Uno.❜

—Por eso, Jay hyung, no debes decirle nada de esto a JungWon, ¿bien?

— SungHoon-Ah, tranquilo. Pero, ¿en serio te gusta JungWonnie?

—Sí, o eso es lo que creo —sonrió—. Me siento extraño cuando estoy cerca de él, y hyung, es que es tan —alargó la última vocal—. Tierno.

Lo sé, SungHoon, en serio que lo sé.

—Me alegro por ti y por el otro mocoso.

El menor exhibió sus dientes, sus dos colmillos resaltando, en una avergonzada sonrisa.

—Pero todavía no sé si JungWon siente lo mismo por mí, hyung —bajó un poco la mirada—. Aunque a veces creo que gusta de otra persona —concluyó, frunciendo el ceño.

—No lo creo, SungHoon. En todo caso, no logro figurarme a otra persona que no seas tú encajando en su rango de «tipo ideal».

—Realmente no lo sé, Jay.

—¡Es Jay hyung, mocoso! —le reprendió, a la vez que depositaba un pequeño zape en la cabeza de su dongsaeng.

—Puedo aconsejarte, SungHoon, a JungWonnie le agradas muchísimo, por no decir «demasiado», así que tienes oportunidad, mocoso. Tú solo hazme caso.

—Está bien, hyung.

♡❜

El de hebras negras se encontraba en su habitación, rodeado por sus peluches, mientras tocaba una melodía con pinceladas de melancolía en su piano. Había muchos papeles al rededor de la silla donde se hallaba sentado.

¿Así que era uno de esos días, huh?

Jay recordaba con pesar su tierna y estúpida infancia acompañado de un regordete niño de ojos pequeños y sonrisa de alcancía. Esas tardes llenas de caricias (por parte del menor) y las sonrisas mal disimuladas cuando JungWon le daba besitos en la mejilla.

— Jay, ¿no crees que estás exagerando? —cuestionó Jake al ver que su mejor amigo estaba por entrar en lo que él y SuNoo nombraron como «estar pendejo y no aceptarlo».

—Lárgate de aquí, Jake, ¿no ves que es mi momento para hacerme el macho rudo que le escribe canciones a su amor imposible de infancia?

—Ahí vas de nuevo... prometiste que irías a comer con Ni-Ki, ¿sabes lo que sucederá si no llegas?

—¿No te dejará manosearlo? —inquirió como respuesta, aburrido. Al pobre Jake se le colorearon las mejillas de bermejo furiosamente.

—¡N-no se trata de eso, imbécil! tienes que estar ahí, iremos todos: SungHoon, HeeSeung, SuNoo, JungWon, tú y yo. Además, Ni-Ki se esforzó cocinando para nosotros. Así que mueve tu perezoso trasero y deja de estar escribiendo canciones que jamás darás a conocer. ¿Y sabes por qué? ¡Porque eres un idiota, Park Jay! ¿¡Acaso no sabes que a JungWon también le gustas, le excitas, le... —detuvo su retahíla y se le pronunció aun más la ven del cuello cuando notó al azabache con los ojos cerrados, recostado sobre su teclado y soltando ronquidos quedos.

No tenía caso.

♡❜

En la reunión de Nishimura, un azabache ponía en marcha su plan, haciendo reír a un castaño con sus ocurrencias y avergonzándolo con sus halagos. SungHoon estaba siguiendo al pie de la letra los consejos de su hyung favorito.

» Para comenzar, SungHoon, dile a JungWon que es lindo. Él es bastante predecible, por lo que si lo atacas con cumplidos, se pondrá como una bolita de amor colmada de vergüenza [...]

—No creo que sea así, Hoon —soltaba apenado JungWon, dando un leve golpe al brazo de su mayor.

—¿De qué hablas, JungWon? si eres muy bonito. —le repitió, otorgándole una sonrisa.

—Bueno, Hoon, creo que tienes razón. Lo soy, ¿no?

» [...] Pero, ten cuidado, JungWon puede ser un descarado y arrogante de primera si lo quiere.

Justo como había dicho Jay.

SungHoon hubiese continuado la amena plática con su ahora crush de no ser porque el castaño salió corriendo a la vez que gritaba un muy emocionado «¡Jay Hyung!» en cuanto vio al mencionado entrar.

