Capítulo 33
Cita doble
Tantas ideas en la cabeza, tantos pensamientos absurdos que le hacen dudar sobre su relación con la tricolor, ¿acaso ya la había perdido y solo ella está a su lado por obligación?, ¿sera posible que en su corazón exista alguien que no fuese él?, alguna que otra duda similar ha rondado por su cabeza en esta última semana del mes, siendo exactamente un viernes de octubre.
Quizá el viernes más singular en toda su vida, ha planeado un "complot" en contra de aquel que amenaza su relación, una invitación sorpresiva y un tanto extraña como esporádica, no es así, lo ha pensado todo minuciosamente estando al tanto de las pobres excusas y las respuestas que daría para que las mismas no se concretarán. Aquel bicolor no le negaría algo a la fama con la que sale, aun cuando está en una gravísima falta con ella, aun cuando el pesar de su consciencia recae sobre sus actuales acciones.
—Querida, tenemos una reservasion en un elegante restaurante, una muy especial.—aludió con una melódica voz que llamó la atención de su femenina acompañante.
—¿cómo así?, no me habías comentado nada al respecto ¿qué me pondré ahora?. —balbuceo de manera dramática dejando de lado aquel pequeño vaso de cristal en cuyo interior se hallaba un líquido naranja concentrado.
Él río por lo bajo, con la cabeza baja y ladeandola suavemente se levantó de su lugar, dio algunos cuantos pasos saliendo del comedor y dirigiéndose a la sala, por su parte, la boliviana con la curiosa forma de su actuar decidio copiar le la acción.
A escasos centímetros de él, apoyada sobre el arco de la entrada del comedor se mantuvo alerta. ¿Qué había en aquellas extrañas bolsas de papel situadas sobre el sofá?, ¿podria ser un regalo? ¡Una sorpresa!.
Se asomo aun más para observar con mayor detenimiento aquel objeto rectangular decorado con un listón azul, bueno, en si eran más de tres objetos con aquella particular forma.
—Se que te va a encantar!.—exclamó alegre entregándole aquel objeto rectangular.
Ella lo aceptó y con rapidez abrió aquel objeto tocándose con una inesperada sorpresa.
—Se que lucirán perfectos sobre tí, aun más cuando lleves este bello vestido sobre tí.—con dulzura acerco una hermosa pieza a su presencia. Un vestido de su color favorito.
Uno naranja, largo que le llegaba hasta los tobillos, de mangas largas y el corte del cuello en "V", un vestido elegante y muy sofisticado. Aquel hermoso collar de oro y rubi le sentaban perfectamente con aquella indumentaria, aun más cuando llevase un peinado recogido dejando ver su fino y delicado cuello.
—Será una hermosa velada para todos.—comentó suavemente mientras recibía una gran muestrad ea recto físico por parte de la tricolor, un cálido abrazo.
Más tarde ese mismo día....
Llegaron al lugar que habían reservado, al adentrarse en aquel elegante establecimiento fue imposible no notar la presencia de dos entidades ocupando el lugar que se había reservado, ella nunca sospecho que el ruso tendría algo que ver con la extraña coincidencia.
—Buenas noches, por favor tomen asiento con nosotros.—citó amable el bicolor ofreciéndoles las sillas con cordialidad.
Nadie puede negar que la boliviana se veía estupenda en esta velada, pero, la presencia extranjera de la egipcia era por mucho la más sobresaliente de la mesa.
Un hermoso vestido con tirantes de color dorado llevaba puesto, un collar de perlas decoraba su cuello en lugar de minerales y piedras preciosas, el magnífico brillo de sus ojos le daban aquel toque mágico a su presencia y su lacia y sedosa melena carmesí le daban, en conjunto con todo lo que lleva puesto, un aire de reina, de emperatriz egipcia.
Quizá halla sido por eso que el israelí no llegó a fijarse mucho en su presencia y pasaba todo el tiempo contemplandola con una estúpida mirada de enamorado. Estaba equivocada, tan sólo no quería demostrar al ruso que sus sospechas son bastante acertadas ni mucho menos herir de manera cruel abla egipcia, a aquella mujer que lo ama a pesar de saber que su corazón le pertenece a la mujer que tiene en frente, a la boliviana.
La velada en si fue agradable, una charla amena, comentarios un tanto graciosos, anécdotas sumamente divertidas y experiencias que se comparten como si fuesen pan caliente hacen de la velada una especial. Cruce se palabras sueltas, argumentos vacíos y oraciones por demás engañosas se han soltado en aquella mesa, cada uno añade extensas mentiras como verdades, se engañan y engañan a los demás con una escalofriante facilidad.
Juran amar a sus parejas, juran estar profundamente enamoradas e incluso se muestran cariño uno frente al otro, pueden sostener sus manos y decir que sienten un sentimiento que claramente no existe hacia esa entidad, pueden apoyarse sobre su hombro y continuar con una conversación tan sólo por molestar, pueden abrazar a sus parejas aun cuando lo que más desean es la compañía ajena bajo o entre sus brazos. Tantas mentiras, tanta sinvergüensura en varias muestras de "cariño".
—Y cuando piensas proponerle matrimonio a esta bella dama?.—cuestiono pícaro el ruso posando su mirada en la atractiva entidad femenina que acompaña al bicolor.
Hubo un silencio un tanto incómodo, los tonos de voz que usaba en las conversaciones eran por demás extrañas, jamás se había soltado de aquel modo y ser partícipes de su gran desenvolvimiento era aterrador, era como si tramara algo.
Israel, quien bebía su segunda copa de singani, terminó atragantandose antes de siquiera poder formular una respuesta ante se mantendrá cuestión. ¿Matrimonio?, ¿por que tan pronto?.
Todos cruzan miradas, la egipcia muestra un tímido rubor en sus mejillas mientras observa de reojo al aterrado israelí que apenas puede verla, tal vez el gran rubor que tiene su rostro se la causa principal por la cual no se atreve a mirarla fijamente. La boliviana observaba a todos en silencio, su rostro tenía un aspecto lúgubre pero se empeñaba en mostrar uno de sorpresa para no ser tan evidente.
—No lo hemos pensado aún, es demasiado pronto para un compromiso como ese...—alegó nerviosa la egipcia rompiendo aquel silencio e intercambio de miradas que se estaba dando.
—Si!, aun es muy pronto, debemos ir con calma, las cosas que se hacen de manera apresurada son las que más defectoa muestran.—comentó con una nerviosa sonrisa, sus manos se posaban sobre su nuca sintiéndose un poco aliviado.
—Es vuestra decisión.—añadio con simpleza el ruso encogiendose de hombros.
—Si... Bueno creo que se nos está haciendo muy tarde, hay deberes que debemos atender y papeles que esperarán mañana en nuestras oficinas, apilados sobre el escritorio uno sobre otro.—comentó gracioso el bicolor procediendo a levantarse de su sitio y ayudando a la egipcia a hacer lo mismo.—Espero algún día volver a encontrarnos y tener una cita doble en otro lugar, quizás en tus tierras Rusia. Muchas gracias por todo y que tengan una agradable noche los dos.—se despidió cálidamente estrechando manos con el ruso y la boliviana.
—Hasta un nuevo encuentro Israel.—correspondió de la misma forma el ruso, muy en el fondo no deseaba que aquel reencuentro ocurriese pronto, en si, que nunca ocurriese.
Sin duda alguna hoy fue un día sobrecargado de muchas emociones.
Un día más para recordar.
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