07: Veneno




Se había convertido en un martirio.
Obvio que no habría represalias contra Todoroki o Bakugou, pero quien estaba en el ojo del huracán era Uraraka.

"Puta" "zorra" "perra" "traga vergas" "prostituta" "barata" "Puta" "zorra" "perra" "traga vergas" "prostituta" "barata" "Muerete" "guanga" "sucia"

Tallado o escrito con lapicero en su banca, sólo miró al suelo, podía sentir la mirada clavada de Momo sobre su nuca. Se había ganado su entero odio desde que todos se enteraron que estaba con Katsuki y Shoto.

Se había vuelto un infierno en vida, el acoso se salía de los límites; la arrinconaban en pasillos cualquier alumno estúpido sin escrúpulos usando como defensa que le encantaba tener dos vergas, daba gracias a dios de tener un quirck útil como lo es mandarlos a flotar, pero ni siquiera la gravedad cero la salvaba de las pestes que se pasaban de boca en boca sobre ella y su grande vagina donde podían entrar dos penes.

—¡Ah, carajo! ¡huele a sexo! —dijo Monoma burlón pasando frente a Ochako quien sólo buscaba cosas en su casillero con cuidado.

—¡Tienes razón, que ascooo! —chillaron sus amigos y la miraron— ¿Anoche te dieron esos dos verdad, Ochako-Twochan?

El trato era en que aquel trío de personas no volvieran a cruzarse jamás para no revivir el tema, no hubo un llamado a padres ni preguntas incómodas, habían sido cambiados de grupo y Ochako se había quedado en el A. En garras de Momo y Kyoka, a insinuaciones de Mineta y Kaminari, dentro del huracán donde se había originado aquel veneno.

No respondió y sólo salió de ahí. Aún la miraban y se reían a sus espaldas ya se había acostumbrado a mirar solo zapatos escolares. Estaba respirando lo más lento que podía para no llorar, caminó rápido y mirando al suelo, las miradas lasivas de los hombres y las asqueadas de las mujeres le rompían el alma.

El golpe en seco la hizo caer al suelo tirando los libros, levantó la mirada y vio a Shoto.

Ah, es tan tranquilo, pensó para sí misma mientras sólo dejaba salir las lágrimas. Ah, por qué tuvo que terminar así, pensó de nuevo. Sus mejillas estaban rojas, tan intensas como el cabello carmín y de la mirada de a quienes amaban.

Levantó los cuadernos y salió corriendo.

—¿Qué fue eso? —se recargaron en su hombro—, no me digas que te dieron ganas de metersela otra vez, viejo, que enfermo, puedes hacerlo solo, no con otro hombre, menos uno como Baku-

El fuego quemó la ropa del metiche, vaya salón lleno de imbéciles.

Se volteó a encararlo:
—Debería sellar tu boca con fuego y para tu información, no tuvimos sexo, —Tetsu Tetsu apagaba el fuego de su camisa calma. —Aún —terminó la frase marchándose de ahí.

A Todoroki no solía afectarle como lo molestaban, más por el hecho de ser hombre y su personalidad. Cada que le insinuaban cosas sobre como se comía a Katsuki u Ochako sólo se limitaba a afirmar y desmentir cosas dependiendo de lo que se tratase, o sólo congelaba cualquier extremidad que estuviese más próxima a él.

No tenía ningún problema, le gustaban Ochako y Katsuki sin ninguna duda, quería estar con ellos. Estaba más que claro en él lo que deseaba y se preguntaba qué haría su familia y principalmente su padre ante la noticia de que quiere formar una familia con dos personas, de las cuales una es de su mismo sexo.
Alejó las dudas y tomó rumbo hacia donde la castaña había desaparecido.

En otro contexto estaba Katsuki a quien nadie se le ocurría mencionar el tema con fines de molestarlo, se había vuelto aun más agresivo y explosivo que nunca. Estaba enojado, tan enojado que si alguien lo miraba más de diez segundos lo batía a insultos, tan hirientes que no se atrevían a hacerlo de nuevo.

Al fin y al cabo sólo era una profunda tristeza, pudo haber sido un chico normal y tener una novia como cualquiera, pero no, era un puto enfermo que quería estar con una chica y un chico al mismo tiempo, le dolía el pecho al saber lo equivocado que estaba y error que había cometido la naturaleza en su creación.

Salió de su mente sólo para ver por la ventana como Todoroki caminaba hacia el siguiente pasillo.
La curiosidad lo traicionó y el alma también.
Se levantó de su banca y todo quien estuviera en su trayecto de ahí hacia la puerta de salida del salón, abrió paso.

—Bakugou-Kun, la clase está a nada de comenzar —reprendió la encargada de la clase.

—¡Nadie te preguntó! —escupió con desprecio saliendo de ahí a pasos agolirados.

El timbre hizo a todos ingresar a sus salones y bendijo su búsqueda en los pasillos pues en menos de dos minutos pudo ver la melena bicolor. Abrió un poco los ojos cuando sintió su corazón latir por los nervios, que puta mierda le sucedía, solo habían pasado tres meses desde que aquel escándalo borroso surgió.

Caminó en silencio detrás de Shoto.

Tum, tum,
tum,tum,
tum, tum,
tum,tum,
tum,

Podia jurar que su corazón se escuchaba en los pasillos vacíos, se detuvo en seco cuando Todoroki lo hizo. Avanzó lento para alcanzarlo y su corazón terminó de romperse.

El café escurría de su cabello e intentaba secar con rapidez el que escurría a su rostro, estaba hirviendo y lo sabía porque lo que se había logrado caer sobre sus muslos dejaba rojez a su paso. Ochako sólo apretaba los labios ante el ardor.

Momo dio un brinco al notar la presencia de ambos masculinos, se dio la vuelta y ocultó el vaso detrás de su espalda, acomodó sus facciones y frunció el ceño. Verlos juntos les daba asco.

—¿Qué hacen aquí?

El eco recorrió cada rincón de las escaleras que se levantaban por encima de ellos.

—¿Se siguen viendo? —el odio hervía dentro de sus venas— apuesto que si mencionan esto a alguien tendrán que irse de esta escuela.

Y ahí estaba esa jodida pieza, el jakemate de los tres.

Uraraka se levantó rápido.

Bakugou observó los moretones en sus piernas y las raspaduras en sus rodillas.

—Cara redonda —soltó con preocupación, despacio y sin darse cuenta. El rojo quería apoderarse de sus mejillas.

Y de nuevo, Todoroki se quedaba en silencio. Ochako salió de ahí y Yaoyorozu solo pasó a su lado rumbo a su salón, se había vuelto una completa perra, por ardida, pensó Shoto.

La heterocromania se centró en Katsuki.

"Ve"

Leyó Bakugou.

Perdía control en si mismo, y el hielo corrió detrás de la pelinegra.

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