CINCO
Eran las diez de la noche cuando la puerta de la habitación 36 del hotel Versalles fue abierta de golpe ante la mirada perpleja de su inquilino que tardó solo un par de segundos en reaccionar, pero ese tiempo fue suficiente para que el intruso se abalanzará sobre de él y lo asfixiara hasta hacerlo perder la conciencia.
—Si no te hubieras metido con lo que es mío hasta me daría lastima matarte —murmuró Hoseok mientras veía con desprecio al que hasta hace un año había sido su aprendiz.
De la misma forma en que Hoseok entró al hotel, salió sin ser visto y sin que nadie se percatara del extraño bulto que llevaba dentro de un carro de lavandería, o quizá si lo vieron pero fueron lo suficientemente inteligentes para no interponerse en su camino.
Cuando Kim Hongjoong abrió los ojos supo que la había jodido y en grande, su cuerpo colgaba suspendido de sus brazos, cuyas muñecas estaban atadas a un par de grilletes sobre su cabeza. Cuando aceptó ese trabajo no pensó que él objetivo estaría bajo la vigilancia de su antiguo mentor, y no fue hasta que ya había disparado la primer bala que lo vio y supo que sus horas estaban contadas, solo esperaba que la información que tenía lo ayudara a morir más rápido.
—Por fin despiertas, creí que tendría que ayudarte —le dijo Hoseok mientras se ponía de pie y lo dejaba ver las pinzas que sostenía en su mano y detrás de él en una mesa una variedad de herramientas de tortura.
—Señor lo siento, yo no sabía que la chica era su protegida —suplico por perdón.
—Te equivocas, ella no es mi protegida, ella es mi mujer y tienes que pagar por haber intentado matarla. Es una lastima ciervo, tenías tanto potencial, pero te olvidaste de las reglas —su voz sonaba terriblemente tranquila, y eso era mucho peor que si estuviera gritando.
Cuando Hoseok se acercó hasta a él un escalofrío lo recorrió por completo, y se sacudió frenético cuando jalo las cadenas que lo sostenían y lo dejó caer de rodillas al suelo.
—Por favor, ten piedad —rogó.
—Yo no doy segundas oportunidades, lo sabes.
—No te pido que me perdones la vida, solo que lo hagas rápido, tengo información que te puede servir, te diré todo lo que se a cambio de una muerte rápida —HongJoong trato de negociar, y respiro con tranquilidad cuando lo vio volver hasta la mesa y dejar las pinzas y tomar su pistola.
—Un trato justo, pero vamos a hacerlo más interesante, tú vas a hablar y yo voy a decidir si la información que me des vale una muerte rápida o no. Si me convences te pondré una bala en tu cabeza, pero si no… —Hoseok no terminó la frase sabía que no era necesario.
—Me contrató el primer ministro inglés, dijo que quería a la chica muerta y todo por qué su padre no había cumplido su parte del trato —comenzó a decir el asesino apodado ciervo.
—¿Qué trato? Los dos son rivales políticos, lo que dices no tiene lógica —preguntó mientras detonaba su arma sobre su muslo izquierdo haciéndolo gritar por el dolor.
—Es verdad lo que digo, dijo que el ministro francés le había prometido que su hija se casaría con él si apoyaba un tratado entre el Reino Unido y Francia, pero después se echó para atrás, por eso la quiere muerta, dijo que si no era para él no sería para nadie.
La furia cegó a Hoseok, ese maldito viejo había tenido una diana en su cabeza desde el momento en que decidió no matar a su ángel, pero ahora se encargaría de hacerlo desear jamás haber puesto sus asquerosos ojos en su mujer y su suegro también tendría que pagar por haber querido vender a su propia hija, solo esperaba que su ángel lo entendiera y lo perdonará. Tres disparos se escucharon antes de salir de esa bodega y conducir hasta el hotel donde estaba su ángel.
