𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓿𝓮𝓲𝓷𝓽𝓲𝓬𝓾𝓪𝓽𝓻𝓸
TaeHyung acariciaba de arriba hacia abajo con sus delicadas manos todo el torso de Jungkook, mientras éste apretaba sus glúteos desnudos para frotar sus miembros y sacar suaves gemidos del menor.
Quizás es demasiado decir que Jungkook y TaeHyung habían iniciado el año con un pie derecho y la estaban pasando increíblemente perfecto.
Con muchas palabras bonitas, miles de citas, millones de caricias y constantes besos.
Sin dejar pasar por alto aquellos simples susurros de te amo que hacían ruborizar a ambos.
TaeHyung se fascinaba viendo a Jungkook sonrojado.
Sentados en la tina del baño del menor; con el mayor seduciéndolo, y él rozando con intensidad sus sexos, parecía que el ambiente empezaba a tornarse caliente.
Ambos desnudos, cubiertos solamente por el agua que empezaba a quedarse sin burbujas, no parecía que tenían deseos de salir.
Las manos de Jungkook ascendían por la espalda del menor y sus labios besaban con humedad su cuello, dejando marcas de propiedad en éste. TaeHyung, mientras gemía en el oído del mayor, no sabía si aquello era demasiado tierno -por la forma en que lo tocaba- o era demasiado excitante.
Aunque es más seguro que ambos.
Cuando Jungkook se apartó de su cuello y se dedicó a contemplarlo, casi se queda sin aliento.
TaeHyung tenía su cabello mojado hacia atrás, con todo su delicado cuerpo empapado, mejillas furiosamente rojas y sus ojos cerrados mientras se sumía de placer.
TaeHyung recostó su cabeza en su hombro, sonriendo como si supiese que lo está viendo. Abre sus ojos.
—Te amo, Kookie.
El corazón del mayor empieza a latir con fuerza y TaeHyung se da cuenta de ello.
Sonríe tímidamente y vuelve a enterrar su cabeza entre el mentón y su hombro.
—Pero yo te amo más.
El menor muerde su labio inferior, evitando soltar una risita boba que siempre le sale cuando su novio por completo lo sonroja.
Jungkook siempre sabe cómo enamorarlo todos los días, incluso puede sentir tranquilidad con solamente tener su presencia.
Empieza a mordisquear su cuello, pasando también su lengua en algunas zonas y luego vuelve a besarlo con sus suaves labios.
Jungkook gruñe y puede sentir como su piel se eriza ante sus besos y ante un TaeHyung sensual.
—Mierda... — maldice con dificultad.
El menor ha iniciado a restregarse contra él, pero ésta vez frota sus nalgas en la dura erección del mayor y éste aprieta el agarre de su cadera, pues empieza a ver la lujuria en sus ojos y el roce de la entrada de TaeHyung con su miembro le hace agua la boca.
El mayor no puede resistirlo más, busca sus labios para unirlos con los suyos y se mezclan en un beso húmedo que hace palpitar el mismo miembro del menor.
La lengua de Jungkook está saboreándolo con tanta determinación que podría quedarse así todo el tiempo del mundo.
TaeHyung empieza a jadear sobre sus labios, sintiendo una ola de escalofríos cuando Jungkook toca su miembro.
Pero aquella preciosa melodía fue interrumpida por el timbre de la casa, incluso llegó a cortar aquel momento de intimidad pura para ambos.
Como no había nadie en ella, excepto por ellos, TaeHyung tenía que pararse y ver quién era.
Jungkook soltó un gruñido cuando él se apartó de su lado, pero TaeHyung, brindándole un beso tierno, pudo calmar su repentina incomodidad.
El mayor contempló su pálido cuerpo cuando el menor se puso en pie y salió de la tina así como Dios lo trajo al mundo para buscar su bata color lila.
No quiso atraerlo hacia él y hacerlo suyo, al contrario, tenía el deseo de acariciarlo y hacerle ver con unos simples toques el cuánto podía amarlo y cuidarlo.
TaeHyung desapareció del cuarto de baño y se acercó al balcón para observar quién era.
Justamente, en ese momento, aquella persona miró hacia arriba y sonrió al menor en una ancha sonrisa.
—Hola, TaeHyung. —dijo JiHyuk desde abajo—.
¿Me dejas pasar?
—Ah... a-ah sí. —titubeó—. Solo... Espera que me cambie, ¿Sí?
—Por supuesto, nene. —Y luego de ello TaeHyung desapareció de su vista, con sus mejillas un poco coloradas ya que no estaba acostumbrado a que nadie -excepto Jungkook- le dijera apodos diminutos.
El menor se dirigió de nuevo al baño, esta vez alterado por la forma en que lo ha encontrado su visita. Jungkook, al verlo tantear desesperadamente las gavetas por el secador de pelo, le pregunta.
