Capitulo ⅤⅠⅠ
Pensamientos Compartidos.
Es un lunes por la tarde, fue a su embajada a resolver ciertos asuntos que su tierra mando hasta su estancia, una llamada, una queja, una discusión y el sonido de la llamada terminada dejaron al un tanto estresado israelí preocupado. ¿Tan mal iban las cosas en su tierra?¿acaso le es imposible disfrutar minutos o días siquiera de tranquilidad y comodidad?
El cielo esta gris, nubarrones oscuros se presentan en aquella bóveda melancólica anunciando la pronta llegada de la lluvia. Siendo invierno eso le resultaba ser una terrible noticia, pero ahora no piensa en las consecuencias que traería consigo que quedase bajo la tormentosa lluvia mientras razona y acomoda sus ideas desordenadas. Ha tomado una decisión desde aquel día en que se encontró con aquella imponente e importante presencia tricolor, daría un paso atrás, acallaría los gritos exaltados de su corazón con respecto a lo que siente hacia cierta persona especial...
Fue y sera una tarea ardua para concretar, así mismo se ha prometido enterrar aquel sentimiento, desecharlo para así disfrutar de su bella amistad con ella, ¿porque arruinar una hermosa relación de amistad de hace años por el simple cariño que le fue agarrando con el pasar del tiempo? Prefería tenerla a su lado siendo aun su amiga que verla alejarse por haberle condensado sus verdaderos sentimientos...
—Prefiero tu amistad...—suspiro con desasosiego, con la cabeza baja siguió su rumbo hasta aquel hotel en donde se hospeda.
No, no le tiene miedo al ruso. Tiene miedo de lo que siente, que aquel sentimiento sea la ruina de una relación que por lo visto se ve estable y duradera. Ser aquel tercero seria algo deshonroso, no puede interferir en la relación que Dios consagro, no seria caos de hacer semejante frenta...
Por otra parte la tricolor ha estado meditando en aquella histórica plaza, divagando entre sus pensamientos y pensando más que todo en su futuro. A sentido una extraña sensación cada vez que estaba a lado del israelí, su compañía le resultaba tan grata que no dejaba de pensar en ello después de la despedida, se sentía tan libre y contenta, aquella amabilidad, aquella forma tan gentil y amistosa en que suele dirigirse hacia su personalidad además de su timidez que por mucho que se esfuerce no es capaz de ocultar, son entre otros aspectos los que llaman tanto su atención a comparación del ruso. Lo ama y a la ves siente que poco a poco aquel amor se va marchitando, hace tiempo las muestras de amor se volvieron escasas, las visitas casi semestrales ni que decir de la convivencia que poco a poco se vuelve rutinaria y no así como la vez en que se conocieron.
—Israel...Rusia...—murmuro por lo bajo mientras sus ojos se movían de un lado para otro de forma lenta.
Con sus manos entrelazadas sobre sus piernas mientras mantiene la mirada perdida decide retomar su rumbo sin destino alguno, vagar por las recónditas calles de aquella ciudad y así tal vez asimilar su realidad. No, el no podría ser capaz de verla con otros ojos que no sean amigables; no, sus muestras de afecto no ocultan otro sentimiento que denote serio peligro; no, el no ha sido destinado para su existencia...no ha sido creado para ser su pareja...no lo ha sido y no lo sera.
Un hombre amable y tímido que de seguro seria devorado vivo si aquella imponente presencia dulce que la acompaña se enterase de los rumores de su cabeza, tan solo son rumores que no saldrán de ahí, rumores un tanto convincentes...
Caminar cabizbajo entre tanta gente mientras cruza la calle es algo peligroso, sus sentidos están noqueados de tanto rumor que su cabeza fórmula como posibilidades. Por otra parte aquella fémina ha cruzado miradas con él, ha visto su presencia mientras seguía su rumbo y se ha detenido de forma brusca.
Piensa y analiza, aun supone que es un simple y burdo juego de su mente, algo por mucho alejado de su realidad, voltea un tanto incrédula. Su lacia melena oscura se mueve sutilmente con la suave brisa mientras su mirada se clava en la ausente presencia errante de su querido y apreciado amigo, aquellos ojos doblegarían y seducirán a cualquiera; de largas pestañas, de un particular color café con un peculiar brillo y un mensaje tan claro que todos conocen a la perfección. Su alma se manifiesta justo por aquellos dulces ventanales, se expresa como tal, un dulce mujer humilde que vive el día a día como si fuese el último.
