01;; Ducha

¿Wataru?—preguntó Eichi mientras entreabría los ojos una vez hubo despertado.

El de cabellos color celeste miraba al rubio, acuclillado al lado de su cama y apoyándose en sus codos sobre el colchón.

Despertaste, Sleeping Beauty—susurró el Hibiki mientras sonreía.

El rubio se recostó de lado para mirar mejor a Wataru y preguntó:

¿Qué hago aquí? ¿Dónde están Tori y Yuzuru?

—Han ido a por algo para que comas. Te hemos traído aquí porque, según un pajarito me ha contado, sufres de insomnio, y por ello estabas viendo ayer un drama mientras bebías una taza de leche caliente—respondió el de cabellos color celeste con una sonrisa, pero con la voz rezumando algo de tristeza, preocupación, y sobretodo, decepción.

Eichi abrió los ojos como platos y se apresuró a decir:

L-Lo siento, Wataru, debí habértelo contado, pero...

—Sin peros que valgan, emperador—el Hibiki posó su dedo índice sobre los labios del Tenshouin, sorprendiéndolo—. Ya me han contado porqué no me lo contaste. Sin embargo, debiste haberlo hecho, aunque fuera a otros; la princesa Himemigi estaba angustiado por lo que te ha pasado, ¿sabes? Aira y Rei también lo estaban.

El rubio frunció los labios y miró hacia abajo, avergonzado.

¿Sabes por qué no has podido dormir estas últimas noches?—preguntó Wataru, dulcificando la voz.

No—Eichi miró de nuevo a su pareja—. Simplemente, no tenía sueño, y me era imposible conciliarlo. Traté de hacer lo que sugerían algunos consejos en Internet, pero apenas lograba dormir otros diez minutos, por lo que, al final, opté simplemente por actuar como si nada y adelantar trabajo o libros que tenía por leer.

Wataru frunció los labios mientras se ponía en pie y se sentaba en el borde de la cama del rubio, procediendo a posar su mano en la mejilla del líder de fine.

—Pues es un problema, porque está afectando a tu vida cotidiana, como en el entrenamiento de hoy, emperador. No puedes dejar que tu insomnio llegue al punto de hacerte caer rendido—dijo el de cabellos color celeste.

La estancia quedó en silencio durante unos minutos, en los que Wataru acariciaba con su pulgar la mejilla de Eichi, que mantenía los ojos cerrados, disfrutando aquel pequeño contacto.

Ah, ¡tengo una idea!—el Hibiki se puso en pie de pronto, juntando sus manos en una palmada y esbozando una sonrisa—. Yo haré que puedas dormir.

—Interesante—Eichi esbozó una pequeña sonrisa mientras se incorporaba en su cama—. ¿Y cómo piensas conseguirlo?

—No tengo un método como tal—el autodenominado bufón se giró a mirar al líder de fine—. Haremos un trato, ¿de acuerdo? Si consigo hacerte dormir antes de que yo caiga rendido en brazos del dios Morfeo, tú deberás hacer algo por mí. Y, en caso de que no lo consiga, yo deberé seguir intentándolo, y por cada vez que falle, deberé hacer algo que tú desees.

Eichi rió levemente antes de alzar su mano, mostrando únicamente su meñique.

¿Promesa de meñique para cerrar el trato?

Wataru sonrió y juntó su meñique con el de su novio.

Estoy deseando ver cómo intentas hacerme dormir, Wataru—el rubio ladeó la cabeza y sonrió dulcemente.

Un escalofrío recorrió la espina dorsal del de cabellos color celeste, que juntó las manos como si rezara y las llevó a su mejilla mientras decía con entusiasmo:

Amazing! ¿Cuándo debió ser la última vez que sentí una emoción como esta, al ser retado por el emperador? ¡Por lo menos, el mismo tiempo de vida de Matusalén!—el Tenshouin rió por lo bajo ante la comparación del contrario.

Toc, toc—dijo Tori mientras golpeaba con su nudillo la puerta del dormitorio de Eichi, Aira y Rei—. Maestro Eichi, te traemos algo de comer y un té caliente.

—Oh, gracias, Tori, Yuzuru. Adelante—respondió el líder de fine con una sonrisa.

Era cerca de las once de la noche, la hora más o menos en la que los idols del Seisou Hall se iban a la cama.

La única luz encendida del tercer piso era la del dormitorio de Aira, Rei y Eichi, en el que se encontraban éste último y su novio.

¿Seguro que no pasa nada porque duermas aquí?—preguntó el rubio mientras ladeaba la cabeza.

