𝒸𝒶𝓅𝒾́𝓉𝓊𝓁ℴ 𝓊𝓃ℴ♡ resubiendo.
— ¡Vamos, Jimin! ¡Llegaremos tarde a la boda! ShinHye no te perdonará nunca si no llegamos a tiempo.— la mujer lo apresura, retocando su maquillaje frente al espejo.
—¡Pero, mamá! ¡No me cierra el vestido!.— Jimin se sienta en su cama y se cubre el rostro con ambas manos, empezando a llorar. Tiene demasiado estrés y que su madre le grite no ayuda en nada.
—No, Jimin, no llores, ven. Te ayudo.— su madre dice preocupada, claramente hacer llorar a su hijo no es lo que buscaba, pero es la boda de su hija y todo tiene que salir perfecto. Se acerca a Jimin y lo da vuelta, intentando subir el cierre.—Minie... amor, el cierre cierra hasta la mitad, está roto en una parte, ¡pero no hay tiempo!— gruñe.— maldición, costó demasiado comprarlo, ¿está bien si le pongo un alfiler? Puedes llevar un blazer arriba y no se va a notar.— pregunta apresurada, ya buscando uno.
Ante eso Jimin llora más fuerte, pero asiente de todas formas. Después de lavarse la cara y volver a colocarse máscara de pestañas y brillo labial, se pone su corona de delicadas margaritas cuidadosamente sobre sus cabello. Inspira fuertemente y le sonríe al espejo, buscando imperfecciones y alisando su vestido color azul noche. Dándose la vuelta se fija si se nota que no está prendido del todo, pero el blazer cian lo cubre bien. Gira varias veces, levantando su vestido y viendo distintos ángulos para ver si todo está correcto, no parece haber nada raro. Pasa sus manos por las mangas, mirando como su esmalte ya no queda tan bien junto al abrigo y suspira.
Se sobresalta cuando su madre entra apurada a su habitación otra vez, volviendo a mirarse al espejo unos segundos.
—Jimin, por Dios, no hay tiempo, sube al coche, ya, ya, ya.
Jimin sonríe, ya calmado y feliz ¡es la boda de su hermana! Pero al llegar al auto se sienta mirando por la ventana y frunce el ceño, está muy, muy, muy feliz por ella, de verdad lo está, pero tiene un gran amor platónico por Jung Suk, el prometido. Si tuviera que describirlo en una palabra sería; daddy. Si tuviera que describirse a sí mismo en dos serian; mal hermano.
A Jimin no le gustan los chicos, le gustan los hombres.
Y en su opinión Yong hwa sería perfecto para eso.
Tiene un gusto por hombres mayores. Siente que los chicos de su edad no pueden darle lo que quiere. Le encantaría sentir que lo tocan como si fuera una hermosa joya. Amor, seguridad, alguien serio, brazos fuertes, que lo levanten en el aire, ser abrazado contra un pecho grande, manos grandes que lo toquen. Ser dominado. Pero ahh... ese hombre no es suyo y nunca será.
La ceremonia es al aire libre de tarde y todo sale perfecto. Jimin no despegó la mirada del ya esposo de Shinhye ni por un segundo. Dolido y algo envidioso, pero feliz por ella.
La fiesta se supone que es la mejor parte.
Pero antes de llegar a disfrutar algo todo se arruina para el menor.
—Minnie, quítate el blazer para unas fotos, será rápido.— le ruega su hermana, sin saber que no está en condiciones de quitarlo ahora mismo.
—Uh... Shinhye, no puedo, mi vestido..
—¡Vamos, Jimin!.— hace un puchero y, oh, bueno.
🌹🌹🌹
— ¡Oh, Dios!.— chilla Jimin, corriendo al baño y sosteniendo como puede el vestido para no quedarse en ropa interior frente a todos los invitados. Al parecer perdió el alfiler en algún momento. Se odia por ser tan torpe. Cierra la puerta y se quita completamente el vestido, para ver si hay alguna forma de arreglarlo o subir el cierre. Se sienta cómodamente en la fría encimera, sintiendo escalofríos, y mira detalladamente el cierre, tan solo en sus pequeñas bragas rosadas.
Definitivamente no pensó en la posibilidad de que alguien entre, más bien olvidó que estaba en un baño público.
—Maldición...— murmura un hombre mientras abre la puerta, quitándose su blazer negro.
Jimin chilla y se cubre con el vestido.
— Uh... — el hombre lo mira en shock, con la boca un poco abierta.— perdón, el... el baño de chicas está al lado.
Esta vez Jimin es el que lo mira incrédulo, frunciendo el ceño.
—Soy un niño, señor.
El pelinegro abre aún más la boca y la cierra, actuando casual, volviendo a mirar su traje, el cual está húmedo y pegajoso por alguna bebida.
— ¿Qué le sucedió, señor?.— pregunta Jimin, curioso y tímido a la vez. El hombre es precioso, no muy alto, cabello brillante y pelinegro, ojos felinos.
El mayor ríe — no me llames señor, sólo tengo veintiún años — dice pasando su mano por su cabello, que está estilizado hacia arriba. Jimin realmente se sorprende, parece mayor. Al escuchar eso hace una mueca y rueda los ojos. Si no es mayor de veinticuatro no le interesa.
