CINCO
Jimin
El brillo salvaje en su mirada es uno al que me estoy volviendo adicto rápidamente, me encanta poder empujarlo al borde de su cordura, saber que puedo volverlo loco por el deseo de devorarme, me hace sentir poderoso.
A lo largo de los últimos tres años desde que perdí mi virginidad, he chupado algunas pollas, pero era más como un rito obligatorio a la hora de follar, nunca había sentido está necesidad que siento ahora de hacerlo derretirse en mi boca, y de pronto me da miedo no ser lo suficientemente bueno.
—¿Y si no te gusta? —murmuró.
Sus ojos marrones son como chocolate derretido mientras me mira con una mirada intensa.
—Ya me encanta y todavía no me has tocado. —dice y me acaricia el cabello mientras sonríe—. Ahora quítame los pantalones y pon mi polla en tu boca.
Sus palabras dulces y sucias consiguen que superé mi reciente inseguridad, desabrocho sus pantalones y los bajo junto con sus boxers hasta los tobillos. Su polla gruesa y pesada se yergue sobre sus muslos, puedo decir que es la más gruesa y larga que he visto nunca.
—Vamos, pequeño travieso, deja de hacerme esperar.
Lamo mis labios y sonrío antes de sacar la lengua para probar la punta, el precum es salado y delicioso, no tiene un sabor para nada desagradable, a diferencia de los chicos con los que he estado en el pasado. Con un nuevo vigor, envuelvo mis labios alrededor de su polla y lo relajo en mi boca, me duele la mandíbula debido a su circunferencia, pero no me rindo.
Muevo la lengua por la parte inferior de su polla y trato de no rasparla con los dientes, su punta toca la parte posterior de mi garganta y me da náuseas. Un gemido ronco se escucha y agarra mi cabello con fuerza pero sin lastimarme, para controlar mis movimientos. Me ahogo con su gorda polla cuando la vuelve a meter hasta mi garganta, la saliva escurre de mi boca resbalando por mi barbilla, y un par de lágrimas ruedan de mis ojos llorosos, por las arcadas, pero no dejo de chuparlo gustoso.
—Ohh… así bebé… jodidamente bueno —gruñe, mientras aumenta el ritmo empujando mi cabeza al mismo tiempo que levanta sus caderas —asi, mgh… me vas a hacer correrme.
Mis ojos están clavados en su rostro, verlo distorsionado por el placer que yo le estoy dando me fascina, quiero que lo disfrute, que le guste tanto que nunca más quiera a nadie más haciéndolo, solo yo, siempre yo.
—Me voy a correr en tu cara —jadea con la voz tan ronca —quiero ver mi semen pintando tu linda carita.
En el pasado, la mayoría de las veces ni siquiera, me lo tragaba, simplemente lo escupía, pero la idea de él bañando mi rostro en un acto tan sucio me vuelve loco y asiento levemente.
Un par de chupadas más y saca su verga de mi boca, un ligero pop se escucha y un hilo de saliva escurriendo de la punta conectándolo con mi boca, su puño se cierra apretando su polla mientras la sacude en mi cara.
—Abre la boca bebé —ordena en un gruñido.
Yo obedezco y casi al instante hilos calientes de su semen caen en mi lengua, mis mejillas y cierro los ojos para evitar que entre en mis ojos, sus gemidos son salvajes mientras se corre en mi cara y boca, una vez que termina, abro los ojos y le sonrió mientras trago lo que cayó dentro de mi boca y lamo mis labios hambriento.
—¿Eso estuvo bien? —pregunto.
Con la misma mano que antes sostenía su polla, desliza un poco del semen en mi mejilla con el pulgar hasta mi boca y yo lo chupo con acidez, continúa limpiando mi cara de esa manera sin decir nada, hasta que me no queda nada más en mi rostro.
—Eso fue jodidamente perfecto —dice mientras me ayuda a ponerme de pie.
A lo lejos se escucha el temporizador del horno y maldice.
—Ven, vayamos a comer, podemos
terminar esto más tarde.
—Yo puedo lavar los platos, se suponía que hacer la cena y mantener la casa en orden era mi forma de agradecerte por dejarme quedar aquí —me quejó mientras hago un puchero.
Jungkook voltea mirarme por encima del hombro mientras continúa lavando los platos.
—Y yo te dije que no era necesario, tu cocinaste, ahora me toca a mí lavar los platos. Así que sienta tu lindo trasero allí y déjame terminar.
Me quejo y él me salpica con agua jabonosa.
—¡Oye!
—No escuchas, ¿verdad? —pregunta con una sonrisa y me vuelve a dar la espalda.
