07.
- Ni-Ki tenía doce años cuando conoció a JungWon.
Estaba jugando en el patio trasero de su casa, sentado sobre el césped mientras movía los autitos de juguete a su alrededor, chocándolos entre ellos y sonriendo por eso, cuando levantó la vista y vio a un chico asomando su cabeza por encima de la cerca.
Se sobresaltó, por supuesto, y agarró la campanita que su abuela le dejaba a su lado cuando jugaba y debía hacer sonar si ocurría algo urgente porque, bueno, él no podía gritar.
No debía gritar.
El ruido resonó en el patio mientras Ni-Ki hacía sonar la campanita, y segundos después su abuela apareció con una expresión de preocupación en su rostro.
― ¿Qué ocurre, príncipe? ―preguntó su abuelita.
Ni-Ki señaló hacia la cerca, hacia el chico que seguía asomándose con una expresión de curiosidad.
Su abuela miró al muchacho, reconociéndolo como JungWon, el vecino, y le sonrió con amabilidad mientras Riki se ponía de pie torpemente, ocultándose detrás de la mujer mayor con miedo.
―Hola JungWon ―saludó su abuelita tomando la mano de Ni-Ki.
―Hola ahjumma ―respondió JungWon con voz estridente―, ¿cómo está?
―Muy bien, ¿y tú, JungWon?
―Aburrido ―dijo el niño mirando a Ni-Ki―, es verano y no tengo a nadie con quien jugar ― JungWon siempre se había caracterizado por ser muy curioso, eso lo sabía todo el mundo―. ¿Quién es ese niño, ahjumma?
Su abuelita le revolvió el cabello, tirando de Ni-Ki hacia adelante, y el menor dio unos pasos balbuceante, bajando la vista con temor.
―Es mi nieto, Riki ―dijo su abuelita con orgullo―, ¿no es simpático, JungWon?
― ¡Sí! ― JungWon sonrió mostrando sus dientes―. ¿Puedo jugar con él? ¡Prometo ser bueno, ahjumma! ―luego, JungWon bajo la voz―. Prometo no pegarle mi enfermedad, abuelita.
Nishimura Solar sintió su corazón apretándose ante las palabras del chiquillo de doce años, solo y sin amigos, sabiendo que JungWon no tenía ningún amigo porque todos le hacían el quite ya que sabían que gustaba de los chicos y ningún padre quería que sus hijos estuvieran cerca de alguien así. A Solar honestamente le daba pena ver a JungWon tan solo, jugando siempre sin compañía alguna en la calle, viendo como el resto de niños del lugar se reían de él.
JungWon era sólo un niño, ¿cómo podían ser tan crueles?
Solar miró a Ni-Ki, que le devolvió la mirada, y le acarició la mejilla, haciéndole un gesto de que fuera a buscar su libreta con el lápiz que siempre cargaba. Ni-Ki no dudó en hacerlo, y aprovechando el momento a solas, la mujer se giró hacia JungWon, que la contemplaba con nervios.
― JungWonnie ―le dijo llamando su atención―, Ni-Ki no es un niño como tú, ¿está bien? Ni-Ki no puede hablar ni escuchar ―aclaró ante su mirada―, así que no sé si quieres jugar con él.
JungWon arrugó los labios.
― ¿Por qué no querría? ―se encogió de hombros―. Está bien, me las ingeniaré, ¡debe ser divertido jugar con él!
La respuesta la dejó satisfecha.
Ni-Ki volvió, y su abuelita le escribió algo en la libreta.
Nini, JungWon quiere jugar, ¿quieres jugar con él?
El menor se tomó su tiempo para leerlo, porque todavía le costaba leer y comprender bien las palabras, para luego mirar a su abuelita y responder con letra torpe, casi inentendible.
¿No me hará daño?
Sólo quiere jugar. Me quedaré contigo, ¿bien?
Ni-Ki asintió, no muy convencido, y la mujer dejó pasar a JungWon al patio, advirtiéndole de paso que fuera cuidadoso y no tocara a Ni-Ki porque a él no le gustaba que desconocidos lo tocaran. JungWon prometió portarse bien.
JungWon siempre se portó muy bien con Ni-Ki, incluso cuando Ni-Ki se enojó por primera vez con él luego de ganarle en las carreras de autos y lo mordió por el disgusto.
