1.3.

Jimin y Jungkook ya habían establecido una rutina, cada mañana el pelinegro llegaba a su oficina, le pedía a su secretaria dos cafés y esperaba la llegada de Jimin que siempre llegaba diez minutos después de él, se encerraban en su oficina y trabajan sin parar hasta el mediodía, no querían dejar nada al azar, no podía haber ningún cabo suelto.

—Me duele el cuello —se quejó el rubio estirando su espalda sobre el respaldo de la silla de Jungkook.

—Descansa un poco, el contrato ya está listo y solo falta afinar detalles, pero ya es cosa de detalles —le dijo Jungkook colocándose detrás de él y masajeando su cuello.

Su relación había avanzado velozmente, aunque oficialmente aún no eran pareja, si hacían todo junto, lo cierto es que ya pasaba más tiempo en el departamento de Jungkook que en su propia casa.

—Vamos a almorzar para que te relajes.

—Vamos.

Los dos salieron tomados de la mano, encontrándose con Taehyung y Hoseok que llegaban a los elevadores al mismo tiempo que ellos, Jimin y Tae se saludaron cortésmente fingiendo no conocerse más que de vista, nadie podía sospechar que eran amigos.

—¿A dónde van? —pregunto Hoseok.

—Vamos a almorzar ¿y ustedes? —respondió Jungkook abrazando a Jimin por la espalda.

—También, tuve que arrastrar a Hoseok, es un maldito obsesivo con el trabajo, y yo casi a punto de morir de hambre —se quejó Tae mirando de forma acusadora al castaño.

La relación de ambos estaba avanzando de forma lenta, pero para Hoseok era un avance, no sabía bien que era lo que le impedía al Taehyung abrirse con él, pero esperaba averiguarlo pronto, cada día que pasaba le gustaba más y sabía que él tampoco le era indiferente. Al llegar a la planta baja, se separaron, Jimin les propuso comer juntos, pero él quería llevar al rubio a una cafetería que sabría le encantaría.

Por su parte Jimin y Jungkook fueron a un restaurante cerca de la oficina, era un lugar bastante tranquilo, cada mesa estaba separada de la siguiente con una especie de biombo dándoles un toque de privacidad. Ellos optaron por sentarse cerca del ventanal que daba a la calle, estaban revisando la carta con el menú, cuando un movimiento fuera llamó la atención del pelinegro que de inmediato se tenso.

—Precioso —dijo llamando la atención de Jimin que levantó la vista hacia él.

—¿Qué pasa? 

—Mi padre acaba de llegar al restaurante, en menos de dos minutos estará aquí dentro.

Nada más escucharlo Jimin apretó los puños, y por puro instinto buscó su arma, y agradeció mentalmente no traerla, ese hombre no merecía una muerte rápida. Cerró los ojos y respiro lentamente, tratando de calmarse. 

Sus sentidos estaban en alerta, y por sobre su enojo el miedo comenzó a hacerse presente, ¿y si lo reconocía? No es como que siguiera siendo el mismo de antes, pero sus rasgos faciales no habían cambiado demasiado.

El sonido de la puerta al abrirse se escuchó, Jungkook vio hacia el frente y esperó a ser visto por su padre, ya que al ser la primera mesa estaban a la vista de quién entrará. Jeon Hae Soon giró su cuerpo para seguir a su próximo socio, cuando lo vió. Con una sonrisa fingida se acercó hasta la mesa.

—Pero que sorpresa encontrarte aquí hijo, y veo que vienes acompañado —saludo Hae Soon enfocando su vista en Jimin que soltó el aire que estaba reteniendo y levantó la vista hacia él.

Era la primera vez que Jimin veía a ese hombre desde aquella noche en que le arrebató todo, y volvió a agradecer el no llevar armas encima.

—Padre el es Park Jimin, estamos hablando sobre una posible sociedad entre su empresa y la nuestra—lo presentó Jungkook y Hae Soon sonrió y extendió su mano para saludarlo.

—A parte de hermoso, inteligente, las cualidades que más me gustan —dijo halagándolo.

Haciendo un esfuerzo sobrehumano, Jimin fingió la más bella e inocente de sus sonrisas y extendió la mano, al tiempo que fingía un rubor.

—Muchas gracias señor Jeon, me encanta poder conocerlo, no se imagina las ganas que tenía de conocerlo.

Hae Soon estaba absorto por la belleza del rubio, tanto que no noto el deje de sarcasmo en su voz, o la mirada que no ocultaba sus verdaderos deseos.

—Me halaga, y espero poder volver a verlo, hijo sigue mi consejo, asegúrate de atraparlo y no solo por los negocios —bromeó Hae Soon y ambos fingieron una risa antes de que el hombre se despidiera y caminara hasta una habitación privada, dónde su acompañante ya lo esperaba.