Me tomo un momento para admirar la forma en que su trasero luce más en los pantalones de chándal gris oscuro que usa y que cuelgan peligrosamente bajo sus caderas, no se había molestado en ponerse una camiseta, así que me permitía ver sus fuerte y espalda esculpida.
Todo él era una obra de arte a la masculinidad, y mi cuerpo estaba en un estado de excitación constante. Podía decir sin rastro de dudas que de todos los padres de mis amigos que he conocido, Taehyung tenía al más sexy del planeta y al único que yo quería y deseaba.
—Te gusta cuando me porto mal —le digo con ese tono juguetón que he descubierto le gusta.
Me da otra mirada ardiente antes de salpicarme de nuevo con agua, me rió e intentó empujarlo hacia un lado, pero él me jala hacia él, y me empuja al frente con el estómago presionado contra el mostrador frente al fregadero. Su polla está dura cuando se balancea contra mi trasero, lleva sus manos mojadas al frente de mi camiseta y acaricia mis pezones.
—Me encanta cuando eres travieso y descarado—gruñe contra el lóbulo de mi oído—. Porque entonces puedo castigarte.
—Esto apenas se siente como un castigo —bromeó. Pero la forma en que se frota contra mi trasero es tortuosa.
—Lava esa olla —ordena—. Quiero que te concentres en restregar bien y dejarla completamente limpia.
Lo miró por encima del hombro un poco confundido.
—¿Y si no lo hago? —lo reto.
Sus dedos pellizcan mis pezones a través de la tela, por toda respuesta.
—Entonces te daré unas nalgadas, cariño —me dice y me muerde el hombro—. Ahora abre las piernas.
Cuando no me muevo, me separa los tobillos con sus pies. Mi agujero palpita de emoción, me encanta cuando se enoja conmigo. Me quita la camiseta lentamente mientras deja húmedos besos sobre mi columna, y después me quita la parte inferior de mi ropa dejándome completamente desnudo, con las piernas abiertas a su merced, y los brazos sumergidos en el agua del lavaplatos.
Esto en otro contexto no podría ser caliente, pero aquí estoy, temblando de necesidad. Gimo cuando me da una palmada en el culo antes de deslizar su palma por la apertura de mi trasero hasta que puede llegar a mis bolas y de regreso, antes de meter dos de sus dedos por sorpresa en mi apretado agujero y jadeo por lo bien que se siente.
—Lava —ordena.
Me estremezco e intentó con una mano temblorosa restregar las sobras de la salsa de espagueti de la olla, mientras sus dedos se burlan entrando y saliendo lentamente de mí. Quiero agarrarle la muñeca y obligarlo a ir más rápido, pero algo me dice que no lo tendrá.
—Mmm…
—Lava la olla, chico travieso —gruñe mientras me urge con un tercer dedo dentro de mí.
Me estremezco, es difícil lavar una olla con los ojos cerrados, mientras alguien no permite que las funciones de tu cerebro conecten correctamente. Un gemido agudo sale con fuerza de mi boca, cuando sus dedos comienzan a follarme más fuerte.
—Lava la jodida olla, nene —gruñe mientras me da una fuerte nalgada.
Suelto un chillido por la inesperada acción. Por fin termino de lavar la maldita olla y la arrojo sobre el mostrador.
—Ahí está, aa olla está limpia —anuncio entre molesto y necesitado.
Se ríe antes de empujar mi espalda hasta que mi pecho casi se sumerge en el agua jabonosa. Jadeo y tengo que agarrarme del fregadero para no terminar con la cabeza metida en el lavaplatos.
—Tu culo es tan malditamente perfecto —pronuncia, su voz ronca por el deseo—. Podría pasar horas tocándolo, probándolo.
Tiemblo ante sus palabras, y me toma desprevenido cuando vuelve a empujar sus dedos en mi agujero.
—Ahh…
—Buen chico—murmura, y su mano libre se enrosca en mi cabello en la base de mi cráneo—. Eres tan receptivo, y te sientes tan jodidamente bien. ¿De quién más es este culo? — pregunta y tira de mi cabello con fuerza hacia atrás, haciéndome gemir.
—Respóndeme.
—De na… nadie, solo tuyo —respondo con la voz temblando por la anticipación y el deseo.
—Yo no comparto bebé, ¿quedó claro?
Intentó sacudir la cabeza, pero su brutal agarre me impide moverme.
—Sí —siseo.
Comienza un puto lento y delicioso movimiento de sus dedos en mi agujero, y aunque no es su polla, nunca antes me había sentido tan lleno y pleno. Mi pecho salpica en el agua, por el empuje en mi cuerpo, pero Jungkook mantiene mi cabeza hacia atrás para que no se hunda accidentalmente.
