🌜UNO🌛
Jimin veía con incertidumbre el pueblo en el que ahora viviría, a sus cortos 18 años, ya había vivido en demasiados lugares distintos, y todo por su culpa. Cada que alguien comenzaba a sospechar de su secreto, y su vida empezaba a correr peligro, lo mejor siempre era huir. Su padre era un alfa fuerte y era fácil ser aceptados en alguna manada dónde pudiera servir al líder de está.
Muchas veces deseó haber nacido alfa, o quizá como beta, pero no, la luna había decidido hacerlo omega y cargando una terrible maldición, su padre siempre le decía que era un don y que cuando encontrará al alfa correcto él dejaría de correr peligro, pero él no quería un alfa, mucho menos una marca, le daba miedo esa parte de su maldición que ponía su vida en riesgo, aunque si ese alfa fuera su destinado otra cosa sería.
—Jimin, mirá, ahí será donde viviremos, la casa está cerca de la escuela y podrás ir y venir caminando.
—Si, que bien —le contestó a su padre sin mucho ánimo, siempre era lo mismo, ir al colegio, regresar a casa y evitar que descubrieran su secreto.
—Anímate hijo, verás que ahora sí viviremos aquí mucho tiempo, podrás hacer amigos y quizá encontrar un buen alfa que te cuide y te proteja.
—Hay papá, no digas eso, ya sabes que yo no quiero un alfa, además entre más gente me conozca más peligro corro de ser descubierto.
—Yo creo todo lo contrario, necesitas relacionarte con las personas para que te conozcan y vean al grandioso chico y omega que eres, así si se llegará a saber lo de tú don no te verían solamente como algo de lo que deben aprovecharse.
Jimin sonrió, su padre siempre tan optimista.
—Ya, dejemos ese tema, nunca nos pondremos de acuerdo, mejor entremos a la casa, aún tenemos que descargar nuestras cosas y muero de hambre.
La casa donde vivirían era relativamente grande, tomando en cuenta de que sólo eran ellos dos, cuando entraron, Jimin vió que la casa ya se encontraba amueblada, ahora entendía por qué su padre le dijo que sólo llevarían sus pertenencias personales, al parecer el trabajo que había conseguido como administrador en una de las empresas más grandes del lugar y de la que era dueño el líder de la manada, le habían proporcionado lo necesario para que estuvieran cómodos.
Según lo que su padre le había dicho, los trámites de su traslado de escuela también habían sido arreglados ya, y el lunes sin falta asistiría a su primer día de clases en esa nueva escuela, lo único que pedía era no tener ningún tipo de problemas y pasar desapercibido como lo había hecho en su anterior escuela.
Suspiró al recordar su escuela y al único amigo que había hecho; Kim Seokjin, otro omega como él, lo extrañaba y en serio desearía ponerse en contacto con él, se había tenido que ir sin despedirse. Pero cuando ese alfa que trabajaba con su padre se dió cuenta de su condición, e intentó marcarlo, tuvieron que salir huyendo, por suerte en cuestión de días su padre pudo encontrar ese nuevo trabajo, aunque nunca le dijo como lo hizo.
Tomó su maleta y subió al que sería su cuarto, entró y pudo apreciar que era grande, y con un balcón que daba hacia la parte trasera de la casa, dándole una vista preciosa del bosque y las montañas a lo lejos. En definitiva ese sería el lugar donde pondría su caballete.
Iba a regresar dentro del cuarto cuando sobre el linde del bosque y su casa, vió un lobo negro, por un momento se sobresalto, sabía que en los bosques había muchas veces hombres o mujeres que decidían vivir sus vidas como lobos y no transmutar, pero ese no se veía salvaje, su pelaje estaba inmaculado y brillante, señal de que el humano estaba limpio, no alcanzaba a ver bien pero no parecía salvaje, concentro tanto su mirada en el lobo que este lo miró, y cuando lo hizo su propio lobo comenzó a menear la cola y aullar desesperadamente.
—¿Qué te pasa? ¿De cuando acá ver otro lobo te emociona?
"Alfa, nuestro alfa"
—¿Estás loco? Nosotros no tenemos alfa, y nunca lo tendremos ¿Acaso te quieres morir?
"Pero ese es nuestro, alfa"
—¡Ya! Controlate.
Entró al cuarto y cerró la puerta del balcón, tratando de ignorar los lloriqueos de su lobo.
Jungkook estaba furioso, su padre no podía estar haciéndole eso, cuando le dijo que llegarían forasteros y que el mayor trabajaría con él y vivirían cerca de ellos, nunca se imaginó que les daría la casa donde se reunía con sus amigos y dónde llevaba a sus conquistas.
Según su padre, el alfa que trabajaría para él, tenía un hijo solamente, y necesitaba una casa cerca de la escuela de éste, seguramente era un niño pequeño o un idiota si necesitaba que su padre lo llevará a la escuela, o tal vez era de esos omegas tan delicados que no podían estar sin la presencia de un alfa para que los protegiera.
