17.

- Shin YuNa se había casado a los veintiséis años con quien consideraba el amor de su vida, Nishimura JeongIn, y dio inicio a su perfecta vida matrimonial. Dos años después, dio a luz a su primer hijo, Nishimura Riki, un hermoso niño de ojos brillantes y sonrisa encantadora, que enamoraba a cualquier persona que se tomara el tiempo de conocerlo.

Fue así que YuNa tuvo una vida casi perfecta: tenía un trabajo como asistente de un ejecutivo, su marido la adoraba, y en casa le esperaba un niño perfecto que hacía sentir a su corazón cálido y feliz. La felicidad era tanta, que estuvo mucho tiempo agradecida por la vida que le tocó tener.

Hasta que, por supuesto, recibió la llamada de JeongIn, su voz desesperada y rota, diciéndole que su pequeño ángel, su hermoso niño, había desaparecido.

Su mundo entero se había derrumbado con ello.

—¿Qué tal si usas el color verde para pintar el árbol, Nishi?

Ni-Ki no la tomó en cuenta, pero no se rindió. No iba a rendirse con su niño.

Habían pasado casi dos meses desde que encontraron a Riki, pero el muchacho seguía internado en el hospital, bajo observación, así que YuNa le iba a ver todos los días para seguir generando lazos con él.

Luego de que la sacaron a la fuerza, cuando Ni-Ki se orinó y lloró, tuvo que pasar otras semanas sin verlo, lo suficiente como para estabilizarlo, para ponerlo en mejor estado. Cuando le permitieron estar con él, le habían cortado el cabello, subió de peso, y ya hacía más cosas en lugar de quedarse quieto todo el día, mirando un punto fijo en la pared.

Pero sus ojos destrozados permanecían, y YuNa se prometió que borraría esa mirada de sus ojos.

Ese día, le llevó un cuaderno de dibujos y lápices a Riki para que el niño pintara, y aunque al principio parecía algo reacio a hacerlo, luego de mostrarle cómo pintar, se animó a comenzar.

¿Qué tan triste era eso? Ni-Ki no sabía usar los lápices, le costó agarrarlos con firmeza, y se salía de las líneas al hacerlo. Pero por sobre todo, pintaba los objetos con colores que no eran los típicos.

Como ese árbol: pintaba el follaje de azul y la madera era violeta.

Sin embargo, YuNa estaba feliz porque el chico parecía concentrado en el dibujo, mordiendo su lengua, su expresión fija.

Minutos después, Ni-Ki pareció satisfecho de haber terminado, y dio vuelta la página. Su ceño se arrugó al ver el animal caricaturizado: era un perrito.

Ni-Ki vaciló un instante, para luego mirarla con vergüenza, y apuntar al dibujo.

—¿Eso? Es un perro —dijo YuNa.

El niño frunció más el ceño.

En todo ese tiempo, Riki no había dicho palabra alguna ni daba indicios de escuchar.

Su primer impulso fue escribirle a Ni-Ki el animal qué era, pero luego reparó en que él no sabía leer. No sabía ni leer ni escribir.

Una ola de tristeza la inundó, pero trató de disimularlo.

—Lo podemos pintar de café —dijo YuNa, agarrando el lápiz para ofrecérselo, teniendo cuidado de no tocarlo, porque al chico no le gustaba eso.

Ni-Ki negó con la cabeza, disgustado, y agarró otro color: rojo.

La mujer suspiró, pero sólo le sonrió al ver que volvía a pintar de forma desordenada.

Minutos después, tocaron a la puerta y JeongIn asomó su rostro. Riki dejó de pintar varios segundos, sus hombros tensos, su mirada tornándose nerviosa, pero JeongIn se quedó quieto luego de cerrar la puerta, levantando sus manos en señal pacífica. Pasó un instante y Ni-Ki se relajó, volviendo su atención al dibujo, agarrando ahora el color verde para pintar los ojos del animal.

JeongIn se sentó al lado de YuNa, tomándole la mano, y llamó la atención del chico.

—Hola, Nini —dijo con voz lenta y suave—, ¿sabes qué día es hoy? — Riki le estaba mirando, pero no dijo nada, sus labios sellados—. Hoy es nueve de diciembre. Hoy es tu cumpleaños.

YuNa sintió sus ojos algo llorosos al recordarse diez años atrás, en el parto, pujando con fuerza, hasta que escuchó el llanto de su bebé. El sonido más bonito que escuchó ese día.

Cuando lo tuvo en brazos, se había prometido que le daría los mejores cumpleaños de su vida, que lo haría el niño más feliz del mundo entero.

Los ojos de Ni-Ki se movieron, cautelosos, cuando vio a JeongIn sacar algo de su bolso. Una caja envuelta en papel de regalo.

Con cuidado, JeongIn dejó el paquete en la orilla de la cama para que su hijo lo agarrara. Ni-Ki vaciló unos instantes antes de hacerlo, sus cejas arrugadas otra vez.

Fueron pacientes mientras Ni-Ki veía el papel de regalo para luego comenzar a rasgarlo. Antes de cada una de sus acciones miraba siempre a sus padres, su mirada pareciendo preguntar si podía hacerlo, y al ver que ellos sacudían su cabeza en una señal de asentimiento, continuaba.

Al abrir la caja, su mirada se arrugó en confusión, sacando una cámara polaroid. La observó, aturdido, sin comprender qué era, observándola desde diversos ángulos pero sin entender para qué servía.