Por otra parte la mirada que parece estar concentrada en sus pasos y el concreto expresa seria inquietud, un cielo con tensas tormentas, su alma esta tan "caótica" que todo su ser no responde a los estímulos ni las sensaciones de peligro, ha callado sus sentidos para escuchar las quejas de su mente y los alborotados gritos urgidos de su corazón, una terrible lucha entre razonar y sentir hacen que su ser se vea vulnerable ante cualquier peligro.
Un tirón, una delicada caricia rozo la palma de su mano derecha, un fuerte agarre que le hizo volver en si mismo, acallar aquella discusión para percatarse de que estaba tan cerca de sufrir un accidente. Respira acelerado y suspira con alivio, siente el arduo palpitar de su corazón sorprendido y más aun cuando una familiar voz se hace presente.
—Estas bien?.—un simple pregunta que pone a todos sus sentidos de cabeza, nervioso y temeroso dirige su mirada hacia el origen de la voz, ¡oh, como deseaba que en estos momentos se lo tragara la tierra!.
Estaba en frente suyo, sosteniendo su mano con delicadeza, rozando su suave y tersa piel verde sobre la suya en un sutil agarre que intenta brindarle seguridad y tranquilidad. No pudo evitar aquello que maldice siempre, sonrojarse a tal extremo de crear una nueva identidad. Un llamativo rojo sonrosado se hace notar por todo el medio de su rostro sin sobrepasar los limites que imponen sus dos franjas azules.
Callado, más que mudo y con la mirada pérdida en sus hermosos ojos suspiro como un clásico enamorado, obviamente sin borrar su expresión de sorpresa.
—Israel? Israel!.—soltó sus manos y agarro sus brazos, lo agito de tal forma que parecía estar tocando una maraca. No respondía y eso le preocupaba, posiblemente aun estaba en estado de shock.
Cuando bajo sus manos y las paso por delante de su rostro moviéndolas de derecha a izquierda él reaccionó, de forma impulsiva tomo sus manos un breve instante antes de soltarlas y consigo mostrarle sus verdaderos sentimientos, darle la razón a aquellas locas y absurdas ideas.
—Descuida, estoy bien...—nervioso poso una de sus manos por detrás de su cabeza mientras una amable sonrisa se formaba en sus labios.—disculpa si te he asustado...
Ella sonrió de forma cálida, se acerco y un pequeño coscorrón lee propino emitiendo una pequeña y risueña risa.
—No vuelvas a cruzar las calles sin fijarte antes, por poco sufres un accidente.—le regaño de forma dulce, su sonrisa cálida no se borro de sus labios lo que hizo al israelí sonrojarse aún más, más aún cuando recordó lo que había hecho hace poco.
—Perdona mi imprudencia...—se masajeo el lugar donde había recibido tan delicado golpe, se quedo mudo un breve instante pensado en el siguiente paso que daría a continuación.—Qué tal si algún día salimos a dar un paseo?
Propuso sin pensarlo dos veces, a pesar de no saber casi nada de aquellas tierras que después de tantos años volvía a pisarlas ella simplemente asintió de forma positiva. ¿Qué haría ahora si no sabe ni siquiera donde esta parado ahora? ¿A donde la llevaría si este lugar lo conoce a perfección?
—Bueno, fue un gusto encontrarte nuevamente mi querida flor tricolor. —sus manos buscaron las ajenas y al no encontrarlas en su sutil intento optó por abrazarla.
—Lo mismo digo tierno corderito.—correspondio su abrazo, entre sus manos sentía su amplia espalda tras aquel abrigo que lleva puesto.
—Es mejor refugiarnos pronto en algún lugar, al parecer pronto lloverá.—sugirio un tanto apresurado y preocupado.
—Espero volver a verte pronto querido amigo, hasta pronto!.—hizo un ademán de despida conforme se alejaba de la presencia masculina.
—Esperare con ansias la llegada de ese día...—Murmuro para si mismo mientras copiaba aquel ademán que hacia su querida amiga.—Contare las horas para...no...
Recapacito, negó y se dirigió en marcha rápida hacia un pequeño restaurante en donde se refugiaria. Había tantos platillos que le resultaban apetecibles que no pudo resistirse al apetito voraz que llevaba dentro.
Tal vez esta fría noche seria perfecta para recapacitar y tomar ciertas acciones en contra de aquellos extraños sentimientos que rondan su cabeza y alborotan a su corazón.
Ya va siendo el momento de tomar con total seguridad una primordial decisión, todo dependerá de si mismo.
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