Capítulo I. When I saw you.

Sucedió hace unos 17 años. Una noticia que sacudió el mundo entero: la familia Donquixote había desaparecido sin dejar rastro alguno... o es así como todos los reportes, noticias y artículos lo hicieron ver.

   Mi familia había pertenecido por generaciones a la élite, teniendo una gran fortuna y poder al rededor del mundo que parecía nunca iba a terminarse, más sin embargo estaban realmente equivocados. Cuando aquel hombre grande y de barba negra apareció "salvando" la vida de mi padre, nuestro trágico destino había sido sellado.

   Su nombre era Marshall D. Teach. Mi padre, quien era alguien bastante inocente e ingenuo no pudo percatarse de sus verdaderas intenciones. Le invitó a nuestra casa dándole dinero en forma de agradecimiento, pero eso no fue todo. Aquel bastardo tenía un plan bajo la manga, uno que nadie en la familia pudo imaginar... Éste comenzó a ganarse la confianza de mi ingenuo padre consiguiendo así entrar a la empresa familiar: como el guardaespaldas personal de mi padre. Mientras el tiempo siguió transcurriendo, él cada vez se adentraba más en la familia, convirtiéndose por completo en el guardaespaldas personal de toda la familia por lo cual ya no sólo se encontraba en la empresa, sino en nuestro hogar. 

   Ya, en serio... en ese entonces yo también creí que el asunto terminaría ahí. Lo cierto es que nadie nos dice que las cosas no pasan tal cual se proyectan en nuestra propia sala de cine mental; las cosas son un poquito más jodidas. 

   Así llego a lo que quería llegar, el principio de esta historia. 

  Mi nombre es Donquixote Doflamingo, un nombre ahora muy conocido, pero hasta antes de conocer a (Tn), todos lo habían olvidado.

   Desafortunadamente hay cosas que no se pueden olvidar. La muerte es una de ellas.

   Como provengo de una familia muy adinerada y respetada, por mucho fui mimado; el niño arrogante, adinerado, inalcanzable, indiferente, independiente, autosuficiente... Y esa personalidad perduró, sobre todo al haber experimentado grandes sucesos que dejaron en mi un terrible trauma. El ego puede ser un escudo tan poderoso y bueno que no necesitarás ni mostrarlo para alejar a la gente de ti. Claro, no siempre es bueno, pero en ese entonces no quería nada más que protegerme. 

   No quería volver a pasar por la misma situación. 

   La fría pistola que sostuve entre mis manos, los gritos y sollozos de mi pequeño hermano, junto con los fríos cuerpos de mis padres a nuestros lados. Yo tenía 9 años en ese entonces, en el cual descubrí lo cruel que podía llegar a ser el mundo.

   Pero dejémonos de recuerdos tristes.

   Es así que comienzo esta historia, en esta noche en la que termino el papeleo habitual en la oficina. Los últimos días han sido difíciles para mí, mi mente me la ha estado jugando mal,  haciéndome recordar aquellos sucesos que me provocan pesadillas e insomnio casi todas las noches, por lo cual decido que debo despejar mis pensamientos. Me pongo el abrigo enfilando por los pasillos grises hacia mi casa. Es tarde, más de lo debido y viernes. Todo me invita a darme una escapada a algún local por alcohol o algo así, o también quedarme en mi departamento con un buen café.

   No lo pienso dos veces y emprendo camino a algún lugar que me ayude a olvidar. 

     Llego a un bar. Uno que se encuentra en lo más bajo de la ciudad, del cual tanto hombres como mujeres entraban y salían del lugar con prendas estrafalarias en total deshago sexual. Solo que esto ya rayaba en lo grotesco, vulgar y bajo. Mujeres con los seños al aire, hombres que usaban pantalones tan apretados que era imposible que su miembro no se notara y personas cuyo género no podía definir. Todos, todos ellos son los rezagados de la sociedad, aquellos que su vida ha perdido el rumbo y para poder sentirse vivos necesitan consumir tantas drogas como su cuerpo les permita, acostándose con quien sea que les muestre algo de cariño o dinero. 

