ᴅɪᴀ 11: "ᴄᴇɴɪᴢᴀ"

La chica miró alrededor de la caseta. Nadie por aquí, nadie por allá. Solo quería asegurarse de que no había sido seguida hasta ese lugar.

Echó un vistazo a su bolsa entreabierta, de la que asomaban un espejo, un pañuelo amarillo y un paraguas, entre otras cosas. Sonrió para sus adentros, mirando hacia la puerta.

-Bien, antes que nada...

Salió de la caseta, y volvió pocos segundos después, arrastrando con dificultad una escalera que quién sabe cómo logró llevar hasta allá. La colocó en mitad de la habitación, abierta.

-Perfecto, comencemos -sonrió, sacando el pañuelo amarillo- ¡Acto 1! ¡Vestir de amarillo en un evento importante!

Con esas palabras, se ató el pañuelo alrededor del cuello.

-¡Acto 2! ¡Derramar sal y no tirarla por encima del hombro!

Dijo en voz potente, mientras trazaba un círculo de sal alrededor de la escalera.

-¡Acto 3! ¡Abrir un paraguas en interior!

Abrió el paraguas dramáticamente, y lo dejó en el suelo.

-¡Acto 4! ¡Romper un espejo!

La chica agarró unas tijeras de su bolso, y apuñaló el espejo con rabia, haciendo que los afilados trozos de este cayesen al suelo, en el círculo. Algunas se clavaron en el paraguas.

-¡Acto 5! ¡Dejar unas tijeras abiertas!

Dejó caer el instrumento usado para romper el espejo, dejándolas abiertas.

-¡Acto 6! ¡Conservar flores muertas en casa!

En un grito, depositó un ramo de flores secas frente a la escalera, casi como si de una ofrenda se tratase.

-Acto 7...

Su voz era más tranquila ahora. Miró al frente, al círculo de sal con todas esas cosas en medio, incluyendo la escalera.

-...caminar por debajo de una escalera abierta

Lo dijo casi en un susurro. Cerró los ojos, dio varios pasos hacia esta, y la cruzó. Después, volvió a girarse hacia el círculo, sacando un papel de su bolsillo, y leyendo las siguientes palabras.

-¡Con un número afortunado de sucesos desafortunados, yo te invoco, deidad de las desgracias ajenas y propias! ¡Creadora de fenómenos inexplicables y antojadizos! -pronunció, en un grito- ¡Ven a mi, diosa de la mala suerte!

Y, con ese canto, un rayo de luz cegador salió del círculo de sal y otros objetos, proyectándose hacia el techo.

La chica se quedó sin palabras mientras todo eso sucedía, mirando como una sombra humanoide que levitaba hacia ella lentamente.

La sombra de cabello ondulado y negro, que parecían formar tres números 6, con un vestido de época del mismo oscuro color. Una máscara que cubría la mitad superior de su pálida cara.

La figura volaba sin alas, simplemente levitando como la deidad que era. Era seguida de cerca por otra sombra negra con orejas de gato y cola, mucho más pequeña, que se mantenía a su espalda.

-T-T-Tú... Usted.... Es... -la chica finalmente intentó dirigir palabr- ¿H-Ha funcionado...? ¿E-Es usted... Cinder?

Los ojos blancos y sin pupilas de la figura se abrieron e iluminaron al escuchar su nombre.

-¡En efecto! -su voz sonando mucho más alegre y menos terrorífica de lo que la chica esperaba- ¡La chica ceniza, como me llamaban! No me sorprende, con toda una vida llena de mala suerte... ¡y una muerte, ja, ja, ja!

Cinder rió con ganas, lo cual también seguía sorprendiendo a quien la había invocado.

-Pero bueno, dime -preguntó la diosa- ¿Que te trae por aquí, mi pequeña desafortunada?

Su voz sonó diferente con esas tres últimas palabras.