Nada más darse la vuelta Jimin se limpió la mano que lo había tocado, y se puso de pie.

—Vámonos de aquí, ya se me quitó el hambre —dijo y sin esperar respuesta por parte del pelinegro salió del restaurante.


Jungkook dejó a Jimin en su casa después de llevarlo a comer a otro lugar, el encuentro con su padre los había sorprendido a ambos. Y si Jungkook no conociera a su padre habría pensado que todo había sido casualidad, pero sabía perfectamente que no lo era, Jeon Hae Soon no le dejaba nada al destino.

Él sabía de la existencia de Jimin desde las fotos que le mandó de su primera cita, y por eso le dijo que no lo dejará escapar, y aunque en otras circunstancias lo mandaría a la mierda, ahora estaba de acuerdo con él, no pensaba dejar escapar al rubio, lo quería para él, para siempre, no solo por un rato.

El camino a su casa lo pasó pensando en lo mucho que su vida había cambiado, desde la muerte de Yugyeom, como ese día se juró no volver a exponer a nadie a las garras de su padre, y ahora ahí estaba otra vez jugándose todo por quien juró matarlo.

Trabajó un rato en su oficina y después se ducho, ya le había mandado mensajes a Namjoon para que pasara por él para irse a Busan, esa noche aprovecharía para hablar con algunos de los hombres de su padre y ponerlos de su lado.

Namjoon le avisó que estaba en el estacionamiento y tomó su chaqueta, estaba por salir cuando un mensaje, vibró en su teléfono, lo miró y sonrió, ya necesitaba desestresarse y esa invitación llegaba justo a tiempo.

—¿Te llegó la invitación de San? —le pregunto a su primo nada más subirse al carro.

—Sí, le acabo de confirmar. 

—Bien, hace mucho que no saco a mi bebé a pasear.

Los dos rieron y comenzaron el viaje hasta el puerto, en el camino se encargó de llamar al rubio y asegurarse de que se encontrará bien, prometiendo estarlo esperando al día siguiente en la oficina como todos los días.

Nada más llegar centró toda su atención en lo que debían de hacer, aunque era algo sencillo, coordinar la llegada y embarque de mercancía, requería que sus sentidos estuvieran alerta por cualquier cosa. Nunca faltaba el proveedor que se quería pasar de listo y meter contrabando o que intentará robar mercancía, además por supuesto comprobar que a la policía no le diera por hacer su trabajo esa noche.

Estaba concentrado en el barco y los hombres subiendo y bajando con enormes contenedores, cuando pasos a su espalda llamaron su atención, se giró y su buen ánimo se desvaneció, en definitiva ese era un día de mierda.

—¿Pero qué tenemos aquí? El principito a decidido dejar las faldas de su mami y por fin se fajó los pantalones —la voz burlona de Lee Taemin resonó como saludo.

El imbécil frente a él era lo que se podía considerar su enemigo, aunque para él no era más que una molestia en el trasero, era hijo de la mano derecha de su padre, habían crecido prácticamente juntos y siempre había habido una marcada rivalidad entre ellos, Taemin nunca perdía la oportunidad de mostrar su desprecio por él, siempre tratando de demostrar que era mejor y su padre no ayudaba mucho cuando siempre los hacía competir.

Ahora con su padre retirado, él había pasado a ser su sucesor y sus ganas de joderle la existencia no habían cambiado, siempre que se encontraban, no perdía oportunidad de pavonearse de que el era el hombre de confianza de su padre, y a Jungkook no hacía más que causarle gracia, sobre todo cuando seguía aplastandolo en las carreras y cuando su jefe terminaría siendo él, si es que no lo mataba antes.

—Este principito es tu jefe imbécil, aunque te duela. Y eso es lo que te molesta, ¿verdad? Que yo sin necesidad de arrastrarme a los pies de mi padre seré quien dirija todo y tú nunca dejarás de ser un pobre empleado, ya resignarte Taemin, nunca podrás superarme.

Su burla dio dónde pretendía al ver el rostro furioso de su rival teñirse de rojo, mientras una de sus compinches lo tomaba con fuerza del brazo evitando que se fuera encima suyo.

—El viernes te voy a callar la boca imbécil, ahí no estará tu papá para hacerte ganar —le gritó antes de darse la vuelta y caminar al otro lado del muelle.

—Antes tampoco estaba, ahí nos vemos. 

Se burló y continuó con lo suyo, en definitiva la carrera del viernes será más divertida.


Capitulo cortito lo se, el próximo será más largo y se nos viene un poquito de acción.

Nos leemos bellezas...
        Besitos 😘😘😘

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