— choqué con un mesero y volcó varias bebidas sobre mí — levanta los brazos indignado — ¿y tú por qué estás sin ropa? — el menor se sonroja, había olvidado esa parte.
— El cierre de mi vestido está roto y no sé dónde está mi blazer para cubrir la parte de atrás, vine muy apresurado porque no quería pasar vergüenza frente a todos — responde, balanceando sus tacones — ambos tenemos la ropa arruinada — ríe cubriendo su boca con ambas manos, sin querer dejando caer el vestido en su regazo y agarrándolo enseguida para cubrir sus pezones, los cuales están endurecidos y rosados por el frío. El mayor tose y se miran a los ojos por unos segundos, Jimin encuentra los del hombre hermosos, puede sonar cliché, pero nunca había visto unos ojos así.
—¿Cómo te llamas, amor?
— Jimin, ¿usted señ− digo... joven?
— Mi nombre es YoonGi — ríe — si quieres puedo preguntarle a mi hermano o alguien si hay algo que puedas usar, no creo que quieras pasar encerrado en el baño hasta que se vayan todos.
— ¿Quién es tu hermano, YoonGi?
— ¡El esposo! Yong hwa.
La boca de Jimin se abre cómicamente — ¡nunca dijo que tenía un hermano!
— Es bueno saber que mi hermano no me nombra — rueda los ojos — ¿voy a buscarte algo o no?
— Si encuentras, cualquier cosa está bien, de verdad, ¡gracias por ayudarme! Eres muy amable — sonríe mostrando su adorable eyesmile y sus mejillas se tiñen de un rosa fuerte.
— ¿Me haces un favor? — le sonríe dulcemente a la adorable criatura frente a él.
— ¡Claro! ¿Qué necesitas? — pregunta el menor, mordiendo su labio inferior y jugando con el vestido entre sus manos.
— ¿Puedes lavar mi camisa ahí mientras busco algo que puedas usar? — apunta al grifo — prefiero usarla húmeda antes que pegajosa —hace una mueca.
— ¿Vas a salir sin camisa? — cubre su boca con ambas manos y lo mira sorprendido.
YoonGi ríe y comienza a desprender los botones de a uno, el menor lo ve totalmente sonrojado, pero no aparta la vista. Cuando se la quita completamente lo mira maravillado, está muy en forma, nunca ha visto ningún hombre en persona sin nada puesto aparte de él mismo, y no es exactamente muy musculoso que digamos. Sus padres están divorciados así que ni a su propio padre ha visto de esa forma. YoonGi le pasa la camisa y sale rápidamente, no sin antes darle una cálida sonrisa.
Al minuto la puerta vuelve a abrirse y revela nada más ni nada menos que a Jungkook, el primo de Jimin, el cual lo encuentra sentado en la encimera, en panties y lavando una camisa, mientras que tararea una canción.
Jimin vuelve a chillar de la vergüenza, como cuando entró YoonGi.
— ¡Jungkook! ¡Cierra la puerta rápido!
— Woah, Jimin, no me invites a hacerte cosas, somos primos — bromea el chico castaño subiendo y bajando las cejas — ¿qué haces ahí en bragas?
— Es una larga historia — suspira, poniendo los ojos en blanco, y sigue intentando quitar la mancha oscura de la tela con el agua — el cierre de mi vestido está roto.
— A ver — Jungkook se acerca y mira el cierre.
— Cariño, encontré est− ¿qué mierda?
Jungkook se separa rápido, sin ninguna razón, sólo se asustó.
— ¿Encontraste algo, YoonGi? — pregunta Jimin escurriendo la camisa.
— ¿Quién es él? — ignora la pregunta del menor. A este punto a Jimin ya ni le importa estar en panties, ya todos lo vieron.
— Soy Jungkook — responde el castaño, incómodo.
— ¿Por qué le dejaste entrar? ¡No tienes nada puesto, Jimin!
— ¡También te dejé entrar a ti! — bufa el menor — y te conozco menos que a él.
Jungkook se mueve nervioso ante la mirada asesina de YoonGi — umm... Jiminie, si necesitas algo avísame, estaré uh, por ahí — señala a la puerta, besa la frente del menor y asiente en dirección a YoonGi en modo de despedida antes de salir.
— Como estaba diciendo — el pelinegro se aclara la garganta — mi otra hermana, Jennie, trajo este vestido por las dudas, dijo que podías usarlo — le sonríe y deja el vestido rosado pálido en la delicada mano del menor, al mismo tiempo que este le da la camisa.
— Gracias. YoonGi ¿podrías darte la vuelta?
El mayor luce confundido por un segundo —¿Qué? ¡Oh! Oh, claro, sí, lo siento — aunque no entiende para que se debe dar vuelta si ya lo vio con sus pequeñas panties rosadas.
《No me combina 》 piensa Jimin mientras sube el vestido de seda. Le queda extraño en la parte del pecho, ya que no tiene senos, y a su parecer luce como un camisón, más que un vestido, pero no se va a quejar ya que su vestido está peor y este es prestado.
《 Por suerte no le hice caso 》 piensa YoonGi mientras se abotona la camisa, con la cabeza girada hacia atrás, mirando al menor menearse para subir el vestido por sus caderas, sacudiendo su trasero, rojo, por culpa de estar sentado demasiado tiempo en el frío mármol.
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