Realmente no le importaba, lo que importaba era que le habían quitado su lugar de diversión y ahora tendría que buscar otro, se sentía demasiado frustrado así que decidió salir a dar un paseo, salió de su casa y se transformó, adentrarse en el bosque y disfrutar de la libertad que sentía siempre que podía correr libre como lobo lo relajaba.
Comenzó su caminó, su intención era entrar al bosque, pero sus pasos lo llevaron a la parte trasera de la casa que ahora debía de estar ya ocupada por los recién llegados, a lo lejos pudo ver un auto y cuando iba a seguir su camino la sensación de ser observado lo detuvo, buscó con la mirada a quien lo veía.
Su vista como lobo era mucho mejor que como humano y pudo ver a un chico parado en el balcón de la casa, no le veía bien la cara pues la llevaba cubierta por una gorra, pero algo en su interior se removió inquieto, por un momento sintió la necesidad de correr hacia él.
Cuando el chico notó que él lo había visto, regresó dentro de la habitación, agitó la cabeza buscando despejarse de las sensaciones que ese chico le provocó. Sin esperar más entró en el bosque y corrió hasta lo más profundo de esté, pero sin dejar de pensar en el chico.
Cuando por fin detuvo sus pasos, prestó atención a su lobo, que se encontraba intentando tomar el control y correr hacía donde se encontraba el chico.
—¿Qué carajos te pasa?
"Nuestro omega"
—¿Cuál omega? ¿De qué hablas?
"Nuestro omega vayamos con él"
—Creo que te has vuelto loco, nosotros no te vemos omega, nunca nos ha interesado tenerlo.
Pero su lobo no dejaba de repetir lo mismo, y luchaba con él por volver. Por un momento pensó en ceder y dejarlo para ver qué pretendía y por qué gritaba por un Omega que no tenían, pero así como estaba de alterado no era seguro, así que lo ignoró y siguió con su paseo.
El fin de semana pasó demasiado rápido, o eso es lo que pensaba Jimin. Ya era lunes y tendría que ir a la escuela, se levantó y se fue a duchar, cuando salió, busco lo que se pondría, podría no gustarle llamar la atención, pero no por eso vestiría mal, si algo siempre había tenido es que le gustaba verse bien, y eso no iba a cambiar sin importar cuánto se mudaran, se tomó una pastilla que neutraliza su olor reduciéndolo hasta hacerlo casi imperceptible. De toda su rutina diaria esa pastilla era lo único que no se permitía olvidar, de ella dependía que su peculiar olor se camuflajeara entre los demás, para así pasar desapercibido.
Una hora después, salió de su casa y se subió al auto de su papá.
—No es necesario que me lleves, tú lo dijiste antes, la escuela está cerca y puedo caminar hasta ahí.
—Lo sé, pero quiero acompañarte, por lo menos el primer día.
Su padre no lo decía, pero Jimin sabía que lo hacía para asegurarse de que no hubiera ningún peligro, su lado protector simplemente no le permitía dejarlo ir sin saber que todo estaba bien. Y aunque no lo dijera él se lo agradecía, su padre era lo único que tenía en la vida y también le alegraba que él no fuera como muchos alfas que trataban a los omegas como sirvientes y objetos, tal vez podrían estar en una época en la que los omegas tenían más libertades y gozaban de más privilegios, pero aún existían alfas que creían que los omegas sólo servían para estar en casa, desnudos y embarazados.
Desde que era niño su padre siempre le enseñó a ser independiente y no dejarse de nadie, fuera quien fuera, y tampoco a bajar la mirada ante ningún alfa idiota, por ese tipo de cosas es que no entendía como es que seguía solo, muchas y muchos omegas morirían por tener un alfa como él, pero cuando se lo preguntaba, su respuesta siempre era la misma.
«Amé tanto a tu madre, que jamás podré querer a nadie como la quise a ella y nadie podría ocupar su lugar »
Cuando era niño y antes de que supiera su horrible destino, siempre dijo que cuando fuera grande quería encontrar un alfa que lo quisiera tanto cómo su padre había querido a su madre, pero cuando descubrió que su madre murió al darlo a luz y dejándolo con esa maldición encima, se olvidó de tener un alfa.
Llegaron a la escuela y se despidió de su padre, llegó hasta la prefectura dónde le entregarían su horario de clases y su casillero, mientras caminaba sintió la mirada de varios estudiantes sobre él, pero ya estaba acostumbrado, cuando eres nuevo en un lugar siempre habrá quien voltee a verte, para saber si eres amigo o enemigo.
Cuando iba a entrar a la oficina chocó con un chico que iba saliendo.
— Perdón, no te ví —le dijo mientras lo ayudaba a recoger los papeles que le había tirado.