JungWon nunca lo trató como un niño infantil a pesar de que su actitud fuera como la de uno, nunca lo miró raro por comportarse como un bebé y siempre estuvo a su lado para todo.
Entonces ¿cómo Ni-Ki iba a dejarlo en ese momento, cuando JungWon estaba llorando a su lado porque SuNoo le había devuelto esa mañana todas las cosas que dejó en la casa del mayor?
Ni-Ki lo abrazó, limpiándole las lágrimas del rostro, y le dio un beso pequeño en la mejilla.
―Me odia ―gimió JungWon entre hipidos―, ¿cómo no iba a hacerlo? Le dije que no se me acercara en la escuela, lo engañé, lo dejé de lado...
Ni-Ki suspiró, llamando su atención.
―Habla con él ―le dijo con expresión seria―, tú lo quieres y él te quiere. Habla con él.
―No ― JungWon sacudió la cabeza en una negativa―, no, MinHee seguirá molestando si sabe que sigo con él y no quiero meterlo en esto. Él merece algo mejor.
Ni-Ki tenía una expresión de enfado, y JungWon estaba seguro de que si quisiera, su amigo trataría de morderlo como antes así que se alejó un poco porque Ni-Ki realmente mordía fuerte.
― ¿Por qué ese chico va a molestarnos? ―preguntó Riki.
JungWon desvió la vista, limpiando sus ojos con furia por seguir llorando, y se puso de pie.
―Otro día te cuento ―contestó―, ahora debemos ir a casa de WonYoung por el trabajo.
Ni-Ki bajó la vista, tomando entre sus manos la cámara que colgaba de su cuello, y la acarició de forma distraída, siguiendo a su amigo al bajar las escaleras, encendiendo el instrumento y comenzando a ver las fotografías que había sacado en todos esos años.
Sus favoritas eran cuando capturaba el cielo, los colores del atardecer, del amanecer, de los días lluviosos, de los días soleados, de las noches, sintiendo que muchas veces aquellos paisajes podían retratar muy bien algunos sentimientos que le costaba expresar al resto.
Se detuvo detrás de JungWon cuando RyuJin apareció.
―Hola, JungWon―saludó su media hermana mayor, saludando a Ni-Ki con un gesto de la cabeza―, ¿vas saliendo?
―Debo hacer un trabajo en casa de WonYoung ―dijo JungWon agarrando las llaves.
RyuJin mordió su labio inferior.
―Supe que terminaste con SuNoo ―dijo RyuJin con delicadeza, viendo como el menor se tensaba―, ¿te parece si salimos a pasear cuando regreses? Me gustaría–
―Noona ―le interrumpió JungWon volteándose―, no es necesario que finjas que estás preocupada por mí. Debes estar feliz, ¿no es así? ― RyuJin no dijo nada―. Nos vemos.
Su hermana lo agarró de la mano, deteniéndolo.
― JungWon...
―Por otro lado ―volvió a interrumpirle JungWon bruscamente, tironeando de su brazo, soltándose―, no es necesario que me presentes a ninguna de tus amigas ―la miró por sobre el hombro―, porque aunque SuNoo no sea más mi novio, me van a seguir gustando los hombres.
Antes de que la mayor le pudiera decir algo más, tiró de Ni-Ki con rapidez para salir de su casa, sintiendo su estómago dando vueltas por la situación.
Ni-Ki le seguía el paso detrás de él, y sólo cuando ya se habían alejado una cuadra, llamó su atención para poder preguntarle qué había ocurrido con RyuJin. A él la hermana de JungWon le era más bien indiferente así como él lo era para ella, sin embargo, sabía que RyuJin se preocupaba también de JungWon aunque no podía entender muy bien porque tomaba esa actitud si su mejor amigo no había hecho nada malo.
¿Por qué enamorarse de otro chico estaba tan mal visto? Ni-Ki podía ver que ellos dos realmente se querían, así como su mamá quería a su papá, ¿cuál era el problema entonces? Había otros monstruos en el mundo, gente realmente enferma y peligrosa, ¿por qué nadie se preocupaba de eso?
A Ni-Ki realmente le gustaría encontrar una persona que lo quisiera por lo que es, a pesar de sus defectos, a pesar de estar sucio, y que lo apoyara en todo, que estuviera a su lado y le sonriera como SuNoo le sonreía a JungWon, pero no sabía si algún día la encontraría. Después de todo, ¿quién podría amarlo a él?