Luego, sacó la fotografía enmarcada que había en la caja también: en ella, estaban sus padres más jóvenes, con un niño entremedio de ellos, cada uno tomándole una mano.

Riki la observó, levantando la vista. Señaló, con algo de miedo, al hombre de la foto, y luego apuntó a JeongIn.

—Sí, soy yo, más joven —dijo JeongIn, sonriendo.

El muchacho indicó después a la mujer, y acto seguido, señaló a YuNa.

—Exacto, esa soy yo —concedió YuNa.

Entonces, Ni-Ki apuntó al niño. Luego, a ellos dos.

Ambos se miraron.

El chico parecía estar preguntando "¿dónde está?".

JeongIn humedeció sus labios, y con cuidado, lo apuntó a él.

Ni-Ki arrugó los labios.

Su mamá, lentamente, le pidió la fotografía. El muchacho se la entregó, tímido, y observó a YuNa apuntar al niño y luego a él.

Los ojos de Ni-Ki se abrieron por la sorpresa. Imitó la acción, señalándose a sí mismo, viendo como los dos adultos asentían, y le quitó la foto a YuNa, mirándose con admiración.

Se sobresaltó al sentir a JeongIn cerca de pronto, quedándose quieto por puro instinto. Pero el hombre, en lugar de tocarlo como hacía su Dueño, tomó aquel objeto cuadrado que no sabía qué era.

Volvió a sobresaltarse cuando una luz repentina lo apuntó, y observó con curiosidad como un papel cuadrado salía de ese objeto extraño.

JeongIn agarró la fotografía en blanco, agitándola un instante, y ante la sorprendida y atónita mirada de Ni-Ki, observó cómo el color pintaba ese papel, cómo él estaba allí retratado.

La expresión de Riki pasó de la confusión al asombro, para después transformarse en excitación por aprender a usar ese extraño objeto que le habían dado.

Agarró la cámara, acomodándola en su rostro como había visto hacer a JeongIn, y miró a través del lente a la bonita mujer que le acompañaba todos los días. Presionó el botón, volviendo a sobresaltarse cuando el flash apareció, y esperó con poca paciencia a que saliera el papel. Lo agitó con furia una vez lo tuvo en sus manos, casi rebotando por la admiración cuando vio los colores aparecer y YuNa se veía reflejada en la foto.

Los padres se miraron al ver a Riki usando la cámara con juguetón asombro, mirando a través del lente todo el lugar, y se sonrieron con evidente alivio.

Ni-Ki iba a mejorar. Ni-Ki iba a mejorar, y a volver a casa con ellos.


¡Feliz navidad, Riki!

Ni-Ki se vio de pronto rodeado de un fuerte abrazo, y sonrió cuando tío YeoSang lo elevó en los aires como si no pesara demasiado. Una vez fue dejado en el suelo, saludó a su tía Choi YuJin con un beso en la mejilla para luego tomar en brazos a su pequeña prima, ChaeHyun.

—¡Nishi! —se rió ChaeHyun—. ¡Estás muy guapo, oppa!

—Por supuesto, es el gen de la familia Shin —contestó YeoSang con falsa modestia—. ¡Hermana!

—¡No te atrevas a abrazarme, Si...! ¡YEOSANG! —se quejó YuNa cuando su hermano mayor lo abrazó con fuerza.

—Sabes cómo es YeoSang, YuNa —se quejó Félix, el hermano menor de los Shin—. Es un monstruo de... ¡No te atrevas a tocarme, hyung!

—¡No te veo desde hace mucho, Félix! —se quejó YeoSang, comenzando a perseguirlo como si no tuviera más de cuarenta años.

La familia Shin estaba compuesta por los tres hermanos: YeoSang, YuNa y Félix. Sus padres eran Shin YoonGi y Park SooYoung, abuelos de Riki que lo mimaban un montón cada vez que lo veían.

Por otro lado, en la familia Nishimura sólo quedaba viva la abuela Solar, que vivía con su hijo, JeongIn. Tenía otro hijo varón, San, y dos hijas más: Tzuyo, que estaba casada con Lee MinHyuk y tenían dos hijos, Lee DongMin y Lee SanHa; y su hija menor, YiRen, que salía con BangChan.

Ni-Ki los amaba a todos porque ellos eran muy buenos y dulces con él, además que los veía en Navidad siempre, y le daban muchos regalos.

Nunca se detenía a pensar que le daban esa cantidad de regalos por todos los años que estuvo desaparecido. Para Riki, ese episodio de su vida estaba bloqueado. Borrado. Eliminado.

Riki cada año está más guapo —dijo su abuela SooYoung.

El chico sintió sus mejillas coloradas.

¡No diga eso, abuelita! —regañó.

¡Es cierto! —dijo Tzuyo, revolviéndole el cabello a su sobrino—. ¡Es más guapo que mis hijos!

¡Mamá! —se quejaron los dos niños.

Ni-Ki sólo sonrió, feliz por estar allí. Era el primo mayor de entre todos, detrás de él estaba DongMin, con trece años, luego SanHa, con diez, y finalmente ChaeHyun, con siete. Y, a pesar de que no los conocía desde pequeños, aún luego de todo lo ocurrido, sus primos siempre le trataron con amor y cariño.

Ni-Ki se parece a mí cuando joven —dijo su abuelo YoonGi con orgullo.

No, abuelito, usted es más guapo que yo —se apresuró a decir Riki, contento por su familia.

