˗ˏˋ苦痛 ↬ 𝟢𝟦﹕𝖫í𝖽𝖾𝗋.
«𝐔chiha Madara, hijo del líder del clan», era un título muy difícil de llevar para él. Aunque no lo demostrara a los demás, había veces en las que esa carga era más de lo que podía soportar. Esta no hacía más que aumentar cuando trataba de comportarse como los chicos de su edad. Pocos eran los que se acercaban a él sin ninguna otra intención más que jugar. Con el tiempo, el propio Madara fue alejándose de los otros niños, lo que hizo que lo tacharan de una persona déspota.
—¿En qué tanto piensas, hijo? —preguntó Tajima, su padre—. Luces más serio de lo normal, incluso podría afirmar que estás... preocupado.
—Me preocupa el entrenamiento de Izuna.
—¿De tu hermano? —Lo vio asentir—. Puede ser que no sea igual de talentoso que tú, pero tampoco es débil; pronto te acompañará a la guerra y podrás enseñarle todo lo que aprendiste.
«Eso es lo que más me preocupa», pensó el niño. Se limitó a maldecir entre dientes, con cuidado de que su padre no lo oyera. No quería que su hermano menor fuera participe de las batallas, mucho menos de que lo acompañara a la zona más peligrosa de estas. Por varios años, Madara aceptó entrenar más duro con tal de evitar que Izuna fuera reclutado. Se hizo a sí mismo un guerrero talentoso con tal de que él pudiera vivir su vida como un niño.
—Eres demasiado perfeccionista, Madara —comentó, orgulloso de lo que se había convertido su hijo—. Tienes excelentes dotes de líder, no dudo de que pronto podrás comenzar a entrenar a tus subordinados.
—¿Podría entrenar a Izuna?
—He pensado en eso... Me gustaría que lo entrenaras antes de que entre al campo de batalla. —Removió los cabellos azabache de su hijo—. Ahora mismo, ese mocoso debe de estar jugando con algunos niños; es momento de que vuelva a casa.
—No te preocupes, lo traeré en seguida.
Salió de su casa hacia el centro del campamento Uchiha. Mientras caminaba, sentía las miradas de los demás sobre él: todos estaban expectantes por saber en qué clase de líder se convertiría. Algunos lo observaban con admiración, asombrados por su talento nato; otros, con desaprobación. A Madara no le importaba en qué estima lo tuvieran, era suficiente si lo dejaban en paz y no se metían en sus asuntos.
Llegó al lugar donde se encontraba Izuna. Este estaba muy entretenido jugando con algunos niños, aunque ellos no eran de su edad. Su hermano menor era el único niño de diez años que no asistía a la batalla, quedando solo con pequeños que no superaban los siete años. De todos modos, parecía que a él no le incomodaba la diferencia de edad.
Cuando iba a acercarse a Izuna, alguien lo tomó por el cuello de su yukata. Madara volteó fastidiado para ver quién fue el que lo hizo. Arrugó su semblante al darse cuenta de la persona implicada: Uchiha Tetsuo, hijo de la mano derecha de su padre.
—¿Qué pasó, gruñón? —dijo Tetsuo entre risas—. Hace tiempo que no te veo por aquí... ¿acaso ya te hartaste de tu vida como celebridad?
—No te dirijas a mí de ese modo —ordenó—. No eres mi amigo, ni siquiera te acercas a ser mi compañero.
—¡Oh, lo lamento! —Fingió tristeza—. ¡¿Ahora me matarás por haberme dirigido a ti como «gruñón» en vez de «Madara, el dios de los Uchiha»?!
A pesar de que Tetsuo era mayor que él por tres años, parecía un niño a su lado. Su comportamiento infantil lo hacía molesto para Madara, quien se la pasaba ignorándolo. Sin embargo, esa vez era diferente: tenía ganas de arrastrar su cara por el piso.
—Apártate de mí. —Apretó los puños.
—No eres el líder para darme órdenes, niño. Recuerda que, en caso de que tu padre muera, tendríamos que hacer una votación para escoger al próximo líder del clan... Me encargaré de que no lo seas, Madara.
Aparecieron sus dos amigos detrás de él, como si fueran sus sombras. Ellos también eran familiares de altos mandos de su clan. Para su desgracia, no se llevaba bien con ninguno. Ese trío conspiraba en su contra, aunque no le salían bien los planes de momento.
—Conque trajiste a tus perros... —murmuró sonriente—. ¿Y así quieres ser el próximo líder del clan? No puedes ni defenderte solo.