—¿Qué sucede, cariño?
—Es que JiHyuk ha venido a casa. ¡Y no puedo salir así!
—¿Qué? —Por supuesto, todo estaba siendo demasiado bueno para ser verdad. Tarde o temprano tenía que venir ese estúpido a arruinar su paz—.
¿Por qué se supone que él viene a verte?
TaeHyung ahora tanteaba para encontrar su peine.
—No lo sé, Kookie.
Como somos amigos, él quiere verme para saber cómo estoy.
Jungkook, ya frustrado y enojado, porque sabe que JiHyuk lo hace por imprudencia y no por ignorancia, recostó su cabeza en la cabecera de la tina. —Bebé, él no quiere ser tu amigo. ¿No has notado que cada vez que él está, nosotros discutimos?
El menor giró a verlo, con su ceño levemente fruncido. —No, Jungkook. El no tiene la culpa de nuestras peleas de pareja.
—"Él no tiene la culpa" — le imitó con voz chillona—. Serán mis bolas.
—¡Jeon Jungkook! —le regañó el menor—.¡No puedes hablar así con la misma boca en la que besas a tu madre! —trató de sonar serio, pero luego se ruborizó—. O a mí, incluso.
—¿Y cómo quieres que reaccione cuando un idiota se la pasa detrás de mi novio, tratándolo con insinuaciones y viéndolo como si fuese un trozo de pastel?
TaeHyung hablaba con más calma.
Pues conocía bien que Jungkook estaba molesto por ello y no podía culparlo.
Si llegara una chica a casa del mayor, quien quisiese ser más que su amiga, también a él le molestaría.
Pero JiHyuk solo quería que fueran amigos, nada más. Quizás eso Jungkook no lo comprendía, pensaba él.
—Él no me insinúa. —aclaró su garganta—.
Solamente sé lindo con él, Kookie.
—¡Ay por supuesto! —usó en sarcasmo—. ¿Por qué no también lo invitas a tomar el té, TaeHyung?
Y por más que el menor quería ser serio ante aquello, no pudo evitar reírse de las incumbencias de su novio.
—Sí, amables. —le espetó—. No puedes culparlo de que él tristemente haya presenciado algunas de nuestras discusiones. —hizo un puchero y después de ello, pavoneándose al caminar, salió del baño—. ¡Es una buena persona!.
Jungkook, aunque halla quedado con la quijada hasta el suelo de ver cómo el menor mecía sus caderas, no pudo evitar sentirse molesto.
Sentirse enojado con JiHyuk y un poco con TaeHyung, pues éste último no parecía darse cuenta de las insinuaciones de JiHyuk.
Frustrado, se sumergió en la tina quedando completamente dentro de ella y queriéndose ahogar para ya no sentirse más molesto como ahora. ¿Cómo es que JiHyuk siempre llegaba interrumpir todos los buenos momentos?
Cuando Jungkook salió de la tina y se envolvió en una toalla, entró a la habitación, donde se desprendía el aroma de dulce de coco y vainilla que TaeHyung combinaba para oler exquisito.
—Bien, cariño. Ahora vengo.— le habló mientras cruzaba la habitación y tomaba el pomo de la puerta.
TaeHyung, quién ya estaba vestido y secaba su cabello, lo miró desde el reflejo del espejo y corrió hacia la puerta impidiendo su paso—.
¿Qué? ¿Qué pasa?
Éste mantenía las manos en los costados de la puerta, cerrándola de nuevo.
—¿Saldrás así?
—Sí.
—JiHyuk puede ser mi amigo, pero no quiero que te vea así... —comenzó, recorriendo con sus ojos su torso descubierto hasta la cintura, que era cubierta por una toalla blanca.
Despegando bobamente su vista de aquel abdomen marcado, volvió a ver a su novio a los ojos—. No quiero que nadie más te mire.
Jungkook sonrió pícaramente.
Recostó su mano en la puerta, mientras con la otra tomaba su cintura y se acercaba a él, acorralándolo por completo.
Introdujo su mano bajo la campera de TaeHyung y acarició lentamente su piel cálida; inclinándose, palpó sus labios junto a los rosados de él y mordisqueó su labio inferior, soltándole un suspiro en lo más rotundo de su garganta.
—Y el posesivo soy yo...
TaeHyung sonrió tímido, relamiendo sus labios para tentarlo y así él poder besarlo.
Sabía que hacía aquello a propósito, pues esa era su forma de rendir la resistencia a su novio y así éste atrape sus labios.
—Ahora bésame, tonto.
Y Jungkook estampó sus labios con los suyos.
Iniciando suave y dejándose llevar por el momento, sintiendo como Jungkook podía llevarlo a un lugar mejor con cada beso.
Sus piernas se debilitaron y su piel se volvió de gallina, de solo sentir la manera en que Jungkook le besaba le hacía volar por las nubes.
