𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒕𝒓𝒆𝒊𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒅𝒐𝒔: 𝐴𝑧𝑢𝑙
Con lo que hice probablemente arruine más la situación. SeoMin no me dejo acercarme a JiHyun toda la semana, se lo prohibió, y como nunca, ella se quedó alrededor vigilando que no pudiese tener contacto conmigo.
Pero yo era su hermano, e incluso más que solo eso, había cuidado de él los años en los que incluso necesitaba que cuidaran de mí mismo, merecía poder estar con JiHyun ahora que estaba en casa. Papá no había vuelto, y eso me extrañaba muchísimo, pero lejos de preocuparme solo me hacía pensar. Estaba castigado, si, encerrado en mi habitación todo lo que quedaba de los últimos días de escuela antes de las pequeñas vacaciones que antes habían parecido lejanas. Me había quitado el teléfono, y la dignidad.
Yo no podía hacer nada, seguía siendo un menor de edad y ella seguía teniéndome a su cuidado. Era mi mamá a pesar de todo, y, la dueña de la casa junto a papá. Podía hacer lo que quería conmigo mientras yo viviera ahí.
Había alcanzado a dar tres exámenes de los cinco que necesitábamos dar a fines de este semestre. Y ella llego con una sonrisa, diciéndome que había hablado con el director, para que mis exámenes fueran arreglados con otras calificaciones, y así el hecho de no asistir a la escuela para quedarme encerrado no me perjudicara. Me reí, porque fue algo bueno a pesar de todo, ¿Qué clase de persona piensa que eso puede ser parte de un castigo o algo así?
De todas formas, no podía salir, y ella se llevaba a JiHyun cada que podía para mantenerlo lejos de casa. Cerraba las puertas con seguro y cualquier salida hacia el exterior estaba prohibida totalmente para mí, como internet, mensajes, todo aquello que involucrara vida social. Yo no le dirigía la palabra, porque si lo hacía sabía que le lanzaría toda la mierda que guardaba acumulada durante estos días. Y eso, no era inteligente si lo que quería era ver a mi hermano de nuevo. Me preguntaba si YoonGi había preguntado por mí o algo así, quería saberlo. No nos vimos después de la última vez.
¿Él siquiera ha pensado en mí?
Me sentí vulnerable por estar pensando sobre eso, por necesitar que su atención fuera depositada en mí. Pero mis ojos estaban cada vez más cansados y mi cuerpo no respondía como antes, no podía dormir, no podía siquiera sentirme vivo. Caminaba como un fantasma por todos lados y, apenas comía.
Las dos cosas más importantes de mi vida se me fueron arrebatadas y se sentía un vacío que nunca había sentido antes.
Papá llego un jueves, la casa había estado sola por dos largos días. Entró, con sus llaves, y me vio sentado en el sofá bebiendo una taza de café cargado, detrás de él, había una chica que tímidamente se asomaba, yo la conocía, era otra de las tantas amantes de papá, pero por alguna razón ella era la que más seguido venia. Cuando los ojos de él se posaron sobre mí, solo hizo una rara mueca para decir: —Luces asqueroso.
Ladee mi cabeza hacia el sofá, asintiendo. —Mamá no me ha dejado salir ni ver a JiHyun estos días.
Había un poco de cordura en ese hombre después de todo, porque sus ojos tenían un ápice de pena inyectada, hasta que su mano toco mi hombro. —Debí suponerlo. Pero ella no es la dueña del niño, así que no puede llevárselo así como así, no te preocupes, JiMin, yo hablare con ella. Solo está en esa faceta de que quiere ser una buena madre. Tampoco es la dueña de tu libertad, ve, sal y haz la mierda que se te pegue en gana, a mí me da igual.
Baje la mirada, y cuando su cuerpo estuvo lo suficientemente lejos, tome mi suéter azul, poniéndomelo. Mientras pretendía salir, donde sea. Ni siquiera tenía un lugar donde ir. Dejé por allí aquella taza hasta la mitad que ni siquiera había terminado de tomarme.
Cerré la puerta a mis espaldas, y caminé.
Cuadras y cuadras, dando un millón de vueltas. Quizá pasé por ese lugar mil veces, quizá no lo hice. No estaba seguro de que era exactamente lo que estaba haciendo.
En ningún momento supe exactamente hacia donde me dirigía, arrastraba mis pies en el suelo aferrando mis manos que apenas alcanzaban a verse en la tela del suéter que las rozaba. Cuando mis ojos se levantaron lo único que supe fue que vi la casa de YoonGi, ahí, justo enfrente. Era pequeña pero lucia grande ahora mismo.
Recuerdo como me quede parado casi media hora respirando fuertemente, mis manos estaban apoyadas en el timbre, y sin quererlo, en un simple impulso, yo lo toqué.