—¿Quién dijo que quería serlo? Que no quiera que tú tomes ese puesto, no significa que yo deba convertirme en el líder. —Señaló a Izuna—. Tu hermano... tu hermano deberá de serlo.
—Porta la misma sangre que yo, ¿existe diferencia alguna? —inquirió, irritado de como se reían en silencio los tres.
—Por supuesto que la hay... descúbrelo por ti mismo. —Dio media vuelta—. Tampoco te empeñes en encontrarle el sentido, recuerda que pronto volveremos a batalla... ¡Y te venceré en matar a más Senju!
—¿Matar a más...?
—Exacto, sabrás quién fue el asesino de ellos en cuanto veas sus cadáveres. —Llevó su dedo índice a sus ojos—. Sus cuencas estarán vacías; me llevaré sus ojos como trofeo. Ellos hacen lo mismo, ¿en qué se diferenciaría?
No le respondió, no quería provocar una pelea sin sentido. Sabía que Tetsuo quedó conmocionado gracias al último enfrentamiento entre clanes. Aunque no fuera cercano a él y a su familia, admitía que quedó un poco impactado por el cuerpo descubierto a escasos metros del campamento Uchiha. Fue duro, incluso para el mismo Madara, encontrar a la madre de Tetsuo muerta, sin ojos, sin su preciado Sharingan. Tuvieron que quemar su cuerpo para no dejar al descubierto las técnicas de su clan, algo que le causó malestar. Esa mujer fue buena con él, aun sabiendo la rivalidad que tenía con su hijo.
—¡Hermano! —exclamó Izuna, interrumpiendo los pensamientos de Madara—. ¿Por qué no me avisaste que estabas esperándome? ¡No me hubiera distraído con los demás niños!
—De eso no te preocupes. —Tomó su mano—. Vamos, debemos ir a entrenar.
—¿Con papá? —preguntó desanimado.
—Conseguí su permiso para entrenarte.
—Entrenar contigo... ¡Estamos perdiendo mucho tiempo! ¡Camina más rápido!
Izuna apresuró el paso, arrastrando a su hermano durante todo el camino. Llegó a su casa emocionado, tanto que se olvidó de saludar a su madre. Corrió al patio de su hogar y se puso en posición de lucha. Madara ladeó la cabeza.
—¡No te quedes quieto! ¡Dame con todo lo que tengas!
—¿Estás tan emocionado por entrenar conmigo en verdad?
—¡Claro que sí! Lo tomaré como una forma de jugar contigo, hermano.
Sonrió de lado y se preparó para comenzar un pequeño enfrentamiento. Los movimientos de su hermano eran predecibles; le faltaba mucha destreza aún. Pese a su inexperiencia, lograba asestarle un golpe de vez en cuando. Madara sentía alivio al notar que él, al menos, sabía defenderse; no tendría que preocuparse mucho por su hermano en batalla.
Izuna no era un rival para él, por lo que se limitó mucho a la hora de golpearlo. No iba a dañarlo, pues era el único hermano que le quedaba. Una fuerte palmada en el vientre bajo fue lo que causó que el menor cayera al suelo, agotado por el entrenamiento. Madara soltó una carcajada y se sentó a su lado.
—Eres bueno... pero no mejor que yo —admitió Madara—. Tienes talento.
—¡Eso es mucho viniendo de ti! —Sonrió—. Sé que no me diste con tus mejores golpes. Me encargaré de mejorar para que pueda ser un digno oponente para ti.
—Incluso si llegaras a ser más poderoso que yo, no habría forma de que me pueda enfrentar a ti sin limitarme. —Soltó un bufido—. Solo nos tenemos a los dos... a nadie más.
—Nos protegeremos entre nosotros, ¿verdad?
—Sí, te protegeré de todo.
—¡Entonces, deja ese lado deprimente! —Se levantó del suelo—. En cuanto logremos la paz, podremos soltar esas emociones... dejemos la tristeza para después. Vas a ser el próximo líder, ¿acaso quieres verte como alguien débil e inseguro?
—¡Claro que no! —Sorbió su nariz y trató de mantenerse serio.
«Liderazgo...para llegar a ser considerado para el puesto, tendrían que comprometerme. Esa es la idiotez más grande que he oído en mi corta vida», su mente divagaba en ese tema. Quería ser el próximo líder, pero debía cumplir ese molesto requisito. Repasó todas las opciones que habían en su clan; ninguna le gustó. No era bueno hablando con las demás personas, nunca lo fue. Izuna era el que tenía esa habilidad, llegando a hacer amigos extremadamente rápido.