Subió sus manos a su cabello, jugueteando con él, que seguía mojado y descendiéndolas hasta su cuello y así atraerlo más a él.
Nada más que amor, siempre era así.
A TaeHyung le gustaba eso.
Había amor.
Cuando ambos bajaron de las escaleras, tomados de la mano, TaeHyung las mecía alegremente como si no estuviese alguien a quién le molestara.
JiHyuk, al verlos, les brindó una sonrisa forzada mientras alejaba al menor para abrazarlo apretadamente.
Algo que no le gustó en nada a Jungkook.
—Jeon.
—Kwon.
Se saludaron cortantes y con cierto desprecio estrecharon sus manos.
Si TaeHyung no estuviese, lo más seguro es que ambos se estuvieran golpeando o tirándose palabras hirientes.
Aunque lo último era menos divertido que lo primero.
—¿Quieres galletas, JiHyuk?.— le preguntó TaeHyung mientras los tres se adentraban a la cocina y JiHyuk se sentaba en uno de los taburetes.
—Si quiero, gracias.
—"Si quiero, gracias" —le imitó Jungkook con una voz ridícula que el más pequeño no logró escuchar—. Imbécil.
JiHyuk empezó a sacar conversación, hablando de la finca de su tío a la cual había ido en las fiestas. TaeHyung esperaba a que el chocolate estuviera listo y estaba de pie, al otro lado del desayunador mientras veía a JiHyuk.
Jungkook estaba robándose parte del pie de limón que la madre de TaeHyung había preparado.
Pero JiHyuk no pudo resistirse más.
—Entonces... ¿Viajarán?
Las mejillas de TaeHyung se enrojecieron y Jungkook casi se ahoga con el trozo que tiene en su boca.
—Sí. —suspira el menor—. ¿No es hermoso?
—Por supuesto.
Jungkook tose.
—Falso. —y cuando ambos chicos dirigen su mirada a él, se acomoda la garganta—.
Es la tos, lo siento.
TaeHyung se gira de nuevo hacia JiHyuk, pero éste último permanece viendo a Jungkook, quién se sonríe con ironía mientras niega con la cabeza.
—¿Irán solos?
Esta vez Jungkook habla.
—Claro, sino, ¿Qué sentido tendría un viaje sin un poco de intimidad? —El mayor va hacia el menor, rodeando su cintura con sus brazos e inclinándose para besar con castos besos su cuello—. Quiero más momentos juntos.
El menor suelta una risita y su cuerpo se eriza a causa de las cosquillas.
—¿Para qué quieres más momentos juntos?
Jungkook suelta un soplo cálido a su oreja, haciéndolo chillar de nervios.
—Me gusta enamorarme de ti. —y después de dar una pequeña mordida al lóbulo de su oído, recuesta su cabeza en su hombro.
JiHyuk suspira, contando hasta diez para mantener la calma y no golpear al pelinegro hasta tirarlo por los suelos.
Sus ojos se centran en el menor.
—Dime, TaeHyung. ¿Te llegaron las rosas?
Éste ya está sirviendo el chocolate y le tiende su taza a JiHyuk.
Su ceño se frunce y parpadea repetidas veces.
—¿Qué rosas?
—Las rosas que te mandé hace unos días, t-tú sabes, era un ramo, g-grande. Y... —pero al ver que la mirada del menor era desentendida, prefirió no decir más—. ¿Sabes qué? Olvídalo.
TaeHyung observa de reojo a Jungkook, como si éste supiera algo de ello, pero el mayor al captar su mirada se alza de hombros desentendido.
—Iré a traer los marshmallows a mi cuarto.— sonríe y se desaparece de su vista-.
El lugar queda en un rotundo silencio.
JiHyuk pensando qué pudo haber pensado con el repartidor, mientras que Jungkook procurando no matarse de la risa.
—A mí me gustaron las rosas. —dice Jungkook rompiendo el hielo. JiHyuk levanta la vista, observando la sonrisa cínica del mayor mientras se inclina en el desayunador para quedar cerca de él—. Me encanta el azul. ¿Cómo sabías que me gustaba?
—Tú. — es lo único que logra salir de sus labios abiertos como una ligera "o"—.
Eres un maldito.
—Cuidado con esa boquita. —le sonríe—. No sabes por dónde te estás metiendo.
—¿Qué hiciste con esas rosas? —gruñó entre dientes, lo suficiente molesto como para ignorar sus comentarios anteriores.
—Yo no hice nada con eso.— rió—. Más bien, JiYeon se encargó de ellas. Pensó que el mejor lugar para lucirlas era dentro del bote de basura. A veces es buena cuñada, a veces.
—¿Qué mierda pasa contigo, Jeon?
El rostro de Jungkook se tensó.