Porque aunque fuera un muñequito usado, allí todos lo amaban.

♡❜

JungWon, por otro lado, quería que esas fiestas acabaran pronto.

Observó de reojo a su familia en el comedor, todos conversando entre sí e ignorándolo. Sus primos no se molestaban en mirarlo, hablando sólo con RyuJin, y deseaba que todo eso terminara cuanto antes. En especial la parte de los regalos, porque era lo más incómodo para él: sus tías y tíos sólo le regalaban calcetines, de esos packs que vendían tres por dos.

—Entonces, cariño, ¿sales este año? ¿Qué tienes planeado seguir estudiando? —preguntó su tía Irene.

RyuJin sonrió, orgullosa.

—Estoy siendo la mejor estudiante de mi curso y planeo estudiar para Medicina —dijo la chica.

—Fantástico —contestó su tío SuHo—. Como siempre, llenando de orgullo a la familia Yang. ¿Sigues saliendo con ese chico tan adorable e inteligente, RyuJin?

Miró de reojo a su hermana mayor, que apretó sus labios un momento antes de volver a sonreír encantadoramente.

—Sí, con SungHoon estamos muy felices —dijo la chica—, él piensa estudiar también Medicina, y nos pensamos casar cuando acabemos con la carrera.

—¡Eso suena estupendo!

JungWon estiró una de sus manos para agarrar una galleta, pero su abuela ChaeYoung golpeó sus dedos.

—Todavía no se puede comer, JungMin —regañó la mujer con voz helada.

El chico bajó la vista.

—Es JungWon, abuela ChaeYoung—corrigió, usando un tono suave.

—No entiendo por qué permites que este mocoso irrespetuoso pase las fiestas con nosotros —dijo su abuelo SeokJin hacia su padre, ignorando a JungWon —. Deberías mandarlo con la perra de su madre.

JungKook, su padre, desvió la vista con vergüenza en tanto JungWon sentía sus labios temblar.

No tenía muchos recuerdos de su mamá, si era honesto, porque su papá lo había alejado de ella cuando tenía cuatro años bajo la excusa de que la mujer no estaba habilitada para cuidarlo, cuando en realidad quería evitar que ella lo usara en su contra y arruinara la reputación de los Yang: para todo el mundo, JungWon era hijo legítimo de Jennie.

En el fondo, JungWon habría preferido vivir con su mamá: muy bien en esa familia nunca le faltaría nada (al menos, por ahora), pero nunca había recibido nada más que desprecio y burlas de su parte.

—¿Sigues siendo un maricón, JungHyun? —preguntó tía HwaSa con evidente asco.

—No hablemos de eso —se quejó Jennie, el disgusto pintando su rostro.

—Me sorprende que puedas aguantarlo tanto —bufó su abuela—, yo lo veo y me dan ganas de vomitar. ¿Cómo pudiste meterte con esa mujer, JungKook? Este niño es feísimo, un idiota y maleducado.

JungWon se puso de pie, haciendo una inclinación torpe.

—Voy a estar en mi cuarto —dijo débilmente, conteniendo las ganas de romper a llorar.

—Un mocoso berrinchudo y malnacido —terminó de decir la mujer mayor.

—Abuela, no hables de eso —intervino RyuJin, algo preocupada entonces al ver el descompuesto rostro de su hermano menor.

Pero JungWon sólo se apuró en subir a su cuarto para poder respirar con calma.

Muchas veces había tratado de hablar con su padre para que le dejara ir con su verdadera mamá, para conocerla por último, pero el hombre siempre se había negado a ello diciendo que esa mujer no le quería.

Tal vez era cierto. Tal vez no le quería, porque nunca había dado señales de vida. Tal vez era más sencillo deshacerse de él como hacía todo el mundo.

Sacó su móvil.

JungWonnie:

Sunnie, te extraño.

Sunnie:

Yo también, bebé.

¿Quieres que vaya a verte más tarde?

O puedes venir tú aquí.

Mamá puede guardarte comida.

Ella te tiene un regalo también.

JungWon lo quería tanto, lo amaba mucho, porque SuNoo parecía haber notado lo inestable que se sentía sólo con ese mensaje. Lo triste, vacío, apenado que estaba. Y que le invitara a su hogar, con su cariñosa familia que le trataba tan bien, hizo que su corazón se sintiera más cálido.

Contestó con una afirmación, entrando a otro chat.

Nishi:

¡Feliz navidad, Wonnie!

¿Vienes mañana a mi casa?

¡ChaeHyun dice que quiere ver a su oppa bonito!

JungWonnie:

¿Puedo quedarme a dormir mañana?

Nishi:

¡Podemos invitar a Jay!

¿Suena eso bien?

JungWonnie:

Suena genial.

Gracias, Ni-Ki.

Nishi:

¡Para eso están los amigos!

Estaba bien. No importaba si su familia no le quería, porque tenía amigos que se preocupaban por él, y un novio que le amaba. Eso estaba perfecto para JungWon.

La puerta de su cuarto fue tocada, y RyuJin asomó su rostro. La chica entró, llevando un plato con la cena, comprendiendo que JungWon no iba a querer bajar a comer para que le siguieran tratando de esa forma.

—No los tomes en cuenta —dijo su hermana mayor, dando el primer paso para acercarse a él luego de tantas semanas—, en el fondo no lo dicen en serio, ellos son...