Se subieron al bus y en el trayecto JungWon le contó de forma superficial lo que había ocurrido allí. Ni-Ki volvió a insistir en que tenía que hablar con SuNoo para aclarar lo ocurrido, para que volvieran a estar juntos, pero JungWon era un chico demasiado terco para su propio gusto.
Media hora después estaban fuera de la casa de los Park, tocando el timbre, y la madre de WonYoung y SungHoon abrió.
Los dos chicos hicieron una reverencia ante Park Mina, la bonita y tranquila madre de WonYoung.
Mina los observó con ojo crítico.
―Mi hija me dijo que debía hacer un trabajo con... ustedes ―dijo con voz pausada.
Era bonita, tranquila, sí, pero también muy conservadora, como todos en Corea del Sur, así que a JungWon no le extrañaba que los tratara así. En especial si sabía que, bueno, él era gay.
―Buenas tardes señora Park ―saludó con tono educado―, soy Yang JungWon y él es mi amigo, Nishimura Riki.
Ni-Ki sonrió con timidez, inclinando su cabeza, pero Mina lo observó un instante sin interés para después volver su vista a JungWon.
―Eres el hermano de menor de RyuJin ―dijo como si nada―, no te pareces en nada a ella, ¿eh?
Sonrió con educación.
―Medio hermano ―aclaró―, y gracias por el halago, señora Park.
La mujer enarcó una ceja ante él para luego hacerse a un lado, haciéndolos pasar al interior de la casa y dirigiéndolos al comedor, ofreciéndoles algo para beber. JungWon aceptó sólo agua, haciéndole una seña vaga a Ni-Ki para que se sentara a su lado, y pronto sintieron pasos por la escalera.
WonYoung no tardó en aparecer, bostezando, y los miró sin expresión alguna, incómoda y un poco fastidiada por tener que trabajar con ellos.
Bueno, no era como si JungWon quisiera trabajar con ella también, él habría preferido estar con Jay.
Pensar en su amigo hizo que su estómago se contrajera por la preocupación. Si bien JiYoon y TaeHyun no eran chicos violentos, eso no iba a evitar que le pudieran decir alguna cosa malintencionada. Al menos WonYoung se mantenía al margen de las burlas.
― ¿Se quedarán a cenar? ―preguntó la madre de WonYoung apareciendo otra vez con una bandeja con jugo y sándwiches.
―No se preocupe señora Park ―dijo JungWon―, tenemos que volver temprano a nuestras casas.
WonYoung se sentó frente a ellos en tanto Mina agarraba su bolso, lista para salir.
―Iré a comprar, cariño, tu hermano está en su habitación así que recuerda ir a verlo de vez en cuando para comprobar si sigue vivo ―se despidió la mujer.
―Sí, mamá ―bufó WonYoung rodando los ojos.
Pronto quedaron los tres solos.
Un silencio incómodo se instaló en el comedor.
JungWon miró a Ni-Ki, que le devolvió la mirada con una sonrisa titubeante, y luego observó a WonYoung, que jugueteaba con su celular, como si estuviera viendo algo interesantísimo allí.
Suspiró.
Quizás esto sería más difícil de lo que creía.
―Bueno... ―dijo pausadamente, girándose hacia Ni-Ki para hablarle en lenguaje de señas mientras parloteaba―, supongo que tenemos que ver qué sentimiento queremos plasmar a través de la fotografía.
WonYoung rascó su nuca.
―La felicidad ―dijo con simpleza―, es lo más sencillo.
JungWon le repitió a Ni-Ki lo que dijo WonYoung, y la chica contempló como fruncía los labios para después sacudir su cabeza, respondiéndole a su amigo.
― Ni-Ki dice que no es sencillo ― JungWon mordió su labio inferior―. ¿Por qué no mejor escribes, Nini?
Ni-Ki arrugó sus cejas, con expresión de fastidio, y buscó su cuadernito, escribiendo.
La felicidad no es simple. Requiere de mucho. ¿Cómo podemos plasmarlo en una fotografía? Gente sonriendo no significa gente feliz.
WonYoung leyó el mensaje de Ni-Ki.
