Capitulo ⅩⅠⅠ
Una situación dubitativa.
Miro a su alrededor, sobre una pequeña embarcación conocida como "Vela" pensó con seriedad en sus planes, ordeno sus ideas de forma en que suelen suplicantes ante la presencia de quien ocupa gran parte del mar Egeo. ¿Como le diría al griego que quiere que le "preste" a su prometida? Era bastante descabellado pero era bastante cobarde para afrontar su realidad, quería lanzarse al vacío esperando que ella lo salvase con su respuesta, que al confesarle sus sentimientos ella correspondiera a los mismos, pecando al instante en que dicha acción se concretara, aquel hombre lo vería decepcionado y asqueado, lo sabe a la perfección.
Tres noches no ha podido dormir, en tres largas noches plutónicas ha visto ir y venir toda la historia de su existencia, cada batalla, cada mirada que se apaga, cada muerte que decora el suelo como si la sangre fuese la pintura que con atroz puntería salpica aquel lienzo destrozado que supone es la tierra misma. Siempre vio en sus más edénicos sueños vio un extenso paisaje de roble oscuro, su corteza tan suave y a su vez dura eran cautivantes con un vivo y vibrante verde que decora sus majestuosas copas, enredaderas de flores rosa pálidos y turquesa que trepan por la corteza y suben hasta la copa, como una hermosa ninfa con una bella corona floral resplandece ante su mirada, encontrando en aquellos colores que conjuntamente con un cielo de tonalidad roja dan referencia a una persona en especial que hace a su corazón latir de forma acelerada.
—Llevas un día bastante pesado...¿verdad?.—salio de sus pensamientos, una embarcación semejante a la suya estaba justo al lado suyo y el dueño de aquella voz lo miro con tranquilidad, suspirando por el aburrimiento quizás.
—Es uno de esos días en que piensas en muchas cosas, cosas personales...—respondió tranquilo aunque su rostro y su mirada demuestren lo agotado que se halla su ser de tanto razonar.
—También he tenido uno de esos días, es difícil no pensar en ello cuando estas a punto de dar un gran paso en tu vida.—sonrió de manera solemne mientras permanecía con la mirada clavada en la argolla que decora su dedo anular.—Es un sentimiento extraño y extasiante el que se adueña de tu ser, al menos para mi lo es...
—Debes estar rebosando de felicidad, ya falta...—que decir, se quedo mudo puesto que no sabia nada al respecto de su compromiso, hablando claramente sobre la fecha.—¿cuánto falta para ese día?
El griego volvió a sonreirle de manera burlona, parecía que moriría a causa de una gran carcajada silenciosa que solo oía en su interior. Pero sus ojos más halla de mostrar felicidad mostraban cierta incertidumbre, como si estuviera nervioso y a la vez dudoso de la decisión que acabo tomando.
—Sera dentro de algunos meses, creo que dentro de 3 meses.—dudas y confusiones muestran sus palabras y su actuar, desviando su mirada de la argolla y quedándose quedo observando su reflejo en las leves ondas del mar.—por cierto, ¿ya te enteraste del acontecimientos más "importante del siglo"?
Parecía decirlo de forma sarcástica con la forma en que uso sus dedos para hacer comillas en aquellas palabras y la forma en que las mismas salieron casi burlescamente de sus labios.
—No, de que se trata?.—pregunto curioso, el contrario simplemente mostró sorpresa en su rostro.
—Pensé que eran buenos amigos, esto circulo como noticia " importante" en Europa durante una de nuestras reuniones comerciales...—hizo una breve pausa, una que carcomía la cierta paciencia que el contrario poseía.—Rusia manifestó con tal entusiasmo que renovaría sus votos matrimoniales después de mi matrimonio con Turquía, invito a casi todo el mundo a su fiesta, pensé que ya habías recibido el memo.
Desfallecer en el sufrimiento de su cruento silencio era lo que quería hacer, mostrarse tal cual es sin nada que perder, ya parecía no haber esperanza alguna de que su sueño se haga realidad pero había una pizca de esperanza. Falta mucho para que aquello suceda y es momento de dar inició a un arriesgado plan que daría como resultado varias personas heridas.
—La verdad he estado desconectado del mundo durante un par de semanas, aun así les deseo lo mejor del mundo, a ti y a Rusia, espero que sean muy felices.—envió sus buenos deseos con un nudo en la garganta a su amigo y a la pareja de su querida tricolor.
—te lo agradezco mucho Israel, es hora de regresar al puerto, desde allí es magnífico ver el ocaso.—su actuar no engaña ni mucho menos sus ojos dudosos, navega en un mar de confusiones y contradicciones que azotan su pequeña embarcación, tan solo desea que la misma aguante hasta que aquel día llegue y acabe.
En la mente de Israel surge una reformulación de sus planes, de aquellas loca sidras que alguna vez pasaron por ahí. No, no pondría a Turquía en sus planes por lo que rezaba de que la egipcia si este disponible, esperaba que al conocerla s enamoraría de ella al instante, deseaba hacerlo para así olvidarse de la boliviana, que aquellos ojos naranja metálicos con delineados oscuros que hacen ver a sus ojos más grandes sean capaces de borrar de la memoria de su corazón y la suya, que alguna vez se enamoro de Bolivia. Que aquella mirada serena y divertida le saquen del corazón aquella ingenua y dulce mirada "tercermundista". Usar ciertos denominativos era algo sutil para querer quitarse de la cabeza aquellas tierras que tanta tranquilidad le traen.
—Estas ausente cuanto más necesito de tu apoyo...—abnegado a que aquel hombre le siga negando el perdón y la reconciliación pretende olvidar su orgullo en busca del consuelo que solo un padre puede brindar.
Aquel numero que había marcado con cierta anterioridad estaba ahora en el marcador, su pulgar a centímetros de tocar el icono de " llamar" sintiendo nerviosismo y miedo a la vez, quería hacerlo pero existe una fuerza que se lo impide. Nuevamente ahí, estancado en un leve dilema que llevo arrastrando desde aquella discusión que tuvieron, queriendo tener aquella valentía de afrontar su situación, sus miedos, sus inseguridades en busca de la redención y el perdón del único ser con quien comparte algo singular, un parentesco, una linea ancestral, un mismo progenitor.
—Tal vez...no...quizá si...—un sí y un no, un motivo y un obstáculo, el aprecio y el rechazo esperan desde el otro lado de la llamada entrante.
Unos ojos que miran con inseguridad al dueño de la llamada, una extraña sensación mientras escucha el silencio del otro lado de la linea, un nudo en la garganta, una corazonada, una gran tristeza que envuelve el corazón de una de aquellas partes. La tiniebla en la que anda y por la cual es incapaz de ver más halla de los prejuicios impuestos por sus convicciones. Tan solo anhelando ser perdonado y libre de aquellos sórdidos pensamientos.
—No...—cuelga y consigo rechaza el primer intento de reconciliación.
Ciertamente uno no puede controlar la situación cuando la mente y el corazón se hallan en un arduo debate del cual dependerá el desenlace de una historia.
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