—No es necesario que mientas, noona —murmuró JungWon, sentándose en la cama—, ellos no me quieren, nunca lo han hecho —hizo una mueca—. No importa. Ya me acostumbré.

RyuJin se sentó a su lado, dejando el plato sobre el velador, y luego le tomó la mano.

—No me he portado bien contigo, JungWonnie, no he sido una buena noona —suspiró la chica—, es sólo que lo de SungHoon me ha descolocado por completo —el chico bajó la vista—. Lo siento mucho.

JungWon la abrazó, algo aliviado de que RyuJin se hubiera dado cuenta de la forma en la que se portaba, y la chica le sonrió con cariño. Por un breve instante, se recordó a los cinco años, llorando por culpa de una pesadilla, y RyuJin yendo a consolarle como si fuera una mamá.

—Encontrarás a un chico mejor —le dijo.

Su hermana mayor hizo una leve mueca de disgusto.

—No, SungHoon es el chico ideal para mí —ella suspiró—, es guapo, inteligente y divertido. SungHoon va a recapacitar y volveremos a estar juntos —le dio un beso en la coronilla, poniéndose de pie—. Bajaré a cenar, ¿seguro que no quieres ir?

JungWon la miró.

—Prefiero quedarme aquí —contestó haciendo una mueca.

RyuJin asintió, despidiéndose, y quedó solo una vez más.

JungWon estaba teniendo un mal presentimiento de todo.

♡❜

WonYoung tocó la puerta de su cuarto y se asomó segundos después, sonriendo ampliamente. SungHoon le devolvió la sonrisa, aunque se sentía algo incómodo en ese momento.

—¿Estás listo, oppa? —le preguntó WonYoung —. No es necesario que vayas si no quieres...

SungHoon rascó su nuca, tratando de lucir despreocupado e incluso algo aburrido.

—No te preocupes, WonYoung —le contestó, saliendo con ella—, es sólo un cumpleaños. Además, va a ir HeeSeung , ¿no es así?

— Ni-Ki oppa dijo que sí —dijo su hermana menor, bajando las escaleras apresuradamente—. Nos vemos, mamá y papá.

Sin embargo, antes de que la chica pudiera pasar de largo con SungHoon, su papá los detuvo.

—No quiero que se queden mucho tiempo —dijo el hombre con voz de disgusto—. La familia Nishimura no es de mi gusto, menos con ese hijo tan extraño que tienen.

WonYoung apretó sus labios un instante.

—Es mi amigo —dijo ella débilmente—, y Riki es un buen chico. Él, JungWon y JongSeong lo son.

Su padre arrugó los labios, pero antes de que pudiera decir algo más, SungHoon se adelantó:

—Vamos algo atrasados, WonYoung —dijo tirando de su hermana—. Nos vemos, papá.

El hombre no alcanzó a decir algo más porque SungHoon se apresuró a irse, recordando brevemente la forma en la que su papá le trataba cuando se enteró que estaba saliendo con Geonu.

WonYoung subió al auto junto a SungHoon, un poco desanimada.

—Hey, no pongas esa cara —le dijo con cariño, pellizcando su labio sobresaliendo—, te pusiste muy bonita hoy para que ellos te lo arruinen, WonYoung.

Las mejillas de la chica se colorearon de rojo.

—Quiero estar guapa para Ni-Ki oppa —contó la muchacha.

SungHoon fingió verdadera curiosidad y desconocimiento:

—¿Aún no te le has declarado? —preguntó, sabiendo la respuesta porque sabía que Riki ya le habría contado.

—No, no he querido —murmuró WonYoung—, cuando lo veo, me quedo paralizada y mi corazón se acelera, y no me atrevo a decirle que me gusta.

SungHoon asintió, con expresión pensativa.

—Tal vez no deberías decirle, así de simple, y con el tiempo esos sentimientos se vayan —señaló.

WonYoung suspiró, algo triste.

—Tienes razón, Hoonnie.

El chico se sintió algo mal por ello, pero trató de no darle muchas vueltas al asunto porque era por el bien de su hermana menor. Después de todo, Riki estaba saliendo con él.

Minutos después se estacionó a unos metros de la casa de Ni-Ki, saliendo junto a WonYoung, y caminaron hacia la puerta. Tocaron el timbre, esperando pacientemente, hasta que alguien abrió.

—¡Ni-Ki! —saludó WonYoung, abrazando al chico de golpe, sacándole una sonrisa, y se alejó unos centímetros—. ¡Feliz cumpleaños!

—¡Gracias! —dijo Riki, sonriendo con más fuerza al ver a SungHoon detrás de WonYoung.

Espero que no te moleste, tú mismo dijiste que podía venir si yo quería...

—¡No te preocupes, está bien! —se apresuró a decir Riki, dando un paso tímido hacia SungHoon, conteniendo el impulso de lanzarse a darle un beso.

Feliz cumpleaños, Riki —dijo SungHoon, tratando también de lucir tranquilo y no desesperado por abrazar al muchacho. Llevaba ya varios días sin verlo, por lo que la situación resultaba más ansiosa para él.

Ni-Ki tuvo la suerte de controlarse, haciéndole una reverencia educada para luego darles la pasada al interior de su casa. Sin embargo, cuando SungHoon pasó a su lado, le rozó la mano y el mayor le sonrió.