Por otro lado estaba Jay, que mantenía una cara de pocos amigos –nada extraño viniendo de él– y con un sueño de los mil demonios.

Escuchó quedamente un Jay hyung, pero lo dejó pasar, pensando que quizás era otra de esas tantas alucinaciones que tenía con JungWon. Lástima que no fue así. Terminó casi cayendo al suelo con JungWon en brazos. El menor se había abalanzado a los brazos de su hyung y acariciaba su mejilla con la del mayor.

Jay podía sentir la adrenalina correr por sus venas y su corazón latir con fuerza, el grande sueño que le embargaba hacía un momento se había ido al mismísimo demonio y ahora luchaba por ocultar un furibundo sonrojo, cosa que logró. Como siempre.

Ya estaba acostumbrado.

—Eish... mocoso, ¿no te han enseñado a no lanzarte encima de tus mayores? —el menor se dejó caer al suelo sobre sus pies, mientras Jay retomaba el aire que había perdido y controlaba a su corazón, que había comenzado una carrera al fijarse en lo lindo que lucía JungWon con ese suéter.

—¡Yah! siempre tan gruñón... pero no importa, hyung, pensé que no vendrías —confesó el menor.

—¿A quién le dices «¡Yah!», mocoso? —cuestionó Jay, picoteando el torso del menor con sus dedos y viendo cómo este se retorcía estallando en risas, que convertían sus ojos en dos medias lunas. Un espectáculo.

Detuvo el ataque de cosquillas hacia castaño y expulsó aire, con aburrimiento.

—¿Dónde está Ni-Ki? —quiso saber.

—No lo sé, hyung, quizás en la cocina.

—Iré a cerciorarme —anunció, pero cuando se disponía a dirigirse a la cocina, JungWon lo agarró de la muñeca y le observó con un puchero.

— Jong hyung, siquiera hablaste conmigo y ya te vas donde Ni-Ki... quédate conmigo más tiempo —pidió el de cabellos castaños. Jay sintió cómo un cúmulo de sangre se asentaba en sus mejillas y estaba por sufrir un paro cardíaco.

—M-mocoso caprichoso —atinó a decir cuando JungWon lo soltó. El menor se limitó a sonreírle con inocencia.

—¡Te ves tan lindo cuando te sonrojas, hyung! —exclamó contento.

—Eres un irrespetuoso, Yang JungWon —se burló. Observando al frente, divisó a SungHoon, que presenciaba la escena que protagonizaba junto a JungWon, y fue ahí que cayó en cuenta.

— JungWonnie —llamó y el menor le miró—. ¿No quieres ir a pasear un rato? — preguntó y al menor se le iluminaron los ojos, asintiendo repetidas veces.

—¡Bien! —celebró—. SungHoonnie hyung, ven aquí —el aludido parpadeó y se encaminó hacia ellos.

—¿Qué sucede, Won? —curioseó con una ceja alzada.

—Verás... —posó su mano en el hombro de JungWon—. JungWonnie quiere ir a caminar y tú me dijiste que querías ir a esa tienda de pasteles, ¿no es así? —le guiñó un ojo—. ¿Por qué no van ambos y compran un pastel para el postre?

SungHoon entendió el juego de su mayor y sonrió complacido.

— Wonnie, asegúrate de traerme una rica tarta de chocolate, ¿bien? —sonrió, mostrando sus rosadas encías. Su menor solo lo miró confundido.

—Pero, hyung... yo pensé que tú y yo...

—¡Ahí estás, holgazán! —gritó un pelirrojo, interrumpiendo a JungWon—. ¡Park JongSeong! ¿Acaso no tienes celular?

—Bien, hyung, JungWon y yo iremos por los pasteles —comentó SungHoon, tomando de la mano al mencionado—. Parece que tu esposo viene a reclamarte algo, así que nos iremos. ¡Hasta pronto! —y sin más, SungHoon arrastro a JungWon consigo hasta la salida.

— SungHoon, ¡te escuché! —pero los menores ya se habían ido.

Jay observó la puerta, sintiendo cómo su pecho se oprimía y un sabor amargo esparciéndose por su boca.

No eres la gran cosa, Jay, es mejor así.

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