ÚNICO

Lo prometido es deuda espero te guste gato neko_azucarado






Yoongi.

Tenía quince años la primera vez que le arrebate la vida a alguien, fue en defensa propia y por salvar la vida de mi madre. El maldito hijo de puta que se hacía llamar mi padre, fue mi primera víctima y jodidamente nunca me he arrepentido de haberlo hecho.

Así como tampoco me arrepentí de aceptar la oferta que me hizo el hombre que me obligó a matarlo a cambio de perdonarnos la vida a mi madre y a mi.

Aún recuerdo sus palabras exactas.

“Jamás ví a nadie con esa mirada fría y vacía en sus ojos, ni siquiera al asesino más despiadado, tú llegarás lejos muchacho y ganarás más dinero del que jamás podrás gastar”

Y para alguien cuyos primeros años de vida habían sido careciendo de un plato decente de comida, o un mísero par de zapatos, la respuesta fue obvia.

A los dieciocho años el número de muertos a mi espalda incluído el hombre que me reclutó y que quiso destruir al monstruo que él mismo creó, ya era de dos cifras y la cuenta en mi banco tenía más de seis ceros.

Hoy a los treinta ya perdí la cuenta, pero mis manos están tan manchadas de sangre que me sorprende que su color no sea un rojo perpetuo. 

Tengo todo lo que un hombre dentro de este infierno podría desear. Dinero, poder, un par de personas que realmente puedo llamar amigos, mujeres para complacerme, no necesito nada más. O eso pensaba hasta que entré en Paradise Club y mis ojos se posaron en su nueva adquisición.

Estatura promedio, piel color caramelo, senos grandes y firmes, su cuerpo tenía las curvas perfectas, trasero grande, que gritaba por qué lo azotarán, un par de piernas largas y torneadas que se verían de maravilla abiertas apoyadas sobre mis brazos. Pero por sobre todas las cosas lo que más atrajo mi atención, fue su rostro, esos ojos grandes y brillantes, esos labios del grosor perfecto para morderlos al ser besados o para envolver mi polla con  ellos.

Caminé hasta mi reservado sin quitar los ojos de esa belleza de cabello negro, de inmediato una mesera enfundada en una diminuta falda y los senos escasamente cubiertos por un sostén, dejo una botella de whisky, vasos y hielo. La chica me sonrió y me ofreció sus senos al dejar las cosas sobre la mesa, pero no me interesó, mi objetivo era otro.

Troné mis dedos y uno de mis hombres se acercó de inmediato, susurré en su oído mi orden, asintió y se encaminó a la barra donde él dueño del lugar se encontraba. Le transmitió mi mensaje y vi como primero inclinó su cabeza, para después girar el rostro hacia él escenario, negar y murmurar algo antes de darle un trago a su bebida.

Mi hombre dió la vuelta y regresó hasta mí, ya sabía cuál sería la respuesta, gracias a la actitud de ese imbécil, pero aún así quería oírla.

—Señor, Banks dice que la bailarina no acepta ser acompañante y no puede obligarla porque eso quedó establecido en su contrato, pero que si aún así la quiere, puede tratar de convencerla o…

—Jamás —lo interrumpí —nunca he forzado a nadie y no comenzaré a hacerlo ahora, pero sí le haré saber a ese delicioso bombón quien será su dueño a partir de hoy.

Mi hombre asintió y sin necesidad de que dijera nada, caminó hacia el escenario, y entró por la puerta oculta en un costado, para llegar detrás de este y esperar a que la bailarina terminara su show.

Dulce.

Cuando vine a vivir a New York, jamás pensé que terminaría bailando en un club, pero tenía que sobrevivir, no podía volver derrotada con mis padres, para tener que escucharlos decirme “te lo dijimos”  hasta el cansancio y después obligarme a ser y hacer lo que ellos querían.

Me había costado aceptar venir a trabajar al Paradise, pero después de muchas dudas, miedos e inseguridades por fin lo hice, es raro que en un club de desnudistas acepten mujeres que no sean un maldito palo, y no es que sea gorda, pero mis curvas, pechos grandes y anchas caderas no me hacen una Barbie, aún así el dueño pareció encantado tanto con mi cuerpo, como con mi baile y me contrato a pesar de mis condiciones, la más importante:

Nunca, jamás, bajo ninguna circunstancia me acostaría con un cliente o aceptaría acompañar a ninguno durante su estancia en el local, era bailarina, no prostituta y no había manera de hacerme cambiar de opinión, ni aunque me dijera que podía ganar más del doble por hacerlo, no me interesaba, sobre todo porque cuando tenía sexo era por placer, por el gusto de sentir en mi cuerpo el aroma, y las caricias de un hombre que me gustaba y acostarme con cualquiera sin darme el lujo de elegir no me entusiasmaba en lo absoluto, a demás de que no cualquiera podía complecerme, mis gustos eran… diferentes por decir algo.