―Pues si la profesora ve a gente sonriendo, sólo dirá "ah, están felices", y listo, objetivo logrado ―replicó WonYoung―, ¿para qué vamos a esforzarnos más?
JungWon se lo dijo a Ni-Ki.
Ni-Ki lucía mucho más ofendido ahora.
No se trata de esfuerzo, se trata de poder reflejar algo.
WonYoung suspiró ante su mensaje.
― ¿Pues entonces qué? ¿Tristeza? ¿Gente llorando?
―No, la tristeza... ―fue JungWon quien habló ahora―, es lo mismo. Que alguien llore no significa que esté triste. Puede estar llorando de felicidad.
―Esto es demasiado complicado ― WonYoung hizo un puchero―, no soy buena con las expresiones artísticas.
JungWon la observó un instante, pensando en que WonYoung era bastante silenciosa y tímida dentro del salón de clases, sin resaltar demasiado. Sí, tenía a sus amigas, pero dentro de su grupo era la que menos destacaba: Arin era la líder, JiHan la bonita y MinJu la inteligente. Pero WonYoung...
Bueno, el grupo de WonYoung nunca los había molestado, no directamente: sí, se reían como hacía todo el mundo cuando tiraban esos comentarios maliciosos o se alejaban de ellos de forma automática, pero era mejor eso que participaran de los golpes, de los comentarios.
Y la risa de WonYoung, de alguna forma, siempre se veía demasiado forzada.
Desvió la vista, pensativo, sin querer incomodar a la chica.
―Pero te gusta la música ―comentó JungWon llamando su atención―, te he escuchado cantar y lo haces bien, WonYoung.
La chica pestañeó.
Inmediatamente sintió como se tensó.
―Lo hago cuando estoy aburrida ―dijo sin tono en su voz.
JungWon se removió, algo incómodo.
―Sí, bien... ―rascó su nuca―, cuando cantas, ¿qué canciones te gusta cantar?
―No entiendo para donde va esto ―murmuró WonYoung.
―A mí me gusta cantar canciones... um... románticas.
WonYoung lo observó.
―Esperanza. Me gusta la esperanza ―la chica lució inquieta un segundo y JungWon se giró hacia Ni-Ki para explicarle lo que acababan de hablar, pero se quedó congelado.
Ni-Ki estaba mirando con fascinación a WonYoung.
La chica lo había notado, por supuesto, que Ni-Ki la estuvo mirando los últimos segundos sin moverse, haciéndola sentir incómoda e irritada. Aquellos ojos de ciervo parecían leerla con una facilidad increíble que la estremeció por dentro.
― JungWon ―el aludido se giró hacia la chica, inquisitivo―, Ni-Ki no deja de mirarme. ¿Puedes preguntarle si tiene algún problema conmigo?
El chico tragó saliva, nervioso, y llamó la atención de su amigo, que mordía su dedo en ese instante, sin dejar de observarla con aquellos ojos enormes y expresivos. JungWon hizo algunas señas a lo que Ni-Ki contestó con el rostro ruborizado, negando con la cabeza; JungWon sonrió repentinamente, diciéndole otra cosa, y la expresión de Ni-Ki se iluminó, respondiéndole con ánimo. JungWon se puso colorado ahora, sacudiendo su cabeza en señal de negación, y Ni-Ki pareció insistir, sin embargo, JungWon también permaneció firme.
―Dile ―la voz de JungWon sobresaltó a WonYoung ―, no se enojará.
Ni-Ki tenía una expresión de perrito apaleado.
Idiota, quiso decir la chica, él no te escucha.
Ni-Ki tomó entre sus manos el cuadernito que siempre cargaba, y sin perder el rubor de su rostro, escribió algo. Luego lo tendió temblorosamente hacia WonYoung.
Con una expresión helada, la chica leyó lo escrito.
Sintió de pronto sus mejillas calientes.
Quizás no quieras oírlo, pero realmente tenía qué decírtelo.
Eres preciosa, WonYoung.
Ningún chico le había dicho antes que era preciosa. Su hermano, su padre y madre, y otros familiares se lo decían siempre, pero ellos no contaban. Ellos lo decían por mero compromiso.
Pero alguien ajeno...