—Te diré que mierda me pasa. —Golpeó brusco los puños tan fuerte en el desayunador que hizo sobresaltar a JiHyuk—.
Deja de estar metiéndote con mi novio, te lo estoy advirtiendo. Demasiada paciencia te he tenido y solamente ha sido por TaeHyung. Un movimiento más —escupió—. Solo uno más y las únicas rosas que recibirás en tu vida serán por lástima en el hospital.
JiHyuk se queda con la boca abierta.
Intenta hablar pero no hay algo que salga de ella y Jungkook se relaja al instante, como si hubiese esperado decir aquello hace días.
Aunque JiHyuk no le permite la victoria.
—Me gusta correr riesgos.
[...]
Kwon JiHyuk.
Su cabello era toda una melena ondulada y castaño claro que caía en su rostro.
Sus ojos, cuando me miran, podía ver un desierto dentro de ellos.
Pero lo más cautivador era aquella hermosa sonrisa y siempre tan sutil.
¿Cómo todo ello, de presuma belleza, puede llegar a ser humano?
¿Cómo un rostro tan hermoso, un cuerpo tan frágil, llegue a ser de un chico?
—¿Queda bien? —me pregunta TaeHyung terminando de acomodar su corona de flores azules y rosado pálido mezcladas entre sí.
Él me mira a los ojos, esperando mi respuesta, pero yo solamente siento como mi boca se seca.
—¿Si te queda bien? —repito. Pero no, aquello no le quedaba bien. Le quedaba jodidamente perfecto—. Te queda hermoso. —le sonrió, y con un leve rubor en sus mejillas regresa a sus apuntes.
Me siento un estúpido.
Enamorado de alguien que ya tiene novio.
Pero en la vida no decides de quién enamorarte. No es de llegar a un lugar, ver a una chica, o en mi caso un chico, y decir;
Oh, él es lindo. De él me voy a enamorar.
Si fuese así... ¡Qué sencillo sería todo!
—¿Dónde está Jungkook? —le pregunto y él contesta de lo más normal mientras escribe en su libreta con una lapicera rosa.
—Está entrenando. —Yo frunzo el ceño—. Es decir, en boxeo. Dice que tiene que reponer todo lo que "subió" en las fiestas. —rueda los ojos—. Yo le digo que se ve hermoso así como está.
—vuelve a ruborizarse—. Pero él dice que no.
—Ya veo.
Él sigue hablando.
—¿Tú crees que debería hacer el deporte que hace? —se exaspera y yo solamente me alzo de hombros—. Yo opino que no. Se lo he dicho.
Es un deporte muy violento, ¿Te imaginas que en una de tantas lleguen a romperle la quijada? —su vista se posa al frente, achinando sus ojos como si estuviese imaginándolo—.
Él dice que soy paranoico, pero no lo soy.
—No eres paranoico. —miento. Porque si lo es, un poco. Para no decir que mucho.
Siempre trata que todo esté en orden y a su medida, hace las cosas puntualmente y se exige demasiado consigo mismo.
Y aquí viene de nuevo...
—¡Bien, soy paranoico! Bueno, pero solo un poquito. —repone—. ¿Pero qué puedo hacer yo? En verdad me aterro de solo pensar que recibe golpes en ese deporte.
Él no quiere verlo, es más, refunfuña cada vez que se lo digo, pero es mi bebé.
—Pero tú eres menor que él...
—¿Y? —dice de forma tan femenina que se me escapa una sonrisa—. Es un bebé. Solo que más grande, más fuerte.
Se me escapa una risa, no sé si es más de nerviosismo o porque realmente me parece gracioso. TaeHyung es tan adorable en todos los sentidos posibles.
De inmediato me enderezo y mi risa desaparece, aclarando mi garganta como si nada hubiera pasado.
No puedo seguir pensando de esa manera de TaeHyung. Y después de ello permanezco un gran tiempo en silencio.
—JiHyuk... —me llama y yo levanto la vista para verlo—. ¿Te sientes bien?
Estás demasiado callado.
Yo asiento, con la boca medio abierta pensando en si hablar o no. Sus ojos examinan cada parte de mi rostro, como si con un simple movimientos éstos pudieran decir como me siento. Él frunce su ceño, posa una mano en mi rodilla, inconsciente de que con ese simple acto mi respiración queda atascada en mi pecho.
No, la verdad no me estoy sintiendo bien...
—Necesito ir al baño. —es lo único que digo y con eso me levanto. Él se sorprende y suelta un «Oh» casi inaudible.
—Segundo piso, primera puerta a la izquierda.
No me digno a contestarle, solamente subo las escaleras para desaparecerme lo más pronto posible de su vista.
Cuando llego, cierro la puerta detrás de mí.
Mantengo mi espalda apoyada en ella mientras cierro mis ojos durante una fracción de segundos.