Terminé mi baile con mis senos al aire, pero mis pezones ocultos debajo de un par de pequeñas pegatinas de flores, y mi tanga negro como únicas prendas. Sali del escenario y de inmediato me coloqué mi bata, estaba por dar un paso hacia el pasillo de camerinos cuando un tipo alto, de traje negro y cara de pocos amigos me interceptó.

—Señorita, mi jefe le pide amablemente si puede robarle unos minutos de su tiempo —arquee una ceja ante la extraña invitación.

—Dígale a su jefe que agradezco su invitación, pero mi tiempo es valioso y no puedo perderlo con alguien que no conozco y que tampoco me interesa conocer —dije y di un paso al frente antes de que la fuerte mano de ese hombre se cerrará sobre mi brazo.

—Por favor, solo será un momento y después podrá irse, créame cuando le digo que no le gustaría hacerle un desaire a mi jefe —me dijo en una clara amenaza.

Nos sabía quién demonios era su jefe, pero si pensaba que enviándome a un monigote como el que tenía en frente y amenazándome me iba a acostar con él, estaba más que equivocado y solamente para decirle eso me tomaría el disgusto de decírselo en su cara.

Me safe de su agarre con brusquedad y lo mire con molestia antes de pedirle que me llevará con su jefe.

Yoongi.

Si de lejos y era bella, de cerca lo era aún más, y el fuego que brillaba en sus ojos me hizo ponerme duro de inmediato, venía detrás de mi hombre, con solo una bata de satín roja cubriendo su delicioso cuerpo. Me acomode en el asiento, tomé un trago de whisky y sonreí al delicioso caramelito que se paró frente a mi.

—¿Usted es quien quería verme? — preguntó en un claro tono de sorpresa en su voz.

—Así es, siéntate, por favor —le pedí haciendo uso de una galantería y paciencia que normalmente no poseía.

Mis ojos negros se deslizaron una vez más por su cuerpo antes de claverse en sus orbes marrón.

—Gracias pero no, no se si mi jefe no se lo dijo, pero yo no me siento con los clientes, no habló con los clientes, y por supuesto que no me acuesto con  los clientes, así que no pierda su tiempo conmigo, por qué no habrá cantidad que me haga cambiar de opinión, así que si me disculpa.

Yo sonreí complacido, hacía tiempo que nada me emocionaba tanto, hasta el sexo últimamente me era indiferente, pero esa mujer que me miraba con desprecio y arrogancia me tenía goteando. La vi darse la vuelta dejándome vislumbrar la piel de sus muslos, relamí mis labios, la emoción de la caza se había instalado en mi pecho, ese hermoso caramelito sería mío tarde o temprano.

Dulce.

Soy una hipócrita lo sé, ese hombre es malditamente mi tipo, cuando su guardaespaldas vino a buscarme pensé que sería el típico cliente, viejo, morboso, depravado, pero cuando lo ví, mis diminutas bragas se mojaron al instante, con su cabello largo, sus brazos llenos de tinta reluciendo a través de las mangas dobladas de su camisa inmaculadamente blanca, que llevaba abierta del pecho mostrando aún más tatuajes, su rostro tan varonil y esos ojos, esos malditos ojos de felino al acecho.

¿Cómo tuve el valor de negarme, aún cuando lo único que deseaba era sentarme en sus piernas y comerle la boca, mientras me frotaba en el enorme bulto que logré percibir a través de su pantalón? No lo sé.

No volví la vista atrás, pero podía sentir sus ojos clavados en mi y solo por eso disminuí mi andar, quería que me viera, que me deseara, quería que no se diera por vencido hasta que me tuviera gimiendo debajo suyo.

Yoongi.

El último mes fue una mierda, los dos últimos trabajos habían sido más difíciles de lo acostumbrado, pero claro matar a dos jefes mafiosos nunca es tarea sencilla y más aún cuando la frustración sexual me tiene las bolas azules. Pero no quería a ninguna mujer, ninguna me atraía tanto como para querer follarla, era como si mi cuerpo y mi mente se hubieran puesto de acuerdo.