   Me acerqué a la barra, ignorando el espectáculo que tenía frente a mí. Pedí un trago ligero, más para usarlo de lipstick que para beberlo. Y en realidad eso hacía, lo llevaba a mis labios, no absorbía nada y lo bajaba dejando un extraño brillo sobre mi boca. 

    Los minutos transcurrían, los gritos y alboroto de quienes se encontraban ahí cada vez eran más fuertes, lo cual comenzaba a irritarme. Jugué con el borde del vaso, pensando en retirarme y en cómo demonios había terminado ahí. 

   En ese momento dos hombres se acercaron a donde yo estaba, parándose a mi lado, comenzando a conversar entre ellos. Yo simplemente los ignoré, sin embargo hubo algo que mencionaron que no pude pasar por alto. 

   —¿Has escuchado los rumores? —dijo un hombre barbudo y algo mayor. —Dicen que alguien de la familia Donquixote en realidad está vivo, si eso llega a ser cierto entonces... —hizo una pausa. —Ese alguien estoy seguro se vengará, no sólo de nosotros, sino de todos los que estuvimos involucrados. —Finalizó, con su voz temblando de miedo. 

   —No seas idiota, eso es imposible. No hay forma que alguien de esa familia haya sobrevivido. Todo fue consumido por las llamas, sin darles tiempo de escapar. —apreté fuertemente mi mandíbula, frunciendo mi entrecejo haciendo que varias venas en mi frente se saltaran. —¿Acaso no lo recuerdas? Nosotros nos encargamos de revisar que no quedaran sobrevivientes y en caso de que encontráramos a alguien, nos encargábamos de ellos. —hizo un movimiento con su mano, imitando una pistola, dando a entender cómo es que se encargaron de la situación. —No creas nada de eso; pero si ese fuese el caso, quien sea el hijo de puta que haya sobrevivido nos encargaremos de él —rio. 

   Terminaron su conversación, emprendiendo camino hacia la salida. 

   Inmediatamente  de mi bolsillo saqué un billete y lo dejé en la barra, me levanté sin importarme el cambio. Mi humor ahora se encontraba mucho peor, los músculos de mi mandíbula estaban tan tensos que dolían y las venas en mi frente parecían que explotarían en cualquier momento. 

   ¿Qué pensarán al enterarse que de ese alguien del cual hablaban estaba justamente sentado a su lado, escuchando toda su conversación?

   Salí del recinto, en busca de esos dos hombres. Volteé hacia ambos lados tratando de divisarlos con la mirada, parando cuando por fin pude observas sus siluetas alejándose. Lentamente comencé a caminar en su dirección, esbozando una gran sonrisa la cual me era inevitable calmar cuando me encontraba demasiado enfadado. Dieron la vuelta en un callejón, tal parece que todo estaba de mi lado. Al adentrarme en ese callejón me llevé la sorpresa de que no había nadie. 

   Mierda. 

   Fue entonces cuando aquellos dos hombres salieron de lo que parecía ser un escondite, dejándose venir hacia mí, portaban armas tanto blancas como de fuego. 

   —Miren qué tenemos aquí, no pareces ser de esta zona. 

   —Hoy es nuestro día de suerte. Esto será más fácil si no opones resistencia, niño bonito —soltó uno de ellos divertido, era el que se había reído en el bar. Un hombre calvo, mayor y gordo.

   Me mantuve serio. 

   —Bien, danos todo lo de valor que tengas si quieres seguir viviendo. Nadie podrá venir a ayudarte, debes saber que esta zona es lo peor, ya que incluso un cuerpo sin vida puede pasar desapercibido. —comentó el otro hombre, el de barba comenzando a acercarse más con una navaja mientras que el otro lo hacia con una pistola. 

   Esbocé una sonrisa. 

   —¿Qué es tan gracioso? 

   —Ustedes. —dije sonriendo, soltando una risilla. 

   —Hijo de puta —el que traía la navaja se abalanzó directamente a mi, comencé a esquivar sus ataques meciéndome de un lado a otro, fue entonces que el de la pistola aprovechó para disparar al verme concentrado con su compañero. Lo que no esperaba es que yo me detuviera de golpe provocando que el de la navaja lanzara un ataque directo a mi mejilla logrando hacer un corte en ella, éste sonrío, sin embargo yo sonreí más. Retomé rápidamente mi postura tomando al hombre frente a mi del cuello y usándolo de escudo para aquella bala. —¡AH! —gritó de dolor. 