Sí, le habían dicho que era sexy o sensual, como cuando usaba los pantalones ajustados en la clase de gimnasia o salía con sus amigos, pero eran comentarios que iban dirigidos a todas sus amigas, no sólo a ella, y esas palabras no eran lo mismo que preciosa.
Nadie se había tomado el tiempo de mirarla más de cinco segundos y dedicarle un mensaje tan bonito, tan profundo, que no se centraba en lo superficial, porque WonYoung supo con sólo esas palabras que Ni-Ki no se refería a sus facciones sino a algo más.
¿Y por qué se lo decía? WonYoung no era preciosa. No era hermosa. Era sólo una tonta niña que no destacaba en nada, no sobresalía en ningún aspecto.
―A Ni-Ki le gusta observar las cosas o personas que encuentra preciosas ―explicó JungWon como si nada―. Estoy seguro de que si te tuviera un poco más de confianza, no dejaría de fotografiarte. Tiene un álbum completo de fotografías hechas por él que... WonYoung, ¿por qué estás llorando?
―No estoy llorando ―protestó la chica furiosamente, frotando sus ojos con fuerza―, sólo algo entró en mi ojo.
Ni-Ki miraba la escena, alarmado, y con nervios le dijo algo rápido a JungWon.
―Oh, Ni-Ki, dice que lo siente, que no quiso hacerte sentir mal, que por favor lo perdones y... ―el chico frunció el ceño―. Ni-Ki, no te entiendo si mueves las manos así. No te alteres.
―No, no, yo... ―la voz de WonYoung se apagó, y miró a Ni-Ki.
Ni-Ki le pedía perdón con los ojos.
Ni-Ki, el chico sordomudo que sonreía de forma hermosa y parecía iluminar el mundo sólo con eso.
Ni-Ki, el chico con capacidades distintas que todo el mundo molestaba.
Ni-Ki, el chico al que JungWon protegía con ferocidad.
Ni-Ki, el chico que veía todo con curiosidad, y la había llamado preciosa.
― ¿Cómo...? ― JungWon la miró, interrogativo―. ¿Cómo le puedo dar las gracias?
JungWon sonrió, mostrando sus dientes, y le enseñó con ánimo. Ni-Ki los miraba, sin entender un poco lo que estaba ocurriendo.
Entonces, WonYoung le dio las gracias a Ni-Ki con señas, y el rostro del chico se iluminó otra vez como un sol.
WonYoung nunca había visto algo tan bello en la vida.
El chico le hizo unas señas a JungWon, y su amigo bajó la vista, apretando sus manos en puños.
― Ni-Ki dice que no fue nada, y que está feliz de que... de que no te burles de su discapacidad. Te da las gracias por ello.
WonYoung se estremeció.
No era posible, pensó mirando a Ni-Ki, que el chico le estuviera dando las gracias por algo que no debería. Nadie debería burlarse de él, hacerle bullying, simplemente porque poseía capacidades distintas. Ni-Ki era un chico dulce, amable y sonriente al que no tenían, no debían, molestar, y se sintió furiosa consigo misma, y avergonzada, por cómo había actuado ese último mes, por su comportamiento estúpido y superficial.
Antes de que Ni-Ki bajara la vista, WonYoung le tomó la mano sorpresivamente.
― Ni-Ki oppa, desde ahora serás mi mejor amigo ―dijo la chica sin importarle si el chico lo oía―, y no permitiré que nadie vuelva a molestarte. No mereces que te molesten, y si incluso debo golpear a alguien para evitarlo, lo haré, ¿está bien?
Ni-Ki parpadeó, atónito, y se volteó hacia JungWon, que sólo se encogió de hombros con una sonrisa traviesa. Ni-Ki observó a WonYoung una vez más, observando sus ojos feroces, y esbozó una sonrisa dulce, asintiendo con su cabeza mientras le daba un apretón que hizo feliz a la chica.
SungHoon había bajado a la cocina a buscar algo para comer cuando escuchó la escandalosa risa de WonYoung, y se quedó quieto, sin saber qué hacer, porque llevaba mucho tiempo sin escuchar reír a su hermana menor.
No desde que SungHoon había arruinado a su familia estrepitosamente dos años atrás.
