vocales.
Se lo habían advertido mil veces.
Sabía que SungHoon le estaba siguiendo, pero Riki necesitaba perderlo de vista, necesitaba estar solo y colapsar. Ni siquiera sabía para dónde estaba corriendo, lo único que deseaba era huir lejos de las personas a su alrededor para poder castigarse.
La tengo en la cama con mucho dolor...
Malo, malo, malo, era un Muñeco malo, siempre lo sería. ¿De qué valió tanto entrenamiento si al final terminó cometiendo un error tan grande? ¿Era acaso el Muñeco de Porcelana perfecto? No, había fallado por completo.
Siguió corriendo aun cuando la voz de SungHoon desapareció del aire, cuando los autos empezaron a pasar menos y las calles ya estaban vacías de gente. Siguió corriendo aunque no sabía dónde estaba, Bisco lloriqueando en sus brazos.
Terminó derrumbándose en un callejón sucio pero vacío, sin dejar de llorar, Bisco saltando al suelo cuando lo soltó, y miró sus manos temblorosas, su cabello cubriendo su rostro.
Muñequito se golpeó en la mejilla.
—Malo —jadeó—, malo, malo, malo, malo...
Con cada palabra se daba una nueva bofetada hasta que su mejilla ardió y las lágrimas impidieron que pudiera ver bien.
Bisco comenzó a ladrar una vez más.
Ni-Ki vomitó la brocheta de cordero, ignorando su móvil sonando.
—Calla —le ordenó a Bisco, pero el cachorro ladró con más fuerza.
Muñequito malo, Muñequito desastroso, ¿qué había hecho?
JungWon, sus padres, SungHoon... a todos les había mentido. ¿Acaso su existencia también era una mentira? Sí, pretendiendo vivir como Riki cuando sólo era Muñequito, que ilusión más tonta había creado.
Riki no existía, no era real, él sólo era un Muñeco de Porcelana.
—¡Calla! ¡Calla! —le gritó a Bisco, girándose.
Y se quedó quieto.
—Ah, Muñequito —dijo Señor Shin, de pie en la entrada del callejón, sonriéndole de manera indulgente—, mira todo el desastre que has hecho, bebé, todo por ser un mal muñeco. No te preocupes, yo voy a arreglarte.
Muñequito se rompió.
1/6
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top