   El que sostenía la pistola quedó completamente sorprendido para después cambiar su semblante a uno totalmente enojado. 

   —¡Maldito! ¡Vete a la mierda! —retomó su postura junto con el agarre de la pistola, para desgracia de él fui más rápido y listo, sin dudarlo aventé fuertemente al hombre que traía del cuello, arrojándoselo y que de esta forma impactara con éste. 

   Cayeron al piso. 

   Me acerqué, con mi característica sonrisa y mi lengua saliendo de mi boca, soltando cierta risilla. Ellos jadeaban por el impacto y dolor que habían sufrido, tratando de levantarse. 

   Llevé mi mano por detrás de mi espalda sacando así una pistola la cual siempre llevo conmigo. Jalé la llave de ésta, preparándola. 

   —O... oye —una voz temblorosa se hizo presente —tra... tranquilo, perdonanos por tratar de robarte. —La voz pertenecía al maldito que se había reído. —De... dejanos ir, por favor.

   Solté una risilla. 

   —¿Y qué ganaría yo a cambio? —solté, mirándolos. El que había recibido el disparo jadeaba del dolor presionando por donde la bala había impactado, justamente en su estómago. 

   —Lo que quieras, pero por favor, dejanos ir —rogaba con total miedo. 

   —Está bien —al mencionar esas palabras, el rostro de ese hombre calvo se iluminó. Se posicionó al lado de su compañero, ayudándole a ponerse de pie ofreciéndole sus hombros de apoyo. 

   Y entonces sucedió. Solté el primer disparo. 

   Un fuerte y desgarrador grito inundó mis oídos. 

   Yo solo me quedé observando cómo ese hombre se retorcía del dolor agarrando fuertemente su muslo derecho, mi sonrisa se hacia más grande. El que había recibido el balazo en su estómago sólo temblaba de miedo. 

   —¡VETE A LA MIERDA! ¡DIJISTE QUE NOS DEJARÍAS IR! —gruñó, tratando de incorporar su postura. 

   —Pero yo nunca mencioné dejarlos ir ilesos —reí. 

   —¡PUDRETE HIJO DE PERRA! —tomó la pistola que estaba a centímetros de él para intentar dispararme. Solté el segundo disparo, directamente a su otra pierna. —¡AAAAAAH! —gritó. 

   Solté el tercer disparo pero ahora a su compañero el cual se había mantenido en total silencio para escabullirse y escapar. Le di en una de sus pantorrillas. Me acerqué lentamente al hombre calvo, quedando frente a él para así bajar mi mirada y verle. Éste tembló de miedo al verme tan cerca con mi pistola apuntando directamente a su pecho. 

   —Antes de irme, debo decirles algo muy importante. La razón del porqué estoy haciendo esto. —hablé. —Desafortunadamente para ustedes, terminé escuchando su conversación en el bar. Hablaban sobre la familia Donquixote y el posible sobreviviente de ese trágico día —mi semblante se volvió serio. 

   —¿Y... y eso qué tiene que ver contigo? —su voz temblaba. 

   Se formó de nuevo en mi rostro una enorme sonrisa. 

   —Ese sobreviviente del cual oyeron el rumor —hice una pausa. —Soy yo. —reí. —Me llamo Donquixote Doflamingo. 

   Sus rostros cambiaron tanto en un segundo que eran un poema para mi. 

   —Eso... eso no puede ser posible, todos murieron ese día —decía mientras me miraba incrédulo, tratando de no creer en mis palabras. —¡Nosotros revisamos cada rincón de esa casa! ¡Nadie sobrevivió! ¡Sólo eres un maldito mentiroso, hijo de pu... —uno, dos, tres, cuatro, cinco disparos impactaron en su pecho sin dejarle terminar de hablar. Volteé hacia el hombre barbudo que aún quedaba con vida y caminé a él. 