Sabía que era su culpa, no tenían qué decírselo: desde que quiso dedicarse a la música y se había enamorado de Geonu, el pequeño chico que componía música y cantaba en un café todos los sábados, que su familia se había caído a pedazos. Sólo hasta que terminó con él luego de ver todo lo que su mamá sufría, lo mal que WonYoung lo estaba pasando, la furia con la que su padre lo miraba, decidió dar todo por terminado.
Las cosas se habían calmado, por supuesto, pero nunca volvieron a ser lo mismo. Su papá nunca lo volvió a mirar con el mismo orgullo, su mamá dejó de sonreírle con amor y WonYoung había dejado de reír con tanta fuerza.
SungHoon había decidido arreglar todo otra vez, así que empezó a mejorar sus notas en el colegio. Se esforzó por ser elegido el Presidente del Consejo Estudiantil. Comenzó a salir con RyuJin. Decidió que estudiaría Medicina.
Todo lo que se esperaba de él para que su familia pudiera arreglarse, repararse.
(Y sabía también que WonYoung estaba jugando un papel en la misma escuela, de la niña tonta y mimada, a la espera de un chico porque sus papás eran conservadores y querían que estudiara algo sencillo porque su futuro esposo debía mantenerla).
Así que la risa de WonYoung lo tomó desprevenido.
Con cuidado se asomó hacia el comedor, viendo primero a JungWon aguantando la risa mientras las mejillas de Ni-Ki se coloreaban de rojo, sosteniendo una cámara entre sus manos, para después apuntar con ella hacia WonYoung que hacía una pose entre sexy y juguetona, tratando de no romper en carcajadas.
―Estoy seguro de que la profesora no aprobará el concepto sexy ―comentó JungWon sacudiendo su cabeza.
―No es sexy ―protestó WonYoung enderezándose―, es... seductor.
Ni-Ki movió sus manos, llamando la atención de los dos chicos.
― Ni-Ki insiste en el concepto de precioso ―dijo JungWon―, y te quiere como modelo principal.
―Pero oppa ―habló WonYoung―, ¿qué sentimientos abarcaremos con lo precioso?
JungWon habló con Ni-Ki, que no tardó en contestar.
―Todos ―explicó JungWon―, lo precioso puede provocarte muchos sentimientos, ¿no?
WonYoung sonrió con picardía.
― ¿Ah, sí? ―dijo mirando a Ni-Ki―, ¿y qué provoco en ti, Ni-Ki?
JungWon se atoró con su saliva mientras WonYoung volvía a reír sin control y Ni-Ki los observaba sin entender lo que acababa de pasar.
SungHoon sintió su estómago contraerse por las palabras de su hermana menor, por el tono picaresco con el que había hablado, y por el rostro iluminado de Ni-Ki, el lente de su cámara enfocado en WonYoung.
¿Acaso a su hermanita menor le gustaba Ni-Ki?
No, eso no era posible.
Aclaró su garganta, llamando la atención de las personas allí, excepto de Ni-Ki, por supuesto.
No, sólo cuando Ni-Ki percibió que JungWon y WonYoung miraban a otro lado se giró, su sonrisa tambaleándose al verlo, y SungHoon mordió su labio inferior.
―Oppa ―llamó su atención WonYoung―, ¿ocurre algo?
― ¿Eh? ― SungHoon la miró, sacudiendo su cabeza segundos después―, no, no pasa nada. Sólo... escuché sus risas ―tosió, incómodo―, ¿todo bien?
―Sí, sí ― WonYoung dejó de prestarle atención―, oh, Ni-Ki oppa...
El oppa final envió un escalofrío por su espina dorsal, porque WonYoung no solía llamar de esa forma a ningún chico.
Su hermana escribió algo en el papel, entregándoselo a Ni-Ki.
― ¿Por qué no llevas a Ni-Ki a mi habitación, oppa? ―preguntó WonYoung como si nada―. Buscará mi cámara, intentemos fotografía con ella.
SungHoon parpadeó en tanto Ni-Ki se ponía de pie, sin sonreír ahora.
WonYoung miró a JungWon.
―Esperanza ―dijo la chica―, ¿qué tal la esperanza?
SungHoon quiso protestar por un instante, sin embargo, decidió que no valía la pena así que le hizo un gesto a Ni-Ki, girándose. No tenía que mirar hacia atrás para saber que el chico lo estaba siguiendo.