Mi bello caramelo seguía negándose a mi, ya lo había intentado todo, dinero, joyas, flores, hasta un puto peluche le había mandado y nada. Me había convertido en un maldito acosador por su culpa, sabía cada uno de sus movimientos, nombre completo, dirección, teléfono, historia familiar, todo. 

Uno de mis hombres estaba encargado de cuidar de ella, y un conocido había entrado en su apartamento mientras estaba en el Paradise y había instalado cámaras en algunos rincones del lugar.

Mi favorita era la de su cama, verla dormir era uno de mis pasatiempo favoritos, después claro de verla darse placer, era mi gusto y mi tortura por no poder ser yo quien la hiciera explotar en el más delicioso de los orgasmos.

Todas las noches que tenía libres las pasaba en mi reservado disfrutando de verla moverse y muriendo de celos por cada imbécil que la veía, y los últimos dos que habían intentado tocarla, ya estaban muertos. Por ahora y mientras ella no aceptara ser mía podían verla, pero si siquiera intentarán algo más, eso… eso ya no estaba permitido.

La mierda de día estaba empeorando cuando por culpa de un jodido idiota, el trabajo se atraso y llegaba tarde para ver a mi caramelito, su primer baile ya debía de haber terminado y tendría que esperar más de una hora para poder verla. Mi auto estacionó en el mismo lugar de siempre y baje seguido por uno de mis hombres de confianza.

El callejón detrás del club estaba a un costado de nosotros y no fue difícil escuchar el grito de una mujer antes de escuchar el gruñido de un imbécil, estuve a punto de pasar de largo cuando mi nombre fue mencionado y me hizo volver mis pasos.

Dulce 

No ha llegado.

¿Se habrá cansado de seguirme?

Mi primer baile está por acabar y mis ojos siguen viajando a la entrada, dónde los clientes siguen entrando, pero ninguno es él. Doy los últimos pasos de la coreografía que monte y con pesar terminó, me pongo de pie y salgo del escenario.

El último mes había sido divertido y excitante, Min Yoongi es un hombre peligroso, lo averigüe al día siguiente de conocerlo, y eso lo hace aún más atractivo a mis ojos, si él quisiera podría tomarme sin importarle si quiero o no, pero se ha  conformado con verme y enviarme regalos extravagantes, y un precioso gatito de peluche cuyos ojos me recuerdan a él.

Estaba ansiosa por él, verlo se había vuelto mi obsesión y estaba al límite, está noche tenía planeado darle el sí, y dejar que me folles hasta que no pueda moverme, pero no vino.

Cuando estaba por entrar a mi camerino, la mano de mi jefe me detuvo.

—Ven conmigo —ordenó y me llevó lejos de los camerinos. 

Pensé que me llevaría a su oficina, pero se desvió y salió por la salida de emergencia que daba al callejón.

—¿Sabes? Cuando llegaste aquí tenía planes para ti, pero cuando Min Yoongi puso sus ojos en ti, tuve que detenerme y convencerme de que tendría que olvidarme de tí, pero ya que tú no quieres nada con él, quizá quieras conmigo.

—¿Qué? ¿De qué carajos hablas? Por supuesto que no me interesa tener nada contigo.

—Respuesta equivocada cariño —el imbécil no me dió tiempo de reaccionar.

Se abalanzó sobre mí, con una de sus asquerosas manos arrancó el cinto de mi bata abriéndola, enterró su asquerosa boca en mi cuello, yo forcejeaba, no pensaba dejar que este animal me violara.

Cuando golpeé sus costillas con mis brazos, gruñó y se separó de mí, el impactó en mi cara retumbó en mis oídos y me hizo marearme, grité pero mi voz la escuchaba disminuida.

—No eres más que una maldita perra calientapollas, voy a disfrutar tenerte antes que Yoongi, espero que disfrute de mis sobras —dijo antes de que sintiera sus manos abrirse paso entre mis piernas.

Estaba mentalizándome para sentirlo entre mis pliegues, cuando su cuerpo fue arrancado del mío y el sonido sordo de un cuerpo chocando contra la pared se escuchó. Abrí mis ojos cuánto pude y ví a Min Yoongi parado frente a mi jefe, sus ojos brillando furioso como si el mismo infierno viviera dentro de ellos, antes de perder la conciencia.

Yoongi.