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Cuando Angélique despertó y vio que se encontraba sola se sintió herida, pensando que Hoseok había decidido dejarla, ella había decidido perdonarlo, el amor que sentía por él era más grande que eso, pero en ese momento pensó que todo había sido una mentira, mientras se vestía con la intención de irse de ahí, vio la nota que él pelinegro le dejó junto a su teléfono.
“Mi ángel siento dejarte sola, pero tengo la ubicación del tipo que te disparo, tengo que encargarme de él, por favor espérame voy a volver lo más pronto que pueda”
Dobló la nota y la guardó en el bolsillo de su pantalón más tranquila, lo esperaría y después lo convencería de ir a ver a su padre, el.la amaba y si ella le explicaba que lo amaba y que no quería hacerle daño, él lo entendería, confiaba en eso.
Su estómago rugió de hambre así que se fue a la cocina rogando porque hubiera algo decente que preparar. El lugar estaba equipado por completo, pero solo encontró una hogaza de pan y un poco de jamón en la nevera, por lo que se resignó a hacerse un sándwich, estaba en eso cuando su teléfono sonó, al ver que era su padre se apresuró a contestar, debía de estar muriendo de la preocupación.
—Papá…
—Angelique hija, dios dime qué estás bien y que ese maldito enfermo no te lastimó —la voz preocupada de su padre la interrumpió, pero le molestó que llamara de esa forma a Hoseok.
—Estoy bien Hobi jamás me hará daño él me ama y yo también papá —lo defendió sin dudar.
—Ese tipo no sabe lo que es el amor tesoro, es un monstruo y seguramente te lavo el cerebro para que creas amarlo, pero una vez que te alejes de él y la policía lo detenga vas a entrar en razón. ¿Dónde estás? Ahora mismo mandaré por ti y para que detengan a ese criminal.
El miedo a que le hicieran daño a Hoseok se apoderó de ella, no iba a permitir que le hicieran daño o lo metieran en una celda, y que si era un asesino, para ella era el hombre que amaba y nada más. Se sintió mal por no cumplir con lo que él le pidió, pero no lo pensaba arriesgar.
—No te voy a entregar al hombre que amo, y por supuesto no te voy a decir en dónde estoy, yo iré a verte —sin esperar respuesta colgó.
Entró directo a los mensajes y le escribió.
“Perdon por no esperarte, pero mi padre amenazó con enviar a alguien para detenerte, déjame hablar con él y convencerlo de que me amas y jamás me harás daño, por favor espera a que yo me comunique contigo”
Te amo.
Después de enviarlo salió de la casa, y caminó por el único sendero que había mientras rogaba por no estar tan lejos de la carretera, hubiera sido sencillo pedir un Uber, pero temiendo que su padre rastreará su ubicación y llegará hasta la casa, prefirió caminar lo más lejos posible de ahí.
Una vez que llegó a la carretera camino por casi una hora hasta que llegó a una estación de servicio, con suerte encontró a un taxista que la llevó de regreso a la ciudad, y que para su suerte no la reconoció, la dejo en el centro de París y una vez ahí, abordó otro que la llevó hasta la casa de su padre.
No fue hasta que entró y vio que no estaba solo que comprendió que había cometido un grave error. Si lo que Hoseok le había dicho era cierto, el hombre que estaba en el despacho de su padre mirándola con una sonrisa asquerosa y depravada no debería de estar ahí, su padre la miraba con miedo pero también con culpa.
—Alphonse hasta que cumples tu palabra, veo que no será necesario cumplir mi amenaza —dijo el ministro inglés y Angélique los miró a ambos confundida.
—Papa, que se passe-t-il ? Que fait cet homme ici ? C'est lui qui voulait me tuer. (Papá, ¿qué está pasando? ¿Qué hace este hombre aquí? Él fue quien me mandó matar) —preguntó en francés para que solo su padre la entendiera.