La presencia de Ni-Ki le estaba crispando más de lo que realmente esperaba y no podía entender por qué. El chico, de alguna forma, le recordaba demasiado a Geonu, con aquellos ojos insistentes y sonrisa inocente (porque en lo demás no se parecían, comenzando por la altura. Geonu era alto, no pasaba el metro ochenta), y pensar en Geonu lo ponía nervioso.
Pero Ni-Ki y Geonu no tenían relación alguna, ¿por qué actuaba de esa forma?
Ni-Ki ni siquiera le gustaba.
Abrió la puerta de WonYoung, indicándole con la cabeza que entrara, y estaba dispuesto a irse cuando Ni-Ki lo detuvo, su mano envolviéndose alrededor de su muñeca. Los dedos de Nishimura eran largos, cálidos y delgados, enviando una sensación de comodidad por su cuerpo, y lo miró.
― ¿Qué? ―preguntó aturdido.
El chico lo soltó y se sintió un poco desorientado por la pérdida de contacto.
Ni-Ki escribió algo en su libreta.
¿Dónde está la cámara de WonYoung?
SungHoon quiso ser grosero con él para que así Ni-Ki no volviera a acercársele, pero tampoco quería tenerlo lejos. Sabía que era demasiado contradictorio, sin embargo, no podía evitarlo, no deseaba evitarlo.
Ni-Ki era como un imán, capaz de atraerlo sólo con una mirada, con un gesto, y SungHoon no se veía capaz de decirle que no.
Dios, ¿qué pasaba con él?
―Ah, WonYoung... ―balbuceó entrando al cuarto, torpe y nervioso―, es una desordenada, no sé cómo puede dormir aquí, estoy seguro de que debe tener algún ratón muerto bajo su cama...
No sabía tampoco por qué hablaba en voz alta si era consciente de que Ni-Ki no podía escucharlo, pero necesitaba hacerlo.
Y, aunque sonara extraño, sentía que Riki podía entenderlo a pesar de que fuera sordo.
Comenzó a ordenar los papeles desordenados sobre el escritorio, evitando mirar al chico.
―Es una polaroid, se la regalaron hace un año y no la usa mucho ―siguió hablando mientras abría los cajones―, prefiere guardar sus recuerdos en el celular, no lo entiendo muy bien porque, ya sabes, pueden borrarse y no tienes respaldo...
Ni-Ki asentía a sus palabras, sin saber dónde buscar porque no conocía el cuarto, observándolo caminar por el desordenado cuarto, y trató de ocultar su sonrisa cuando SungHoon agarró el pomo del armario y...
Lo rompió.
―Mierda ―se quejó SungHoon, sus mejillas tornándose rojas―, dios, WonYoung me va a matar ―se giró hacia Ni-Ki, que apretaba sus labios para no sonreír, y tomó su cuaderno para escribirle algo.
Le dices a WonYoung y voy a matarte
Ni-Ki lo miró con indignación aunque en su rostro se podía ver cierto toque divertido.
Mi silencio tiene un precio, hyung.
Hyung. Hyung.
Eso sonaba mucho mejor que oppa.
Se preguntó cómo sería que Ni-Ki lo pronunciara, se lo dijera al oído, y se sobresaltó ante su propio pensamiento.
¿Qué quieres a cambio?
Ni-Ki pareció pensarlo, encogiéndose de hombros.
Ahora, nada. Se lo cobraré cuando lo necesite.
Suspiró, derrotado, y asintió con la cabeza.
El chico aplaudió con gusto.
Cinco minutos después estaban saliendo del cuarto, y SungHoon se giró para volver a su cuarto y hundirse en la miseria y la humillación, pero Ni-Ki volvió a detenerlo, entregándole una hoja de papel para después marcharse con las mejillas coloradas.
SungHoon bajó la vista.
Gracias por la ayuda, hyung.
¿Comenzamos con el pie derecho?
¿Por qué su rostro se sentía tan caliente de pronto y sentía hormigas recorriendo su cuerpo?
Recordó por un instante las palabras de HeeSeung días atrás.
Huracán. Elefantes. Cucarachas.
HeeSeung era un pendejo.
Volvió a leer la nota, sonriendo sin poder evitarlo, y silbó la última melodía en la que estaba trabajando, pensando que quizás olvidar sus malos encuentros con Ni-Ki no estaría mal.
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