Mis ganas de matar y destrozar nunca fueron tan fuertes como cuando ví a ese hijo de perra poner sus asquerosas manos en Dulce, lo arrojé con toda mi fuerza lejos de ella y si ya era un hombre muerto, al ver su cuerpo maltratado y su labio reventado, lo haría pagar caro.

Me quité mi saco y la cubrí con él, la levanté en mi brazos y se la entregué a uno de mis guardias para que la metieran al auto. Luego me volví hacia él imbécil de Banks.

—Te equivocaste al querer tocar lo que es mío imbécil.

—N…no, no me mates… es una puta cualquiera… aghhh…

Mi mano se estampó con fuerza sobre su cara interrumpiendo sus palabras y haciéndolo gritar, un hilo de sangre comenzó a correr por la comisura de su boca. Sonreí de medio lado, antes de sacar mi navaja. Hace tanto que no disfrutaba con lo que iba a hacer.

Mi navaja se enterró con gusto en su carne, los gritos de agonía resonaban en la oscuridad del callejón, pero nadie se preocupó por averiguar qué pasaba, solo hasta que de Banks no queda ningún resquicio de vida me detuve.

—Desháganse de esta mierda —les dije mientras me ponía de pie y sacaba un pañuelo para limpiar mis manos de su sangre antes de subir a la camioneta y acomodarme aún lado de mi caramelito.

Era la primera vez que una mujer que no fuera mi madre entraba en mi casa, con Dulce en brazos la lleve hasta mi habitación y la dejé sobre mi cama, le quité mi saco y comprobé que su bella anatomía no tuviera más marcas de ese imbécil más allá de su brazo y su labio, sus piernas estaban manchadas de tierra y tenía un raspón en una de sus rodillas, pero de ahí en más no tenían ningún otra herida.

Caminé al baño, llene la tina con agua tibia y sales aromáticas, antes de volver a su lado y acariciar su rostro con delicadeza, mientras le recitaba dulces palabras para que despertará.

Poco a poco sus bellos ojos marrones se abrieron y aunque por un momento sus pupilas se dilataron por el pánico, al reconocerme se tranquilizo.

—Hola caramelito.

—¿Dónde estoy?

—En mi casa, no pensaba dejarte en ese maldito lugar.

—Banks… él… él…

—Shhh, tranquila ese idiota ya pagó por haberte tocado, ahora estás a salvo o por lo menos no estás en peligro.

—Gracias —me dijo bajando sus ojos con lo que deduje era vergüenza.

—Levanta la vista, nunca bajes la mirada ante nadie, no tienes nada de qué avergonzarte, ¿me escuchas?

Dulce asintió y volvió a mirarme a los ojos.

—Llegaste tarde, te estaba esperando —me dijo y su tono de voz pasó de ser desconsolado a seductor en un segundo.

—Perdón por eso, el trabajo me retrasó, ¿para que me esperabas? —pregunte mientras la levantaba hasta dejarla sentada, con su rostro cerca del mío.

—Ya no puedo seguir aguantando las ganas que tengo de tí Yoongi, te has convertido en una adicción y como todo adicto, la necesidad que tengo por probarte ya es más grande que mi fuerza de voluntad.

—¿Por fin te vas a rendir a mi caramelito? —vuelvo a preguntar mientras mis manos se amoldan a su cintura.

—Sí —dice y eso es más que suficiente para mí.

La tomó con fuerza y la jalo hasta mi cuerpo cortando todo rastro de espacio entre nosotros, antes de que mi boca se cierre sobre la suya, probando sus labios con hambre y desesperación, un gemido se escapó de su garganta y yo me lo bebo, Dulce sabe delicioso, a ambrosía, a gloria, y eso es solo su boca, ¿que será cuando pruebe el néctar que se acumulaba entre sus piernas y podía sentir mojando mi pantalón.

Mis manos se mueven y la levantan dejándola a horcajadas sobre mí, sus brazos se cierran alrededor de mi cuello y sus manos se enredan en mi cabello tirando de él con pasión.

No perdí tiempo en juegos previos, necesitaba poseerla, con urgencia, el objetivo de mi obsesión se había rendido, por fin podría tenerla, ya habría tiempo para ir con calma. Su escasa ropa que se componía sólo de la bata rasgada y su tanga, no fueron rivales para mi, y en segundos estaban hechos jirones en el suelo.

Tuve que dejarla sobre la cama para desnudarme, y el hambre que percibí en su mirada al ver mi cuerpo y en especial mi miembro aumentó mi necesidad. 

