Capitulo ⅩⅩⅠⅤ

Una conversación amena.

No tenía planes para el día de hoy, ni siquiera había barajado la idea de salir de su habitación y dirigirse a la puerta de su humilde morado dando una profunda respiración que pudiese brindarle el calor necesario para acercarsele a la egipcia. Los rumores vuelan muy rápido, demasiado a decir verdad pero las malas noticias son las primeras en llegar, al menos así tomo la inesperada llegada de una personalidad que no pensaba volvería a ver, a menos de que fuese en una reunión internacional o por temas políticos que tratar, su visita resultó muy inesperada y un tanto inquietante.

Sus ojos celestes almendrados se posan en el espejo que tiene en su habitación de baño, mirándose fijamente con aquel reflejo suyo que señala tantas imperfecciones que su angelical y tímido rostro ocultan al mundo, aquellos sentimientos vagos y prohibidos deforman la esencia de su antes pura alma. Se observa fijamente, aun mas cerca aterrorizandose al ver la clase de monstruo en el que se estaba convirtiendo, observar que la piel se le deteriora con cada mentira, que el color de su piel se opaca con cada acción suya, que su mirada pierde aquella "inocencia" que alguna vez pudo poseer para convertirse en un inmenso abismo de caos y sumersión... Todo muy extraño, tan extraño que su corazón se acelera del  pánico, sus manos tiemblan y empieza a sudar frío...todo relativamente esta en su cabeza, todo desaparece con tan solo un pestañeo de sus ojos almendrados que retiene un pedazo de un hermoso cielo en verano.

—Necesito ayuda...necesito un sabio consejo.—murmuró para si mismo, como si se tratase de un soliloquio con aspectos de seria preocupación.

Sus manos se pasaron por el grifo que había abierto hace poco, el agua se aglomeraba entre sus manos para luego terminar en su rostro dándose leves masajes, posteriormente una toalla limpio aquella piel mojada para finalmente darse un ultimo vistazo en el espejo, no lo volvió a ver, al menos no lo hará por hoy.

Vistiéndose con un conjunto casual como ser una camiseta blanca de mangas largas, un pantalón negro y un par de mocasines del mismo color eran suficientes al igual que un pequeño reloj de mano, de esos antiguos que nadie ya usa ¿Y por que hacerlo si la modernidad esta a tan escasos pasos?, ¿Por que complicarse con un reloj tan antiguo cuando existen tantos modernos y muy vistosos?, aquel objeto era simbólico, era el recuerdo de aquella promesa que un hombre muy amable fue capaz de cumplir, obviando el hecho de que simplemente él fue una ficha más que mover en aquel tablero para establecer una hegemonía en aquellas tierras donde no confiaba en los demás, especialmente en aquellos que querían unificarse cuyas ideologías eran completamente distintas a las suyas.

Dio un leve suspiro, cerrando sus ojos y recordando aquella promesa, promesa que vive en carne propia y que por ella hoy esta aquí. En su mente no existen palabras que puedan brindar honor a aquel ser que lo hizo quien es, tan solo repite insistentemente "Gracias" cada vez que recuerda el pasado.

Tomo su teléfono y decidió marcar a un numero familiar, esperaba con ansias ser atendido y fue atendido apenas la llamada marco el primer "bip".

—¡Hola Israel! ¿cómo estas hoy?.—pregunto la entidad del otro lado de la llamada, su saludo cálido aminoro un poco la tensión que cargaba consigo el bicolor.

—Hola Grecia...emmm...se podría decir que bien...estoy un tanto nervioso y asustado...—manifesto con nerviosismo, mismo que se hizo presente cuando sus manos se movían de manera inquieta sobre su cabeza, especialmente despeinadose el cabello que con anterioridad se había peinado y suponía que ahora lo estaba haciendo.

Cuentame, que sucedió para que estés de esta forma. —solicito amenamente, el griego bien podría considerarse el "terapeuta" del israelí dado que en múltiples ocasiones lo ha ayudado a solventar sus problemas y le ha brindado apoyo emocional e incondicional desde que se conocen.

