Jay había cambiado su blanco atuendo por uno más acorde a la temperatura del lugar. Otra cosa más por la que se sentía extraño, ya que acostumbraba a usar ropa gruesa y de algodón, y ahora usaba unos jeans rasgados en conjunto con una camisa negra de tela ligera y que se amoldaba a su esbelta figura.

—¡Te ves muy guapo, Jay! —exclamó Ni-Ki en cuanto lo vio—. Todos te estarán mirando a cada rato. Serás la sensación del lugar.

—No seas ridículo, Ni-Ki —dijo JongSeong mirándose a través del espejo—. Con o sin esta ropa sigo siendo la sensación en todos lados.

Riki rió a carcajadas limpias, mientras Jay seguía arreglándose. A pesar de no ser algo a lo que estaba acostumbrado, debía aceptar que le gustaba como se veía y el estilo de la ropa.

Unos toques en la puerta llamó la atención de ambos. Riki se acercó hasta ella y la entreabrió, para luego terminar de hacerlo y darle el paso a la persona que había llegado.

Un chico un poco más alto que Ni-Ki los miró con una sonrisa a ambos, derrochando alegría y una muy buena vibra.

— Jay, le presentó a JaeYoon.

El curioso, pensó JongSeong y se acercó hasta el chico, quien lo miraba con genuino asombro.

—Mucho gusto, JaeYoon —saludó JongSeong de manera educada.

—Woah, es usted muy guapo~ —dijo el Ángel con fascinación—. Nunca había visto un Ángel tan hermoso como usted. Ah, yo tengo mucho confianza en mi mismo, pero ahora me siento feo —comentó con gracia Jake, haciendo reír a Ni-Ki.

—Estar cerca de JongSeonggie es sentirte feo todo el tiempo, ¡Él es muy guapo! —habló Riki y Jake asintió rápidamente sin dejar de sonreír.

A Jay se le hizo muy adorable JaeYoon; tenía cierto parecido a Ni-Ki, pero siendo el mayor un poco más energético.

—Ustedes dos son muy hermosos, no digan esas cosas otra vez. Nuestra madre hizo de ustedes los Ángeles más lindos de todo el cielo.

—¡Habla muy bonito! ¡Quédese aquí para siempre, Jay-Ah! —suplicó Jake con la mirada brillante cual cachorrito.

—¡Es una buena idea! ¡Quédate con nosotros! —secundó Ni-Ki, con mirada suplicante al igual que Hoseok.

Jay con pena negó, y sonrió de lado, —Mi hogar es el cielo, pero si Dios me lo permite, vendré a visitarlos seguido.

Ni-Ki y Jake chillaron de emoción y se abrazaron a Jay, quien los rodeó a ambos con sus brazos y reía por lo adorable que se veían los pequeños ángeles.

—Uh, ¿Interrumpo?

Los tres ángeles desviaron su atención hasta la puerta, siendo el primero en reaccionar Jake, quien se alejó y tomó la mano del recién llegado para acercarlo hasta los otros dos.

— HeeSeung, este es Jay, el mejor amigo de Ni-Ki y el Ángel más hermoso que sus ojos podrán ver jamás.

Uhg, el ateo, Jay luchó por no dejar salir la mueca de disgusto al saber que clase de persona tenía en frente, pero le había prometido a Ni-Ki no soltar ningún comentario hiriente o denigrante en contra de este chico.

HeeSeung miró a Jay y sentía como su vida se reiniciaba. Había visto a los ángeles, cada uno teniendo una exuberante belleza deslumbradora, pero el que tenía en frente era único en todas formas. Su rostro parecía haber sido hecho con toda la dedicación del mundo, y HeeSeung había sido uno más que cayó en la redes de la hermosura de JongSeong.

—Mucho gusto, Jay. Soy Lee HeeSeung y espero que su estancia aquí sea la más agradable —se presentó y sonrió mostrando su linda dentadura.

Unos adorables hoyuelos se formaron en las mejillas del moreno, y Jay se preguntaba cómo un ser como él podía verse tan inofensivo cuando no era capaz de reconocer a Dios como creador del universo.

Además de que esos agujeros que se formaban en sus mejillas eran los besos de un Ángel. HeeSeung había nacido con esa Bendición y se atrevió a ignorar a su madre, ¡Le parecía el colmo!

A pesar de su apariencia, aún no se sentía cómodo con él a su lado. No caería tan fácil como Ni-Ki y lo volvería su amigo, él sí hacía respetar a Dios.

—Mucho gusto —respondió simple y sin muchos ánimos. Desvió su mirada hacia Jake y le sonrió con dulzura—. ¿Puedes ir enseñándome el lugar?