Llegaron al comedor, donde ya había gente: sus papás, tío Félix y su abuelita Solar, a quienes saludó inmediatamente; sus primos DongMin, SanHa y ChaeHyun; Jay tenía en brazos a Bisco y a su lado estaba HeeSeung; por último, JungWon y SuNoo estaban entrando desde el patio.

JungWon observó a SungHoon algo desconcertado.

—¿Hyung? —preguntó, confundido—. Vaya, Riki no me dijo que te invitó.

—Ah, no —se apresuró a decir, sintiendo la mirada de HeeSeung sobre ellos—, vine acompañando a WonYoung, mis papás no querían dejarla venir sola.

—Oh — JungWon permanecía con las cejas algo arrugadas—. Supongo que está bien...

—¡Oppa, ¿ya vamos a ser novios?! —preguntó de pronto ChaeHyun, agarrando la mano de JungWon, y SungHoon lo aprovechó para huir.

—No puedes, ChaeHyun, JungWon es mi novio —respondió SeonWoo, con una sonrisa maquiavélica.

—¡La estás asustando, SuNoo!

—¡Pues que deje de insistir en que sea tu novia!

Riki, por otro lado, estaba comiendo papas fritas, sentado en la mesa, con un gorro de cumpleaños en su cabeza, tratando de que Jay también se pusiera uno.

—No me gustan —se quejaba Jay—, aprietan mis orejitas.

Ni-Ki le ignoró, todavía insistiendo.

—Vamos, sólo para la foto —animó HeeSeung—, además, es el cumpleaños de Ni-Ki, debemos hacerle caso en todo.

JongSeong hizo una mueca extraña con su boca, un triángulo que HeeSeung encontró adorable.

Ni-Ki aplaudió al ver que Jay dejó que le pusiera el gorro, y luego le entregó uno a HeeSeung.

—No, yo no me pondré uno —dijo HeeSeung.

Jay comenzó a hacer un berrinche.

—¡No me gusta el gorro, no me gusta el gorro! —dijo, llevando sus manos para quitárselo, pero HeeSeung se apuró en sostenerlo.

—¡Bueno, bueno, me lo pondré también! —balbuceó el mayor con hastío.

SungHoon se rió, sentándose al lado de su mejor amigo, y se giró cuando alguien llamó su atención. Ni-Ki le entregó otro gorro, una sonrisa tímida en su rostro, y SungHoon lo tomó con evidente gusto, sin dudar en acomodarlo sobre su cabeza.

Riki tuvo que resistir no lanzarse sobre él para besarlo.

—Vamos, vamos, júntense para la foto —animó YuNa entonces—, un recuerdo de la primera fiesta de cumpleaños de Ni-Ki con sus amigos.

SungHoon miró a HeeSeung, que le devolvió la mirada con expresión algo incómoda. Por supuesto, para Jay aquellas palabras no pasaron desapercibidas.

—¿Ni-Ki no tuvo una fiesta antes? —preguntó con inocencia.

JungWon sonrió, adelantándose a alguna respuesta que pudiera resultar embarazosa.

—Antes Ni-Ki estudiaba en casa —le contestó.

—Oh, verdad —concedió JongSeong, ubicándose al lado de Ni-Ki. JungWon se puso al otro lado, y Riki los abrazó a los dos por los hombros, revotando en su asiento.

Los primos de Ni-Ki se sentaron en el suelo, y WonYoung se ubicó al lado de Jay. SuNoo se quedó de pie detrás de JungWon, HeeSeung estuvo atrás de Jay, y SungHoon se acomodó detrás de Ni-Ki, todos ya con sus sombreritos de cumpleaños.

—¡Digan queso! —dijo YuNa, levantando la cámara, sonriendo por la felicidad.

Sacó varias fotografías con distintas expresiones de los invitados, siendo animados por los adultos, y luego todos volvieron su atención a la comida.

Jay no tardó en quitarse el gorro, con expresión fastidiada, pero se le pasó cuando HeeSeung le tomó la mano, acariciando su piel. A él le gustaba mucho eso, que se lo hiciera su mamá o HeeSeung.

El resto de la tarde pasó tranquila y divertida, saliendo al patio a jugar un rato a la pelota: Ni-Ki, SuNoo, JongSeong y WonYoung en un equipo, y HeeSeung, SungHoon y JungWon en otro. Los primos menores del cumpleañero no quisieron jugar, pero se entretuvieron correteando con Bisco.

Al final, el partido de fútbol quedó en cinco contra cuatro, ganando el equipo de Riki, y todos terminaron sudados, transpirando y con la respiración agitada.

Cerca de las seis de la tarde, llegó el momento del pastel y una vez estaban comiendo, YuNa dijo que había que abrir los regalos.

Los primeros que recibió Ni-Ki fueron los de sus tíos y abuelos: toda la familia materna se puso de acuerdo para regalarle un caballete para pintar junto a un set de pinturas y pinceles de distintos tamaños, provocando que el chico estuviera saltando por todo el salón gracias a la emoción. En cambio, la parte paterna le regaló una nueva cámara fotográfica debido a que la última ya estaba algo desgastada, y Riki iba a romper a llorar de la emoción.

Nuestros regalos no son tan geniales —se había quejado JungWon con una sonrisa en el rostro antes de entregarle el suyo a su mejor amigo.

Ni-Ki lo abrió, sus ojos brillando cuando sacó un cuaderno con más de cien dibujos para colorear, y un set de cincuenta lápices para colorear.

No es mucho, pero...

—¡Es genial, JungWon! —dijo Ni-Ki, sin dejar de sonreír—. ¡Es muy bonito!