—No te preocupes, yo tampoco te ví, ¿eres nuevo? —le dijo el chico ofreciéndole su mano como saludo.
Se veía que era un omega amable, así que no dudo en darle la mano.
—Sí, mucho gusto, soy Park Jimin y me acabo de mudar.
— Que bien, encantado, soy Kim Taehyung, ¿a qué grado vas, tal vez coincidamos?
—Cuarto, pero supongo que tendré que tomar clases extras por eso de tener que ponerme al corriente.
—Que bien, yo también estoy en último año, ven te acompaño, y después podré enseñarte la escuela.
Le dijo mientras le sonreía, quiso negarse, pero recordó las palabras de su padre de tratar de ser más sociable y acepto. Después de que le entregaran sus horarios y arreglara sus cosas en el casillero que le asignaron, Taehyung lo guío por un mini recorrido por la escuela, mientras iban hacia su primera clase, la cual compartiría con él, junto con sus demás clases, pues éste le insistió a la secretaría para que lo pusiera en las mismas clases que él, alegando que lo ayudaría a ponerse al corriente más rápido.
Cuando entraron al salón, los alumnos que ya estaban en sus lugares se le quedaron viendo, Taehyung se encargó de presentarlo. Cuando se sentaron varios de ellos no dudaron en acercarse a él, para tratar de saber más cosas a parte de su nombre y de que era recién llegado.
Estaba platicando con dos de sus compañeras y Taehyung, cuando se escuchó que alguien abría la puerta del salón, sus compañeras giraron su cabeza para ver quién había entrado y entonces lo vió, un chico alto, de cabello y ojos negros, la piel levemente tostada por el sol, vestía todo de negro y uno de sus brazos estaba adornado por tatuajes, y en su cara dos piercings, uno en la ceja y otro en el labio.
No podía negar que era el espécimen de alfa más jodidamente guapo y sexy que había visto en su vida, pero también se notaba a leguas que era el típico fuck boy engreído y arrogante.
De pronto el chico tatuado fijo su mirada en él y su lobo comenzó a dar saltitos de gusto, mientras gritaba.
"Nuestro alfa, es nuestro alfa"
La fuerza de esa mirada lo hizo bajar la vista, mientras un rubor se apoderaba de sus mejillas, se sentía extraño y su lobo así de alterado no le estaba ayudando mucho.
En cuanto entró al salón, Jungkook sintió la presencia de alguien nuevo, seguramente el hijo del nuevo empleado de su padre. Olfateó buscando un aroma nuevo, pero ninguno era diferente, sólo pudo notar un suave olor que no supo identificar, realmente no entendía qué era ese suave aroma, pero de lo que sí estaba seguro es que no era de ninguno de sus compañeros.
Conocía cada uno de los olores de sus compañeros, pero este no lograba identificarlo, busco con la mirada y entonces lo vió. Un chico rubio supuso que era quien vivía en la casa aún costado de la suya, era hermoso, su piel era blanca y sus ojos eran de un azul precioso.
Su lobo se puso como loco nada más verlo, movía la cola alegremente y no dejaba de aullar y gritar.
"Nuestro omega, es nuestro omega"
Frunció el ceño, vió cómo el rubio bajaba la vista y su cara pasaba de blanco a rojo, en un claro sonrojó, que lo único que hizo fue provocar, querer abrazarlo y no dejar que nadie se le acercara.
Cerró los ojos y juntando toda su fuerza de voluntad camino hacia su lugar, ignorando a su estúpido lobo que no dejaba de aullar.
El maestro entró y la clase comenzó, pero no puso atención, pues su mirada en lugar de estar viendo al frente, no paraba desviarse hacia el rubio, pudo notar que estaba nervioso, sus gestos lo delataban, el lápiz que tenía en su mano no paraba de moverlo y continuamente se mordía el labio inferior.
Desde el momento en que el pelinegro se sentó, Jimin no dejo de sentir su mirada sobre él, los nervios lo estaban matando, ¿por qué lo veía así?, rogaba por qué la clase terminará rápido, necesitaba poner distancia entre ese chico y él, necesitaba calmarse, y su lobo no paraba de gritar que era su alfa.
Cuando por fin sonó la campana que anunciaba el fin de clases, tomó sus cosas y le pidió a Taehyung que lo acompañara al baño.
En cuanto Jungkook vió que el rubio, se ponía en pie quiso seguirlo, pero al ver que Taehyung lo seguía se detuvo, él omega era hermano de su mejor amigo y éste lo odiaba desde que rechazó a su fastidiosa prima favorita. Lo mejor sería acercarse a él en otro momento, quería saber por qué su presencia lo alteraba de esa forma, nunca nadie lo había puesto así y tenía que saber que tenía ese chico que ponía a su lobo tan frenético.
Tomó sus cosas y salió hacia su siguiente clase. Esperaba pronto poder acercarse y hablar con él.
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