—Je suis désolé chérie, s'il te plaît, pardonne-moi. (Lo siento tesoro, perdóname por favor) —le respondió con la voz entrecortada.
Tarde se dió cuenta del hombre que había llegado detrás de ella y que con una orden del ministro inglés la envolvió en sus brazos aprisionandola, forcejeo por soltarse pero sus intentos fueron en vano, grito pidiendo la ayuda de su padre, pero con horror lo vio agachar la cabeza y no hacer nada mientras ese hombre la sacaba del despacho seguido del ministro.
En su mente rogaba por qué Hoseok descubriera que no esperará a que ella lo llamará y fuera a buscarla. Antes de ser metida a la fuerza en una camioneta sintió su teléfono vibrar en su bolsillo.
Hoseok estaba ansioso, tenía más de una hora tratando de comunicarse con Angélique sin éxito, las primeras dos llamadas se habían ido al buzón después de sonar un par de veces, las siguientes ni siquiera conectaron. Nada más ver el mensaje que ella le había enviado quiso detenerla, y ahora no podía localizarla. Marcó el número de V una vez más el era el único que podía ayudarlo.
—Dos llamadas en menos de dos días —la voz de su amigo se escuchó del otro lado al segundo tono —. Más te vale que sea algo urgente, estoy a punto de entrar a clase y no me gusta llegar tarde.
—Necesito que localices a Angélique Du Bois no contesta su teléfono y iba a ir a ver al maldito de su padre, tu estúpida clase puede esperar —grito desesperado.
—Si dices que iba a ver a su padre debe de estar con él, ve directo para allá, en caso de que no esté ahí, me avisas y la busco.
Colgó frustrado, la preocupación por su ángel no lo dejaba pensar con normalidad, irá a la casa del ministro francés era lo más obvio, por suerte no estaba tan lejos de la ciudad, puso su auto en marcha. Veinte minutos después entró por la fuerza a la mansión, un par de guardias intentaron detenerlo y los dos terminaron con el cuello roto, cuando cruzó la puerta del despacho de su “suegro” y vio al muy maldito con una pistola en la cabeza supo que su ángel estaba en peligro.
Corrió hasta él y lo detuvo antes de que tirará del gatillo, lo tomó por las solapas de su chaqueta levantandolo de su asiento, el patético hombre lloraba mientras pedía perdón sin parar.
—¿Dónde está mi ángel? —gruño pero no obtuvo respuesta —¡¿Dónde maldita sea está Angélique? Se lo que le prometiste a ese estúpido ingles así queas te vale que hables ahora o yo mismo te voy a matar! —grito mientras zarandeaba al hombre.
—Se la llevó, Winston se la llevó —respondió por fin y la sangre se heló en sus venas.
En un rápido movimiento sacó su cuchillo y lo pasó por la garganta del padre de Angélique.
—Eres una maldita escoria, no mereces que te tenga piedad, vete al infierno maldito y ten por seguro que cuando llegue ahí nos volveremos a encontrar y mi placer será torturarte por la eternidad —le dijo mientras lo soltaba y escuchaba el gorgoteo de la sangre ahogando al ministro.
Salió de la mansión, subió a su auto y volvió a marcar el número de su amigo.
—Estaba a punto de llamarte, su teléfono está desconectado pero logré hackear las cámaras de seguridad de la mansión de su padre y ví como la sacaban por la fuerza el primer ministro inglés y uno de sus guardaespaldas, seguí su rastro y la llevaron a un hangar privado, están volando de vuelta a Inglaterra.
Le agradezco antes de colgar y conducir a su propio hangar, pintaría las aguas del Támesis con la sangre de ese maldito por tocar lo que era suyo.
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Pues que siempre no es el final. No tenía pensado hacer tan largo el capítulo, pero no quise dejar estos detalles fuera y que se sintiera el final acelerado.
Ahora sí el próximo capítulo será el final.
Nos leemos bellezas...
Besitos 😘😘😘
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