—No puedes hacerlo, JiHyuk.
No puedes hacerlo.
Pero todo inició la segunda semana de enero, el día lunes, en que se retomaron las clases.
Cuando llegué a C. Judtzy lo primero que vi fue a Jungkook que acompañaba a TaeHyung hasta su casillero.
¿Qué acaso él no tenía universidad nunca?
Jungkook recuesta un brazo en el respaldo del casillero, hablando tan de cerca con TaeHyung, quién tiene sus libros apoyados en su pecho y mira a su novio con la sonrisa más radiante del mundo.
Cuando los veo tan cerca, mis manos empiezan a cerrarse en puños.
Siento una mano tocar mi hombro y cierta persona se posa a mi lado.
—¿Todo bien? —me pregunta Byung-Hee
Lo cual es la primera vez que lo veo en mucho tiempo. Él me dedica una sonrisa y sus ojos tienen un brillo de no sé qué porque en verdad no tengo idea.
Yo parpadeo durante varios segundos, creí que no llegaría a verlo hoy.
Principalmente porque se rumorea por los pasillos que es secretamente homosexual.
En cuanto escuché aquello mis ojos se abrieron como platos, pues mientras tomaba el agua del grifo escuché hablar a un grupo de porristas, que se cuchicheaban entre ellas diciendo aquello y soltando comentarios de;
"Ya lo sospechaba."
"Sí, era de esperarse."
En cuanto me reincorporé, ellas me miran.
Mantienen esa mirada de picardía, como si nunca hubiesen visto un hombre en su vida.
No les digo nada, solamente tomo de mi mochila y me voy de ahí.
Eso pasó hace unas horas atrás y ahora lo veo junto a mí, como si nada.
Ajeno a lo que dicen de él.
—Hola. —cuando vuelvo mis ojos hacia el frente Jungkook y TaeHyung ya no están—. Mierda.
La mano de Byung-Hee se separa de mi hombro y vuelvo a pensar en él.
No puedo creer los rumores que rodean el colegio, no puedo pensar eso de él.
Cuando nos conocimos, él mismo me ha dicho que es heterosexual.
¿Por qué tendría que desconfiar su palabra por la de otros?
Pero no digo nada referente a ello, ni siquiera cuando Byung-Hee me ha invitado para ir a la cafetería e invitarme a un capuchino.
—¿Vamos, JiHyuk?
El problema es cuando, estando en la cafetería, sorbiendo de mi café, abro la bocota.
—¿Crees que deba ir a casa de TaeHyung?— le pregunto y de alguna forma logro ver cómo hace una mueca—. Tú sabes... Para que hablemos y bueno, en cierta parte también para que terminemos el proyecto de literatura.
Byung-hee apuñala su pastel de mora con el tenedor repentinamente molesto.
Su voz se escucha tan amarga al contestar.
—Haz lo que quieras.
Yo me quedo a medio sorbo de café, cuando observo a mi amigo levantarse de su silla e irse de allí sin siquiera decirme nada.
—¿Qué carajos le sucede? —refunfuño al perder su silueta de mi vista—.
Quizás sean los rumores...
Cuando el reloj marca las 11:20, yo estoy dentro de los camerinos terminando el entreno que se ha retomado el día de hoy.
Todo había estado excelente, excepto por Jungkook, que se encargaba de mandar besos hasta las bancas donde se encontraba TaeHyung y eso sencillamente me molestaba.
Todos ya se han ido y solamente quedo yo en el lugar. El partido contra el colegio de Brootz se aproximaba y me estaba carcomiendo gran parte del cerebro, realmente teníamos que ganar este partido, pues perdimos el pasado gracias a los dos defensas principales que no se presentaron y tuvimos que usar a los de las bancas.
Escucho la puerta cerrarse detrás de mí, pero no me digno a ver porque seguro es un idiota que ha olvidado algo en su casillero.
Pero de pronto, ya no estoy sentado en la banca. Siento como una mano sobre mi hombro me impulsa hacia atrás, cayendo de inmediato al suelo y escuchando dos risas socarronas más.
—¿Pero qué...? —Frente a mí y para mi menuda suerte, hay tres tipos enormes y fornidos, que portan una campera con un escudo bordado y una "B" mayúscula en medio de ella.
Restriego mis ojos por si no vi bien, pero al abrirlos en realidad confirmo que sí tienen el escudo del colegio de Brootz.
Es como si desgraciadamente, con solo el simple hecho de pensarlos, los hubiera llamado para que vinieran a mi.
El más grande de ellos se inclina, soltándome su apestoso aliento a comida podrida.
—Aquí está el titular, miren que nene tan Inocente. Parece de aquellos muñecos con los que mi hermana juega. —los que están tras de él comienzan a reír estúpidamente, como si lo que ha dicho causara gracia—.Fue tan fácil encontrarte.