El siguiente que recibió fue el de Jay, que de pronto se puso algo tímido, balbuceando muchas cosas sin sentido, tanto así que incluso se olvidó de usar los gestos y JungWon tuvo que intervenir.

Mamá me llevó a comprar tu regalo —farfullaba Jay en tanto JungWon hacía los gestos—, y me preguntó que debía ser un regalo que significara mucho para mí, entonces lo estuve pensando demasiado porque no sé eso de significa, es decir, ¿cómo puede significar tanto un regalo que voy a comprar y es nuevo? Entonces yo... uh...

Riki abrió el envoltorio, sin dejar de sonreír cuando sacó un dinosaurio de plástico de tamaño mediano.

Es un anquilosaurio —se lanzó a explicar JongSeong—, está entre mis diez dinosaurios favoritos porque tiene muchas espinas con las que protegerse, ¿no es bonito? ¿Cierto, Ni-Ki? ¿Sí, Nini?

—¡Está genial, Jay-shi! —concedió Ni-Ki—. ¡Podemos jugar juntos ahora!

Jay parecía satisfecho con las palabras de Ni-Ki.

SuNoo fue el siguiente, que le regaló una boina, y HeeSeung prosiguió, entregándole un gas pimienta para echarles a sus agresores.

WonYoung, algo nerviosa, le dio el suyo.

Riki la miró con una amplia sonrisa cuando vio las acuarelas que la muchacha le regaló.

—¡Para que pintes algo bonito, oppa! —dijo la chica con vergüenza.

Gracias, WonYoung, ¡eres la mejor!

SungHoon suspiró.

—Voy a quedar debiéndole un regalo —comentó al aire, aunque ya tenía uno y pensaba entregárselo a escondidas.

Jay frunció el ceño.

—¿Por qué no le trajiste un regalo si sabías que era su cumpleaños? —preguntó con inocencia, confundido—. Se supone que ustedes son...

—¡Wow, Jay-shi, ¿sabes qué hora es?! —le interrumpió HeeSeung de pronto, sobresaltando a todo el mundo mientras SungHoon sentía su corazón latir desbocadamente.

—Van a ser las siete de la tarde —contestó Jay, desorientado.

—Y creo que quiero cobrarte un beso, de los que me debes —agregó HeeSeung, tratando de lucir juguetón para que dejaran de mirarlo, sus mejillas tomando un color rojo.

—¿Deber? No te debo nada, ya te los he dado todos —dijo Jay, fastidiado, comenzando a discutir con HeeSeung.

SungHoon definitivamente iba a agradecerle aquello a HeeSeung en otro momento, sintiendo como el alma volvía a su cuerpo.

Le hizo un gesto a Ni-Ki, aprovechando que todos se pusieron a conversar.

El muchacho se puso de pie.

¡Iré a dejar mis regalos arriba! —le dijo a sus papás.

—¿No son muchos regalos para que los cargues tú? —preguntó su papá.

—¡Oh, ¿los irá a dejar?! —preguntó SungHoon—. Yo puedo ayudarlo, además, necesito ir al baño y el de aquí abajo está ocupado por uno de los primitos de Riki.

Ni-Ki le sonrió, dándole el caballete y las pinturas para que las llevara arriba en tanto él cargaba los otros regalos, y no tardaron en subir las escaleras, el sonido de las conversaciones desapareciendo.

Fueron a la pieza de Ni-Ki, dejando todo sobre la cama, y de pronto el chico estaba en los brazos de SungHoon, besándolo en los labios, abrazándolo con desesperación.

SungHoon lo sostuvo, sonriendo al sentir el toque del chico, devolviéndole el beso.

Permanecieron así varios minutos, sólo besándose, dejando que las caricias del otro fuera suficiente para sentirse bien.

Al separarse, Ni-Ki le entregó la libreta y el lápiz que siempre cargaba.

Tengo tu regalo, pero todavía no lo he terminado.

¿Qué es? ¡Qué es!

SungHoon se rió, viendo al chico rebotar por la felicidad.

Es una canción que hice pensando en ti. La comencé a escribir, pero no he podido terminarla.

Ni-Ki leyó sus palabras, parpadeando, para luego volver a besarlo, emocionado por lo que había hecho el mayor.

Puedo entregarte lo que llevo ahora y después...

¡No, no! ¡Quiero leerla cuando ya esté terminada, SungHoon!

SungHoon frunció las cejas, atrayendo al chico a su regazo cuando se sentó en la cama, y Riki se acomodó sobre sus piernas, con expresión decidida.

¿Estás seguro?

¡Sí! Cuando esté terminada, tú me la vas a rapear, ¿cierto?

Quiero verte rapear desde hace mucho, Hoonnie.

El sobrenombre envió algo cálido por su corazón, por lo que sólo sonrió, asintiendo con la cabeza, volviendo a besarlo. Ni-Ki recibió el beso, gustoso, contento de estar en los brazos de SungHoon. De ser besado con tanto amor.

Te quiero —le dijo SungHoon, alejándose unos centímetros.

Yo también te quiero —contestó Riki antes de sentir los labios de SungHoon sobre los suyos otra vez.

Pasaron unos minutos en los que sólo se besaron, apenas separándose para tomar aire, y Ni-Ki no quería alejarse. Quería permanecer en ese lugar por siempre, pero sabía que debía acabar con aquello y volver abajo, volver a...