—Voy a enseñarle a tu pequeño y lindo culo a estirarse completamente para mí y a aceptar lo que sea que quiera poner allí —gruñe—. Un día te voy a follar con mi polla y un consolador —dice y mi culo se aprieta con necesidad.
—¿Quieres eso, pequeño descarado? ¿Mi polla embistiendo tu culo, al mismo tiempo que mis manos te follan con un vibrador?
Sus palabras me aterrorizan y me excitan al mismo tiempo, estoy tan cachondo en este momento. Mis gemidos se mezclan con el sonido de chapoteo de sus dedos dentro de mi húmedo agujero, y no creo haber escuchado nada tan erótico.
Me suelta el cabello y luego esa mano comienza a atender mi polla, la sobre estimulación es demasiada y no tardó en correrme tan fuerte que mis gemidos se convierten en gritos de placer. Me tiemblan las piernas con tanta fuerza que si Jungkook no me estuviera sosteniendo caería al suelo.
Estoy a su merced, y a un subido en el glorioso orgasmo que me acaba de hacer sentir, mi mente me grita que esto no es para siempre, que lo tendré hasta que sacie sus sucias ganas de mi y después no habrá nada, y ruego porque nunca me pida que me vaya.
—Tan dulce —murmura mientras saca los dedos y me siento vacío—. Eres una maldita tentación.
Tan pronto como me suelta, me tambaleo sobre mis pies, por un segundo creo que me voy a caer, pero de inmediato me está tomando en sus poderosos brazos. Lo miro a sus profundos ojos marrones, perdiéndome en ellos.
Entra a su habitación conmigo aún en sus brazos y me acuesta en la cama. Su máscara de rectitud ha caído y la oscuridad de la pasión brilla a través de sus ojos.
—¿Qué me vas a hacer? — le pregunto cuando lo veo sacar de una cuerda del cajón de su armario.
—Vamos a romper todas las reglas—dice y yo no podría ser más feliz—.
.
.
.
¿Confías en mí? —pregunta apoyado en sus rodillas entre mis piernas abiertas.
Sonrío y asiento con la cabeza sin despegar mis ojos de su rostro.
—Te deje atar mis tobillos a cada extremo de la cama, creo que eso requiere un poco de confianza —digo con sarcasmo.
Su mano golpea el interior de mi muslo con fuerza.
—Pequeño insolente — dice haciéndome sonreír—. Hablé con tu padre hoy —suelta de repente y mi sonrisa desaparece.
—¿Qué?
—Trató de presentar un informe de persona desaparecida. Y yo quería golpear su puta cara.
—¿Me van a hacer volver a casa? —pregunto con él estómago revuelto por la pura idea de volver.
Odio a mi papá, antes de que mi madre muriera solía golpearla, era muy pequeño pero aún lo recuerdo, y también golpeaba a su nueva mujer de vez en cuando, pero dejó de hacerlo desde que supo que yo era un doncel y me convertí en su nuevo objetivo.
—Nadie te hará volver —me asegura—. No me importa si tengo que esconderte en mi maldito armario, no te dejaré regresar a la casa de ese imbécil.
Él nudo de miedo en mi estómago se deshace ante sus palabras.
—¿Qué va a pasar entonces?
—Vas a quedarte aquí hasta que cumplas dieciocho años… —el brillo en sus ojos se apaga por un momento —¿Que es cuando?
—El próximo mes.
Una mirada de alivio parpadea en sus ojos.
—Te llevaré a tu casa después de la escuela mañana, podrás recoger tus cosas, sin temor a encontrarte con él, está fuera de la ciudad.
Asiento y la esperanza florece en mi corazón, siempre supe que Jungkook era alguien con quien podía contar, desde que tenía doce años, cuando pasé la noche por primera vez aquí, antes de verlo dormido en el sofá y nos hormonas se volvieran locas por él. Mientras lo veía como trataba a Tae, y como mi mejor amigo lo veía con amor y no con miedo.
Y yo lo desee como padre y más tarde el deseo cambió a algo mucho más prohibido, y no me rendí en mi intento de tenerlo, y aquí estoy ahora, con los tobillos atados a su cama y sus grandes manos masajeando mis muslos, mientras me mira como si fuera su postre favorito.
—No quiero pensar en él —murmuro y mi mirada cae sobre el borde de su pantalón de chándal y como está estirado cuál carpa por su erección—. Tal vez deberías quitarte los pantalones y ayudarme a distraerme —digo con mi mejor tono coqueto.