Me sentía tan cansado.
Nadie salió durante largos y extensos minutos. Solo había silencio más el sonido de algunos autos pasando por la calle de atrás. Todo tipo de pensamientos pasaron por mi mente, y entonces, Hoseok se asoma un poco por la ventana, antes de mostrarse completamente después de abrir la puerta.
—Oh, amigo, te ves terrible. —suelto un largo suspiro, porque no me sorprende. No solo el hecho de que él esté ahí, si no por el comentario.
— ¿Esta YoonGi?
Me lamente segundos después de decir eso. Mi voz siempre me delataba, no importaba de qué forma, siempre lo hacía. Soné como si estuviese herido, chillando al final de la oración, y no me gustó. ¿Por qué tenían que juntarse todas estas cosas de repente? No era justo para mí. —Sí, él esta. Pero viendo como estas no creo que sea muy buena idea entrar a verlo, está casi como tú.
Yo fruncí el ceño, joder, ¿Qué mierda estaba pasando?
—Voy a entrar, no me importa, yo-permiso. —y con mis débiles brazos lo saque de en medio, había sido un leve empujón. Caminé, rápido hacia las escaleras recordando el lugar exacto en donde él estaba, era como si lo sintiera tan cerca y no pudiese resistirme ante la sensación de tener su presencia en el mismo lugar y no sentirla. La puerta ya estaba abierta, y no fue necesario para mí hacer absolutamente nada.
Él estaba allí, tranquilamente mirando hacia su ventana fumando un cigarrillo, exactamente como lo había visto la última vez. Pero sus manos temblaban levemente, su rostro se veía más pálido de lo normal, no miro en mi dirección incluso cuando sintió que estaba ahí.
— ¿Quién te dijo que podías desparecer toda una jodida semana y pensar que yo iba a estar bien después de eso? —temblé, ante el sonido repentino de su voz, no lo esperaba. Mi vista se puso levemente borrosa y comencé a sentirme demasiado mal, hasta un punto que incluso sostenerme de pie era demasiado para mí.
Me senté al borde de la cama, intentando calmarme de alguna forma.
—Yo- ella me quito todo, YoonGi, no podía salir, no podía tener mi teléfono. No fue mi culpa. —ahí estaba, dando explicaciones como un estúpido. ¿Por qué estaba haciéndolo?
—Lo supuse, sigues siendo un niño a pesar de todo.
— ¿No vas a mirarme?
Se giró, hacia mí. Y fue entonces, justo cuando sus cansados y hundidos ojos se encontraron con lo míos, cuando pude sentirme bien otra vez.
Sonreí, y él se llevó el cigarrillo otra vez a la boca con su mano aun temblando, aun haciendo ese movimiento de lado a lado, como si no quisiera detenerse. —Podría mirarte todo el día, y hacer cuadros mentales de cada una de tus expresiones, como ahora, luces como algo que estaba destruido y que encontró la forma de ser reparado.
—Tú no estás bien, YoonGi, tú mano...
—Mira, he estado fumando un montón de cigarrillos desde que no he tenido contacto contigo, y estoy hecho un desastre. Ahora mismo, estoy luchando por no tener una reacción ridícula solo ante el hecho de que estés parado enfrente mío, porque acepté durante todo este tiempo que comencé a necesitarte de una forma patética. No me he drogado, porque sé que si lo hago llegare a un punto en el que terminare tirado con una jodida sobredosis. Así que esta mano moviéndose de esta forma no es lo más preocupante de toda la mierda que soy ahora solo- ven y abrázame.
Apago el cigarro, mientras yo me ponía de pie, sin esperar ni siquiera unos minutos después de que él terminara de hablar, yo también necesitaba esto. Y entonces, cuando la cercanía fue suficiente, mis brazos alcanzaron la altura de su cuello, presionándolo hacia mí, sin obtener una respuesta sobre eso. Sus manos no fueron a mi cintura, y su boca no tiró ninguna palabra.
— ¿Por qué no fuiste a buscarme a casa?
—Cada vez que iba la zorra esa me decía que tú no estabas, ¿Entiendes? No soy lo suficientemente inteligente, yo lo creí. ¿Qué esperas de un tipo que lleva casi la mitad de su jodida vida consumiendo drogas?
—Bebé no-
—No, no, cállate. Hoseok estaba aquí y el solo dijo un montón de cosas y nada hizo que me calmara más que tus brazos y tu cuerpo sobre el mío. Se siente bien, mierda, solo se siente bien.
No pude hablar más después de eso, no pude decir nada. Ni siquiera me preocupó tener este momento tan íntimo con él y que Hoseok estuviese cerca observándolo.
Necesitaba de sus palabras toscas para saber que al menos, algo de mi quedaba en su lugar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top