Procuro no vomitar de solo tener que soportar el hedor de su aliento.
—¿Qué hacen aquí? No pueden entrar a estos lugares, no estudian aquí.
El se rió, brincándome su asquerosa saliva en la cara. —¿Crees que eso importa? Mira niñito, venimos a hacerte un trato. El día del partido, procura que tu equipito pierda y de parte de todos te daremos cien euros cada uno. Será una buena ganancia, analiza todo el dinero que tendrías a cambio de perder.
Aquello era lo más patético e inmaduro que había escuchado o presenciado.
Apenas terminó su discurso e inmediatamente dije que no.
¿Cómo iba a permitirnos perder, de nuevo?
Y aunque si hubiera aceptado tendría demasiado dinero a mi favor, prefiero mantener mi honor honesto de titular que simplemente ser un falso comprado.
—No. — y apenas diciendo eso, siento su puño impulsar contra mi rostro, golpeando además mi cabeza contra el casillero.
—Aparte de marica, es estúpido. —me hace levantar por la camisa uno de los de atrás.
Cuando me levanta, yo sigo aturdido, viendo frente a mí pequeñas luces brillantes.
Y cuando trato de imponer fuerza, es inútil.
Pues el otro gigante me está sosteniendo del otro lado y el único que queda, está frente a mí.
Inmediatamente ya sé que es lo que me espera y empiezo a implorar fuerza a quién quiera que me estuviera oyendo arriba.
El primer golpe llega en seco hacia mi estómago, proporcionándomelo inesperadamente y suelto una tos seca por falta de aliento. Pero cuando el tercer o cuarto golpe llegan a mi, ya no puedo soportarlo más.
La puerta vuelve a abrirse, esta vez más fuerte que la anterior y frente a ella está la persona quién menos creía que vendría.
Sus puños se cierran y no pierde tiempo en llegar hacia el que me golpea para tirarle un fuerte puñetazo en la quijada y hacerlo retroceder unos cuantos pasos.
Los otros dos me sueltan, botándome al suelo y yo no tengo fuerzas ni para levantarme, mucho menos para abrir los ojos.
No sé cuánto tiempo paso aturdido, pero cuando despierto ya casi el cielo está naranja y violeta del atardecer.
—JiHyuk. —golpetean mi mejilla—.Maldita sea, despierta. Abre los malditos ojos.
Cuando mis párpados se abren, frente a mi se encuentra Jeon Jungkook, observándome desde arriba con una posición de cuclillas y con el cabello más desordenado de lo habitual.
Cuando intento levantarme, mi cuerpo arde y mi cabeza empieza a punzar tan terriblemente, que el dolor de resaca duele menos.
—Mierda. —protesto y de nuevo me tiro al suelo.
El dolor es peor que cuando Namjoon cayó sobre mi durante el primer entreno.
Entonces los brazos de Jungkook me alzan para lograr sentarme, recostando mi espalda en los casilleros y vuelve a hablarme pero yo estoy tan aturdido que ni le contesto.
—Reacciona, maldito.
No sé de dónde lo ha sacado pero me tira agua en el rostro, haciéndome toser y quizás sacándome del trance en el que he estado.
Cuando respiro, me arde, pareciera que hubiera retenido la respiración desde hace siglos porque siento como la garganta se me seca en cada inhalada.
—Gracias. —le digo cuando me pasa la botella de agua y tomo de ella sin cautela—.
No soporto la cabeza.
—Sí, te golpeaste la cabeza al caer al suelo. Es preferible eso a que te siguieran moliendo a golpes. Sin embargo fue una lástima que al caerte tu cráneo no se abriera y te murieras.
Frente a eso, queda un pequeño silencio que de inmediato se rompe cuando la risa de ambos suena en el lugar.
—Gracias, supongo. —digo de nuevo después de un tiempo, lo cual fue difícil decir pero realmente tenía que hacerlo—.¿Por qué lo hiciste?
El se alza de hombros, viendo a otra dirección y restándole importancia.
—Los vi venir a lo lejos cuando iba hacia mi auto. Supuse que vendrían aquí, así que vine y vi que te estaban golpeando.
—Te les hubieras unido. —bromeo y se le escapa una sonrisa burlona—. No aprovechaste el momento.
—El único que puede molerte a golpes soy yo, nadie más.
—Que amable. — y volvimos a reír.
Pero al hacerlo mi estómago ardía hasta el infierno, así que costaba hacerlo y Jungkook más se burlaba de ello. ¿Cómo podía cambiar todo tan de repente?
—Es mejor irnos, está anocheciendo.
Vayamos por un café,
¿O prefieres ir al hospital?
—Prefiero el café, soy de bronce, no de papel.
Él se carcajea y posa mi brazo en su hombro para ponerme de pie y así comenzar a caminar hacia su van. Por suerte, mi auto estaba en mantenimiento en el taller y sino, no sé qué hubiera hecho para regresar a casa con el auto.