-Y-Yo... tengo una petición... -dijo la chica en voz temblorosa

-¡Ah, y por eso me has invocado! No había recibido invocaciones en meses -rió Cinder, levitando y dando vueltas en el aire

-Yo... Lo leí en... un libro viejo que encontré en mi-

-¡Un libro! ¿Lo has oído, Ash? ¡Ha leído el libro! -dijo alegremente la diosa, dirigiéndose a la sombra de gato- ¡Estupendo, maravilloso! ¿Que deseas?

-Yo, pues... hay un chico en mi clase, no deja de burlarse de mi -explicó la chica, aún intimidada por Cinder y su sombra felina- Me empujó por las escaleras, no deja de llamarme "nerd" y "rara", me pegó un chicle en el pelo...

Al oír eso, Cinder notó el cabello corto de la chica. Quizás tuvo que cortárselo por ese chicle pegado. Su expresión se torció, no le gustaba lo que oía.

La diosa siguió escuchando, simulando estar sentada en el aire, acariciando la sombra gatuna como un villano de película.

-Oh, no has sido muy afortunada cruzándote con ese chico en tu camino, ¿verdad?...

Dijo con cierta lástima, bajando un poco la mirada. La chica negó lentamente.

-Cuando la mala suerte es cosa del destino, poca cosa hay que podamos hacer. Pero cuando es alguien quien te la ha provocado... -su rostro formó una sonrisa maquiavélica- ¡Yo sé cómo actuar!

Se levantó rápidamente de su asiento imaginario, y se puso frente a frente con la chica.

-¡Una maldición y vas que chutas! ¡Ese chico va a estar muy torpe próximamente! -dijo Cinder animadamente, pero con cierta maldad

-¿Como yo? -preguntó la chica con algo de timidez

-¿¡Como tú!? ¡Tú no eres torpe, querida, tú solo has tenido un pelín de mala suerte! -respondió la diosa animadamente- ¡Pero no tanta como tendrá él!

Comenzó a reír más todavía, su risa parecía rozar lo malvado.

-¡Nadie le empujará por las escaleras! ¡Tendrá tan mala suerte que se caerá él solo! -dijo Cinder rápidamente- ¡No le pegarán un chicle en el cabello, tendrá tan mala suerte que accidentalmente se lo pegará a sí mismo!

-Bueno, eso es-

-¡Y lo mejor, tendrá tan mala suerte que siempre habrá gente mirándolo cada vez que haga una de sus torpezas! -siguió hablando emocionadamente

-Supongo que eso no es tan sádico como las cosas que leí en el libro que hacías -rió la chica, algo más tranquila- Me alegra...

-¡Claro que es sádico! ¡Un joven adolescente, lleno de inseguridades, a quien solo le importa lo que los demás piensen de él! -siguió hablando, acariciando la sombra gatuna de nuevo. Después dijo en tono dulce, pero lleno de maldad- No se me ocurre mayor tortura psicológica y mental para ese pobre, desafortunado chico

La chica se quedo en silencio... quizás esa diosa si que era tan peligrosa como decían... sus promesas sonaban raras... era peculiar...

¿Cómo se convirtió en una diosa siquiera?

-¡Pero podemos probar otra cosa si quieres, por supuesto! ¡Yo estoy a tus órdenes! -Cinder interrumpió los pensamientos de la chica con esa dicharachero tono

-No, no, supongo que eso está bien -contestó la chica, pues no tenía una idea mejor- Un poco de mala suerte...

-¡Nunca ha matado a nadie importante! ¡Eso digo en mi libro! -la diosa terminó su frase alegremente, dando vueltas por el aire de nuevo

-Si, eso mismo -asintió ella- Gracias por tu ayuda

-¡De nada, para eso estoy aquí! Tú no te preocupes, mi querida desafortunada -finalizó Cinder, y después dijo con una risa- Si se pasa demasiado, ese chico terminara reducido a cenizas...

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