Hey, Ki, ¿qué tanto...?

Ambos se giraron cuando la puerta fue abierta.

Kim SeonWoo les devolvió la mirada, desconcertado.

Hubo unos breves segundos en los que se miraron, sin decir nada, sintiendo como todo comenzó a derrumbarse.

—Oh, yo... Um... —balbuceó SuNoo, retrocediendo, y SungHoon fue el primero en moverse.

Ni-Ki se puso de pie, asustado, pero SungHoon agarró el brazo de SeonWoo y tiró de él hacia el interior del cuarto, su estómago revuelto por haber sido descubiertos. Luego, cerró la puerta.

SeonWoo no sabía a dónde mirar, hasta que Riki llamó su atención, tendiéndole la libreta con vergüenza, leyendo las palabras escritas con torpeza.

No le digas a JungWon, SuNoo, por favor.

SeonWoo leyó las palabras, sus ojos abriéndose por la sorpresa.

—¿Qué? —preguntó, incrédulo, volteándose a SungHoon—. ¿Qué? ¿Ustedes...? ¿JungWon no...? —tiró la libreta al suelo, sacudiendo la cabeza—. No, no pueden...

Riki le tomó la mano, respirando aceleradamente, sintiendo sus ojos llenándose por las lágrimas. Por el miedo de haber sido descubiertos y el temor de que SeonWoo le contara a todo el mundo. Le dijera a JungWon.

— SuNoo, por favor... —murmuró SungHoon, sintiéndose mal al ver el rostro lloroso de Ni-Ki.

—¿Qué me estás diciendo? —farfulló SuNoo, sin saber a dónde mirar—. ¿Ustedes están saliendo? ¿Son... son novios? —un pensamiento desagradable cruzó su mente—. ¿Desde hace cuánto están juntos? — SeonWoo quería soltarse del agarre de Ni-Ki, pero el chico le sostenía con firmeza, desconcertándolo un poco.

SungHoon pensó en mentir, en bajarle el perfil, pero si era sincero, no sabía en cuánto le afectaría eso a Ni-Ki, que parecía bastante descolocado en ese instante.

—Desde que terminé con RyuJin —admitió el mayor.

SuNoo quiso vomitar, porque recordó ese día en la casa de JungWon, cuando el chico fue a ver a su hermana, y todas las cosas horribles que la muchacha le gritó, hasta el punto de quebrarlo y hacerlo llorar. La forma en la que JungWon se derrumbó en sus brazos, sollozando por el dolor, y todo porque RyuJin tenía el corazón roto.

Corazón roto gracias a SungHoon.

Apretó sus manos en puños.

—No me pueden pedir eso —espetó con voz grave—, JungWon es mi novio, no me puedes pedir que le oculte esto.

Hizo amago de salir del cuarto para volver a la fiesta, pero Ni-Ki lo agarró con más firmeza, llamando su atención. Para ese punto, el menor ya estaba llorando, lágrimas rodando por sus mejillas, sus labios temblando.

SuNoo se quedó quieto, observando a Riki recoger la libreta, escribiendo todo con la mano tiritando.

SuNoo, por favor, por favor, te lo ruego.

Yo pienso decirle, de verdad, pero necesito que pase el tiempo, que él... que JungWon esté mejor.

JungWon no está bien en este momento, la está pasando mal en casa, y si le digo esto va a sentirse mucho peor, por favor, por favor, SuNoo, por favor...

El chico apretó sus labios, haciendo una mueca extraña, recordando a JungWon llorando en sus brazos. Sosteniéndose a él como si en eso le fuera la vida.

SuNoo sabía que JungWon tenía un problema de dependencia, de autoestima, pero no sabía cómo ayudarlo con eso.

—Tú eres mi familia —le murmuró JungWon, luego de llorar—, tú, Nishi, Jong... Ustedes son mi familia.

Sintió su estómago apretado.

No me lo pidas, Ni-Ki, por favor. Yo no puedo mentirle, ocultarle cosas a JungWonnie.

Voy a contárselo, te lo prometo, pero no ahora. Cuando los problemas en su casa no sean tantos, ahí se lo diré, te lo juro.

Por favor.

Observó los ojos de Ni-Ki, algo dentro de él sacudiéndose al ver la mirada rota del chico, sus ojos llenos de lágrimas, y tragó saliva, sintiendo que iba a vomitar.

JungWon no se lo merecía.

Pero JungWon no estaba bien en ese instante.

— JungWon tiene que saberlo... —insistió débilmente.

Riki le tomó la mano, aferrándose a él.

—Vamos a decirle —le prometió SungHoon—, pero más adelante. Cuando las cosas estén mejor, cuando RyuJin deje de insistir conmigo. SeonWoo, por favor...

—¿Quién más lo sabe? —preguntó con voz ahogada.

— HeeSeung —respondió SungHoon—, y JongSeong. Nadie más.

SuNoo iba a romper a llorar por lo que iba a hacer.

—Está bien —dijo, derrotado—, no le diré nada, por ahora. Sólo... sólo háganlo pronto, por favor —apretó su mandíbula un instante—, y no le digan que yo lo sé. Si él llega a enterarse...

—Lo juramos —dijo SungHoon, su voz seria.

Riki lo soltó.

—Debemos bajar —masculló SuNoo.

SungHoon asintió, volteándose hacia Ni-Ki, que seguía con expresión asustada, y lo atrajo en un abrazo, dándole un beso en la coronilla.