Dulce.

Había visto muchos cuerpos de hombres desnudos antes, pero ninguno se comparaba al dios que tenía enfrente, pero lo que tenía entre las piernas, me hizo babear y jadear mientras mi coño se inundaba con mi excitación. Era grande, grueso, las venas marcados en toda la extensión, y la cabeza de hongo, de un rojo delicioso que brillaba por el pre semen. Quería devorarlo, lamer y chupar hasta vaciarlo, pero ya lo haría después, ahora lo necesitaba partiéndome en dos.

—Espero que no te hayas arrepentido caramelito, porque ya no te daré oportunidad de negarte —dijo y por toda respuesta me tumbé en la cama y abrí mis piernas.

La mirada hambrienta y la sonrisa de Yoongi se igualaba a la de un depredador a punto de devorar a su presa, y yo disfrutaba de serlo. 

Se inclinó sobre mi cuerpo comenzando a besar mis piernas, cuando su lengua dejó un rastro caliente y húmedo en mis muslos me hizo mojarme aún más, y cuando se enterró entre mis muslos, casi grité al sentirlo lamer mi clítoris y probar mi escencia, lamía, y succionaba mi rosado botón, alternando con un dedo abriéndose paso en mi coño, su  mano libre acariciando mi abdomen, era un desastre de gemidos y jadeos.

Estaba por correrme cuando se detuvo. Un gemido en protesta se hizo presente, y al instante fui recompensada, cuando su enorme polla se enterró de golpe en mi, mi espalda se arqueó, sus brazos doblaron mis rodillas hasta mi abdomen profundizando las penetraciones.

Ver las gotas de sudor en su cuerpo, mientras gruñidos escapaban de su garganta era por demás erótico.

—Eres perfecta caramelito, tu coño es la puta gloria y es solo mío.

—Me llenas tan bien, no quiero dejar de sentir tu polla —gemí.

Su polla entraba y saliendo a un ritmo perfecto, mi cuerpo era una masa entre sus manos, moldeando a su gusto y antojo salió por completo de mi y me giró dejándome boca abajo, levantó mi culo, y volvió a entrar de una sola vez.

Paso sus manos por mi abdomen y me levanto pegando mi espalda a su cuerpo, las embestidas se hicieron más suaves y lentas, su boca en mi cuello besando y chupando, dejando marcas que disfrutaría ver después, sus manos apretando mis senos.

Cuando mis gemidos aumentaron una de sus manos se cerró en mi garganta apretando, el aire entró con más dificultad, mi bajo vientre comenzó a doler, las embestidas se hicieron más fuertes.

—Eres mia Dulce, dilo —ordenó en mi oído.

—Soy tuya Yoongi —dije y me embistió con mucha más rudeza.

El agarre en mi cuello se apretó más y yo explote, mi gemido ahogado reverbero en mi garganta, me deje ir en el orgasmo, y cuando mis gemidos fueron acompañados por los suyos, supe que su liberación se acercaba.

Me soltó del cuello y me empujó nuevamente sobre la cama, sus caderas moviéndose con frenesí entrando y saliendo a un ritmo desesperado, hasta que sentí el tibio líquido llenarme por completo, no dejo de moverse hasta que se vació por completo, antes de derrumbarse sobre mi.

—Ni pienses en que te vas a ir de mi lado caramelito, jamás te dejaré ir —dijo cuando se recuperó.

—No lo he pensado y no lo quiero.

Estuvimos un rato en la cama, acariciándonos, besándonos, antes de que él me cargará y me llevará la baño. El agua en la tina seguía tibia cuando entramos en ella, me lavó excitándome al mismo tiempo. 

Volvió a tomarme en el baño, una vez más antes de llevarme de vuelta a la cama, perdí la cuenta de cuántas veces lo hicimos y cada una de esas veces fue mejor que la anterior, nunca dejó de decirme cuánto me deseaba y como me había convertido en su obsesión y yo le confesé que él se convirtió en la mía.

Nos quedamos dormidos casi al amanecer, con Yoongi enterrado en mi, sabía que ya no había vuelta atrás y no me arrepentía de haberme convertido en la obsesión de este temido asesino, que sabía que podía darme el mundo si se lo pidiera.

Fin.






Pequeño shot del gatito hermoso por su cumpleaños jejeje atrasado ya se pero aquí lo tienen espero que les haya gustado.

Nos leemos bellezas...
        Besitos 😘😘😘

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