—Hoy me entere de que Egipto llego a mis tierras...tentó tanto que decirle pero también llego...llego Rusia y...y eso me aterra, no se como podre contenerme...quiero soltar todo, decir todo para librarme de esta carga que hay sobre mis hombros...pero tengo miedo...miedo de arruinarlo todo...—el nerviosismo es mas evidente con el tartamudeo, solicita ayuda de manera desesperada, el miedo esta presente en aquellas dos ultimas palabras...tiene miedo de estar solo.

Calmate, relajate, respira profundo y exhala. Ve con el ruso, ella puede esperar y dudo que tu encuentro pueda durar más de 15 minutos, conociendo a Rusia ira directo al punto.—se le escucho emitir una pequeña risilla traviesa, casi imperceptible al oído común menos al del bicolor, era como si recordara un acontecimientos similar.—manten la serenidad, la templanza y la calma puesto que es mas que seguro que tratara de envolverte en un sin fin de suposiciones para dejarte como el culpable de algo que nunca hiciste, simplemente manifiesta la verdad de los hechos y ¡listo! Un problema menos que se interpondría entre tú y Egipto.—dio una solución, sus comentarios le hicieron ver la verdad de las cosas, si su sentimiento por la boliviana seguía  ahí, en su corazón, estaría haciendo un terrible mal dado la existencia de un hombre en su vida y de una mujer en la suya a la cual admira en silencio.

Era momento de dejar las cosas claras antes de que las mismas se prestasen a malos entendidos.

—Esta bien, gracias por la ayuda Grecia, te debo una...de nuevo. —agradecio profundamente aunque sonó apenado en las ultimas palabras de su oración.

—Siempre es un placer ayudarte, cuando gustes pasate por mis tierras, tengo algo muy importante que compartir contigo antes de que todo el mundo llegue a saberlo. Adiós!.—se despidió alegre, dejándolo con la duda carcomiendo su interior.

¿De que podría tratarse?, ¿Podria ser...?

Despejo su cabeza y con determinación salio de su humilde morada para ir al encuentro con Rusia, solo esperaba que el ruso no lo amedentrara como la aquella vez que la visto a ella.

●✦●

Media hora mas tarde ese mismo día...】

Espero en el lugar acordado mucho tiempo, observando como los comensales iban y venían constantemente, pensó que no vendría y justo en el momento en que había decidido marcharse para encontrarse con la egipcia apareció él.

Su intimidante presencia lo hizo tragar en seco y retoñar asiento en su sitio, aquella álgida mirada de orbes azules yacía fija en su presencia, lo presentía con todo el miedo y el pánico del mundo, como si lo analizara de pies a cabeza con solo mirarlo evitando su miedosa mirada y sus gestos que no eran más que un vago intento de serenidad y templanza.

—Disculpa la demora, tuve un contratiempo que tuve que solucionar con urgencia.—se excuso tomando asiento en frente suyo y pidiendo un café negro para acompañar la charla.

—Esta bien...entiendo.—se manifestó comprensivo algo que hizo que el rostro ajeno esbozara una gentil sonrisa que correspondía con su nerviosa sonrisa forzada.

—Como has de saber, me gusta ir directo al grano sin rodeo alguno, considero que darle vueltas al asunto para llegar al punto inicial de las preguntas es absurdo y una total perdida de tiempo y saliva.—manifestó cortante, su seriedad no hacia mas que incrementar el miedo del contrario, quien se moría de miedo en el interior cosa contraria al exterior donde intentaba mantener su seguridad.

El ruso le dio un sorbo a su café antes de proseguir con una importante pregunta que seguidamente seria acompañada de otras dos para acallar aquella voz suya que le dice constantemente que él es un peligro para su relación y que es por él que ella a estado distante con él.

—¿Sientes algo especial por Bolivia, algo que no fuese amistad?.—directo al punto de sus mas grandes inquietudes, directo al asunto en cuestión sin titubeos ni redundancias.

Israel quedo mudo, debatiéndose entre decir la verdad o inventar una mentira que logre despistar la perspicacia de su acompañante, el tiempo era esencial y corría en su contra, mientras más se tardaba en dar una respuesta más el control sospechaba que sus sospechas eran más que acertadas.