—Limpia tu rostro —le dijo con lentitud, para que Ni-Ki leyera sus labios—, ve al baño y baja en unos minutos. Les diremos a todos que fuiste allí cuando yo salí.

Riki asintió, titubeante, y luego se acercó a SeonWoo. Sorprendiéndolos a los dos, abrazó al muchacho, dándole un beso en la mejilla, una expresión de agradecimiento en su rostro.

Segundos después, salieron del cuarto y Riki fue al baño para quitarse las lágrimas en su cara, forzándose a respirar con tranquilidad.

Muñequito, deja de causar tantos desastres.

Muñequito no sabía cuándo las cosas se habían complicado tanto.

♡❜

SungHoon pensaba que tenía que darle un premio a SeonWoo, porque el chico fingía bastante bien.

No lucía como si hubiera descubierto un secreto, sonriendo y jugueteando con JungWon, celándolo cuando la prima pequeña de Ni-Ki se acercaba al chico, y suspiró con algo de cansancio y alivio por la situación.

Riki, al otro lado de la habitación, estaba mostrándole sus pinturas a WonYoung, que lo observaba con evidente fascinación, y Jay acariciaba a Bisco con expresión de desconfianza en tanto HeeSeung le vigilaba.

—Bueno, voy a empezar a levantar todas estas cosas —dijo la mamá de Riki, poniéndose de pie.

—Oh, la ayudo señora Nishimura —se apresuró a decir SungHoon.

La abuelita de Ni-Ki ya había ido a acostarse, acompañada de su tío para que la ayudara.

Jay se puso de pie.

—Ya son las diez de la noche —murmuró, bajando la vista.

HeeSeung sonrió, perezoso.

—Bueno, debemos irnos —anunció HeeSeung—, la mamá de Jay-shi sólo le dio permiso hasta esta hora, y no quiero problemas con mi suegra.

JeongIn también se puso de pie.

—Los voy a dejar, ya es tarde y no quiero que les pase algo —dijo el papá de Riki, mirando a JungWon y SuNoo—. ¿Ustedes, chicos...?

—Oh, voy a dormir en casa de SuNoo—dijo JungWon, sonriendo con timidez—. ¿Nos puede ir a dejar?

—No es problema —dijo JeongIn—, vamos.

Los chicos se despidieron de Ni-Ki, que les sonrió con agradecimiento por haber ido a su cumpleaños. A SuNoo le dio un beso en la mejilla, algo nervioso, y SeonWoo al girarse observó el ceño fruncido de JungWon, que observó la escena.

Sin embargo, JungWon no dijo nada, tomándole la mano después.

—Termino de ayudar a la señora Nishimura y nos vamos, WonYoung —anunció SungHoon.

La chica asintió, sonriendo.

Bisco comenzó a gimotear para salir al patio y hacer sus necesidades, así que Ni-Ki se puso de pie, abriendo el ventanal, y WonYoung lo acompañó, observando al perrito caminar por el césped, olisqueando todo a su alrededor.

Se acercó más a Ni-Ki, y el chico le sonrió.

—Oppa, eres muy guapo —murmuró la muchacha, pero Ni-Ki sólo la observó con desconcierto.

WonYoung sintió sus mejillas coloradas.

Estás muy guapo hoy, oppa —dijo con torpeza.

Ni-Ki sacudió su cabeza, sentándose en una de las sillas que tenían fuera, y WonYoung le imitó.

¿Qué dices? Tú estás muy bonita hoy —contestó Riki con evidente confianza—. Gracias por venir, no quería traerte problemas con tus papás.

WonYoung se encogió de hombros, aunque estaba algo afectada en el fondo porque sus papás sólo ponían presión sobre sus hombros para que actuara de una determinada forma frente al resto, para que fuera una hija ejemplar, aunque a ella se le complicaran muchas cosas.

SungHoon no sólo era el mayor, sino también el inteligente y líder de todo el mundo.

WonYoung, en cambio, no era tan inteligente como su hermano: no era la primera de su clase y estaba lejos de ser el premio de honor cada año. Además, no era bonita tampoco, ni divertida, ni simpática.

A ella le gustaba mucho cantar, había pensado en dedicarse a eso, pero sus padres estuvieron en contra desde el inicio. Ya que no era inteligente, entonces su misión iba a ser casarse con un buen partido lo más pronto posible para traerle beneficio a la familia.

Pero WonYoung no quería eso. Ella sólo quería que le dejaran en paz.

Ella quería a Ni-Ki.

Lo miró, tomándole la mano.

Oppa —le dijo, llamando su atención—, la verdad es que... Yo le tenía otro regalo.

Riki ladeó la cabeza, frunciendo el ceño un instante para luego asentir.

Pero debe cerrar los ojos para que lo pueda sacar de mi bolsillo —continuó ella—, ahí voy a decirte cuando los abras.

El muchacho parecía desconcertado, pero obedeció segundos después.

WonYoung cobró valor entonces, y lo besó.

Besó a Riki en la boca, sus labios suaves y dulces.

Era su primer beso, así que sólo se quedó quieta, presionando con dulzura.

Riki no reaccionó inmediatamente, atónito, sin saber qué estaba pasando en ese momento, demasiado sorprendido por la situación.

—¿WonYoung?

Ambos se alejaron, girándose, y SungHoon les devolvió la mirada, pálido y estupefacto, sin saber qué decir.

Riki, al parecer, ahora si iba a llorar.

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