El Ángel asintió emocionado y ambos se encaminaron hasta la salida de la habitación para finalmente salir y dejar a los otros dos abandonados en el lugar.

—Uh, Hee, lo siento mucho por la actitud de mi amigo —habló Ni-Ki con arrepentimiento. Había visto como la mirada de HeeSeung se entristecía por la manera tosca con la que Jay lo trató—. Le comenté el porqué estás aquí y no se lo tomó muy bien.

—No te culpes, Kinnie, no estoy molesto contigo —dijo HeeSeung y sonrió mostrando sus hoyuelos—. Lo importante es que ahora sí creo en Dios.

—Claro que ahora crees en Dios —dijo Riki de manera obvia—. Si por no creer en ella es que estás aquí.

—No, no. Digo que ahora creo en Dios —repitió HeeSeung, dando énfasis a la palabra "ahora"—. Porque cuando vi a Jay, no supe a quien agradecerle. SungHoon no podría crear algo tan perfecto como él, así que Dios es la única que puede darle vida a algo tan maravilloso como ese precioso Ángel.

Riki abrió la boca y miró a HeeSeung con sorpresa. Las palabras no salían de él y tampoco pudo detenerlo cuando lo miró salir atraído cual insecto a la luz, como si Jay tuviese una fuerza magnética en sí y HeeSeung no hacía nada más que dejarse llevar por ella.

♡❜

Los cinco jóvenes, —porque SungHoon ya había terminado sus obligaciones— se encontraban en el mirador del lugar.

Jake le señalaba y explicaba a JongSeong la estructura del lugar, y HeeSeung intervenía de vez en cuando con datos que, aunque le resultaran sumamente interesantes a Jay, este solo asentía con falso aburrimiento.

SungHoon y Riki se encontraban unos pasos más atrás; con el mayor abrazando por la espalda a Ni-Ki y apoyando su cabeza sobre el hombro del rubio.

—Creo que a HeeSeung le gusta Jay... —comentó Ni-Ki mirando a los implicados. Un moreno hablando con mucha alegría y un Ángel con mirada de fastidio, que él sabía muy bien lo falsa que era. JongSeong tenía mucha dignidad, y no iba a darle una oportunidad de amistad a HeeSeung tan fácil.

—¿Crees? Yo creo que es muy obvio —dijo SungHoon con gracia.

—¿Y no te preocupa eso?

—¿Por qué debería? Él sabe lo que hace —habló simple—. Es bueno que se interese en alguien, así deja de andar de cama en cama con cualquiera que se cruce en su camino.

Ni-Ki alzó una ceja, —Eso de ir de cama en cama me hace acordar a alguien...

—Deja el pasado en el pasado, Nishi —dejó un beso en su mejilla—. Ese estilo de vida lo dejé atrás. Ahora solo me importa mi lindo Ángel de Oro con olor a rosas y al que amo tanto.

Ni-Ki sonrió y se giró para poder besar a SungHoon con amor. En momentos así, en donde su novio lo tomaba con tanto cariño, tenía ganas de decirle todo lo que había ocasionado su destierro, pero si SungHoon se molestaba, ¿Cómo haría él para vivir sin el amor de su vida? Ni-Ki no quería volver al cielo, pero si ya no tenía a SungHoon con él, ¿Cómo podría quedarse en el infierno?

Jay giró el rostro y se topó con la escena de Riki y SungHoon besándose. Volteó el rostro y sintió sus mejillas calientes, ¡Ese hombre se estaba comiendo a su amigo!

—Pareciera como si nunca viste un beso antes —comentó HeeSeung al ver su exagerada acción.

—Yo, mhm, nunca uno de esa magnitud —respondió de manera avergonzada. ¿¡Por qué se sentía apenado!? ¡Él no era quien estaba comiéndose vivo a un hombre!

HeeSeung frunció el ceño, —¿Acaso no has besado antes?

JongSeong apretó sus puños y miró al moreno con molestia, —¡No es tu bendito problema si he besado o no antes!

Se dio media vuelta y se fue de ahí con paso firme, derrochando elegancia y orgullo.

—¿Bendito?

—No suena tan genial como el "maldito" del infierno, pero significa lo mismo en el cielo —aclaró Jake y siguió a Jay.

HeeSeung no cabía en su sorpresa. Ese precioso Ángel, —siendo "precioso" un eufemismo— no había sido tocado nunca. Sentía una necesidad de protegerlo de todo aquel que quisiese propasarse con él, quería cuidarlo y no dejar que nadie lo toque.

Pero también quería ser él quien tuviese la dicha de tomar todas sus primeras veces.

—Ah, JongSeong. Eres un Ángel precioso, mi Ángel precioso... —murmuró a la nada, recordando como SungHoon tenía un nombre para cada Ángel, denominando él el de Jay.

nandaslovely ©