—No, solo siento una profunda amistad por ella. Nos conocemos desde hace varias décadas, veo en ella una imagen familiar, una hermana.—respondió tranquilo, parte de sus palabras son verdaderas y parte de ellas son una falacia.

—¿Alguna vez han intercambiado palabras con tonos melosos o siquiera has manifestado algo indebido?. —volvió a cuestionar, mostrando una incredulidad en su rostro de manera disimulada.

—Nunca, ella y yo somos buenos amigos...no se porque se debe tu pregunta, simplemente somos amigos.—la insistencia de su respuesta y las reiteradas veces en que repitió la palabra "amigos" solo hizo que las dudas del contrario se disiparan y las tomara como acertadas, su nerviosismo lo condeno.

—Esta bien, calmate, no te alteres, están eran las preguntas que quería hacerte ya que dentro de muy poco ella y yo renovaremos nuestros votos matrimoniales.—con aquel comentario ponzoñoso observó un sustancial cambio en el rostro ajeno que tan solo validaba todas sus aseveraciones, le ha mentido en la cara con descaro, algo que no dejara pasar por alto.—Y queríamos que estuvieses presente, ya que eres un amigo muy cercano de ella y por ende de mi.—con una sonrisa falsa pegada en sus labios sacó una invitación del bolsillo de su saco negro y la ofreció a su acompañante quien se hallaba sorprendido.—Sera un día especial, recordaremos nuestra boda a la cual desgraciadamente en ese entonces no pudiste asistir, habrán muchos invitados y sobre todo de esa manera podremos solventar nuestras diferencias y quizá hacernos amigos, algo que de seguro le fascinaria.

—Yo...yo pienso igual...—respondió inseguro, soltando una pequeña risa nerviosa antes de aceptar aquella invitación y mirarla minuciosamente.

—¡Perfecto!, lo veo en nuestra evento entonces, procure no realizarnos un desaire, espero esta vez pueda asistir a tan magnánimo evento al cual muchos han sido invitados ¿No querrá decepcionarla o desilusionarla, verdad?.—su comentario acorrala al bicolor, entre la espada y la pared, no podía negarse a participar, no podía.

Nooo, que va, estaré presente en primera fila para presenciar los votos que los unieron en sagrado matrimonio.—manifesto feliz, estirando su mano para estrechar su mano con la contraria en una especia de saludo/despedida antes de marcharse del lugar.

El ruso volvió a sonreirle gentilmente con malicia algo que percibió y prefirió no dar importancia correspondiendo con una eufórica despedida con la mano sobre su cabeza acompañada de una sincera sonrisa algo que sencillamente molesto al contrario.

Lo vio marcharse y una vez dejo de verlo borro aquella sosa sonrisa de su rostro mostrando un rostro apenado, culposo y molesto. Observo aquella invitación y se lleno de coraje cuando al abrirla vio el nombre de ella y el de él juntos en hermosa letra cursiva dorada, el papel era perfumado, olía como un hermoso ramillete de rozas combinado con la fragancia elegante de la vainilla, una bella dedicatoria yacía impresa debajo de sus nombres y atrás del sobre estaba su nombre y la dirección del "magnánimo" evento del cual alardeo con anterioridad el ruso.

Sus manos se deslizaron sosamente sobre la superficie de sus nombres, suponiendo que en alguna realidad alterna a la que vive su nombre seria quien acompañase al suyo y no la de él.
Apretó sus dientes en señal de impotencia y de ira retenida en su interior, hoy no era su día y Egipto no merecía que su día fuese arruinado por el mal humor de él, por su ausencia ni por su pensamientos egoístas. Quizá otro día pueda hablar con ella y dar aquel importante paso que decidió dar cuando Grecia le puso ante sus ojos la realidad de las cosas.

Egipto...tú eres mi única salvación...—Penso antes de marcharse, la desesperación esta presente al igual que el miedo y el egoísmo.

¿Cómo un sentimiento tan hermoso como el amor puede transformar a una persona en un ser vil y detestable?

Quien sabría responderlo y, al menos el no lo sabe ¿Y tú?






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