—¿Volverás pronto? —preguntó Ni-Ki, tomando las manos de JongSeong y mirándolo con ilusión.

Jay sonrió, —Sabes que debo trabajar, Kinnie, pero intentaré volver y quedarme más tiempo si Dios me lo permite.

—¡Ah, le enviaré una carta o la llamaré par convencerla en dejarte venir por más tiempo!

—De seguro y te hace caso —comentó Jay rodando los ojos—. Eres muy mimado y mi madre siempre hace lo que quieres. SungHoon, no lo consientas demasiado. Ya Dios lo malcrió lo suficiente.

—Uh, creo que es muy tarde para eso —dijo SungHoon, sonriendo apenado—. No puedo decirle que no a Kinnie. Lo siento.

—Y más te vale no decirme que no.

SungHoon rió y abrazó a Ni-Ki, besando su frente y apretándolo contra si. Jay sonrió de lado al verlos, se notaba lo mucho que se amaban y estaba seguro de que nada los separaría. Ni siquiera ese tonto acto de Riki.

—¿Y Jake no vendrá?

— Jake y HeeSeung vienen en camino.

—Yo no pregunté por HeeSeung —respondió Jay con rapidez y miró sus uñas desinteresadamente. Riki rió y comenzó a picar el estómago de Jay, haciendo que este se quejara por dicha acción—. ¡Ya, Ni-Ki! ¿¡Por qué me molestas!?

—¿Y tú por qué eres tan rudo con HeeSeung? Él no te ha hecho nada malo.

—¿Recuerdas que no cree en nuestra madre? Pues para mi es razón suficiente para ignorarlo.

— HeeSeung es buen tipo —intervino SungHoon en defensa de su amigo, pero sin sonar intenso—. Es algo torpe y en ciertas ocasiones tonto, pero es alguien a quien puedes confiarle tu vida entera si es posible.

— Hoonnie tiene razón. No digo que olvides su pecado, pero al menos no seas tan cruel con él, y menos cuando no ha dejado de ser amable contigo.

Jay alzó una ceja y desvió la mirada, —Sí, como digan.

Ni-Ki negó divertido y alzó sus hombros a modo claro de decirle a SungHoon que su mejor amigo era algo testarudo para hacerlo cambiar de opinión.

—¡Jay, Jay, Jay!

El nombrado saltó en su lugar debido al susto por los gritos escuchados. Se llevó una mano al pecho y miró al responsable de que su nombre se oyera de forma estridente; JaeYoon. Detrás de él, venía HeeSeung corriendo, pero sin ser tan desastroso como Jake.

—¡Que suerte que aún no se haya ido!

—Faltan algunos minutos para que se abra el portal, así que corriste con suerte —comentó Jay y comenzó a reírse de su pésimo chiste el solo. Los demás presentes se miraron incómodos y rieron por obligación—. Ah, que buen chiste. Me amo.

—Sí, jaja, fue bueno. Muy chistoso, Jay —dijo Jake y movió su mano para restarle importancia al momento—. Queríamos darle un detalle para que siempre se acuerde de su visita y quiera volver pronto.

Jake le entregó una pequeña caja de cristal transparente y, dentro de esta, se podía ver una roca negra con fisuras rojas, notando así el fuego y lava que había dentro de esta. Era hermosa, y Jay estaba encantado de sólo verla.

—Es la roca del infierno. De esto está hecho las paredes y la mayoría del lugar —explicó el Ángel curioso con emoción—. Cuando la veas, te acordarás de nosotros y sabrás que siempre serás bienvenido aquí.

JongSeong sonrió en grande y abrazó a Jake con cariño, —¡Gracias, Jakey! ¡Está preciosa! Además de que tiene forma de corazón. ¡Me encanta!

—Ah, eso no lo hice yo —habló el chico una vez se separaron y rascó su nuca—. Yo iba a traer la roca, pero HeeSeung quería que tuviera un diseño bonito para ti.

Jay parpadeó y miró al muchacho, detallando sus manos con pequeñas curas y adhesivos que cubrían, —suponía él— sus heridas y quemaduras a causa del detalle.

