Capítulo ⅩⅤⅠ
Reencuentro.
El universo tiene sus caprichos, pudo ser cualquier día, en cualquier momento o circunstancia, en cualquier lugar del mundo y justo, justo en la puerta de la habitación de hotel en la que se hospeda se hallaba ella. ¿Cómo se había enterado de su llegada? Una pregunta un poco insulsa debido a que su motivo fue notificado para una muy pronta reunión. Su corazón latía aceleradamente, aun le cuesta controlarlo y obligarlo a seguir por el camino que planeo para no sufrir ni hacer sufrir a aquellos a su alrededor con su prohibido sentir. Unos hermosos orbes café a comparación de los orbes avellana de la egipcia se detienen a observarlo denotando un extraño brillo que parece corresponder al suyo. Son extrañas miradas que provocan impulsos eléctricos que generan un extraño cosquilleo sobre la piel, sentir sus mejillas arder de vergüenza es algo típico en esta situación y más en él ya que su piel lo traiciona al igual que la boliviana.
Respiraciones lentas y un tanto aceleradas, un silencio que pareciera querer prolongarse por toda la eternidad escuchando aquellos latidos y sus constantes preguntas que repican en sus cabezas. De él dependerá acabar con esta situación, solo es él capaz de evitar que sus sentimientos afloren por fin y generen un problema con el cual difícilmente lidiara.
—Es un gusto volver a verte.—expresó con cierto nerviosismo, su timidez es aun más perceptible para el ojo ajeno, sus gestos corporales lo delatan.
Por otra parte ella aun parece estar en shock, quizá sea por ese extraño sentir en su pecho, aquel latir que conmociono su ser semejante a aquellos que sintió por el ruso cuando se conocieron por primera vez. Mirar su rostro sonrojado le provoca el mismo sonrojo, observar sus orbes celestes cual cielo en primavera es hipnotizante; sus labios tiemblan por tan solo querer generar una sonrisa nerviosa, un temblor semejante a los de sus manos que sostienen un pequeño presente.
Años de relación, largos años de excelente amistad que se vieron interceptados por pensamientos un tanto despreciables.
—Para mi también es un gusto volver a verte Israel.—formalmente correspondió a sus palabras, estrecharon sus manos y se abrazaron por un tiempo aproximado de 10 segundos.—Ten, un pequeño presente de bienvenida retrasado.—expresó nerviosa mientras extendía aquel pequeño regalo con timidez.
Se quedo atónito un breve instante, observando aquel regalo mientras ella cerraba los ojos y le regalaba una sonrisa. Tomo aquel objeto de apariencia cuadrangular envuelto en una lamina de colores llamativos como el rojo y amarillo decorado con un listón rojo. Era ligero, era pequeño y un tanto aplanado, la curiosidad era grande ante las posibilidades de pensar de lo que se podría tratar.
—Yo...yo lo hice con mis propias manos, espero te guste.—observo la felicidad y curiosidad en el rostro ajeno que parecía querer con desespero abrir dicho presente.
—Puedo abrirlo ahora?.—preguntó con toda la curiosidad carcomiendo sus ser de saber que es lo que había dentro de esa pequeña caja que sostiene.
—No, cuando regreses a tus tierras podrás abrirlo, es un presente para que tengas un poco de mi cultura.—comentó con tranquilidad mientras el contrario procedía a dejar aquel regalo sobre la mesita de noche de su habitación.
Un viaje de negocio de apenas dos días contando desde el día de su llegada bastante anticipada, quiso disfrutar de un tiempo particular para disfrutar del paisaje urbano de la ciudad de La Paz, más allá de simples negocios y demás quería observar a detalle el gran cambio suscitado en dicho lugar, todo ha cambiado y muy poco ha prevalecido, la población siguió aumentando demandando más viviendas, movilidades y caminos, ¡oh, que recuerdos!.
Bolivia crecía de forma lenta a costa de guerras tanto internas como externas, se acoplaba al avance tecnológico optando por el famoso ferrocarril y la llegada del automóvil, viviendo tiempos de prosperidad y decadencia, en armonía y en guerra, sufriendo perdidas más que ganancias. Era admirable ver que no le guardaba rencor a casi ninguno con los cuales se enfrento bélicamente a excepción de uno. El cine, la literatura vanguardista, la televisión a color, tantas maravillas a las cuales se adecuo su gente.
Siempre envidio aquella armonía, aquella tranquilidad que lo rodea al estar en tierras bolivianas como también en otras a comparación de la suya. Si bien suele vivir en tranquilidad no puede darse el lujo de vivir despreocupado porque en cualquier momento puede desatarse un conflicto que siempre conlleva a numerosas pérdidas humanas, una guerra que cobra centenares de vidas inocentes que siempre pesan en su conciencia.
Miro con curiosidad aquel presente nuevamente, saliendo de los sucesos presentes en su cabeza para hallarse y confrontar a la realidad. Se dirigió a la presencia femenina para brindarle un cálido y sincero abrazo en muestra de su alegría por dicho presente que aun desconoce. Un fuerte abrazo que abarca emociones que conflictuan su existencia, emociones que creyó sentir por la egipcia y afirma a ciegas amarla más que a su propia vida.
Era una dama, una mujer que no merecía que jugaran con ella del modo en que él lo esta haciendo.
Al cabo de unos cortos dos minutos la soltó, había ansias de volver a generar aquel abrazo entre ambas partes, ganas de volver a sentir aquel calor reconfortante que la presencia del otro es capaz de generar, sentir aquellos pequeños impulsos recorrer sus cuerpos provocando leves espasmos apenas perceptibles al tacto, observar aquellos orbes centrarse en los ajenos en una tierna mirada que pretende pregonar aquel sentir prohibido que existe en sus corazones producto de sus extrañas confusiones. ¿Correcto o no correcto? Debatir entre si sus acciones están perfectas o al contrario llegan a ser nefastas es un tema aparte, un tema que pronto deberán afrontar para decidir el futuro final de sus acciones.
Lo más seguro es que varios saldrán lastimados tras este pequeño juego que él ha montado para olvidarla...que triste.
—Espero volver a verte pronto, pero sin tener de por medio los negocios.—comentó un tanto divertida, había anhelo en sus palabras, el deseo de un pronto reencuentro le provocaba ansiedad.
Tardíamente se percató de su presencia que a no ser de este reencuentro fortuito no se habría enterado mucho más halla de aquella reunión ante la cual la mantuvieron al margen. A tan escasas horas de que partiera rumbo a sus tierras le entregó un humilde obsequió, conocía los gustos de aquel joven hombre que tiene en frente y la valoración que muestra cuando el presente es hecho con el esfuerzo y esmero de una persona en particular.
—Yo también espero volver a verte pronto mi bella flor tricolor, ¡tengo muchas ansias de llegar a mi país y abrir tu presente para saber de lo que se trata!.—exclamo con entusiasmo, su sincera y cálida sonrisa casi infantil enternecido a la fémina quien correspondía con una nerviosa sonrisa.
El extendió su mano y ella concedió el agarre, estrecharon sus manos y se despidieron, ansiando un pronto reencuentro que pondrá a prueba todo aquel sentimentalismo que guardan a sus parejas, una prueba que difícilmente pasarían.
O quizá no logren hacerlo.
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