"ᴅɪᴀ 2: ᴘᴀᴊᴀʀᴏ"

Había una vez dos pájaros, un gorrión y un cuervo, quienes eran grandes amigos y solían pasar mucho tiempo juntos.

El gorrión, un ave rápida y menuda, siempre llena de energía, adoraba pasar tiempo y hacer cualquier cosa con su gran amigo. 

El cuervo, más grande y tranquilo, igualmente disfrutaba estar con él, pero también le tenía mucho aprecio a su propio tiempo en soledad.

Así que, un día, cuando el gorrión voló hasta el nido del cuervo — como hacía todos los días —, encontró una nota dirigida a él.

"Querido gorrión: No me encuentro en casa hoy, he salido a dar una vuelta, y no volveré hasta la noche. Quiero estar solo

—Cuervo"

A pesar de la claridad de estas, las palabras tomaron por sorpresa al pobre gorrión.

—¿Solo?¿Por qué querría estar solo, teniendo un amigo con el que estar? —se preguntó a sí mismo, confuso

Después escuchó un aleteo a su espalda, y se giró, viendo al cuervo allí, en una rama de otro árbol cercano. Le daba la espalda, parecía no haberlo visto, y solo contemplaba el horizonte.

—¡Oh, está ahí! ¡Hola, cuervo! —lo saludó animadamente el pequeño

El de color negro se giró, lo miró un momento, y eso fue todo. Después, siguió contemplando el paisaje a solas.

—¿Eh? ¿No me oyes? —preguntó— ¡Soy yo, tu amigo, el gorrión!

Siguió hablando, moviendo las alas y subiendo la voz, pero no hubo respuesta. 

El pequeño se desanimó, y mientras miraba hacia abajo tristemente, otro pájaro se acercó, un jilguero de cabeza roja.

—Así que... leíste la nota, ¿eh? —le preguntó la nueva ave, quien era amigo tanto del gorrión como del cuervo 

—Si, pero... no entiendo por qué querría estar solo —le contestó el gorrión tristemente— Intenté llamarlo, y llamarlo, pero no hubo respuesta 

—Pero, si el cuervo quiere estar solo, ¿por qué no lo dejas solo? —propuso el jilguero— Incluso si no sabes la razón, quizás se sienta más a gusto así 

—Si, supongo que tienes razón... —el pequeño aún se veía triste— Quizás debería dejarlo solo, seguramente no quiere verme, ni ahora ni nunca... Seguramente deberíamos dejar de ser amigos... 

El gorrión comenzó a hacerse una bolita, abrumado por la idea de perder un amigo, además de uno tan bueno como lo era el cuervo. Después, con la poca fuerza que le quedaba, gritó de nuevo.

—¡Cuervo, por favor, lo siento por todas esas tonterías que digo! ¡Lo siento si te aburro! ¡Lo siento si no te sientes incluido! ¡Lo siento... por... —su voz sonó más débil con el tiempo— por favor... sé mi amigo de nuevo 

El jilguero observó la escena. Sentía lástima por el gorrión, desesperado por la culpa, pero al mismo tiempo, entendía al cuervo, y sabía que ese descanso no supondría que ellos dos rompieran su amistad.

—Gorrión, no estés triste, el cuervo no está enfadado contigo por nada —le dijo con suavidad, poniéndole un ala en la espalda— Eres un gran amigo suyo, ¿no?

—Supongo —musitó el pequeño 

—Y no le has hecho nada malo, ¿verdad?

—No, yo nunca haría eso

—Entonces, ¿por qué estaría él enfadado contigo? —sonrió el jilguero— Quizás solo necesite un descanso, esté agobiado por otras cosas, o incluso... ¡esté pensando algo bueno de ti! 

—¿De verdad lo crees? —los ojos del gorrión lo miraron al escucharlo 

—En algún momento te echará de menos, lo sé. Y no tardará, porque es un gran amigo tuyo —dijo el jilguero— Así que déjalo a solas si es lo que quiere, estoy seguro de que, si necesita ayuda, te la pedirá 

—¡Está bien! —contestó el pequeño, más animado ahora 

Y con ello, gorrión y jilguero se echaron a volar, dejando al cuervo tranquilo, como quería.

Es importante ofrecer ayuda a un ser querido que parece necesitarla, pero también debe entenderse si esta ayuda es rechazada. No todo el mundo se mantiene calmado de la misma manera, y si quieren estar solos, habrá un motivo para ello.

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