Después de ello, todo fue un cambio repentino.
Pareciera como si de repente nunca hubiésemos sido enemigos y solo fuéramos dos desconocidos empezando a ser amigos.
YoonGi llegó unos quince minutos después que nosotros y se sentó junto a Jungkook, burlándose de mi estado físico y mis quejas constantes de dolor de cuerpo.
—Estás echo mierda, amigo. — se burló, prestando atención al tono violeta y punzante de mi mejilla. Al segundo, llegó la camarera y YoonGi comenzó a coquetear con ella ridículamente.
Jungkook y yo nos vimos de reojo y susurra hacia mi. —No le creo sus aires de heterosexualidad.
—¿Por qué?
—Pregunta mucho por el primo de TaeHyung.
Yo asiento.
Todo pasa tan normal y YoonGi también actúa como si nada conmigo, no dejando pasar por alto el momento en que toma el celular de Jungkook y lee en voz alta los mensajes vergonzosos que TaeHyung le manda.
—"Kookie" —lee y empieza a ahogarse de risa con su malteada de arándonos.
Pudo ser ese el día en que logré entender que quizás Jungkook en verdad amaba a TaeHyung.
No por lo que me haya dicho él, sino por lo que YoonGi decía y Jungkook solo soltaba pequeños comentarios de ello.
Desde ese momento, me di cuenta que estaba mal en pensar de queTaeHyung era manipulado por Jungkook o era un juego de momento de él.
También reaccioné de que era un idiota por querer arruinar una relación fuerte, que no era como yo lo pensaba, sino todo lo contrario.
Ahora, que estoy recostado en la puerta de baño de casa de TaeHyung, trato de mantener mis pensamientos al margen.
Jungkook y yo comenzamos a ser amigos, o algo así. Y ese día, cuando ambos llegamos horas después a casa de TaeHyung, éste nos vio con muchos signos de interrogación sobre su cabeza, pues reconocía que ninguno de los dos nos caíamos bien.
Cuando Jungkook le contó la historia, TaeHyung empezó a llorar y me abraza diciéndome que se alegra de que a pesar de ello, me encuentre bien. Luego se acerca hacia Jungkook y salta a él para decirle que es algo muy tierno y heroico lo que ha hecho y lo llena de besos por todo el rostro.
No puedo decir que ya no me gusta TaeHyung, porque sería mentir.
Realmente me gusta, pero trato de controlar cualquier pensamiento afectuoso que sobrepase de amistad.
—¿JiHyuk? —toca la puerta el susodicho y yo me asusto—. ¿Sigues ahí?
—S-Sí. —tomo la perilla y la giro, viéndolo frente a mí con una mirada de preocupación—.
Lo siento, es que me llamaba mi madre.
—Oh. —sonríe—. La saludas de mi parte.
Supongo que Jungkook vendrá en una hora, ¿quieres quedarte a cenar con mi familia?
La oferta suena tentadora pero prefiero rechazarla. —No, gracias. Otro día será.
[...]
JiHyuk se había ido de casa de TaeHyung quizás hace unas dos horas y Jungkook no se había aparecido, ni había dado señales de vida.
El menor lo llamaba por celular cada cinco minutos, pero éste no contestaba.
Su madre vendría a las diez en punto y faltaba una hora para ello.
JiYeon había salido de casa justo después de JiHyuk y no regresaría hasta el siguiente día.
Los nervios lo estaban carcomiendo, pero no quería asustar a nadie llamándolos y diciéndoles que Jungkook no había aparecido.
—Vamos, Kookie. Aparece.
Comienzan a tocar la puerta torpemente y TaeHyung corre hacia ella para abrirla.
Al hacerlo, Jungkook casi se cae al suelo si no fuera porque se apoyó en la pared de al lado.
—¡Jungkook, Dios mío! —se asusta el menor, toma la mano de su novio y tras cerrar la puerta, lo dirige hasta el baño para sentarlo en la taza—.
¿Qué te ha pasado?
TaeHyung se asusta y empieza a sentirse nervioso.
Jungkook tiene todo el rostro moreteado y la comisura de sus labios están sangrando.
—Hola, cariño. —es lo único que dice y el menor corre por el botiquín de primeros auxilios, a pesar de que escucha las protestas del mayor desde el baño—. Fue un buen entreno.
No te preocupes, solo son golpes, TaeHyung.
—¡Mira cómo estás! ¿Te parecen solo golpes?—chilla él. Se para frente a Jungkook, en medio de sus piernas mientras comienza a regañarlo—. Justo de eso estaba hablando con JiHyuk, tienes que dejar de hacer ese deporte, Jungkook. Solo mírate como estás, ¿acaso crees que es sano?