—¿Para mi no hay abrazo? —preguntó HeeSeung y sonrió.

—No —claro y preciso—. Pero muchas gracias por el detalle, Lee HeeSeung. Está muy bonito.

—¡P-puedes llamarme HeeSeung! —exclamó el muchacho y el Ángel solo rodó sus ojos. Bueno, al menos le agradeció el detalle—. Por cierto; se ve muy bien con ropa de color blanco. Todo le luce increíble.

JongSeong volvió a rodar los ojos y decidió ignorar al chico. Una luz se comenzó a visualizar, cegando momentáneamente a todos los presentes. Jay se despidió de todos sacudiendo su mano, y finalmente entró al túnel de luz.

En el viaje, detalló con más detalle la roca regalada, sonriendo y sintiéndose cálido por la atención recibida en su visita. Debía volver sí o sí, y esperaba que Dios lo dejase pronto.

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—Extraño a Jay  —comentó Ni-Ki con un puchero en sus labios—. Aunque su estadía fue corta, extrañaba tenerle cerca.

SungHoon siguió lavando el rubio cabello de Ni-Ki, dejando suaves masajes en su cabeza, mientras escuchaba atentamente lo que le decía.

Luego de un largo día, ambos necesitaban relajarse un poco, y que mejor manera de tomar un baño juntos y pasar un rato agradable con el otro.

—Me agradó, además de que se nota que te quiere muchísimo y eso me gusta.

—Estoy seguro de que también le agradas, Hoonnie.

Se sonrieron y unieron sus labios en un corto beso, para seguir en lo suyo; SungHoon lavando el cabello contrario, y Ni-Ki disfrutando de las caricias otorgadas.

— Riki —llamó SungHoon y el nombrado soltó un sonido para asegurarle que lo escuchaba—. Te amo.

Una sonrisa avergonzada surcó entre los labios de Ni-Ki y se giró para estar de frente al mayor, tomando sus mejillas y acariciándolas con sus pulgares, —Yo también te amo, Hoonnie.

—Es bueno saberlo —comentó SungHoon con gracia—. También es bueno que sepas de que nunca te dejaré y que siempre estaré a tu lado. Incluso si tú no quieres lo mismo.

—Ah, ¿Por qué dices esas cosas? —frunció el ceño—. ¿Acaso Jay te dijo algo?

—¿Jay me tendría que decir algo?

Ni-Ki miró a SungHoon con duda. Estaba seguro de que JongSeong había soltado algo, pero no sabía exactamente el qué. Tampoco podía arriesgarse a preguntar deliberadamente, ¿Y si lo arruinaba?

Pero eso que dijo SungHoon, lo de nunca abandonarlo, era exactamente lo que había hablado con Jay. Quizá y solo le dijo eso, de su miedo a destruir lo poco que había construido.

Suspiró confundido, si bien sabía que SungHoon lo amaba y él de vuelta, ¿Por qué tenía tanto miedo?

Ah, sí. Porque el también fue la adoración de Dios y mira donde vino a parar.

— SungHoon, yo te amo y confío en ti, ¿Sí? Sé que debo decirte un par de explicaciones, pero aún estoy asustado de que decidas dejarme...

— Kinnie, amor. No quiero que me cuentes ahora ni pronto. Calma, por favor —habló SungHoon con suavidad y atrajo a Ni-Ki en un abrazo, uniendo sus cuerpos desnudos sin ninguna otra finalidad más que de aliviar las preocupaciones de Riki—. Sólo quiero hacerte saber que, el día en que me cuentes todo lo que ocasionó tu destierro, sepas que estaré contigo.

»Así como tú no puedes estar sin mi, igual me siento yo. Porque le diste una nueva razón a mi vida y no te dejaré ir sin antes luchar. Te amo, pequeño, mi Ángel de Oro, y esperaré por ti siempre.

Los ojos de Ni-Ki se llenaron de lágrimas y las dejó ir, siendo consolado por aquel hombre de horrible reputación, pero con el corazón más grande y noble que haya visto antes.

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