Jungkook se ríe y se inclina para besar mis labios, nunca me cansaré de besar sus labios, me encanta cómo es tan gigante y tan fuerte, cómo su cuerpo parece dominar al mío siempre. Pero nunca abusa de su poder, de alguna manera me da exactamente lo que nunca supe que quería.
Le pasó los dedos por el cabello cuando comienza a besar mi pecho, me lame los pezones y mordisquea mi sensible carne. Me estremezco y empujo su cabeza hacia abajo cuando me muerde lo suficientemente fuerte como para dejar un moretón, continúa su delicioso asalto hacia el sur hasta que llega a mi suave pubis y su aliento caliente hace temblar todo mi cuerpo.
—Tu polla es mío —me dice, su boca a solo una pulgada de la base de mi miembro.
Levanta la ceja como si esperara que lo desafiara, pero no hay discusión aquí, mi polla, mi agujero, todo mi cuerpo le pertenece.
Usa su pulgar para recoger la gota de presemen en la punta de mi miembro y lo lleva a su boca, antes de sacar su lengua y saborearme directamente. El calor de su lengua me hace temblar, y me alegra que haya dejado mis manos libres porque puedo tomarlo del cabello y tiró de él sin mucha fuerza, él gruñe ahogado y en respuesta succiona con fuerza solo la punta de mi polla.
Esa simple acción casi me lleva de nuevo al orgasmo, pero cuando creo que puedo venirme, me saca de su boca, me da un par de lamidas más y comienza un camino ascendente hasta llegar de nuevo a mi pecho, está vez mis pezones son tratados con más delicadeza, pero están tan sensibles que aún duelen.
No creo que pueda aguantar más, cuando vuelve a bajar hasta mi polla, vuelve a lamer y chupar, su boca es brutal y hermosa a la vez, me estremezco en conflicto por la mezcla de sensaciones.
—Ahhhh… Dios mío, no te detengas —suplico.
Chupa la roja cabeza de nuevo y lloro, una y otra vez, me marea mientras devora mi polla. He estado con chicos que intentan escribir su nombre, en un patético intentó de oral, pero Jungkook me devora tan bien, que me hace olvidar mi propio nombre.
—¡Oh Dios!... Aahh… Necesito más —gimo mientras empujó mis caderas hacia arriba.
Sus dientes raspan la piel de mi miembro con delicadeza, pero lo suficientemente fuerte para enviarme al borde del abismo. Sin poder resistir más, tiró de su cabello hasta que consigo que libere mi polla de la prisión de su boca y lo forzó a subir a mi cuerpo.
—Bésame —le ruego—. Fóllame.
Gruñe contra mi boca y luego me devora como si siguiera devorando mi polla, muerde, lame y chupa mi lengua y labios con desenfreno, me siento mareado, mis uñas se claven en la carne de su espalda,
—Te quiero dentro de mi, quiero que me destroces —suplico.
—Demonios,, vas a ser la muerte para mí —susurra mientras se estira entre nosotros para liberar su polla de sus pantalones.
Aprovechando que la cuerda es flexible, dobla mis piernas, se alinea en mi estrecha apertura antes de enterrarse tan fuerte que me de cuenta. Grito de placer y me aferró a él mientras me embiste con fuerza y sin piedad, como un semental salvaje.
—¡Oh dios… Sí! —grito.
Su cuerpo presiona contra mí de la manera correcta y estoy llegando al clímax nuevamente, tan abruptamente que me desmayo del placer, el sonido de carne golpeando carne, sus suaves caricias, son mis únicas sensaciones mientras mi cuerpo se aprieta alrededor de su polla, mis ojos giran detrás de mis párpados, cuando finalmente me corro con fuerza.
Cuando por fin recuperó la visión y pierdo verlo claramente, veo sus cejas fruncidas, su frente cubierta de sudor que rueda por su sien, escuchó los gruñidos salvajes que salen de su boca semi abierta cuando pierde el control. Tan perfecto, tan mío.
—Joder… Aghhh —gime y sus movimientos de sus caderas se calman.
El calor de su semilla se derrama dentro de mí y golpea contra mí dos veces más antes de salir y drenar el resto de su semen sobre mi estómago, nuestros cuerpos se sienten resbaladizos, pegajosos y perfectos juntos.
—Creo que estoy muerto —bromeó, con el pecho agitado por el esfuerzo.
Gruñe y muerde mi garganta antes de responder.
—Niño, esto es solo el comienzo…
Con ese motivación hasta a mi me gustaría lavar trastes jajajaja...
Nos leemos bellezas...
Besitos 😘😘😘
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