11; Lo siguiente es




Aizawa no lograba entender muchas cosas aún, pero seguro que con un poco más de información comprendería las cosas mejor. Se aseguró de que todos cumplieran la regla de irse a dormir temprano y con algo de tristeza ayudó a Ochako Uraraka a cargar sus maletas.

Sus excusas e intentos de abrir la tolerancia en los demás maestros fue un rotundo fracaso,a ecepción de Midnight, aún no había suficiente información para comprender el amor entre más de dos personas y lo único que inútilmente logró fue que la transfirieran a otra escuela en lugar de expulsarla, al menos había salvado el registro académico de su talentosa alumna. Miró sororo al rostro triste de Ochako, podía ver sus ojos irritados de tanto llorar, se sintió culpable, no podía imaginar el tremendo acoso al que había sido sometida, pero aún en una sociedad ideal de héroes, el dinero, las influencias y los conservadores, perduraban.

La tomó del hombro para darle ánimos, —hey, Ochako, tres no son multitud —gruñó cansado.

Ella dio un respingo y volteó a verlo con una evidente vergüenza.

—Mientras no lastimes a los demás todo está bien. Que esa gente de mente corta no te arruine el ánimo. Han de estar celosos, no pescan a uno y ya quisieran pescar a dos —se rascó la nuca intentando no decir estupideces, lo último que quería hacer era incomodar a su alumna.

La castaña sonrió suave, respiró intentando calmar su corazón —Gracias.

Sus pasos resonaban en los pasillos oscuros mientras la noche terminaba de caer, al salir de la escuela el automóvil apagó sus luces. Fuyumi esperaba tranquila y apoyó a Ochako subiendo sus cosas, era una situación en la que jamás pensó estar metida, pero nunca se permitiría no apoyar a su hermano, miró el rostro fatigado de aquella joven y sólo le regaló una sonrisa para insitar confianza, se despidió de Aizawa quien de inmediato regresó a la escuela.

Su celular vibró y con calma revisó, un mensaje de su hermano, quien pedía esperarlo.

—Espero estés cómoda, hace bastante frío, puedes tomar una de mis chamarras —dijo tomando la prenda que estaba en el asiento del copiloto. —Toma, no te preocupes tengo otra por si las dudas.

Ochako la tomó sin decir una palabra y comenzó a ponérsela.

Bien, debía admitirlo, tenía mil preguntas para esa chica bonita en el asiento trasero. Todoroki parecía ser la clase de chico que jamás tendría una pareja o algo así, pero ahí estaba, le llamó e insistió en que fuera a recogerla. Así que la duda la estaba matando, la chica parecía estar cansada de la vida así que sólo miraba nerviosa. ¿Es su novia? ¡La había visto en la televisión, pero jamás pensó que fuera novia de su hermano! ¿Por qué había cambiado de escuela?

Decidida por resolver sus dudas volteó para encararla pero Todoroki ya estaba abriendo la puerta trasera del carro.

—Ochako‐san —dijo tranquilo— que bueno que te pusiste un suéter, hace frío.

—¡Tardamos porque el idiota este no se apuraba a ponerse los zapatos! —se quejó Bakugou tomándola del rostro con ambas manos— no dejes que nadie te diga nada y si te dicen algo pateales el culo —la miró fijamente. Quizá estaba enojado porque no quería que se fuera. Ha, por la mierda, tenía ganas de besarla ¿era prudente? Que se vaya al carajo todo el mundo, plantó el beso en sus labios, total, era el último en bastante tiempo.

—No seas brusco —lo alejó el bicolor jalandolo del hombro para después tomar su respectivo turno, depositando un beso taciturno en su labios.

Fuyumi miraba impactada por el retrovisor, tanto que sus mejillas se llenaron de un leve rosa. No entendía, bueno quizá si entendía pero no quería entender. Apretó el volante nerviosa y dejó de mirar. Surgió una pequeña charla fluida entre los tres chicos y Fuyumi sólo miraba Facebook abochornada.

—No es tan buena escuela como aquí, pero seguro te servirá.

—No te preocupes, vamos a pensar como hablarlo con tus padres después de haberle arrancado la coleta a Yaoyorozu.

Uraraka solo asentía alejando el aterrador sentimiento que quería salir de su pecho. Sabia que la estaban intentando persuadir.

—Te mandaré mensaje, pero tenemos que irnos antes de que se den cuenta que no estamos.

Fueron las palabras de Shoto que dieron fin a esa noche. El auto arrancó y entre calles oscuras y viento helado se alejaba de lo que parecía ser su futuro ¿lo había arruinado todo? Ochako sólo miraba sus almohadillas cansada.

¿Ahora qué seguía?


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