"ᴅɪᴀ 7: ᴄɪᴜᴅᴀᴅ"
¡PLANK!
Al correr, siento un fuerte golpe en mi rodilla, seguido de un estruendo metálico y un olor apestoso.
—"¡MIRA POR DONDE VAS! ¡IMBÉCIL!"
Un grito atronador de una voz masculina confirma mis sospechas.
—¡Perdón! —respondo, mirando hacia atrás por un momento pero sin dejar de correr.
Debí chocarme con un bote de basura de nuevo, o quizás algún trozo de tubería suelta. Ver en la oscuridad de la calle aún nocturna se me está dificultando.
Me gustaría ir más despacio, pero tengo que asegurarme de que llego a tiempo.
Miro mi reloj de pulsera de nuevo. Son las 7:16. Respiro profundamente, siento el aire frío de la mañana en mis pulmones, pero no puedo detenerme ahora. Esto no espera a nadie.
Sigo corriendo, sujetando mi boina con una mano para asegurarse de que no se me cae. Las zapatillas con luces de colores se iluminan bajo mis pies, iluminan tenuemente la calle desierta y oscura, apenas visible a esas horas.
Llego frente al edificio y respiro agitadamente. Miro hacia arriba, me veo tan pequeña frente a esa construcción de seis pisos...
No tengo tiempo para pensar en eso.
Comienzo a escalar la valla que cierra el paso a las escaleras, no es muy alta, y no es la primera vez que lo hago. Después corro por las escaleras, que rodean todo el edificio por fuera.
De vez en cuando me paro a respirar un poco, echo un vistazo hacia arriba y abajo, viendo los pisos que me quedan.
Llego al sexto piso, pero debo subir a la azotea, y no hay escaleras para llegar allí. Miro a mi alrededor y detecto un trozo de tubería suelto, resistente, por el que escalo rápidamente hasta subir al sitio deseado.
Y tras un pequeño esfuerzo más, exactamente a las 7:28, ahí estoy.
Una ráfaga de aire frio y nocturno me golpea la cara y me despierta del todo, mientras echo un vistazo a mi alrededor, sin llegar a ver el suelo bajo los seis pisos del edificio en el que estoy.
Miro al frente y veo una figura que reconozco. Está sentada al borde de la azotea, dándome la espalda, admirando el paisaje de la ciudad.
—¡Hey!... te... dije... que vendría... —digo, interrumpiéndome a mi misma por mi fuerte respiración— Uff...
—Confiaba en ello
La figura se gira hacia mí y sonríe, y no puedo evitar sonreírle de vuelta, aunque algo más nerviosamente.
—Viniste corriendo de nuevo, ¿eh? —añade, riendo un poco
—¡No no, que va! Vine con tiempo —respondo rápidamente, intentando sonar confiada. Ella ríe de nuevo, y me señala un sitio a su lado
—Llegaste a tiempo, eso si. Ya está empezando
Me siento a su lado, al borde del edificio, mis piernas colgando en lo que parece un lugar peligroso, pero es bello al mismo tiempo.
Juntas, echamos un vistazo al paisaje de la ciudad, que poco a poco comienza a iluminarse por el sol naciente del amanecer.
Los negocios que aún no abren, las casas con las persianas bajadas, los vehículos estacionados, todo iluminado por una luz amarilla y aún tenue. Las calles silenciosas y vacías, y la azotea donde estamos, aún más silenciosa, aunque no se siente tan vacía como otras veces que he estado aquí.
El paisaje de una ciudad en la que el día no ha comenzado, una ciudad dormida. Pero yo no podría estar más despierta.
—Bonita vista, ¿no lo crees? —me dice mi acompañante, admirando el paisaje, con una leve sonrisa en sus labios
No me mira mientras lo dice, pero yo si que la miro, sonriendo de nuevo.
—Si... —respondo, aún mirándola— Preciosa...
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