¡Para nada! No nos molestarán, además:Aira hoy duerme con Hiiro en su cuarto, y Rei está...—Wataru se llevó una mano al mentón—. A decir verdad, no tengo ni idea de qué está haciendo; Koga dijo que irían a un sitio durante toda la noche, pero no recuerdo a dónde...—sacudió la cabeza, restándole importancia—. Bueno, que no va a pasar por aquí esta noche. ¡Así que podemos estar solos, tú y yo!—el Hibiki tocó la nariz de Eichi con delicadeza, como a un niño pequeño cuando se le cuenta un secreto.

El Tenshouin sonrió antes de sentarse sobre el colchón de su cama y preguntar:

¿Me dirás ya qué tenías pensado para lograr que duerma?

Wataru sonrió y tomó a Eichi de la muñeca en dirección al cuarto de baño del dormitorio. Cerró la puerta y sentó al rubio en un taburete antes de dirigirse a la bañera del cuarto.

Leí que una forma de vencer el sueño es tomar un baño caliente—dijo el Hibiki mientras se arremangaba las mangas de la sudadera de entrenamiento y colocaba el tapón a la bañera, para después, abrir el grifo de agua caliente y un poco del de agua fría para regular la temperatura del agua y para que quedase caliente, pero no demasiado—. ¡Así que aquí estamos! Venga, ¡empecemos!—Wataru vació un poco de gel corporal en el agua, removió ésta y creó espuma.

Eichi se sonrojó y apartó la mirada, confundiendo al de cabellos color celeste.

¿Y ese sonrojo?—preguntó. Rápidamente unió cabos y se sonrojó levemente mientras reía por lo bajo—. ¿Pensabas que me refería a bañarnos juntos?

El rubio frunció los labios, avergonzado. Se sorprendió al notar las manos de Wataru sobre sus mejillas.

¡Qué adorable sueles resultar a veces, Eichi!—el de cabellos color celeste besó la punta de la nariz del líder de fine antes de cerrar los grifos de la bañera—. Venga, el agua ya está caliente. Te espero fuera, cojo tu pijama y muda, y mientras, te vas metiendo a la bañera.

Antes de que el Tenshouin dijera nada, Wataru ya había salido del cuarto de baño dando saltos. Eichi suspiró antes de cerrar la puerta y comenzar a quitarse con lentitud la sudadera del uniforme de fine para los entrenamientos.

Conforme se quitaba la ropa y la dejaba en el cesto de ropa sucia que había al lado de la bañera, el rubio se preguntaba mentalmente cómo aquello serviría para provocar la interrupción de su insomnio. Suspiró antes de meter un pie en la bañera y sentarse en ésta, con las rodillas pegadas al pecho y el torso sobre las piernas en un intento de cubrir su cuerpo.

¿Estás ya?—preguntó Wataru.

Sí—fue lo que Eichi le contestó.

El de cabellos color celeste entró en el cuarto de baño con una muda de ropa en la mano derecha. Cerró la puerta con su mano libre y dejó la ropa sobre la taza bajada del inodoro.

Perfecto—el Hibiki sonrió antes de aproximarse al Tenshouin y arrodillarse a su lado una vez se hubo quitado la sudadera de entrenamiento.

Wataru abrió unas portezuelas que había bajo la pila del lavamanos y tomó un bote de champú de lavanda antes de sentarse en el borde de la bañera.

¿Qué piensas hacer?—preguntó Eichi, que mantenía la barbilla apoyada en sus rodillas para ocultar su sonrojo.

Alza un poco la cabeza—pidió el de cabellos color celeste como respuesta.

El rubio obedeció, sólo para notar su cabello humedecerse, ya que el Hibiki pasaba lentamente la manguera de la bañera por su espalda y cabello. Cuando terminó, tomó el champú, colocó un poco en sus manos y tras frotar, pasó a lavar los cabellos trigueños de Eichi.

Éste se sorprendió al notar cómo Wataru movía sus manos de forma parsimoniosa y cuidadosa, con la intención de no dañarlo. El Tenshouin sonrió y se dejó hacer mientras cerraba los ojos.

Cuando terminó de frotar, el Hibiki pasó a colocar sus manos con los dedos en garras sobre la cabeza de su novio, y procedió a masajear su cuero cabelludo.

¿Te sientes un poco más relajado, emperador?—preguntó el de cabellos color celeste.

Eichi hizo un ruido de asentimiento, por lo que Wataru sonrió mientras seguía masajeando.

¿Y esto? "Crema de incienso y oro"—leyó Eichi de un bote que Wataru acababa de dejar sobre su cama.

Antes he usado champú de lavanda, porque dicen que su aroma relajante es bueno contra el insomnio, al igual que el incienso—contestó el Hibiki mientras recogía el secador, con el que había secado el cabello del rubio.