   —¡NO! ¡ALEJA... —disparé a su cabeza, callándole para por ultimo soltar uno más asegurándome no dejarle vivo. Guardé mi pistola donde siempre y salí del callejón sin mirar atrás.  

  Los recuerdos de ese día volvieron a mi de una manera más intensa, me recargué en una pared cerrando mis ojos, mi pulso se había acelerado. Traté de calmarme. Esta pequeña salida me había costado por completo la poca tranquilidad que había guardado durante esta horrible semana. Solté un enorme suspiro, cuando de pronto sentí algo humedecer mi rostro. Abrí los ojos limpiando mi rostro, percatándome que eran gotas. 

   Para así de un momento a otro haciéndose presente la lluvia. 

   Me mantuve de pie sin moverme durante unos minutos, dejándome empapar por la lluvia la cual ayudó a tranquilizarme, miré hacia el cielo nocturno sin rastro alguno de estrellas por las nubes que ahora se encargaban de mojar cada rincón de la ciudad y es entonces cuando comienzo a recordarla sintiendo una presión en mi pecho. 

   Me he dado cuenta que mientras más pasa el tiempo, mi corazón se destroza cada vez más al pensarle. Ya no me es suficiente con solo anhelarle. Cada vez que hay lluvia unas inmensas ganas de volverla a ver llegan a mi; mas sin embargo la realidad siempre me golpea al saber que no puedo hacerlo. 

   Suelto otro suspiro, quitando mi mirada del cielo. La lluvia no es tan intensa pero aun así ha logrado mojar un poco mis ropas. Pienso en que es hora de volver a casa y alejarme de este lugar. 

 Sin embargo, algo sucede. En un segundo decisivo mi pie derecho apunta hacia la dirección contraria a la cual tenía planeada. 

   ¿Por qué lo hice?
   No lo sé, o quizás una parte de mi sí. 

   Ella me estaba llamando. 

   Yo no lo sabía, creo que ni siquiera ella lo sabía. Pero unos pasos más tarde bajo la fría lluvia empapando mi rostro, me encontraba a veintisiete minutos lejano de toda posibilidad de cambiar mi destino. 

   Detengo mi caminar en el momento en que mis ojos captan algo que llamó por completo mi atención: un extraño café. Para las altas horas que eran, me sorprendía ver uno abierto. Decido adentrarme en él, mas para resguardarme de la lluvia que comenzó a ser más fuerte. 

   Una vez dentro, observó con total calma el lugar. Hay al rededor de unas 3 personas las cuales son gente mayor. Es tranquilo,  pequeño, con un toque rustico y sobre todo con olor a café tostado. Camino hacia una mesa que se encuentra al fondo del recinto al lado de una enorme ventana. Tomo asiento, apoyando mis antebrazos en la mesa de madera, posando mi rostro en una de mis manos mientras fijo mi vista hacia la calle que está fuera del café. La música y el suave sonido de la lluvia se mezclan creando un ambiente que me hace relajarme por completo. 

   Estoy tan concentrado viendo por la ventana que no me percato cuando alguien se para justo a mi lado. De repente escucho un carraspeo, esos que uno hace cuando necesitas la atención de una persona.  Volteó para ver de quién se trata. 

   Inmediatamente escucho una voz, quizás la voz más bonita y dulce del mundo. Mi corazón da un vuelco y siento como todo se detiene a mi alrededor. 

   —Buenas noches, ¿puedo tomar su orden?

   Entonces, sucede. Ella. 

   Ahí está, frente a mi. A quien había estado esperando desde hace tanto tiempo, extrañándole aun sin siquiera saber su nombre. 


He aquí el primer capítulo, espero haya sido de su agrado♥♥♥
Tenía bastante tiempo sin escribir por lo cual espero no haberlo arruinado, ya que me siento oxidada jajahsha 
(ಥ⌣ಥ)

Al tratarse de un AU los personajes pueden en algún momento tomar un papel ligeramente OC , sin embargo voy a hacer lo posible para que conserven su esencia.

Me disculpo si encontraste faltas de ortografía o incoherencia en el capítulo. (ᗒᗣᗕ)՞

Nos leemos en la próxima actualización.ᕦ(ò_óˇ)ᕤ



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