—¡Hermano, hermano! —exclamó el menor—. Ya es la décima vez que te estoy llamando.
—¿Eh? —Alzó una ceja—. ¿Qué pasó? ¿No habías entrado a la casa para comer algo?
—Claro que no, te dije que era para mear. —Cruzó sus brazos e hizo un puchero—. No me estabas prestando atención; solo asentías y murmurabas cosas sin sentido.
—Mi cabeza está en otro lugar últimamente.
—¿En qué piensas? Dime la verdad, Madara.
Cuando lo llamaba por su nombre, significaba que era un tema serio. Izuna sí estaba preocupado por su repentino cambio de actitud. Sabía que su hermano no era una persona que se la pasara divagando en sus pensamientos, por lo que esa actitud distraída de él no era normal.
—No sé cómo explicarlo —susurró, tapando su rostro—. Es raro, muy raro...
—¿Tiene que ver con el liderazgo del clan? —Observó como asentía lentamente—. Eso significa una cosa... ¡Tienes una candidata para que sea tu esposa!
Madara lo agarró del cuello, fastidiado por lo que dijo. Revolvió el cabello de su hermano, algo que Izuna odiaba. El mayor arrugó su frente y negó con la cabeza. Su hermano solo rio bajo, un poco sorprendido por su reacción.
—No importa cuantas veces digas «no» —dijo el menor—, sabemos que te gusta una chica.
—¡Claro que no! ¡No, no y no! —Sintió como su rostro se iba tornando más caliente, pero por la insistencia de Izuna.
—¿Te gusta un chico entonces? —Soltó una carcajada—. A mí no me molesta, pero sería contraproducente a la hora de tener...
—¡Que tampoco me gustan los hombres! No estoy interesado en el amor, eso es todo. —Giró la cabeza.
—Pronto tendrás que interesarte en el amor —recalcó sonriente—. Para ser líder nuestro clan, debes casarte con una chica. Nunca hubo uno que no estuviera casado antes de asumir el puesto.
—Seré el primero en hacerlo.
—Claro, claro. —Puso los ojos en blanco—. Supongo que es alguna clase de maldición, porque nuestros padres se enamoraron y se casaron antes de que nuestro padre asumiera el liderazgo del clan.
Madara no podía hablar de aquel tema con su hermano. El matrimonio de sus padres fue arreglado, él lo sabía. Sin embargo, Izuna aún pensaba que se casaron por amor en verdad. A veces, llegaba momentos en los que pensaba que estaba haciéndolo crecer dentro de una burbuja, alejado de los problemas.
—Es mucha coincidencia que hayas cambiado tu forma de ser cuando se integró una nueva Uchiha al clan...
—¿Nueva Uchiha?
—Sí, ¿no te enteraste de la integración de Sumire? ¡Se volvió muy conocida por su caso! Además, es muy hermosa.
—No me interesa en lo absoluto esa tal Sumire. No la he visto, pero no creo que sea tan bonita como tú dices.
—¿Y la que te gusta sí? ¿Ya le has hablado? ¡Seguro que logras comprometerte con ella a los pocos días!
El mayor se quedó en silencio. No estaba interesado en nadie, aunque por su mente pasó el vago recuerdo de Hayami. Yendo —de vez en cuando— al río, se la encontró. Estaba sola, sin el molestoso de su hermano. Pensó que sería una buena idea acercársele y preguntar por Hashirama, pero su cuerpo le impedía dar un paso más allá de la sombra de los árboles. Le frustraba mucho su propia actitud. ¿Qué era lo que le impedía sentarse a su lado e iniciar una conversación? ¿Darle una impresión poco positiva? ¿Desde cuándo le importaba eso?
—No estoy enamorado, pero si lo estuviera... no creo que fuera así de sencillo.
—¡Cualquier chica de nuestro clan se moriría por estar contigo! Eres el primogénito del líder Uchiha, es un título respetable. ¡Hasta las del clan Hagoromo suspirarían por ti!
—Cualquiera de ellas —Suspiró—. ¿Y si no me interesa ninguna de esos clanes? Digo, digo, por asuntos de alianzas...
—¡No escuché nada! Estás hablando muy bajo.
—Sordo. —Entrecerró los ojos—. Te repetí que seré el primer líder Uchiha en no estar comprometido. Así que, te dejaré casarte antes que yo.
—2028 palabras.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top