Cuando dejó el aparato electrónico en el baño, se dirigió donde se encontraba su novio y se sentó a su lado, tomando la crema con una mano y el brazo de Eichi con la otra.

Te aplicaré un poco en los brazos y en la clavícula, para que llegue mejor el olor—explicó el de cabellos color celeste al mismo tiempo que aplicaba el ungüento sobre la piel de su novio con la misma calma con la que le había lavado el cabello.

Eichi se mantuvo rígido, pero pronto, sintió el cuerpo más relajado, como cuando Wataru le había masajeado el cuero cabelludo.

¿Tú no te pones el pijama, Wataru?—preguntó el rubio.

Ahora, cuando termine—dijo el Hibiki antes de tomar una de las manos del líder de fine y besar su dorso con devoción—. ¡Listo! Iré a cambiarme.

El Tenshouin agachó la cabeza, avergonzado, mientras su novio se dirigía al cuarto de baño con una bolsa que había traído de su cuarto, que contenía su pijama.

Eichi se tumbó en el colchón de su cama, sintiéndose tranquilo y relajado, pero sin ningún ápice de sopor en algún centímetro de su ser.

Emperador, ¿dónde guardáis el secador de pelo?—preguntó de pronto Wataru, asomándose desde el cuarto de baño. El de cabellos color celeste se había desecho el moño y la trenza características de su peinado y se había hecho una trenza para dormir, como siempre hacía.

En el segundo cajón de...—comenzó a decir Eichi, pero se interrumpió al ver que su novio no se había puesto aún la camisa del pijama. El rubio apartó la mirada y un violento tono rojizo coloreó de nuevo sus mejillas.

Fu, fu, el gran Eichi Tenshouin se sorprende al verme por primera vez sin camisa. Tendré que guardar esa información para más adelante, a ver si algún día le pillo desprevenido y puedo aprovecharlo—Wataru se acercó a Eichi con una sonrisa, y se tumbó a su lado, aún sin camisa.

Esto es vergonzoso—susurró el rubio. Un gritito salió de sus labios al ver que su novio se había posicionado sobre él, y se encontraba sin la posibilidad de mirar a algún lado en el que no viera el cuerpo del de cabellos color celeste—. Wataru, para—intentó de decir con seriedad, pero una sonrisa traicionera trataba de escaparse de la comisura de sus labios.

El Hibiki acercó su rostro al de Eichi y besó la zona de unión entre su cuello y su mandíbula antes de acostarse de nuevo a su lado para después, tomar su camisa del pijama y comenzar a ponérsela. El rubio se incorporó levemente para poder ver mejor a su novio.

Es una pena tener que ocultar ya mi agraciado cuerpo, pero sólo lo hago porque mi querido emperador me lo ha pedido—dijo el de cabellos color celeste mientras guiñaba un ojo.

El Tenshouin rodó los ojos antes de dejarse caer en el colchón, imitándolo Wataru cuando se hubo vestido.

¿Te sientes más cansado?—preguntó Wataru mientras miraba a los ojos a Eichi.

Un poco, pero no te creas—contestó el rubio mientras veía cómo el contrario tenía los ojos un poco rojos, símbolo de que el sueño lo perseguía—. Tú pareces más somnoliento que yo.

—Para qué mentir, creo que esto me ha relajado más a mí que a ti—el de cabellos color celeste se llevó una mano a la boca, tratando de ocultar un bostezo.

Eichi sonrió, apagó la luz y se recostó en el pecho de su novio.

Me parece que voy a ganar la apuesta—susurró el rubio.

Wataru se abrazó al Tenshouin y comenzó a acariciar sus cabellos mientras contestaba:

Muy a mi pesar, me parece que sí, emperador, pero pienso luchar hasta el final.

El rubio rió levemente antes de comenzar a tararear una canción lenta e hipnótica.

¿Lo estás haciendo a propósito?—preguntó Wataru mientras cerraba los ojos y sonreía.

Puede—respondió Eichi antes de seguir tarareando la suave melodía.

Pasados unos minutos, la respiración del Hibiki se había tornado más tranquila, dando a entender que había sido el primero en caer.

El líder de fine tomó su móvil de la mesita de noche, encendió el flash y se hizo un selfie, una prueba de que Wataru se había dormido antes que él.

Sabía que no lo ibas a conseguir—susurró Eichi al aire mientras apagaba su teléfono y lo dejaba en su sitio. Se giró a mirar a su novio, que dormía pacíficamente—. Aún así, muchas gracias, Wataru.

El rubio besó la mejilla del de cabellos color celeste antes de recostarse de nuevo en su pecho y oír el acompasado latido del corazón de Wataru.

📝;; Nota de autora

Despierta hasta tarde por tener que aprenderme un trozo de un poema de Calderón, capítulo nuevo :D

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