—Carajo. —se queja el mayor, sintiendo como TaeHyung acaricia su rostro con una pomada—.
Mañana ya no estarán, cariño. Deja de hacer eso. —pero cuando trata de apartarlo, el menor pone fuerza y no se deja—.TaeHyung...
—No me hables.
El menor ya estaba enojado, así que Jungkook prefirió quedarse callado y esperar a que TaeHyung lo curara. Aunque lo único de sorprendente que tenía, según él, era el labio casi roto.
Después de quince minutos, el menor dejó el botiquín a un lado y observó a Jungkook, quién trataba de no ver al menor porque sabía que empezaría a reñirlo.
TaeHyung pasa sus piernas afuera de las del mayor, para juntar éstas y así él poder sentarse en su regazo y poder abrazarlo.
Jungkook lo abraza al instante, rodeando con sus brazos su cintura y agradeciendo al cielo de no ser regañado. El menor le habla con calma, casi en un susurro.
—No me gusta el boxeo. Te golpean muy fuerte.
—Así es siempre, bebé. —acaricia su cabello y luego lo aprieta a él para tenerlo más de cerca.
El menor tiene aquel aroma embriagante el cual Jungkook ama y lo vuelve loco—.Hueles delicioso.
Pero no puede ver las mejillas sonrojadas de TaeHyung, porque éste mantiene escondido su rostro en su cuello.
—¿Cómo quedó el otro? ¿Quedó peor?
—Creo que esta vez quedé peor yo.
TaeHyung se aleja, levantándose de su regazo y dándole la espalda mientras abre el grifo para lavarse las manos.
Jungkook suspira con cansancio y observa en silencio al menor, quién empieza a secar sus manos sin decir ningún comentario.
TaeHyung al girarse de nuevo, empieza a caminar hacia la puerta, pero Jungkook, tomándolo de la mano y jaloneando de él, lo regresa de nuevo a su posición inicial.
TaeHyung de pie, en medio de sus piernas.
—No voy a dejar el boxeo, TaeHyung. Si es eso lo que quieres lograr con tu silencio.
El menor resuena su converse contra el suelo, frustrado. —Pero, Jungkook...
—No, cariño. —Le interrumpe con autoridad, sin dejar de hablarle con cautela pero tampoco con paso abierto de ser manejado—. Te amo, pero es un deporte que me gusta.
—Pero hazlo por mí, Kookie... —rogó.
Haciendo un puchero por inercia—. No me gusta verte así.
—Hago muchas cosas por ti, TaeHyung. Pero esto en ver...
—Tú no haces nada por mí.— protestó alzando la voz-.
Jungkook quedó callado al instante, quedando perplejo ante ello.
¿Qué no hacía nada por él?
Cerró sus ojos y soltó un suspiro, pero al abrirlos solo se podía ver enojo en ellos.
¿Cómo TaeHyung podía decir aquello?
El menor mordió su labio nervioso, arrepintiéndose al instante de haber dicho ello.
—No sé porqué dije eso. —susurró—. Yo... T-tú si haces mucho por mi. Fue el enojo, lo siento.
Pero Jungkook ya estaba molesto.
—Tengo que irme.
—No, Jungkook. No te vayas. —rogó poniéndose frente a él, en el momento en que el castaño se puso de pie—. Solo lo dije por así, sabes que es mentira, y-yo...
—No, TaeHyung. Ya lo dijiste, me da igual.
Pero si lo dejaba ir, el problema se iba a poner peor. TaeHyung lo jaloneo de su playera, inclinándolo para atrapar sus labios y así poder callar todas sus protestas.
Cuando comenzó a besarlo, procuró ser lo más cauteloso por la herida de su labio.
A medida que Jungkook le recibía el beso, fue retrocediéndolo hasta la taza de baño, sentándolo de nuevo y así él volver a sentarse entre sus piernas.
Jungkook se dejó llevar por su sensualidad, sintiendo como sus delicadas manos empezaban a acariciar su cabello y jaloneaban de él. Él descendió sus manos desde sus caderas hasta su una de sus zonas preferidas, el trasero de TaeHyung. Que a pesar de que era pequeño, era lo suficientemente redondito y perfecto para hacer alterar su mente y cordura.
TaeHyung se apartó de sus labios con un jadeo y éstos ya estaban rojizos.
—Lo siento, Kookie. —unió sus frentes, besando las mejillas de su novio—. Soy un egoísta, perdón.
No quiero que te enojes conmigo. Haces tantas cosas por mí y yo... so-solo quería que dejaras eso. No me gusta que te golpeen, no.
Entonces Jungkook lo envolvió en otro cálido abrazo, no protestándole nada y diciéndole solamente que todo estaba bien y que no importaba.
—Y bien. —le llamó Jungkook después de varios minutos—. ¿Me vas a besar o no?
Si notan algún error, me avisan♡
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